Capítulo 10
Julieta narrando:
Cuando terminamos de cenar, pasamos a la sala donde Emma y Jane tocaron unas canciones en el piano, eran muy talentosas, tocaban con mucha coordinación, seguramente tenían muchos alumnos, después de tocar Para Elisa de Beethoven a petición de doña Victoria, Jane me preguntó:
—Julieta, ¿te gustaría que tocáramos una pieza para ti? La que quieras
—No lo sé, es que tengo muchas favoritas
—Escoge una, la que sea
—Bueno, ¿Eleana, de Richard Clayderman?
—Gran canción, no me la sé sin partitura pero Emma sí, así que ella tendrá que tocarla –dijo levantándose
—Pues, a petición de Julieta, para ustedes Eleana –dijo Emma
Emma tocó la canción y me remonté a mi infancia, cuando llegaba de la escuela y mi mamá tenía puesto un disco de Richard Clayderman y precisamente una de las canciones, era esa, me traía tanta paz que me dormía con ella en la sala de mi casa, era una época feliz en mi vida y cerré los ojos mientras Emma tocaba, cuando terminó, todos aplaudieron.
—Es una hermosa melodía, ya entiendo por qué te gusta tanto Julieta –me dijo Aurelio
—Nunca la había escuchado pero es muy linda y relajante –dijo el señor Afránio
—Sí
—¿Julieta te gustaría tomar clases de piano? –preguntó Jane –como estás con el tobillo lastimado puedo enseñarte yo
—No gracias Jane, me gusta escuchar la música, no tengo talento –le dije sonriendo tímida
—Quizás sí, no puedes saber, todos tienen talento solo es necesario practicar, además no cobro tanto
—Déjame pensarlo, ¿sí? –dije mientras pensaba –justamente ese es el problema el dinero
En realidad, no debía pensar nada, me gustaría aprender a tocar el piano y les pagaría unas clases si tuviera dinero, pero en este instante era imposible y no quería decir abiertamente que no tenía ni un centavo, nadie en esa residencia lo sabría.
—Está bien, pero si cambias de opinión, aquí hay una maestra
—Entonces, con cuál seguimos
Todos en la residencia tenían una melodía favorita Olegario, River Flows in You de Yiruma, Rómulo, Corazón de Niño de Raul di Blasio, Cecilia, Marcha Turca de Mozart y Aurelio Matrimonio de amor también de Richard Clayderman, todas fueron tocadas por Emma y Jane.
—No sabía que te gustara Richard Clayderman –le dije mientras Jane tocaba la canción
—Como puedes ver, estoy lleno de sorpresas, profesor de matemáticas de día, amante de la música clásica de noche –dijo haciéndome reír
—Pues sí, estás lleno de sorpresas
—¿Por qué no quieres tomar clases de piano? Se nota que te gustaría aprender
—Es complicado, tengo miedo de que Jane se aburra de mí al ser tan mala pianista
—No voy a presionarte, pero nunca lo sabrás si no lo intentas –dijo mirándome profundamente
—Gracias Aurelio –dije sin dejar de mirar sus ojos en un gesto de gratitud
Su mirada era tan intensa, que por un momento me perdí en ese océano que tenía por ojos y deseaba permanecer ahí para siempre, pero fui devuelta a la realidad cuando los demás aplaudieron cuando la pieza hubo terminado,
Cuando el reloj marcó las diez, todos se retiraron a dormir y Aurelio me llevó en brazos a mi cuarto y después se fue, dejándome sola con su madre.
—¿Te gustó bajar al comedor? –me preguntó doña Victoria
—Sí doña Victoria, fue una cena muy linda y la comida todavía más y luego el recital de piano que tuvimos
—Me alegra que te haya gustado, te veías feliz escuchando el piano y respecto a la comida es una especialidad de la casa
—Estaba exquisito de verdad, estoy muy bien aquí en su residencia
—Es bueno saberlo, dime, ¿ya pensaste en nombres?
—¿Cómo?
—¿Para tu bebé? Te pregunté si ya sabes cómo lo llamarás
—Es que aún no sé si es niño o niña quiero esperar para decidir
—Entiendo, en mi caso, mi marido y yo habíamos quedado en que si era niña se llamaría Victoria como yo y si era niño Aurelio
—¿Por qué no le pusieron Afránio?
—Él no quiso, no le gusta su nombre, pero no le digas a nadie es un secreto
—De acuerdo
—Pero qué te gustaría que fuera
—No importa, niño niña, lo voy a amar hasta mi último día doña Victoria
—Claro que sí, cuando tenemos un hijo en el vientre, se convierte en lo más importante de nuestra vida, eso sucedió conmigo cuando estaba embarazada de Aurelio y cuando lo vi por primera vez, no puedo explicarte con palabras lo que una mujer siente al tener a su bebé recién nacido en brazos, pero tú en unos meses lo sabrás y entenderás lo que digo
—En realidad estoy un poco nerviosa respecto al momento del parto
—No debes tener miedo, sí duele, pero la felicidad que viene después de ese dolor, lo hace insignificante –dijo levantándose –buenas noches Julieta
—Buenas noches
Cuando doña Victoria se fue, me acomodé en la cama de espaldas a la puerta y toqué mi vientre y recordé la vez cuando Osorio y yo estábamos hablando de los nombres de nuestro primer hijo.
Flashback on
—Ojalá muy pronto logre quedar embarazada –le dije mientras estábamos acostados en la cama –el primero de nuestros cinco hijos
—Yo también lo deseo mi amor –dijo abrazándome –una Julietita o un Osorito
—¿Osorito? –dije volteándome -¿de qué hablas?
—Yo quiero que mi primer hijo varón lleve mi nombre
—Sí pero ese diminutivo no me gusta
—Pensándolo bien a mí tampoco, detestaba que me dijeran Osorito cuando era niño, ¿pero sí estás de acuerdo en que nuestro primogénito lleve el nombre de alguno de los dos?
—Sí, una Julieta junior o un Osorio junior, ojalá ya esté embarazada
—Lo estarás y yo estaré a tu lado en todo momento para ayudarte siempre y seré el mejor padre para nuestro hijo, lo prometo
—Ya lo sé –dije besándolo
Flashback on
—Aún no puedo creer que me hayas hecho esto Osorio, ¿cómo pudiste corromperte por llenarte los bolsillos de dinero?
Aurelio narrando:
Julieta debió permanecer en cama tres días más para que su tobillo terminara de sanar, fuimos muy atentos con ella, todas las noches la llevaba al comedor para que comiera con nosotros y después la devolvía al cuarto, eso parecía alegrarla, me gustaba verla contenta, su sonrisa era tan linda y sus ojos tenían un brillo único y deseaba que no se fuera nunca, el primer día cuando estábamos escuchando Matrimonio de amor confieso que tuve ganas de besarla al sentir su boca tan cerca de la mía, sin darme cuenta me fui acercando a ella, pero fui detenido con los aplausos que los miembros de la residencia soltaron cuando Jane terminó, me dejó aliviado pero arrepentido a la vez.
Ese día cuando terminé las clases de la mañana y llegó la hora del almuerzo decidí que no quería comer en la universidad y sí en un restaurante en el centro de la ciudad, además para salir a caminar un rato, pasaba por una librería cuando tuve una gran sorpresa: Julieta, quien estaba inusualmente bella ese día llevaba un vestido fucsia y el pelo suelto lo que la dejaba más bonita de lo que era.
—¿Julieta?
—Hola Aurelio
—Julieta qué sorpresa verte por aquí, me alegra que ya te sientas mejor para salir
—Sí a mí también, ¿qué estás haciendo por aquí?
—Las clases continúan hasta la una y vine a almorzar, ¿y tú?
—Yo vine a caminar y a realizar un encargo de tu madre
—Puedo acompañarte si quieres
—No gracias, no quiero interrumpirte, además voy de regreso de inmediato a la residencia
—Tú no me interrumpes Julieta, al contrario, disfruto mucho de tu compañía
—También yo y quiero agradecerte por lo que has hecho por mí, tú y los demás de la residencia, nunca lo olvidaré, estos tres días han sido maravillosos
—Ha sido un placer desde el principio, cuando te di el dinero para que compraras el rollo y el café
—Siempre que compre un café y un rollo de canela me acordaré de ti
—¿Qué te pasa Julieta? –dije viéndola triste
—Nada, debe ser las hormonas del embarazo, no te preocupes estoy bien
—¿Segura?
—Sí
No me contuve y la abracé, sintiendo su calor y sus brazos sobre mi espalda, la sentía tan frágil que deseaba mantenerla así junto a mí
—¿Ya estás mejor? –le pregunté cuando nos apartamos
—Sí
—¿Ya almorzaste?
—Sí, antes de salir, no te preocupes
—¿Entonces nos vemos más tarde en la residencia?
—Sí claro
Después de eso, Julieta siguió su camino y yo el mío, luego volví a la universidad y cuando salí decidí tener un detalle con Julieta así que me dirigí a la cafetería de Brandao.
Cuando llegué me llevé la sorpresa de que Mariana y su hijo estaban ahí, me dio gusto verlos, Joao estaba muy grande y hermoso, amaba a mi ahijado y él a mí
—¿Cómo están tus padres y los demás de la residencia? –me preguntó Mariana
—Todos están muy bien, por cierto, le di tus saludos a mi madre
—Doña Victoria
—¿Y cómo está la dama misteriosa? –preguntó Brandao
—Se llama Julieta
—¿Quién? –preguntó Mariana
—Hace unos días Aurelio conoció a una chica aquí en la cafetería y quedó enamorado de ella al instante, pero la historia no termina ahí, esa misma noche la encontró en la puerta de la residencia
—No es posible –dijo Mariana –qué suerte tienes Aurelio
—No es suerte, estaba en apuros y nosotros se la brindamos, estaba con un tobillo lastimado, venía caminando desde Vila Magini y está embarazada
—Es de no creerse, me gustaría conocerla, quizás un día pase por la residencia
—Claro Mariana, sabes que eres bienvenida
—¿Y qué vas a pedir? -me preguntó Brandao
—Un café y un rollo de Canela, para llevar
—A la orden –dijo sabiendo para quién era
Cuando el pedido estuvo listo, me despedí de Mariana, Brandao y Joao volví a la residencia, encontrando a mi madre en la sala leyendo un libro
—Hola mamá, ya estoy aquí
—Hola hijo –dijo abrazándome -¿cómo te fue?
—Gracias a Dios bien como siempre, estoy exhausto –dije sentándome junto a ella –pero no puedo quejarme de tener trabajo es un privilegio
—Muy cierto, mucha gente quisiera tener trabajo y no tiene, por eso siempre hay que agradecer
—Y hablando de agradecer –dije sacando un forro de billetes –hoy me pagaron y aquí está parte de mi salario para que lo gastes en lo que quieras
—Ay mi amor, gracias, tu padre y yo estamos orgullosos de ti, por el hombre en el que te convertiste
—Y yo de ustedes, por eso quiero retribuirles todo lo que han hecho por mí desde que nací
—Lo hicimos de todo corazón –dijo tocando mi rostro con sus manos
Mi madre era muy especial para mí, ella hacía un gran trabajo administrando la residencia junto a Mercedes, mi padre pagaba las cuentas pero quien mantenía todo funcionando era ella.
—¿Qué traes en esa bolsa?
—Un café y un rollo de canela para Julieta, un recordatorio de nuestro primer encuentro, se lo llevaré ahora
—Julieta no está Aurelio
—¿Cómo?
—Sí, salió después de almorzar y no ha vuelto desde entonces
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