6. Hey princess!
Hi~ Han pasado miles de años en este fic porque me metí en demasiadas dinamicas y parece que no aguante tanto como en mi corazón lo hacía, pero ya volvemos acá~ En el capítulo de hoy sentamos las bases para el desarrollo de Ashley así que es bien importante en ese sentido aunque recuerden, estas mujeres recien se andan conociendo y ya hay boda, es intenso. Mil gracias por tanto.
¡Espero que les guste!
Solía encerrarse en los libros como si fuesen mundos mágicos, anhelar la rosa que constantemente se marchita y no es más que reflejo de una inherente y desbordante fragilidad, soñar con la emoción donde el príncipe le ofrecería la zapatilla de cristal y el calce sería perfecto, habitar entre alfombras mágicas y lámparas que cumplen deseos. «La niñita soñadora de papá», aunque le molestaba aquel apodo al inicio rápidamente se encariñó por esas promesas de infancias y las noches de Nunca Jamás volando con Peter Pan. Jim la hizo sentir segura de su propio carácter iluso, fuerte y feroz, le gustaba que no excluyera sus anhelos, que le mostrara que podía ser héroe y princesa. Pero los cuentos solo existen en las confidentes páginas de los libros y la realidad es la verdadera bestia, el mundo exterior se encuentra repleto de los cadáveres de las esposas de Barba Azul y de zapatillas ensangrentadas.
No le tomó mucho tiempo comprender en la academia de policía que su feminidad era un problema, algo que debía solucionarse o no llegaría a ser buena oficial y por ende, decepcionaría esas potentes expectativas que interiorizó de papá, si Griffin podía por ser hombre, ella también. Y parte de Ashley se cuestionaba constantemente, ¿sería diferente si fuese un Ash en lugar de una Ashley?, ¿sería más respetada sino usaba falda y las cambiaba por pantalones?, ¿sería más correcto amar a las mujeres? Enseguida se entristecía por sus pensamientos y mandaba al carajo la heteronormativa. Ni su padre, ni su hermano mayor (las únicas dos personas cuyas opiniones consideraba importantes) le cortaron las alas a causa de su género, por ende, no permitiría que un montón de papanatas lo hicieran.
Se hizo fuerte.
Se hizo valiente.
Se hizo héroe, no princesa.
Pero parte de ella siempre se habría quedado pensando en las princesas, ya no deseaba convertirse en una, sino salvarlas. ¿Qué tal Eiko?, ¿deseaba ser salvada? Y si la respuesta era «sí»...
¿La querría sin ser un príncipe de armadura blanca?
Niega, sabiendo que ni siquiera debería preguntárselo y se ha dejado llevar por la culpa del incidente pasado sobre Masako, le indujo una reexperimentación posiblemente, porque así funciona la mente en la infancia: aquellas experiencias que son muy fuertes y violentas se guardan en una caja que se esconde bajo la cama hasta que se tengan las herramientas suficientes para lidiar con ese contenido sangriento o alguien más la saque de empujón. Cualquiera que sea el caso, no puede dejarse llevar por esa fachada inocentona, es más fácil odiar a Eiko, es difícil odiarla si necesita entablar un vínculo íntimo para convencerla de que no la usa contra Dino Golzine y efectivamente desea desposarla.
¿Una princesa atrapada en el castillo de Barba Azul?
Pero qué tal si Eiko no se siente atrapada, sino que ha aprendido a amarlo, ha asimilado que el único príncipe del que es merecedora es ese Barba Azul, ¿tendría sentido rescatarla?, ¿coronarla?, ¿no es lo que pide?, ¿no es lo que desea?
—Te van a salir arrugas si sigues frunciendo el ceño de esa manera. —Pero acá está, con esta sonrisa que parece hacer estrellas, comportándose igual que una niñita traviesa, no como una princesa o el cadáver de la esposa de Barba Azul, presionándole el entrecejo solo porque es divertido molestarla.
—¿Eso sería un problema? —Ashley abre los párpados.
—Quizás. —Un ameno escalofrío recorre su columna vertebral apenas los dedos de Eiko descienden hacia sus mejillas para juguetear con su melena de oro, le fascina esta sensación, si bien, suele ser agresiva con quienes la tocan sin su consentimiento (la escuela de policías está repleta de imbéciles), desea que estas manos la exploren más—. No quiero que mi prometida tenga arrugas para la boda.
—¿Eh? —Entonces eleva una ceja con coquetería—. ¿Ya me aceptas de prometida, onee-chan? —Y adora canturrear este apodo solo para verla molesta y molesta es jodidamente adorable, con la nariz arrugada igual que un conejito, las mejillas infladas y la indignación sumida en una patada.
—¿Cómo podría resistirme con esta primera cita? —Lo dice con sarcasmo y Ashley sabe, la terminó arrastrando hacia el bar con la pandilla por cuestiones de trabajo, la dejó al cuidado de Bonnie para que pudiese resolver en calma el caos que es Downtown—. Es tan romántica, siempre quise que mi primera cita fuese con otras veinte personas más.
—Te invitaré a una cita real más adelante. —La desgraciada bufa, consiguiendo que ese desastroso y esponjado flequillo salte y se enrede entre sus pestañas.
—Una cita en la biblioteca tampoco se escucha emocionante.
—¡Las bibliotecas son geniales! —Gimotea, absolutamente anonadada.
—No quiero que Hemingway asista a nuestra cita.
—¡Pero...!
—Ni Salinger, ni cualquier otro viejo que esté en tu mesita de noche. —Ja, qué increíble.
—Sí que eres exigente. —Gruñe, removiéndose en el taburete de cuerina, subiendo sus zapatillas al soporte de metal, encogiéndose dentro de su chaqueta de mezclilla—. Tú te lo pierdes.
—Te indignaste, qué linda. —Se burla, inclinándose en la barra para que sus hombros se golpeen en las mullidas fundas, el aire huele a alcohol y las chicas beben alrededor.
—Claro que no, necesitas de mucho más para indignarme.
—Estás molesta porque insulté a tus escritores aburridos.
—¿Aburridos? —Ríe exasperada—. No estoy molesta por tu falta de gusto y cultura, sino ofendida.
—Estás molesta, lo sabía.
—¡Qué no!
—¡Ah! ¡Lo estás! —Pero la irracional la contradice—. Estás poniendo un puchero, eso me dice que estás enfadada.
—¡Yo no hago pucheros!
—¡La jefa está poniendo un puchero! —Claro que sus preciadas subordinadas le darán la razón, hijas de puta—. Se ve muy linda, igual que una gatita regalona. —Apenas Bonnie intenta acariciarla Ashley sube sus defensas, arrojándole la amenaza implícita, diciéndole con un atisbo: «¿no aprendiste nada con el diente pasado? No temo dejarte chimuela», logrando que jadee y retroceda de salto.
—Un gato mañoso más bien. —Shorty se pone de su lado para variar, la abraza por los hombros con una sonrisa despreocupada y un temple que grita Nirvana, la rubia rueda los ojos, es un misterio por qué ha elegido a esta oposicionista de mejor amiga si su pasatiempo preferido es evidentemente molestarla—. Uno que tiene a sus humanos favoritos, coqueta. —Entonces, se baja los lentes de sol y mira a Eiko con picardía.
—Es mi prometida. —No le da la oportunidad de fastidiarla—. Por supuesto tengo favoritismo.
—Hieres a tus queridas subordinadas con tu frialdad. —La música del bar es elegante, le da la misma sensación de una botella de vino añejado recién abierta, derramándose sobre las copas de oro con incrustaciones de cristal—. Aunque no te puedo culpar, te sacaste la lotería con una chica tan guapa, está más candente que takis flamín hot. —Que se ruborice por ese cumplido tan vulgar provoca que un asco hierva en su estómago. ¿Celos? No. No. No. Imposible.
—¿Crees que soy guapa? —Antes de que pueda abrir la boca y quejarse.
—Pues claro.
—Oh. —La ve—. Papa no suele decirme esta clase de cosas. —Realmente la mira, colgando inerte entre los brazos de un asesino, pidiendo ayuda sin jamás ser escuchada, pretendiendo una perfecta fachada cuando en secreto está herida, muy herida.
—Eres preciosa. —Le nace decirlo aunque todavía no la descifre—. Eiko Callenreese, eres preciosa. —Y sí, el apodo se le escapa con tanta naturalidad que le deja el corazón sangrando en la manga, ni siquiera se ha percatado del instante en que la acunó de las mejillas y se inclinó, solo mide la cercanía ante el delicioso dulzor que sus labios desprenden.
—Ya estamos usando el apellido de la otra. —Intenta burlarse y falla, puesto que el carmesí encima de sus orejas es evidente—. Es bastante atrevido considerando que ni siquiera me has llevado a una primera cita.
—¿No estás poniendo demasiado el tema de la cita?
—Tal vez realmente me gustaría ir. —Eiko tararea, delineando con los dedos los bordes de la barra—. Tal vez realmente me gustaría ir contigo.
—Eiko...
—Me gusta cómo suena ¿sabes? —Está a punto de preguntarle, pero la duda se encuentra implícita en su rostro—. Tu apellido con mi nombre, me gustaría ser Callenreese.
—¿Más que ser una Golzine? —La pregunta escapa repleta de desesperación, la siente caer a goteo, igual que esas lágrimas que nunca serán suficientes para compensar el dolor que sobrellevó.
—Mucho más que ser una Golzine.
—¿Entonces por qué...? —No pretende insistir ni presionarla demasiado con el tema, la interrogante nace del anhelo más profundo a contemplar un alma perdida que lleva tanto tiempo sometida ante el rol que le escribió alguien más que resulta confusa, quiere saber quién es Eiko y solo ahí, habiendo contemplado a la princesa, a la esposa muerta y a la niñita abusada, podrá decidir qué hacer—. ¿Por qué te aferras tanto a él?
—Ashley. —Shorty le advierte, lo vislumbra, no debe presionarla si desea actuar inteligente y seguir con este plan, Griffin le ha dicho lo mismo una y otra vez, necesita planificar con la cabeza fría.
—¿Por qué lo proteges? —Pero no puede quedarse de brazos cruzados porqué es incómodo para los demás, si cede a la presión y la ignora, si baja la cabeza, da media vuelta y la deja atrapada en el castillo, ¿no es lo mismo que han hecho los demás caballeros? Y no porque el dragón sea intimidante significa que la princesa merece morir—. No lo tomes a mal, solo quiero conocerte.
—Porque él es todo lo que tengo.
—Oye...
—Él es el único que me puede amar.
—¡No es verdad! —Es Bonnie la que salta e interrumpe la conversación, la electricidad se ha vuelto insoportable, poseen las palmas entrelazadas, no se atreve a soltarlas o darse marcha atrás—. Ahora nos tienes a nosotras, no tienes que sentirte sola otra vez. —Eiko abre los ojos de golpe, tal como si acabasen de decirle algo absolutamente inconcebible e indignante—. Nos importas.
—¿Por qué? —Aun sino dice otra palabra lee en sus ojos a la perfección el mensaje: «No lo merezco, no merezco ser salvada, soy culpable».
Y ahí lo comprende.
Griffin tenía razón, debe ser duro para Eiko ser la nieta de un pedófilo y sentirse tan presionada con las expectativas de los demás. Si bien, Ashley jamás se imaginó empatizando con su abusador lo más seguro es que si Eiko no empatizara o amara (aunque sea de manera obligada) a Dino Golzine estaría muerta como las demás chicas. Este es el mundo en el que vive, tal como en la guerra o en el campo de concentración no puede darse el lujo para guardar valores o morales, debe primar la subsistencia, y esta terca nunca se abrirá a ella sino es capaz de transmitirle cierta incondicionalidad.
¿La esposa es víctima o cómplice de Barba Azul?
—Nos tienes a nosotras. —Reafirma, apretando aún más el agarre entre sus manos, no es experta en maltrato infantil, de hecho se profesa bastante ajena al tema, tuvo una infancia envidiable gracias a Griff y Jim, no obstante, mierda que es duro enfrentar a la niña rota por la crueldad adulta—. Me tienes a mí, independiente de la situación vamos a casarnos y me tomaré mis votos en serio, yo voy a protegerte y cuidarte, al menos en eso puedes confiar.
—Gracias. —Y esta parece ser su primera charla genuina a pesar de llevar en este cortejo agresivo varias semanas—. Sé que te cuesta entender el tema y que no lo haces con malas intenciones, pero dame tiempo para hablar, nunca he hablado antes y no es fácil para mí hacerlo real.
—¿Real? —Bonnie interrumpe.
—Mientras más hablo del tema... —Los dedos de Eiko se hunden en sus brazos desnudos, se abraza a sí misma con tanta fuerza que le da la impresión de que se quebrará—. Más poder tiene sobre mí.
—Perdón. —Dice—. No volveré a presionarte más, solo quiero que sepas que puedo ser tu espacio seguro, que puedes confiar en mí. —Y no debería prometer que bajará las estrellas sino tiene alas.
—Podrías horrorizarte. —No debería proclamar que puede matar dragones si carece de garras.
—Me subestimas. —No debería caer por la princesa sino es un príncipe azul—. Tu futura esposa es más fuerte de lo que crees, onee-chan. —Pero lo hace.
—Americana idiota. —Porque esa sonrisa lo vale—. Gracias.
Mierda.
Su misión es su prioridad, debe vengar a Jim no porque su padre se lo haya pedido o porque perjure que aquello le traerá paz, al contrario, probablemente termine en el mismo infierno que Dino, pero ella necesita un culpable, hace mucho tiró su espada y dejó de creer en los héroes, necesita al menos tener ese odio. Y en otro momento le habría importado, Eiko es una víctima, pero no se concibe más así, sino cruel y despiadada. Acabaré con él, se promete. Quiero destrozarlo, que sienta eso que sentí al perder a Jim, que se profese vacío. El objetivo primordial es hacerlo mierda y dejarlo tan indefenso como ella quedó al ser huérfana. Y la única opción viable es Eiko (su preciada posesión), "su nieta", tener sentimientos por ella sería dispararse en el pie y sabotearse, ¡pero joder! Sus ojos de ciervillo perdido en el bosque no la ayudan a profesarse menos...
¿Culpable?
Sí, se siente culpable por involucrarla en esto.
Ojalá te hubiera conocido en circunstancias diferentes.
—Ashley. —Es Shorty quién la detiene cuando dan por zanjada la reunión, Downtown está en llamas y no cree que los métodos "correctos" de Griff y Max sean de utilidad—. Basta.
—¿Qué cosa? —Entonces la china suspira, tensando sus labios hasta que sus piercings rechistan.
—Todo ese coqueteo, detenlo.
—No sé de qué estás hablando. —Pero lo sabe.
—Ashley. —Hay un reproche en su voz—. Detenlo.
—No estamos haciendo nada malo. —¿Es eso verdad?
—Entiendo que debes estar confundida, te dije que este plan era una locura desde antes que iniciara porque te conozco y sé que no puedes evitar involucrarte con ella, pero si pretendes usarla de arma contra Dino lo mejor es que mantengas tu corazón cerrado. —La rubia bufa, finge estar ofendida en vez de aceptar y lidiar con el mordisco que eso le genera en el corazón—. O no podrás ser imparcial.
—Pensé que tú eras la romántica. —Tararea y sale tan falso—. Fuiste la que se enamoró de la víbora.
—No dije que no podías enamorarte.
—¿Entonces...?
—Solo te estoy diciendo que será incompatible ver a Eiko como un ser humano y como una Golzine, debes elegir un bando y pronto. Porque sino además de sabotear el plan, ella saldrá muy herida.
—Saldrá herida aunque no elija un bando.
—No hables como sino fueras tú la que le romperá el corazón.
—Lo haces sonar como si yo fuera la mala. —Sonríe, recordando la primera vez que la conoció en la mansión, parecía bonita y delicada, igual que una novela de tapa dura esperando deseosa a ser leída y descubierta, sin embargo, estaba tras una gruesa vitrina imposible de romper, un vitral propiedad del pedófilo, casi lo escucha, diciéndole que la encierra porque así es el amor. No. El amor no es una jaula, el amor es libertad, no puedes amar un libro por más maravilloso que se mire sino lees—. ¿Es así? ¿Estoy en el papel de villano? ¿O acaso soy el caballero de brillante armadura?
—Eso me lo tendrás que decir tú. —Su ceño se relaja, intenta transmitirle que no quiso ponerla a la defensiva y lo siente, es difícil confiar luego de perder a tanta gente—. Pero la forma en que la miras, eso es especial, por eso te lo comentaba.
—¿Cómo la miro? —Pregunta con una sonrisa sarcástica—. Por favor, ilumíname.
—Como si quisieras salvarla.
Oh.
—Como si quisieras amarla y ese amor la pudiese salvar.
—Ya veo. —Sonríe nerviosa, contemplando sus converse para no tener que ver su reflejo en el lente de Shorty, sabe que su cara la delatará y por mientras tapará el sol con el dedo—. Así que es eso.
—Oye, te vas a casar con la chica y es un bombón, no te culpo por desearla. —Pero no es deseo.
—Supongo.
—Está bien que seas apasionada. —Tampoco es pasión—. Solo pon tu mierda en orden antes de ir más profundo, ¿me entiendes? —¿Entonces, qué es?, ¿empatía?, ¿curiosidad?, ¿morbo?
—No tienes que regañarme, ni te creas tan inteligente. —Niega, sacándose las ideas de la cabeza al no querer lidiar con esto, no ahora—. Soy yo la que te pateó el trasero en la academia.
—Ja. —Bufa—. Pues el tiro te salió por la culata porque a mí me echaron de la academia. —La rubia alza una ceja, completamente perpleja por el razonamiento de su mejor amiga.
—A veces me sorprende que hayas logrado conquistar a Yue con ese IQ negativo.
—¡Ashley! —Y la bruta la golpea—. Mi IQ está bastante cerca de ser positivo para tu información.
—Eso aclara el misterio.
—¿Qué misterio?
—De porqué le gustas más a tu novia con la boca cerrada, matas mis neuronas apenas la abres.
—¡Ashley! —Gimotea—. Yue dice que le gusto más callada porque soy bonita, no porque le moleste escucharme hablar.
—Ajá.
—La ayuda a admirar mi sentido de la moda superior.
—¿Tus polerones fosforescentes y tus estampados de terciopelo morado?
—No olvides los lentes de sol, son mi marca.
—No te ayudas ¿sabes?
—No me trato de ayudar. —Resopla sin argumentos—. ¡Eiko! —Y claro que la desgraciada usa a esa chica para ponerla nerviosa, pero no funcionará, por muy adorable que se vea ladeando la cabeza y dejando que su largo cabello negro caiga sobre su hombro y le dé pestañeos curiosos tan lindos que no deberían ser legales, no funcionará. Nop, Es inmune—. ¡Ashley quiere llevarte a una cita ahora!
—¡¿Qué?! —La nombrada se atora con su propia saliva, tiene que apretarse fuerte el pecho para no sufrir de un ataque cardiaco—. ¿Estás loca? —Grita en voz baja—. Te dije que Downtown es un caos, ¿y quieres que la saque a pasear por ahí?, ¿tus neuronas sobrevivieron al tinte?
—¿De verdad quieres ir? —Pero es muy tarde y Eiko ya se encuentra frente a ella con esos ojitos de noche sin estrellas refulgiendo con más brillo del que ha contemplado jamás en la vida y joder, ¿qué tan encerrada debió estar en su vitrina para que esto la ponga tan contenta? Probablemente Golzine la privó de una adolescencia normal y mientras Ashley reía en la escuela, Eiko era abusada por series de pederastas, no lo ha confirmado ni quiere hacerlo.
—Y-Yo... —Su boca tiembla y la lengua le pesa—. Quiero ir. —Y no debería haberle respondido esto, es acá cuando comprende que los comentarios de Shorty y Griff son acertados, ese comportamiento luce casi errático porque ni ella sabe lo qué quiere de Eiko, así que tantea, camina en la punta de los pies igual que lo haría en un campo minado y espera no pisar ninguna granada—. No podemos salir mucho tiempo porque aún es peligroso, pero si nos quedamos cerca de las chicas no veo problema.
—Eso es grandioso. —La cuestión es que aquel mensaje doble vinculante enloquecería a cualquiera, pero no a Eiko, al contrario, Eiko no se mira perturbada (seguramente Dino la trataba así)—. Gracias, Ashley.
—No es gran cosa.
Y ambas saben que lo es.
Dan un paseo por Central Park y le resulta perfecto, es el punto medio entre el bar y su cuartel, sabe que tiene a chicas dentro de la zona para protegerlas y Golzine no aparecerá (no todavía) no si quiere engatusarlas y hacerlas creer que poseen el control. Piensa en Jim y en su obsesión con Eiko, o mejor dicho: la nieta de Dino, ¿por qué la eligió? Eiko es un engaño seductor, es el cebo ideal con su silueta despampanante, sus movimientos coquetos y su voz suave. Nadie espera que un conejo sea la carnada de un monstruo, es idóneo. Piensa en cómo la promovió, sino se hubieran presentado...lo más probable es que ese pedófilo se la hubiese vendido a alguien más, a algún apellido renombrado como Fox o un senador quizás. Traga duro, mete las manos en sus bolsillos y suspira. Siendo honesta esta chica la frustra, Ashley se ha vuelto experta en leer a la gente pero por más que intente no logra integrar esa dualidad, esa chispa salvaje que aparece en sus ojos cafés de vez en cuando y la muñeca rota que hace acto de presencia ante Papa.
—Auch. —Ni siquiera estaba prestando atención, sin embargo, su prometida se ha torcido el tobillo porque está usando unos zapatos jodidamente incómodos y altos, le gusta que Eiko sea ligeramente más bajita y por ende, encuentra los tacones innecesarios.
—¿Por qué sigues usándolos si te duelen tanto? —Eiko apoya la cadera contra una baranda, se quita los zapatos y se examina el tobillo.
—Costumbre supongo.
—Entrenaste con Blanca. —Memora—. Debiste haber usado algo más cómodo. —Pero por la mirada constipada y casi dolida que le arroja comprende que se equivoca.
—Las tuyas son geniales.
—¿Eh?
—Tus converse. —Sonríe—. Creo que se te ven geniales, combinan con tu aura indomable.
—¿Crees que tengo un aura indomable? —Ashley alza una ceja, entretenida, se sienta encima de la balaustre de madera para hacerle compañía, están en el corazón de Central Park y las hojas otoñales cambian de color—. ¿De dónde sacaste esa idea?
—De Ash Lynx.
—Es Ash Lynx.
—¿Eh?
—Ash Lynx. —La rubia repite—. No Ashu Lynxu.
—¡Yo no agrego vocales extras! —Gimotea y patea el piso pese a haberse lastimado recién por estos tacones afilados, es una irracional y no debería importarle—. Eres mala. —Pero es difícil conseguirlo si infla las mejillas y esboza un puchero tan adorable. Es en momentos como estos que olvida quién es en realidad y la ve igual que una niña berrinchuda.
—Lo siento, lo siento. —Alza las manos y está riendo—. ¿Qué querías decir? —Eiko entrecierra esos ojos de ciervo con suspicacia—. No te molestaré más.
—Promételo.
—¿Qué eres? ¿Un bebé?
—¿Lo prometes? —Eiko insiste y Ashley suspira resignada.
—Lo prometo. —Y solo entonces, Eiko recobra su compostura de señorita y vuelve al semblante de pura seriedad, prefería la mueca alterada y aunque no vislumbra porqué, esto le estruja el corazón.
—Lynx es lince en inglés ¿verdad? —La rubia asiente—. Es un animal salvaje, me da la impresión de que elegiste ese nombre para tu alterego masculino porque querías transmitir una sensación de...
—Libertad. —Balbucea—. De que nadie jamás podría domesticarme.
—¿Ves? —Y Eiko le dedica una sonrisa tan sincera que tiene que echarse para atrás—. Es un nombre poderoso que combina de maravilla con tus zapatillas. —Y de repente tiene las mejillas rojas y siente que la lengua le pesa como si cada palabra fuese un bloque de concreto.
—Gracias. —Es todo lo que consigue balbucear—. Tú... —También te ves libre, quiere decirle y puede contenerse, sabe que eso sería una mentira imperdonable y que Eiko también lo sabría.
Lo siento.
Me gustaría salvarte, pero no puedo.
—No es nada.
Eiko se sumerge en sus pensamientos y Ashley lo testifica, la ve mecer sus piernas por encima de la acuarela que es el parque con las manos tensas alrededor de la barandilla y la boca apretada, a pesar de mirarse inmersa en una catástrofe mental a Ashley le es hermosa. ¿Qué será? ¿Qué será eso que hace a la japonesa tan especial para que Dino y su padre hayan puesto su atención en ella? ¿Será lo mismo que la tiene así de embelesada? No sabe, no obstante, se acerca lo suficiente para que rocen sus hombros y sienta su largo cabello cosquillearle cerca de la nariz.
—Es raro. —Finalmente la morena retoma el tema—. Es raro saber que no volveré a su lado, no con esto del compromiso al menos.
—¿Crees que lo extrañarás? —Le pregunta a pesar del nudo incrustado en su garganta, le atormenta especular sobre la posible respuesta. ¿Es la princesa o la esposa de Barba Azul?
—No es eso. —Musita, sus piernas se balancean con debilidad por encima del pasto, la brisa que su bamboleo genera es lo bastante fuerte para alzar las hojas secas—. Me da miedo que tú seas un mal peor. —Y es una duda justificable considerando que han dejado claro la naturaleza utilitaria de esto.
—Lo comprendo. —Quiere añadir algo más, algo que sea de consuelo, una promesa más fuerte que el beso del verdadero amor—. Pero es imposible que te haga tanto daño como él.
—No sé. —¡Es un pedófilo! ¡Abusó de ti, ya despierta!, es lo que desea gritarle mientras la zarandea y no puede, el abuso sexual es una mierda compleja—. Pero gracias.
—¿Gracias? —Y entonces la japonesa asiente antes de mirarla y...
—Aunque lo nuestro no sea verdadero y me hayas dejado en claro que planeas utilizarme... —Habla, haciéndola ver como una completa villana—. También sé que mantendrás tu promesa y si llegamos a tener una boda "real" me cuidarás.
—¿Cómo puedes saberlo? ¿Cómo puedes estar tan segura?
—Porque no eres tan buena mintiendo como crees. —Se ríe y diablos, es linda—. Apuesto que creías ser muy genial con esa aura indiferente y todo ese espectáculo de alterego masculino.
—Claro que sí. —Espeta—. Ash Lynx es todo un galán.
—No lo niego. —Eiko deja caer ambos tacones y se permite colgar—. Pero creo que tú eres un galán mucho mejor que él.
—¿No te gustaría más que fuera un Ash que una Ashley? —Finalmente se arranca la espina.
—No. —Es sincera—. O mejor dicho, no cambiaría mi opinión de ti, no creo que el género me afecte.
—Podría ser un príncipe azul si así fuera.
—¿Quién te dijo que quería un príncipe azul? —Le sonríe—. Porque jamás te dije eso.
—Es cierto. —Vaya, admite la derrota por segunda vez consecutiva ante esta chica, es un problema, ya lo ve venir—. ¿Cómo sería tu pareja ideal entonces? —La pregunta brota por sí sola.
—No sé.
—Oh vamos, debes haberlo pensado. —Y aunque no comprende su motivo para insistir—. Creo que saberlo haría nuestro compromiso más creíble. —Sigue insistiendo.
—Alguien que me inspire. —La respuesta la toma por sorpresa, más, es incapaz de precisarla porque su atención salta hasta el suelo, sus converse llegan al piso y los pies de Eiko no. Es pequeña y mucho más de lo que creía, se pregunta si será tan pequeña que le cabrá en el bolsillo del corazón y niega—. Alguien que me inspire a ser libre.
—Esa es una respuesta... —Rara, ambigua, ilógica—. Interesante.
—¿Nunca has conocido a alguien tan asombroso que te quedes pasmado y pienses: wow, yo quiero hacer algo así de increíble? Eso quiero yo, no un príncipe azul, quiero salvarme a mí misma y aunque quiero a alguien a mi lado mientras lo hago, espero que ese alguien me haga más fuerte y viceversa, o algo así, son puras cursilerías. —Suspira.
—No. —Pero Ashley se niega a dejarla en la resignación—. No creo que lo sean.
—¿Y qué hay de ti? —Pregunta genuina—. ¿Tienes un tipo?
—Japonesas bonitas que estornudan los nombres y parecen conejos.
—¿Eh? —Le sonríe con coquetería—. No conozco ninguna de esas, dime más.
—Tienen que ser tercas, me encanta que sean jodidamente tercas.
—¿Qué tan tercas?
—Al borde de la desesperación, que esté a punto de arrancarme los cabellos por lo tremendamente irracional que puede llegar a ser, mientras más terca y menos instinto de autoconservación muestre, más candente me resultará.
—Se escucha como todo un partidazo.
—Lo sería. —Bromea y hay algo en la forma en que Eiko se ríe de sus chistes tontos, en cómo inclina la cabeza cuando habla para escucharla atentamente, como si fuese la persona más interesante que ella jamás hubiese conocido que la deslumbra—. Creo que querría a esa mujer de esposa.
—No te culpo, yo también la querría de esposa.
—Sería un bombón. —Ambas carcajean con nervio.
—Es una pena que te vayas a casar conmigo y no con ella.
—Lo sé, no te pareces en nada a mi tipo ideal. —Ashley siente que es mucho más sencillo abandonar la fachada frívola que había adoptado para darle paso a su personalidad real, es sorprendentemente grato hablar con Eiko—. Prometo llevarte a una cita de verdad más adelante, no me gustaría que no sintieras que tienes elección o que no me importas. —¿Y para qué le importa si son enemigas? Esa relación es estrictamente parasitaria.
—Eres linda. —Y odia estarle contando mucho más de lo que procuraba—. Siendo honesta todavía pretendo usarte así como tú lo harás conmigo, pero es recíproco, si me caso contigo serás relevante para mí ¿entiendes? No puedo fingir que no me involucraré porque sé que lo haré, serás mi esposa, es imposible que no lo haga y serás la primera persona tan cerca fuera de Papa. —Escuchar aquello le saca una arcada y mierda es injusta esta ironía.
—Merecías tener una infancia mejor. —Suelta por la mera impotencia—. Ojalá no hubieras llegado a sus garras.
—Pero lo hice. —Se encoge de hombros sin ser capaz de restarle importancia—. Ya da igual.
—Eiko... —Y a la distancia Ashley sabe que debe terminar con todo y seguir con el plan, Shorty tiene razón, no debe continuar transmitiéndole mensajes divergentes o ambas terminarán con el corazón roto por su culpa, pero no puede evitar pensar que es demasiado pronto, que la japonesa aún no se encuentra lista para saber la verdad, que puede permitirse esto—. Lo siento.
—Ashley. —Que puede permitirse quedar un poco más.
—¿Sí?
—Solo para que conste. —Aunque sea solo por ahora—. Me gustan más las princesas valientes que los príncipes azules.
¿Esposa de Barba Azul o princesa atrapada? Pero qué tal si hay una tercera opción, si Eiko no encaja en ninguna de las dos, ¿qué tal si Eiko es peor que Barba Azul?, ¿qué tal si este matrimonio convierte a Ashley en el cadáver de la esposa y a Eiko en la asesina? ¿Qué tal si es una fachada?
Por ahora, se repite.
Solo por ahora no importa.
Me tengo leve fe en este proyecto, pero al menos sepan que no está abandonado ni en hiatus, asi que aporten con su granito de fe a la pobre autora por favor, si las cosas van bien tendriamos un capítulo a la semana o cada dos semanas, por ahí. Mil gracias a quienes se tomaron el cariño para leer.
¡See ya!
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