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3. No body, no crime.

¡Hola mos bonitos lectores! Dos cositas en las notitas. Primero, este capítulo lo saqué hoy para ti lulu2020000, sé que estás pasando por un momento bien duro, espero que las cosas mejoren, no tienes que leer sino te sientes con ganas, es más que nada para animarte dentro de lo que se puede, te adoro un montón y acá siempre me tienes, fuerza.

Y este fic tiene tableros con vibes de las chicas, mi adorada Cherry2mooncake los hizo con un montón de cariño y Dios, yo morí al verlos así que espero que puedan hacerle clic al comentario que dejaré al lado con los enlaces y le den una pasada, son preciosos y me ayudaron mucho a ambientar el fic, te amo. Sin más que decir, ¡espero que les guste!

—Estoy lista.

Eiko queda boquiabierta apenas Ashley sale del vestidor, luce completamente diferente a lo que se imaginó, más imponente, es casi depredador. Un traje de dos piezas trenzado con la lana más lujosa que sus ojos han tenido el placer de vislumbrar envuelven sus curvas, resaltando tanto su diminuta cintura como sus imponentes hombros, un pantalón de tiro recto destaca sus largas piernas, delinea su silueta a la perfección, dándole una apariencia andrógina y exótica, hermosa, piensa. El matiz casi negro de la tela le da un aspecto puro y angelical a su piel, contrastando con el rosa palo que salpica sus labios y sus mejillas. Un arete verde, un jade, atrapa su atención igual que un girasol anhelante del alba extinta, se mira increíblemente sexy con el cabello recogido para atrás en una coleta, en su camisa blanca y sus zapatos de cuero.

Wow.

Simplemente wow.

—Dino jamás va a sospechar que soy una mujer con este traje.

—Eres guapo siendo hombre. —Eiko deja escapar el pensamiento de golpe, la apariencia de la rubia definitivamente ha afectado sus sentidos, calando hacia lo más profundo de su alma, cayendo entre gotas coloridas y pétalos marchitos.

—Se te olvida lo más importante, dulzura. —Ashley no pierde la oportunidad para trazar el mentón de su prometida, recorre con la yema de su pulgar desde la gargantilla hasta su labio inferior, es una sensación eléctrica y abrumadora, cada fricción se siente como una aguja de endorfina intoxicando y nublando su razón—. Es algo que no debes olvidar. —Ejerce presión en su boca carnosa, quedando manchada por el labial escarlata, viéndose tentada por su propio pecado.

—¿Qué se me olvida? —Ashley sonríe igual que un gato astuto, ha estado esperando la pregunta y no fingirá lo contrario.

—Que soy aún más guapa como mujer. —Mierda—. No lo olvides. —Esto la va a matar.

—No coquetees ahora. —Griff le golpea la cabeza en un regaño, no es brusco ni violento, es un leve recordatorio de que su química incomoda al soltero presente (en otras palabras, él)—. Debemos concentrarnos en el plan si queremos convencer a Dino para que se casen. —Ashley hala del borde de su chaqueta en un gesto de confianza, golpetea las mugrientas baldosas del hotel en una especie de ritmo escueto y vibrante.

—Va a salir bien, viejo.

—Jovencita, la organización es el pilar de nuestra sociedad, necesitamos repasar el plan o saldrá mal y lo sabes. —Ashley rueda los ojos en respuesta.

—No te preocupes, te saldrán arrugas sino aprendes a relajarte. —Proclama, con el pecho inflado y la corbata desarmada en la funda de la chaqueta—. Igual que a Max.

—¡Claro que me preocupo! Esto puede salir muy mal.

—No lo hará. —Decreta—. Ash Lynx es todo un rompecorazones.

—Eso no le va a gustar a Papa. —Eiko frunce el entrecejo, constipada, se alisa el vestido con lentitud, permite que las arrugas de la seda se deshagan bajo sus toques como si fuesen acuarela u otra clase de material aún más costoso, más acorde a las rosas—. No quiere casarme con un sujeto mujeriego. —Chilla, consiguiendo que Ashley ruede los ojos una vez más, es tan infantil, piensa.

—No te preocupes. —Brama—. Le voy a robar el corazón. —Su mirada cobriza choca contra el suave añil en un gesto de perplejidad y desconcierto—. Puedo ser encantadora cuando me lo propongo.

—Ajá.

—¡Es verdad! —Rebate, alzando la voz un par de tonos, apretando los puños bajo el traje y aflojando aún más la corbata—. En esta fiesta quedará anunciado, solo tienen que seguir mi brillante plan.

—¡Pero...! —Eiko intenta protestar.

—¡Nos vamos! —Y claro que Ashley no la deja.

Esta americana la va a matar antes del matrimonio, lo jura.

El ambiente en el vehículo es silencioso e incómodo, la respiración de Eiko sube y baja erráticamente contra su pecho, el miedo está asumiendo el poder, lo había mantenido bien controlado en aquella locura del matrimonio, sin embargo, el miedo, la única emoción que ha aprendido a conocer, rompe igual que una presa e inunda por cada rincón de su ser con una violencia enloquecedora. El dolor la ahoga al pensar en Dino, la va a castigar por salir sin avisarle antes, va a forzarla a subir a su cuarto, a pararse enfrente de él, despojándose prenda por prenda hasta quedar sin nada y luego la humillará de maneras inimaginables para finalmente disculparse y tratarla como una nieta.

Las pupilas le queman ante el simple pensamiento de tener que sentir el grotesco cuerpo de Golzine contra el suyo, aprisionándolo, acariciándolo como si fuese una flor más de su invernadero, el asalto es agresivo y ella no pone resistencia. ¿Libertad? ¿Realmente esta chica puede ofrecerle eso? Tonta será si le cree de la nada y aún así, si existe la más mínima posibilidad de liberarse sin dañar a Masako va a tomar esa oportunidad con garras y dientes. No es una rosa frágil, es una maldita sobreviviente.

—¿Qué pasa? —Ashley ha notado la rigidez de la atmósfera, se lo cuestiona con una voz suave, tan suave que Griff es incapaz de escuchar al tararear una pegajosa tonada mientras conduce—. Te has puesto tensa. —Es atenta y eso es peligroso, no debería darle información que pueda ser perjudicial a esta mujer, está entrando a un campo de batalla y lo sabe.

—He desaparecido y no le informé a Papa. —La mueca de su prometida se endurece, impresiona tener ganas de refutar o decir algo más hasta que...—. Me va a castigar. —La mira, la mira de verdad con unos ojos muy abiertos y dolidos, con una mueca sangrante y el corazón en la manga.

—¿Suele hacer eso? —Eiko asiente, intentando desviar su atención hacia la ventana.

—Él ha dejado claros los límites en nuestra relación, soy su propiedad y debo actuar como tal. —La rubia no se lo permite, ha acomodado su dedo debajo de su barbilla en un toque de mariposa apenas perceptible, es dulce y abrumador—. Sino le agrada la propuesta de matrimonio yo pagaré el precio.

—¿Por qué te mantienes a su lado? —Pregunta con palabras muy débiles y lastimadas, como si cada letra estuviese desangrándose entre sus pálidos y delgados labios—. ¿Por qué lo defiendes? No eres feliz en ese lugar.

—Es complicado.

—No tiene que serlo. —Eiko suspira, encogiéndose sobre sí misma igual que un animal herido.

—¿Amas a tu hermano? —Ella asiente, confundida por el repentino cambio de tema, no escamotea, solo le cuesta poner en palabras lo innombrable, recuerda que Blanca solía regañarla al enmudecer los problemas, decía que algún día debería aprenderlos a hablar, que sino hablaba se ahogaría, aquel hombre puede haberse equivocado en muchas cosas—. ¿Harías lo que sea para mantenerlo a salvo?

—Claro que sí, es mi única familia.

—Por eso.

Pero tenía razón acerca de su silencio, Eiko aprendió a zurcir su boca con un fino hilo de espinas, no levanta la voz cuando Papa se enfada y permanece sumisa, siempre bonita y agradable, igual que la muñeca de trapo que le regaló el primer año que llegó, antes del invernadero, antes de que las cosas se torcieran. Ella calla porque callar fue la única manera de mantenerse con vida.

—No estás sola ¿sabes? —No es necesario que se fuerce a plasmar su sufrimiento en voz alta para que Ashley lo comprenda—. No permitiré que ese cerdo te dañe, eres mi futura esposa.

—Por conveniencia. —La rebate—. Es un matrimonio por conveniencia.

—Aun así. —Ella la acerca—. Eres mi futura esposa.

Eiko no lucha ante la caricia, se inclina, apoyando su cabeza contra el hombro de Ashley, aprieta los párpados, permitiendo que el aroma de la lana inunde sus pulmones, se abraza con miedo a uno de los brazos de su pareja, es una súplica silenciosa para que se quede a su lado aunque sea en la fiesta, Dino no será tan duro si la ve con alguien más. La más joven lee el mensaje, envolviendo los delgados hombros de su prometida con el otro de sus brazos, acercándola, apoyándola contra su pecho y casi presionándole un beso en la cabeza, una extraña sensación inunda sus sentidos.

«Protégela».

Cree que escucha una voz corriendo en su cabeza.

«Protégela de Dino».

La ignora, limitándose a consolar a Eiko con susurros silenciosos, sintiendo los latidos acelerados de su propio corazón arremeter contra los botones de la camisa, tratando de arrancarle el dolor por un mero instante, acrecentando su pulso contra su garganta mientras la otra mujer se refugia entre sus brazos, la necesita y va a consolarla, aún si es la nieta de Dino y planea destruirla, en este momento es un ser humano sangrante que necesita ser protegido, no el enemigo.

Así que la abraza con fuerza, ignorando esa voz palpitante detrás.

Protégela, protégela, protégela.

La fiesta de Dino es una oda al derroche y la hipocresía, el lujo que desprende aquella residencia es espectacular, casi obsceno, como si el pederasta estuviese compensando alguna carencia con vinos costosos y bocadillos bañados en oro. Ashley repasa con cuidado el ambiente, es tal como Shorty le explicó que serían estas veladas, no es extraño que Golzine arme tanto escándalo para vender a sus prostitutas favoritas, después de todo es bien conocida la obsesión que tiene por las mujeres bellas, pero hay algo diferente en este ambiente, algo que despierta un mal presentimiento entre las dulces cuerdas del vals y las empalagosas risas de los políticos. Vaya, esto sería un festín para el escuadrón de Max, no es instante para divagar, debe concentrarse en la chica temblorosa que tiene a su lado.

—¡Eiko! ¡Mi dulce niña! —Cada músculo de la chica se tensa apenas lo ve.

P-Papa... —Su sonrisa es tan fingida que a Ashley le llora el corazón.

—Veo que has conocido a los hermanos Callenreese. —De alguna forma se han arrastrado al centro del salón, siendo el foco de las escorias, los reflectores están calientes, el traje la sofoca y pesa como una segunda piel—. Un gusto conocerlos finalmente, era un gran amigo de Jim, lamento mucho su pérdida. —La hipocresía le revuelve las entrañas, el sudor se desliza desde su cuello hacia su pecho, quemando la herida aún abierta en su hombro.

—Es un honor finalmente conocerlo, monsieur. — Ashley hace un esfuerzo sobrehumano para fingir ser agradable y no matarlo por atreverse a pronunciar el nombre de su papá—. Es mucho más guapo en persona. —Es mucho más asqueroso en persona, quiso decir, pero detalles.

—Es un jovencito bastante encantador. —Ríe igual que un cerdo, basta de un simple descuido para que Dino jale de la muñeca de Eiko y la arrastre a su lado, acariciándola como si fuese suya.

—He escuchado que ha considerado nuestra propuesta de matrimonio.

—Lo he hecho. —Tararea, acomodando su palma en la fina cintura de Eiko, descendiendo sin pudor a la cadera, consiguiendo que la chica tiemble de impotencia y baje la mirada humillada en silencio, impresiona al borde del llanto—. Pero aún lo estoy considerando, como sabrán ella es mi diamante.

—Lo sabemos. —Griff intercede a su favor—. Una alianza entre nuestras dos familias resultaría muy conveniente. —La mano de Golzine tantea un poco más hacia la cadera de la japonesa, Ashley está a punto de intervenir cuando la ve, realmente la ve.

Los pedófilos están demasiado ocupados para notar las llamas de ira ardiendo dentro de los ojos de ciervo, violentas y poderosas, capaces de consumir el mismo infierno hasta reducirlo a puras cenizas, ve su verdadera naturaleza ardiendo entre llamas en una voluntad inquebrantable, salvaje e incluso indomable escondiéndose tras un brillo dulce e ingenuo, ve algo que la deja maravillada y pasmada, a pesar de estar atrapada cree que se ve libre y le es hermosa. Eiko es el misterio que anhela develar.

—Todavía no estoy convencido sobre si es buena idea cedérselas. —Ashley no espera más, toma a su prometida de la muñeca y la aleja de las garras de ese depredador.

—Voy a sacarla a bailar, me cansé de sus discusiones aburridas.

—¡Ash! —Griffin lo regaña.

Pero no lo escucha.

No escucha nada más que el suspiro aliviado de Eiko contra su oreja.

Gracias por sacarme de ahí.

Gracias, estaba muerta de miedo y no podía hacer nada.

—¿Tu plan está saliendo bien? —Hay un tono arrogante en la pregunta de la japonesa, eso le roba una risita. Aunque suele fastidiarle la terquedad al chocar contra su imponente carácter, esta encaja bien, es una terquedad refrescante y excitante.

—De maravilla. —Se burla, llevándola al centro de la pista—. Debemos cerrar con broche de oro.

—¿Cómo lo hacemos? —La música cambia, el ambiente se quebraja ante la sonrisa juguetona que logra esbozar.

—Hagamos convincente nuestra atracción.

Llegan al centro de la pista, como si esas curvas le pertenecieran Ashley acomoda una de sus manos sobre la espalda de su prometida, sus dedos se hunden en la seda del vestido, no toca la piel desnuda sin su consentimiento, no luego de ver el acto de morbo de Dino, la otra palma yace entrelazada en un bombardeo de euforia desconocida, su boca está seca, la respiración le pesa gracias a la corbata, el corazón le late rápido, realmente rápido, y late aún más rápido cuando desciende para ahogarse en esos ojos de fuego, son grandes y cafés ciertamente, la remontan a ese Halloween donde Griffin le armó una calabaza de Jack y ella fue al bosque para asustarlo, pero aun así, cálidos, vuelve a pensar, son muy cálidos.

El contacto visual es intenso y destructivo, chispas se desprenden en su respiración endeble, eso es lo suficientemente intenso para que el resto del mundo desaparezca y la fusión entre cobrizo y jade se torne en una adicción mortífera. No deja de contemplarla mientras la guía, la sangre escalda con cada roce, el vientre se le llena de éxtasis burbujeante y efervescente, son mariposas, cree aunque niega inmediatamente, es un roce peligroso. Los violines aumentan la intensidad in crescendo, este sonido es aterciopelado, las eleva a su propia burbuja de pasión, destrucción y atracción, todo al mismo tiempo y nada a la vez. Ambas retroceden con el pie derecho.

—Relájate. —Se deslizan con el izquierdo, los tacones chirrían contra las baldosas grises, los tobillos le duelen pero Eiko no cede, no permite que esta chica con mirada felina la intimide—. Golzine está mirándonos. —Se burla, su voz retiembla bajo las cuerdas de los violines, la multitud los rodea, eso la pone nerviosa y la incita a perder el equilibrio, no puede, es su única oportunidad para ser libre.

—Aún si acepta el matrimonio, no me dejará escapar del castigo. —Musita, apretando levemente la palma de Ashley en una trémula búsqueda de fortaleza o debilidad, todavía no lo descifra—. No puedo irme con ustedes. —La más joven parece a punto de rebatir—. No esta noche. —Hasta que lo comprende. La danza se vuelve mucho más agresiva.

—No permitiré que vayas a él. —Retroceden, el ritmo sube su intensidad—. ¿Qué clase de psicópata le hace eso a su nieta? —Niega con una rabia desconocida que no hace más que crecer y crecer, si sigue creciendo va a estallar—. ¿Él te hace daño? —Baja a Eiko hacia la pista de baile, apoyando su peso en una de sus palmas igual que una pluma, presiona sus labios contra el delicado cuello de la chica, tira entre sus dientes aquella gargantilla, consiguiendo que un jadeo choque contra su boca.

—¿Por qué te importa? —Le da vuelta, paseando sus manos por el vientre de la japonesa, la cercanía se desparrama como electricidad líquida, su perfume la embriaga, es imposible que sea perfume si han estado en la misma habitación de hotel, se rebate, este aroma es algo más, es mucho más dulce y real, hunde su nariz entre el hombro de Eiko y el fino tirante del vestido, aspira deseosa, sucumbe a la tentación, se vende.

—Porque eres mi prometida. —Ronronea con voz deliberadamente baja—. Debo cuidarte.

—Dejemos las cosas claras, Ashley. —La burla en su voz es obvia—. No soy tonta, sé que buscas algo con esto del matrimonio, no creas que soy una simple niñita ingenua. —La rubia queda pasmada, congelada en la pista de baile cuando las posiciones de mando cambian y es Eiko quien lleva el ritmo de la danza, inclinándola hasta el suelo aunque ella debería hacer de rol masculino—. Sé que me estás usando.

—Y-Yo... —Pierde la voz, los labios de la japonesa presionan justo debajo de su mentón, dejando la marca de un beso carmesí grabada en su piel, quema, todo lugar que ella toca arde igual que magma erupcionando en su piel desnuda.

—Está bien. —Musita, volviendo a levantar a Ashley—. Yo también te estoy usando, no creas que acepté el matrimonio por simple benevolencia. —Sus dedos se enredan en aquella melena dorada, enviando un espasmo de pura estática hacia su columna vertebral, es exquisito—. No deberías bajar la guardia conmigo, puedes salir lastimada.

—¿Es una amenaza, onee-chan? —Sonríe, luchando por la guía en este cortejo.

—Tómalo como quieras. —Ashley cree haber ganado cuando vuelve a tomar el rol dominante en la danza, sin embargo, antes de que pueda reaccionar su prometida ha alzado una de sus torneadas piernas encima de su hombro, eso la deja sin aire, la suavidad de la pantimedia se derrite contra ese lienzo cobrizo, dándole un aspecto de oro líquido o caramelo fundido, mierda—. Cariño.

—¿Acaso es una declaración de guerra? —Sus labios se acercan—. ¿O es una declaración de amor?

—Tal vez son ambas.

—Qué chica más arisca. —Se burla, los acordes de los violines se pierden, se funden, desaparecen.

—Sino te gusta puedes reclamarle a Papa. —Hay algo en la manera en que lo dice, algo en la manera en que la vislumbra, algo en Eiko que la tiene absolutamente deslumbrada desde el instante en que la conoció, esa atracción no hace más que consumirla con cada caricia compartida, perforando hasta su voluntad, impregnándola de su esencia—. Después de todo soy una Golzine.

—Te gusta jugar con fuego. —Musita, repasando los bordes del vestido de seda, memorizando el dulzor de la tela contra aquella imponente silueta, es hermosa sin duda, pero debe haber otra razón para que Dino se obsesionara al punto del delirio.

—No me da miedo quemarme. —Sus latidos retumban en el centro de la pista—. ¿Por qué te quieres casar conmigo? ¿No te da miedo quemarte?

—Porque Golzine hirió a alguien muy preciado para mí y no lo puedo perdonar. —La respiración de Eiko se ahoga en una alarido incomprensible—. Sin cuerpo no hay crimen. —Masculla devastada, dándole una última vuelta a su prometida, permitiendo que sus caricias se graben a fuego fatuo en lo más recóndito de su alma—. Por eso me quiero casar contigo.

—¿Qué significa? —Una última mirada es compartida, una mirada que las posee a ambas, renuncian al libre albedrío para rendirse ante la otra, no hay escapatoria de semejante conexión, es maravilloso y destructivo, es intoxicante, esta es la verdadera libertad enjaulada.

—Que el baile terminó. —La suelta—. Fue un gusto.

Sin cuerpo no hay crimen.

Se ríe.

Se incorporan de regreso a la conversación, la mueca de disgusto es obvia bajo la sonrisa que escurre cinismo junto al vino, a Ashley le genera una satisfacción inexplicable verlo retorcerse de impotencia mientras abraza a su pequeña rosa justo bajo sus narices. Ella está segura que él lo hizo, qué Golzine mató a Jim porque se estaba acercando demasiado a la verdad, su padre lo sacrificó absolutamente todo para hundirse en esa misión, incluso si eso ensuciaba su reputación y lo exponía a las personas equivocadas, no le importó y ella siempre admiró eso de él.

Dino lo hizo.

Pero no puede probarlo.

No aún.

—El baile no es propio de una señorita. —Las venenosas palabras de Dino tienen un efecto hipnótico en Eiko, quien aprieta los párpados muy fuerte y se encoge sobre sí misma, la imagen le recuerda al perro que intentó acariciar pero había sido tan golpeado que apenas vio su mano alzada sollozó con la voz quebrada y se hizo un ovillo, preparándose para una paliza fantasma.

Papa...

—Eres una señorita, no puedes guiar, necesitas de un buen hombre que te guíe. —Ahora comprende a lo que se refería su prometida cuando le dijo que nunca aceptaría un matrimonio entre dos chicas, menos mal que su apariencia es sumamente convincente y galante como hombre—. Discúlpate.

—Lo siento.

—Con ellos, no dejes mal mi apellido. —Entonces, ella observa con mucho pero mucho miedo, igual que una niña pequeña que acaba de ser violentada—. Anda, es tu futuro marido.

—Lo lamento, Ash. —Debe morderse la boca para no terminar de pronunciar su nombre, el sonido es lindo, se confunde con un estornudo y le punza el corazón. La chica de los ojos ardientes mientras danzaban o la rosa marchita que tiene enfrente, ¿cuál de las dos es?, ¿o es ambas?

—No tiene que disculparse conmigo. —Afirma, abrazándola por la espalda para que ese pedófilo no le ponga un maldito dedo encima—. Me enamoré de lo libre que se ve bailando. —Las mejillas de ambas arden, aún si son incapaces de mantener contacto visual, Eiko aprieta su mano, no la aparta.

Eiko la quiere cerca.

Eiko se siente segura con ella.

Eiko Golzine es una farsa.

—Esto no se ha acabado aún. —Dino espeta—. Puedes ir con ellos, pero regresarás a mí apenas te lo ordene. —No puede creer que Griffin haya sido lo suficientemente hábil para vencer a Dino en su juego, alza la barbilla para quedar embelesada por las expresiones satisfechas de los Callenreese, la calidez que transmiten quema, no es un ardor egoísta ni codicioso, esto es apacible, hogareño atreve a decirse, le recuerda a Masako en cierta medida y la extraña—. ¿Entendido?

—Entendido.

Pasan el resto de la velada sosteniendo dicha fachada, el compromiso se anuncia oficialmente ante la élite, convirtiéndola en la envidia entre la crème de la crème, en charlas espinosas Ashley le da el peso a la cantidad de pervertidos que estaban pidiendo la mano de la chica pero les fue rechazada, Griff debió hacer un gran trabajo convenciendo a Golzine o probablemente Golzine quiere terminar con el trabajo y extinguir a toda su familia, aún es muy pronto para especular, han hecho la primera movida y ya.

Debe matar a esta preciada rosa.

Debe hacerla sangrar.

Pero Eiko se ha acurrucado gradualmente contra su hombro, enfocando sus grandes ojos de Bambi en sus manos entrelazadas, lo contempla como si fuese lo más maravilloso del universo, las palabras de Griffin flotan y explotan contra la superficie de su mente, debe ser duro ser la nieta de un pedófilo. ¿Qué tan lejos habrá llegado Dino?, ¿la habrá tocado?, ¿la habrá abusado?, ¿o será una muñeca con la que juega a la casita? Teme hacer preguntas cuyas respuestas no quiere, así que se limita a abrazar los hombros de Eiko, procura no ser brusca, la agarra como si se bamboleasen al borde de un abismo y Ashley fuese la única oportunidad de supervivencia de esa chica.

Sin cuerpo no hay crimen.

Dino lo hizo, pero no lo puede probar.

Ashley no se rendirá hasta el día en que él muera.

Pero Eiko se está cayendo y Ashley teme que al responder a su desesperado llamado de ayuda caiga al fondo de la cornisa con ella.

—Salió bien. —Sisea cuando finalmente regresan al hotel, les han dado un par de días de libertad con la excusa de adaptación, ella no quería dejar a Eiko con Dino esta noche, no luego de verla tiritar así, y claro este podría ser un acto donde queda como tonta e ingenua—. Les dije que confiaran.

—Gracias. —Pero la japonesa impresiona tan sincera al musitar aquello—. Gracias por no dejarme volver allá con él.

—No fue la gran cosa.

—Lo fue. —La rubia distingue los tenues tintes carmesí expandiéndose desde la punta de las orejas de su prometida hacia sus regordetas mejillas—. Eres extraordinaria. —Ella se desabrocha la corbata con galantería, arroja la fina chaqueta del esmoquin al piso en un flojo tirón de hombros.

—Si eso piensas...

No le da tiempo a Eiko para reaccionar, la alza entre sus brazos para entrarla al cuarto, usa la excusa de que su compromiso es oficial para cargarla igual que una novia, consiguiendo que el sonrojo sea imposible de esconder y Ashley no pueda evitar pensar en lo adorable que es y en el nulo parentesco que resguarda con ese pedófilo, es irracional pensar en alguna clase de ligadura uniéndolos, anhela que el plan de Griffin funcione y la morena se una al bando correcto, espera no equivocarse y acabar muerta, consumida por esas inquebrantables llamas de libertad, sino deja su cuerpo no hay crimen.

—Así que somos oficiales. —Musita con coquetería, haciéndolo real—. Nos debimos ver como una pareja muy convincente para que funcionara la farsa. —El latido se intensifica dentro de su corazón, lo escucha destrozar cada respiración de Eiko, reduciéndola a una serie de suspiros trémulos—. No sabía que podías bailar así.

—Solía bailar antes de lesionarme. —Musita—. Lo amaba.

—¿Volverías a bailar para mí? —Eiko se ríe, no con la intensión de burlarse de ella, sin embargo, aun ser cargada en el aire mientras esta extraña le musita palabras dulces de la nada, con esos hermosos ojos jades que le atraviesan el alma entera mirándola de verdad, incluso si se rodea de falsas espinas, es mucho, yace consumida por este momento, se ahoga en ella.

—¿Me estás tratando de provocar? —Dice con una sonrisa juvenil, enrolla sus dedos en la corbata de la más joven, tirando el primer botón de su camisa.

—¿Tú...? —Ashley deja de funcionar en ese momento, sus manos tiemblan alrededor de los muslos de su prometida, no sabe si bajarla, recostarla o suplicarle a la tierra que la trague—. ¿De verdad te gustan las mujeres o eres malditamente buena actuando? —Mierda, mierda, aquella sensación de pánico es nueva y no le agrada.

—Tuviste razón en algo esta noche. —Murmura, tirando levemente la corbata—. Eres mucho más guapa como mujer. —Es todo, el corazón de la rubia se detiene en este instante, no puede lidiar con la insoportable electricidad que la simple cercanía con esta terca le provoca.

—¿Es una invitación, onee-chan?

—Invítame y averígualo.

Eiko piensa que Ashley lo hizo pero no puede probarlo.

Sin cuerpo no hay crimen.

Ella no se rendirá hasta el día que muera.

Sigo tanteando en este fic, por eso no está en ao3, sigo viendo cómo sale y cómo va todo, pero el siguiente capítulo ya deberiamos tener a Shorty y las chicas pandilleras porque las amo, las amo demasiado. Espero que esto tenga algún sentido, ay. Mil gracias por tanto.

¡Ojala vernos el viernes!

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