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2. Lost girl.

¡Hola mis bonitos lectores! ¿Por qué le dan cuerda a su servidora si saben que la agarra? No lo sé, siguen siendo capítulos de prueba hasta que me sienta cómoda, bien saben que he llegado a bajar fics con hasta diez capítulos porque no convencen, pero por el momento, por lo que esto es ahora y por donde va la historia, muchas gracias por el apoyo. Me tomo mucho por sorpresa considerando que el AshEiji no es tan aceptado en GB, fue muy lindo.

¡Espero que les guste!

El aroma a rosas entremezclado con el espesor del alcohol pesa encima de su cuerpo, la gasa aprieta alrededor de su hombro, Griff siempre ha sido un terrible enfermero, recuerda el sangriento primer incidente que se hizo en su práctica policial y cómo su hermano se las arregló para convertir incluso la más simple curita en inútil, debe ser talento nato, piensa, por eso no persiguió su sueño de médico y se limitó al escuadrón de Max, donde pertenecen los ancianos decrépitos y al borde del retiro. El pensamiento la hace reír, su cabello cosquillea contra sus mejillas, su chaqueta de mezclilla se halla ensangrentada y destruida en el suelo, fue un desastre, comprenden. Su atención navega desde los ojos añiles y profundos de su hermano a la chica que yace inconsciente en la cama.

Eiko Okumura.

Eiko Golzine, debería decir.

Pero no, simplemente no queda.

La chica se encuentra perfectamente fuera de su lugar en ese invernadero, una rosa que impresiona no encajar con las otras rosas, es una rosa falsa, lo sabe, intenta disimular bien su escasez de espinas y sus pétalos rebosantes de vitalidad, sus fuertes tallos verdes, sigue constantemente el sol, esconde bien esos pequeños botones de alma que la incitan a anhelar la luz, no obstante, a Ashley le alcanzó con una mera conversación para saber que es un girasol en un rosal.

Es hermosa, realmente hermosa.

Tan falsa.

—¡Auch! —Su hermano mayor aprieta con fuerza el vendaje en su hombro, es de esas gasas baratas que venden en la farmacia del metro, ella es delicada, necesita de implementos de calidad—. Hazlo con más amor. —Le toma tiempo desviar esa mirada jade de la chica que yace en la cama para volver al hotel, a ese mugriento cuarto que Max les arrendó, el presupuesto policial no da abasto ni para una estancia decente, es deprimente, casi indignante.

—Te dije que hablaras con ella. —La regaña.

—No solo hablé con ella. —Se defiende—. La traje conmigo, eso es mejor ¿no?

—¡La secuestraste! —Griff alza la voz un tono más de lo usual, es una señal que la pone hiperalerta, lo ha hecho enfadar y bueno...Lo justifica, arruinó su plan maestro ante tan rocoso encuentro con su prometida—. Dijiste que hablarías con ella, que la tratarías de convencer para que nos ayudara.

—La traje para que habláramos. —Un rasposo jadeo escapa en un castañeo de dientes, su hermano la está vendando con brutalidad, su hombro desnudo punza en carmesí—. Incluso la protegí de los disparos, deberías darme crédito. —Ese cerdo de Marvin apenas detectó irregularidad en la mansión comenzó a disparar como un psicópata, casi parecía que quería darle a Eiko, casi. La sospecha hiela su sangre o quizás, es la falta de calefacción en pleno invierno, no lo desglosa.

—La noqueaste con tu arma, ¡eso no fue amable! —Griffin se queja, tensando el nudo en su brazo, deteniendo el sangrado con un torniquete innecesario pero que impresiona disfrutar.

—Solo la golpeé un poquito. —Se defiende.

—Le quedó una herida en la frente.

—¡La vendé!

—¡Con una curita de niños! —Se levanta indignado, apuntando su magnífica obra de arte medicinal (la que no es para la mayoría de público), obviamente Griffin no sabe apreciar la medicina de calidad, al mirar la horrorosa mezcolanza de vendas atadas a su hombro, lo comprueba.

—Tiene un diseño bonito al menos.

—Oh, Ashley. —Odia que Griffin use ese tono con ella—. ¿Qué vamos a hacer ahora?

Oh, Ashley.

Realmente lo aborrece, le recuerda demasiado a papá con esa voz dulce y sutilmente severa, con la mirada cálida, con las cejas relajadas y una pequeña sonrisa inconsciente que nace entre las últimas sílabas, como si el mero hecho de pronunciar su nombre lo hiciera feliz, eso siempre ha funcionado para hacerla sentir amada. Hubo un tiempo realmente duro para ella en la escuela de policía, fue el tiempo donde murió mamá (más bien, la asesinaron) Ashley cerró sus puertas, escondiéndose entre las paredes de su alma, solía esconderse bajo las mantas de su cama, pretendiendo que eran refugio, su refugio contra las bombas nucleares, se quedaba ahí, escuchando la voz fantasma de su adorada mamá, con miles de preguntas que nunca tendrán respuestas al no ser formuladas.

Entonces, Jim y Griffin entraban a su cuarto, se metían en su refugio atómico, activando las alarmas, porque es peligroso dejar entrar a la gente cuando se pretende permanecer hermético, se sentaban a la orilla de su cama y le acariciaban el cabello, ambos tanteaban primero, Griffin esperaba que ella le diese permiso para acercarse más, papá no, papá solo tomaba su cuerpo junto a la montonera de mantas, la alzaba hacia su pecho y entonces le susurraba: «Oh, Ashley».

Y añadía: «Mi niña revoltosa».

Jim se convertía en su refugio, eso es algo que nadie ha podido imitar, ni Griff, ni mamá, ni siquiera las chicas de la pandilla, nadie es ese viejo cascarrabias.

Ashley era la niñita de los ojos de papá.

Por eso no puede perdonar a Dino por matarlo.

Él lo mató.

Él le quitó a papá y a mamá.

—Nunca la vamos a convencer. —Le resulta un motivo sólido y verosímil para aborrecer a la chica que yace inconsciente en la cama, la nieta de Papa, debe confesar que matarla le ha pasado por la cabeza y ganas no le faltan, no obstante, Jim creía en la justicia limpia y ella no deshonrará eso.

—No lo sabes.

—Tú no la viste. —Lo interrumpe—. Ella es su nieta, no va a ponerse jamás de nuestro lado.

—Ya hablamos del tema, necesitamos tiempo con ella para ponerla del lado correcto. —Una risa muerta pende de sus labios resecos hacia el alumbro denso del cuarto, la luz del alba se desvanece con los alaridos de las cortinas, se inflan y se desinflan cerca de la cabecera igual que una bomba de tiempo. Tic tac, tic tac, tic tac—. Fue tu idea la del matrimonio. —Es verdad.

—Dino ha querido dar su mano durante un buen tiempo. —Ha sido mera y gélida estrategia—. Solo adelanté lo obvio y lo usé a nuestro favor. —Su hermano le da una de esas miradas, una mirada tan Griffin, esa de cejas caídas y pupilas de cachorro herido, es cálida, nostálgica y ciertamente infantil, esta es una de las cosas que más adora de su hermano, sus ojos azules siempre lucen brillantes.

—Dale una oportunidad a Eiko, puede ser una buena persona.

—¿Por qué te importa? —Los dedos de Griff juguetean entre las vendas restantes, las tira para luego contraerlas hacia su regazo, el rollo de cendal se ha perdido debajo de la cama, donde los monstruos respiran y los niños son rehenes de cocodrilos con relojes. Tic tac, tic tac, tic tac.

—Porque he visto... —No tiene que completar la frase, Griffin y Max trabajaron personalmente en el caso del Club Cod—. Ellas nunca terminan bien, debe ser duro ser la nieta de un pedófilo.

—Ella dijo que lo quería.

—Ella está atrapada. —Lo comprende, tiene 200 puntos de IQ, claro que lo entiende.

—Necesito aire.

—Oh, Ashley.

Pero acaban de matar a su papá y eso le duele.

Se va hacia el otro extremo del cuarto en busca de aire, se va lo más lejos que puede de la situación, claro que Eiko debe pasarlo mal, incluso tras palabras, hubo algo en su mirada, una chispa ardiendo en esos ojos de ciervo ingenuo que quemaron, destrozaron e hicieron cenizas el alma de Ashley, fue intenso e inolvidable, quiere ver más de eso, averiguar de dónde surge. Pero por otro lado está Jim, cada pequeño estímulo lo trae de vuelta, incluso el simple hecho de comer tostadas tras su muerte, con ese aroma a quemado que tanto le gusta, la remonta hacia su fantasma, y debe aceptarlo todo otra vez, desde cero. Ya nunca va a verlo hornear con una cantidad asquerosa de aceite, ni va a leer el diario con su bigote de cafeína en el restaurante, ni va a burlarse de las migas en su boca mientras discuten los casos, ya no está.

Lo extraña.

Lo extraña tanto que duele y cree que eso la matará.

¿Qué sigue? ¿Dino le quitará a Griffin luego de esto? ¿A Shorty? ¿A las chicas? Es un constante duelo retardado que la frustra, no quiere procesar más muertes, no es justo que el psicópata se salga con las suyas solo porque la ley es lenta y correcta, no va a dar vueltas esta página, se quedará congelada acá, escribiendo su venganza, no le importa tener que rasguearla con su propia sangre o hacer algún pacto con el diablo mientras Dino sufra.

Eiko es la clave para destrozar a Golzine, de hacerlo sufrir exactamente lo que ella está sufriendo.

Lo hará pagar caro, Ashley va a marchitar su preciada y dulce rosa.

—Papá no querría esto para ti. —Griffin se acomoda al costado, toma su mano antes de que alcance la ventana, un pájaro golpea del otro lado del cristal, se ve atrapado, le da risa la ironía, porque ellos son quienes están dentro de la jaula—. Él quería tirar a Golzine de forma limpia.

—Y mira a dónde lo llevó. —Gruñe, ha sacado sus garras y colmillos—. Sino me quieres ayudar está bien, Griff. —El nombrado no adora los métodos alternativos a los que ella ha recurrido, el malestar quedó encima de la mesa antes del funeral, no obstante, sus ideales yacen difusos, embarrados por la enfermedad terminal que es Dino, por su mugriento apellido—. Pero las chicas y yo haremos algo.

—Hey... —Su mirada se suaviza, él le da un golpe sobre el hombro vendado, no es brusco ni tampoco ejerce presión, es una simple muestra de cariño—. Te apoyo del otro lado. —Lo hace, Dios sabe que realmente lo hace—. Max y yo les cubrimos la espalda con el cuartel.

—Un grupo de ancianos, vaya ayuda. —Bufa, golpeando el orgullo de su pobre hermano mayor.

—¡No somos tan viejos, jovencita! —Se encoge con falsa inocencia, divertida, se pone la chaqueta de mezclilla encima de los hombros, es tres tallas más grande de lo que debería y le encanta, Shorty en su cuestionable estilo de modas se la obsequió.

—Max parece al borde de internarse a un asilo, no lo sé.

—¡Ashley! —Chilla—. ¡Él es sensible con la edad! Deja de molestarlo. —Entonces, ella ríe de verdad, más relajada y libre, más en su propia piel.

—Lo siento, lo siento. —No hay tiempo para la diversión, la misión vuelve a cobrar prioridad, la cama cruje, consiguiendo que la atmósfera se torne pesada y el aire sea imposible de respirar.

—La chica está despertando. —Griffin anuncia, haciendo real su mayor temor.

—Mierda. —El pánico le inunda las venas, las paraliza, convirtiendo su sangre en una espesa mezcla de brea, burbujas y una reminiscencia dulce que no sabe interpretar y le aterra—. Mierda.

—Se amable con ella.

Es real.

Tiene una prometida.

Su prometida va a despertar.

—¿Qué fue lo que pasó? —Es lo primero que pronuncia, aturdida por el golpe que le dio, se toca el entrecejo aún adolorida antes de contener una mueca entre dientes—. ¿Dónde...?

Unos grandes ojos cafés son lo primero en atraparla, cálidos, es la única palabra que azota su mente, lucen realmente cálidos y bonitos. Deben ser los ojos más ingenuos, brillantes y cálidos que ha visto en su vida, Ashley abre la boca ligeramente, intentando formular el discurso que se sabe de memoria para fallar, es incapaz de encontrar el sonido de su voz, instantáneamente se ve demasiado afectada por la adorable chica somnolienta en la cama. Su tupido, oscuro y suave cabello negro cae hasta sus hombros en una elegante cascada, se ve fino y se vuelve aún más brillante con su sonrisa nerviosa, Dios, su risa, si existen los ángeles y cantan, así se debe escuchar, apuesta su vida a eso.

Ahora que la mira bien se da cuenta de lo joven que luce, debe tener apenas 17 años, con esos ojos tan jodidamente oscuros y cálidos chispeando un sentimiento indescifrable en este choque de cobre y jade, algo que las rosas jamás podrían imitar, esa luminosidad es propia del imponente girasol, no por sus espinas, sino por el candor que desprenden sus pétalos. Ashley retrocede, Eiko la vislumbra completamente fascinada, como si fuese lo más interesante del mundo, como si pudiese contemplar su dolor sin una sola palabra, lo que es ridículo, por supuesto, es la nieta de Dino, cómplice de forma indirecta. Es un contacto visual intenso, la pone purpúrea y tartamuda mientras esas largas pestañas proyectan sombras infinitas en mejillas regordetas.

—Mierda, eres linda. —La idiotez escapa de lo más profundo de su garganta con una voz áspera y apagada, las palabras caen en medio del cuarto, explotando la tensión en una bomba de destrucción masiva, consiguiendo que Griff se tape con fuerza la boca para amortiguar una carcajada porque es un grosero y la chica enrojezca un par de tonos más, derritiendo su sonrojo en ese lienzo dorado.

—¡Eres la mujer de la cocina! —Finalmente lo asocia—. ¡Me golpeaste! —Y se ve tan linda enfadada, si pretende verse intimidante inflando las mejillas y ladeando la cabeza ha fallado cósmicamente.

—Te salvé la vida, onee-chan. —Ashley hace un hincapié en su hombro vendado, espera que se haya olvidado de ese desastroso tiroteo por su propio bienestar—. Tu guardia no tiene cuidado con tu integridad. —Sabe que ha dicho algo incorrecto cuando Eiko baja la cabeza y presiona los labios, se mira dolida y triste, realmente triste, eso le genera un pellizco de corazón que prefiere ignorar.

—Marvin tiene sus prioridades claras. —Susurra—. Probablemente me apuntó a propósito.

—Ese cerdo. —Masculla, sentándose al otro extremo de la cama, hundiéndose entre los resortes baratos y oxidados, disfrutando de la calidez que la chica le ofrece con una finalidad completamente profesional, por supuesto—. Le di una paliza al salir, no te preocupes. —Entonces, Eiko sonríe.

—Gracias. —De repente, la deprimente luz del cuarto se convierte en un cálido color caramelo que no solo borra los bordes afilados de su cara, sino que le da un aspecto suave y jovial, lindo, adorable incluso se atreve a decir, difumina sus labios con un brillo tenue aunque imperfecto, ella es diferente al ambiente artificial que predomina en la residencia de Dino, no es falsa, no es una rosa de plástico.

—Y-Yo... —Es un reluciente girasol y esto no es parte del plan—. Soy tu prometida. —Extiende su mano, esperando ser recibida con los brazos abiertos y una linda resignación, lo que no pasa, por supuesto.

—¿Prometida? —Repite, Ashley se encuentra a sí misma fascinada por aquel saltado acento, su tono se derrite entre las sílabas igual que chocolate, es algo que el inglés tosco jamás podrá imitar, cree—. Papa Dino dijo que me unirá en matrimonio con la familia Callenreese. —Hasta que escucha a ese nombre brotar de sus labios, la tenue reminiscencia de afecto que pende en su boca la deja helada.

—Soy la hija menor de los Callenreese. —Se presenta—. Tu prometida.

—¿No sería más fácil si me casara con el hermano mayor? —Eiko enrojece de golpe, baja su cabeza, jugueteando nerviosa con los dedos en su regazo mientras intenta recuperarse de la conmoción—. Es que es un hombre.

—Griff no batea para ese lado. —Canturrea descarada, consiguiendo que su hermano lo confirme con un silencio acusatorio y un entrecejo lo suficientemente tenso para sacarle varias arrugas perlas y polvosas, igual que una pintura vieja—. Tiene un pequeño crush con uno de sus compañeros.

—¡Ashley! —Grita, iracundo—. Eso es un secreto, no lo metas en esto. —Ella bufa, porque no existe nada sutil ni disimulado en la manera que mira a Max, sin embargo, no vino a sacar los trapos sucios de su hermano.

—Ya veo.

—Pero yo, por el otro lado. —La más joven se arrastra hacia el otro extremo de la cama, se mueve igual que un depredador al acecho, da movimientos largos, usa voz aterciopelada y deliberadamente sensual, llega hacia la dulce Eiko—. A mí me fascinan las mujeres. —Ronronea, acaricia el mentón de la japonesa quien la mira con ojos muy abiertos y estupefactos.

—Pero... —Ashley presiona un dedo en su labio, siente su respiración subir y bajar erráticamente en su pecho, igual que un pajarito a punto de ser devorado, se tensa contra el collar de plata.

—Tengo la impresión de que a ti también te gustan mucho más que los hombres. —La timidez que le muestra la hace sonreír por mera satisfacción, la chica es un desastre al otro lado de la cama, con los tirantes del vestido carmesí desarreglados y caídos, con el cabello despeinado y una mirada que aún no sabe interpretar, se halla en un idioma que Ashley desconoce y desea entender a cabalidad, en un color carente de nombre y extraordinariamente hechizante—. ¿O acaso me equivoco?

—No. —Es apenas un suspiro dulce el que libera, están lo suficientemente cerca para que saboree su aliento, para que se ahogue en ella, es suave y adictiva, una mezcla peligrosa—. Papa jamás me dejará casarme con una mujer, él es bastante lapidario con esas cosas, me dará a un hombre. —Le da tristeza que ella hable de sí misma así, reducida a un objeto, a una muñeca bonita.

—Dino no tiene por qué saberlo. —Ronronea—. Todavía no.

—No lo permitirá. —Insiste, es terca y no teme hacerle competencia, es encantadora.

—Eiko... —Ashley acomoda uno de sus largos y oscuros mechones detrás de sus orejas, una descarga de electricidad no tarda en dispararse desde sus yemas hacia su pecho, destrozando cualquier fibra que se encuentre en un ritmo cardiaco delirante solo para que lo haga otra vez—. ¿Eres feliz con él?

—¿Eh? —El asombro con el que sus ojos de ciervo la recorren juguetea con su corazón, el pájaro canta afuera de la ventana, el reloj enlentece sus manecillas.

—¿Eres feliz con Dino? —Ashley la acaricia, hunde sus dedos entre las líneas de sus curvas, la memoriza en un cortejo de coquetearía que las tiene embriagadas.

—Eso no te incumbe.

—Tarde o temprano él te iba a vender y lo sabías, ¿por qué permaneces a su lado? —Los girasoles son hermosos porque buscan y atraen el fulgor, piensa. Pero a veces lo olvida...

—No te incumbe. —Los girasoles son flores venenosas—. Mi relación con Papa no te importa.

Ashley realmente la ve ese instante, con ojos muy abiertos y corazón sangrante. Entonces, no puede evitar sonreír porque de alguna forma esta chica de ojos cálidos, los ojos más cálidos que jamás miró en su vida, tiene un fuego inexplicablemente hipnótico y destructivo ardiendo en sus pupilas. Al fin, no es más la muñeca vacía que noqueó o la chica tartamuda en la cama, es una ave lista para volar, es una flor que ha sobrevivido entre rosas, es genuina y viva, aquella determinación inquebrantable la atrapa igual que una polilla encandilada por una lámpara, la atrapa, la quema y la consume, no es un cadáver de una voluntad hueca, es una sobreviviente fría que busca la oportunidad perfecta para saltar de su jaula y volar al sol aunque se queme.

Interesante.

Eiko es interesante.

—Lamento que mi hermana haya actuado así. —Griff finalmente interrumpe, ella se niega a cambiar de posición, le gusta ser quien la acorrale, hay algo extraordinariamente seductor en poder dominar a esta chica escrita en un idioma indescifrable y coloreada en un matiz imposible—. No tenemos malas intenciones con el matrimonio, queremos que ambos bandos salgan ganando.

—¿Qué ganaría Papa con esto?

—Limpiar su apellido para empezar. —Ashley proclama orgullosa, las rosas son destructivas, flores que aplacan todo con sus espinas, ¿qué tanto puede soportar un girasol en agonía?—. Es quien más saldrá ganando con esta alianza, nuestra familia le dará poder y dinero para su negocio. —Prospera una tenue mentira blanca que algún día la apuñalará pero ella lo ignora, al menos por ahora.

—Eso es bueno. —Eiko musita, encogiéndose en la cama, aun si se encuentra indefensa y atenta contra su naturaleza disimular esa inherente ingenuidad, parece dispuesta a atacar, a quemarlos con una entrañable e incomprensible declaración.

—Pero hay una pregunta que todavía no has hecho. —Ashley vuelve a captar su atención con un leve roce hacia su mentón, la mirada que sostienen es trémula y desafiante.

—¿Cuál? ¿Qué puede habérsele ido a una Golzine?

Una Golzine.

Ja.

Palabras dichas con una frialdad intencional para ella, con una mueca burlona y una mirada retadora con la intención de trazar una línea entre Ashley y Eiko, dejando claras sus diferencias alrededor del apellido, es un muro de espinas que ninguna va a atravesar en este compromiso, es la estaca límite entre su matrimonio, es la manera en que Eiko le advierte que no será presa fácil aunque así se vea, que no se dejará someter ni cazar, que no caerá en otra jaula y que si está en la suya hay una razón que no compartirá, ha bastado esa simple pregunta para que se lo diga y la desafíe, Ashley está más que encantada con este juego entre el gato y el ratón.

Acepta el reto.

—Si te casas conmigo te daré lo que más anhelas, eso que por mucho que persigas no alcanzas, no todavía al menos. —Eiko traga nerviosa bajo su mirada felina, tiene los pelos de punta, el corazón aún le bombea muy rápido y la boca le tiembla.

—¿Qué cosa? —Finalmente pregunta.

—Libertad. —Musita, acariciando la medalla de su collar, descendiendo por su cuello—. Puedo darte libertad como mi esposa, Eiko. —Promete, pronunciando la primera mentira de este matrimonio, la primera de muchas que florecen entre ellas dos, pero no lo saben, no al comienzo, no antes del caos y el dolor—. ¿Aceptas? —La japonesa vacila, se ha aferrado a los bordes de mezclilla de la chaqueta, tiene las manos temblorosas y una expresión desesperanzada que si bien, no desglosa, la quiebra.

—Acepto. —Finalmente pronuncia, esa mirada de ciervo perdido se esfuma—. Me casaré contigo, Ashley. —Le abre paso a algo más.

A una chica perdida.

¿Le tengo fe a esta historia? Absolutamente no, pero si me emociona mucho el rumbo que va a tomar, es que tengo una red interesante alrededor de Golzine armada, onda, de verdad hay algo escondido en su obsesión con Eiko y quiero llegar a eso y las partes más tensas del matrimonio y aaaaah, ya quitenme el word. Muchas gracias por tanto, perdón por tan poco.

¡Ojala nos veamos!

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