Cuando te conocí
no creí que sería capaz
de verme sonriendo sin más
ante el arrullo de tu cálida voz.

Mi dulce, tierno y único amor,
tu impronta me cautivó
cuál pájaro orador de flor
polinizando a nuestro son.

Tú, tan néctar
en cuestión energética.
Y yo, tan polen
para acrecentar tu fervor.

Sustento que se complementa
para mantener viva la hoguera
de nuestra idílica simbiosis
envuelta en variados colores.

Armando un fornido lazo
con varias cinta de raso
y otro poco, precintado,
por si aparece el pavor.

No es malo, de vez en cuando,
sentirse mal o angustiado.
Si se miden los problemas
de acuerdo al afecto dado.

Pero recuerda,
que siempre
es cuestión de ambos...
No eres dueño, ni yo, esclavo.

Juntos somos
el sustento del otro.
Aquel alegre sentimiento
que se gesta desde adentro.

Y que si recorremos juntos,
de la mano y a tú lado,
brotará la rosaleda.
Amante, amigo y aliado.

Porque somos
seres por separado
pero juntos, somos uno,
en donde prevalece lo sano.

Amén, si tienes la dicha, de gozar un amor así de sano. 🥰

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