Capítulo 1: Oscuridad
Número 12 de Grimmauld Place
12 de julio de 1944
Frío, no importaba en qué parte de Grimmauld Place estuvieras, siempre hacía frío. Walburga estaba acostumbrada a esa frialdad, tanto en su hogar como en Hogwarts, estaba destinada a coexistir con las bajas temperaturas. Su padre siempre se lo recordaba, ella era un ser frío igual que todos los Black, no eran personas que irradian alegría a diferencia de otras personas.
Desde muy pequeña le había quedado claro que no podía cambiar lo que era, cada Black había entendido eso a lo largo de su vida. Daba igual si lo aprendías a los 3, 4 o 15 años, siempre lo entendías; no había forma de escapar de tu destino y Walburga lo recordaba cada día para no volver a intentar cambiarlo.
Estaba sentada frente a su escritorio. Tenía una carta que había llegado apenas unos segundos atrás por una lechuza que ella conocía muy bien de tanto tiempo que pasaba junto a una chica Gryffindor de llamativo cabello castaño casi rubio –aunque según Walburga dependía de cómo le diera la luz–, unos ojos azules muy bonitos y una sonrisa alegre en cualquier momento del día.
La hermosa y distinta letra de Euphemia estaba en el sobre de la carta, tenían un sistema establecido para poder mandarse cartas durante el verano y así poder mantenerse en contacto. La abrió con cuidado y leyó el contenido, Effie le contó de forma detallada sobre el lugar en el campo al que iría con sus padres, que dibujaría y pintaría todo para ella lo viera apenas estuvieran en Hogwarts.
Saber sobre Effie siempre le alegraba el día a Walburga, eran mejores amigas desde el primer día y a pesar de todo lo que la mayor de los Black creía esa chica risueña se le había ido acercando hasta convertirse en una persona a la que quería con todo su corazón.
Después de meditar que iba a decirle comenzó a escribir una carta, no tan larga como la de Effie, pero si con lo suficiente para que se sintiera bien al ver su respuesta. Su mente vagó por todo lo que le gustaría decirle, sin embargo algo en su mente la detuvo, no podía permitir que nada importante saliera en esas cartas, ni siquiera usaban sus nombres reales.
Estaba terminando de escribir cuando escucho un golpe en la puerta tan leve que Walburga pensó que no había sido real, fue hasta que otro golpe sonó que se levantó del escritorio después de guardar la carta y abrió la puerta. Se encontró con unos ojos verdes tan bonitos que no parecían reales, su pequeño hermano, Cygnus, la miraba sosteniendo un vaso de leche con sus pequeñas manos.
—Te traje un poco de leche —dijo con la voz aún ligeramente aguda, no faltaba mucho para que eso comenzará a cambiar—. Por si tenías hambre.
Walburga no pudo evitar sonreír ante su pequeño acto.
—Gracias, Nus, ¿Tú ya has cenado? —preguntó Walburga tomando el vaso en sus manos.
—No, Kreacher no ha terminado la comida.
Walburga dejó el vaso de leche en su escritorio y salió de su dormitorio.
—Pronto vas a comer ¿Has visto a Alphard? —preguntó mientras caminaba por el pasillo. Su cuerpo estaba muy tenso lo que siempre pasaba cuando salía de su habitación, ahí cualquier cosa podía causar un castigo y los castigos en la casa Black no eran leves.
Cygnus negó con la cabeza siguiendo a su hermana mayor por el pasillo, se dirigieron hacia la habitación de Alphard. Tocó la puerta dos veces, era su forma de avisar que era ella, tenían código para todo con la finalidad de sentirse unidos contra la disciplina extrema que tenían que seguir.
En un principio no se escuchó nada en la habitación de Alphard, parecía que él no estaba ahí hasta que un ligero sonido hizo que Walburga entrara despacio. La habitación de su hermano era, por decirlo menos, un desastre. Tenía demasiados libros pero no los colocaba en su lugar, Alphard tenía 12 años pero muchas ocasiones actuaba como si fuera mayor y eso sucedía muy seguido cuando sus padres o abuelos estaban cerca.
Walburga observó a detalle el lugar y luego miró a su hermano que estaba tirado en el suelo anotando algo en un pergamino.
—La cena será pronto —dijo Walburga mirando con atención a su hermano. Cygnus por su parte se sentó en el suelo con Alphard.
—Ya casi termino —respondió Alphard y le sonrió a Cygnus. Siguió escribiendo rápido, muchas veces vivía en su propio mundo pero tenía la ventaja de no tener que ser el mayor.
—Los espero abajo —murmuró Walburga después de ver que se ponían a hablar de quién sabe qué criatura mágica.
Salió de la habitación suspirando, siempre que estaban los dos juntos sentía que no encajaba con ellos, a veces pensaba que sus propios padres habían construido esa barrera entre ellos y ella para mantenerlos separados. Bajo al comedor para esperar el momento de la cena, si tenía suerte les tocará cenar solo ellos como casi siempre y podría volver a su habitación rápido para seguir respondiendo a Effie.
Fue al salón donde se encontraba el árbol genealógico de los Black. Miró cada nombre, cada unión de sus antepasados y luego llegó a donde se encontraba ella junto a sus hermanos, su nombre y su rostro se encontraba primero al ser la mayor. Acarició su nombre despacio sintiendo el peso de su apellido, sintiendo el peso de pertenecer a La Noble Casa Black.
Los pasos en las escaleras le advirtieron que no iban a cenar solos, salió rápidamente hacia el comedor. Ahí encontró a sus padres, Pollux e Irma Black, con su característica frialdad y su increíble indiferencia; Irma la miró con atención analizando cada detalle de su apariencia, cuando no encontró ningún error observó su rostro.
—Tus mejillas están cada vez más redondas, deberías comer menos —dijo a modo de saludo.
Walburga asintió con obediencia y siguió a sus padres hasta el comedor. Sus hermanos bajaron en silencio, la alegría infantil había desaparecido y en su lugar estaba la máscara de herederos que tenían cuando sus padres estaban cerca.
Tomaron sus lugares en la mesa, Pollux en la cabecera de la mesa, de un lado Irma y al otro Walburga, junto a ella su hermano Alphard y frente a este Cygnus. Kreacher apareció la comida en la mesa y en completo silencio Irma asintió para indicar que podían comenzar a comer; era la rutina de cada noche que cenaban juntos.
—Kreacher —la voz de su madre hizo sobresaltar a Walburga. El elfo apareció al lado de su ama—. Quítale la mitad de la comida a Walburga, debe comer menos si quiere verse como una verdadera dama y no como un animal gordo.
El elfo abrió bastante los ojos, sorprendido pero sin decir nada hizo lo que se le ordenó dejando apenas la mitad de la comida en el plato de la mayor de los Black antes de desaparecer al no recibir ninguna orden. Nadie dijo nada. Alphard y Cygnus comían en silencio y Pollux estaba concentrado en su comida, él nunca se metía en cómo Irma educaba a sus hijos a menos de que fuera una urgencia.
Walburga guardó silencio y comió lo poco que tenía. Escuchó un murmullo entre sus padres pero no puso atención, cuando terminó de comer miro a sus hermanos y notó como parecían estremecerse por algo no entendió hasta que vio a su madre observándola.
—¿Tus hermanos han hecho sus lecciones de historia? —preguntó mirando entre ella y sus hermanos.
—Sí madre.
—¿Estás segura?
Walburga asintió pero su memoria no le ayudó. No estaba segura de haber visto la lección de sus hermanos, había visto a sus hermanos escribiendo pero no sabía si era lo que su madre solicitaba.
—¿Cómo planeas ser buena madre si no puedes controlar a tus hermanos?
—Lo siento madre —murmuró Walburga mirando sus manos.
—Pon tus manos —ordenó Irma apareciendo una fusta, Walburga mostró sus manos extendidas hacia arriba. El primer golpe llegó, tuvo que aguantar las lágrimas porque si lloraba le tocaría doble castigo.
Cuando terminó el castigo, Irma sujetó la barbilla de Walburga y la obligó a verla a los ojos.
—La próxima vez será peor, tus obligaciones las conoces y espero que lo tengas en cuenta.
—Sí madre.
—Pueden irse. Ustedes dos —dijo señalando a los dos menores—. Harán doble lección mañana, las revisaré antes de cenar.
Se levantaron a la vez y desfilaron hacia las escaleras. Dejaron atrás el comedor, a sus padres y la tensión; en el pasillo los tres se quedaron en silencio sin saber qué hacer.
—Vayan a dormir —susurró Walburga observando a sus hermanos.
—Perdón —dijo Cygnus mirando a su hermana.
—No es nada, ahora a dormir.
Los dos asintieron para irse a sus habitaciones, ella entró al suyo y se encerró mirando sus manos rojas. Fue hacia el baño para curarse con una poción, ya no tenía ganas de llorar pero sentía mucho enojo porque no había sido cosa suya aquello.
Salió del baño al terminar de curarse, miró el vaso de leche que su hermano le había llevado. Si llegaba a tener hambre al menos tenía un poco de comida, se sentó en la cama y abrazó su almohada bastante triste.
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Holi, aquí tenemos el primer capítulo de Amor en la noche, como les dije es una historia muy intensa y más oscura por si no lo sabían. También les aviso que ya se esta publicando Amor en el mapa en otra plataforma, no sé si van a borrar estos de aquí pero para que lo tengan en cuenta.
De este fanfic solo publicaré cada 30 de mes porque con tantos fanfics lo tengo imposible pero espero les guste, si tengo más capítulos puede que publiqué dos capítulos en ese día.
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