Final
Al entrar siento de nuevo unas inmensas ganas de vomitar. El olor a cigarrillo, sudor y borracho inunda mis fosas y debo cerrar un momento los ojos para controlar las arcadas.
Doy unos pasos y me acerco a la barra. Un hombre de alto, barbudo se acerca y me habla en ruso y muevo mi cabeza negando.
-Lo siento... No entiendo- EL hombre me mira de arriba abajo y una sonrisa lobuna se forma en sus labios.
El hombre dice unas palabras as antes de lanzar un silbido que me aturde y le hace señas a otro, este se acerca e intercambia algunas palabras y se me queda viendo mientras conversa, ríen entre ellos y el otro hombre desaparece.
El grandulón me hace señas para que me siente en uno de los asientos de la barra y me sirve una cerveza, le sonrió tímidamente y hago el amague de estar bebiendo.
-Gracias- Asiente y sale dejándome sola.
Me doy la vuelta en el asiento y empiezo a observar hacia mí alrededor. En una esquina un grupo de hombres beben y conversan entre ellos. Subo mi mirada y en la parte del segundo piso veo al hombre que se acercó unos momentos y le habla a un hombre que no alcanzó a ver por la oscuridad y luego desaparece. Me quedo mirando el segundo piso cuando el hombre de la oscuridad se mueve y se acerca al barandal, me mira y sonríe.
Trago fuerte al reconocerlo, es el mismo hombre que le disparó a Esteban. Este hace un asentimiento con su cabeza y me sonríe y empieza a caminar por el corredor sin apartar su mirada de la mía y baja las escaleras.
Decido morderme el interior de mis labios para evitar ponerme nerviosa pero no puedo evitar hacerlo, mis piernas empiezan a temblar y decido moverla de un lado a otro para que no lo note.
-Ho.. La- Dice con dificultad -¿Eres Nueva?- Asiento con mi cabeza -¿Qué. Hace una chica. Hermosa en este lugar?-
-Vengo... A...-
-¿A qué?- Dice –No me. Engañes preciosa- Toma uno de mis mechones.
-Estoy investigando una chica-
-¿Qué chica?- Pregunta -¿Eres policía?- Niego con mi cabeza y me alejo de su tome tomando la cerveza y esta vez bebiendo un sorbo.
La cerveza es súper amarga y hace que haga una mueca de asco, el hombre que está delante de mi ríe a carcajadas y se sienta a mi lado alejándose de mi cuerpo haciendo que me relaje un poco.
-Soy periodista- Digo – Vengo a investigar sobre Gala Ivanov, una joven que entregó su corazón a un soldado americano y este le prometió muchas cosas, pero después de volver con su familia la abandono a ella, por eso he venido a investigar sobre su vida y a hacer un artículo de ella-
Sonrió tratando de aparentar que no odió a esa mujer.
-Lo entiendo, si deseas puedo ayudarte a tener información sobre Gala- Dice mirándome –La conozco y puedo decir que se todo sobre ella-
-Gracias-
-No tienes por qué agradecerme- Dice levantándose – Ven y me acompañas y hablamos en un lugar más tranquilo, así de paso nos conocemos-
De nuevo siento la bilis subir por mi garganta y solo asiento y observo como hace un silbido y varios hombres salen delante suyo y él me hace señas para que lo siga.
Al salir siento el frio calar mis huesos, miro hacia un lado y no observo la camioneta de los agentes y me pongo nerviosa ¿Será que me abandonaron? El ruso me toma del brazo y habla con sus hombres antes que una camioneta negra se detenga delante de nosotros, escucho como se ríe y me jala para que empiece a caminar hacia la camioneta y abre la puerta.
-Es hora de dormir- Dice en mi oído y antes que pueda replicar o hacer algo siento un pinchazo en mi cuello y me desvanezco en la oscuridad.
Dicen que antes de morir tu vida pasa por tu mente. Los recuerdos vividos, en especial aquellos que te marcaron de alguna manera.
Por alguna razón mi mente viaja al tener 6 años.
Recuerdo que mis padres y los padres de Ricardo habían alquilado una cabaña cerca de un lago para pasar la navidad juntos.
Recuerdo que estaba súper nerviosa ya que había deseado tanto una muñeca que había visto en la televisión y fue lo primero que puse en mi lista de regalos para Santa. Soñaba todos los días con esa muñeca y no veía la hora de irme a dormir para poder levantarme a primera hora y destapar los regalos.
Recuerdo que Ricardo siempre fue un niño muy callado, él no quiso decirme que había pedido en su lista pero se notaba igual de nervioso que yo. La primera en levantarse fui yo, de inmediato Salí de mi cama y me acerqué a la cama de Ricardo ya que ambos compartíamos una habitación y lo sacudí tan fuerte que el grito del susto.
Reí y le hice señas para que mirara por la ventana y viera que el sol ya había salido y fue momento que ambos salimos de nuestra habitación y bajamos las escaleras y encontramos el árbol lleno de regalos. Yo grité y lo abrace y me acerqué para empezar a destapar los regalos, pero él me detuvo y me dijo que no todos los regalos eran para mí, que debía esperar a que nuestros padres bajaran porque si no los regalos iban a desaparecer.
Cruce mis brazos molesta y observe como subía las escaleras y llamaba a nuestros padres.
Tuvimos que esperar a que nuestros padres bajaran al salón mientras tanto él y yo estábamos sentados con nuestras piernas cruzadas mirando los regalos y yo trataba de adivinar cuáles eran los míos y cuáles eran los de Ricardo. Claro, yo hacía cuenta que todos los regalos más grandes eran los míos.
Mi padre y el padre de Ricardo empezaron a anunciar a quien correspondía los regalos. Di un grito al destapar y encontrar mi muñeca, la abrace fuerte y mi madre empezó a mirar la caja para enseñarme cómo hacer que caminara y cómo debía darle de comida y cuando debía cambiar su pañal. En ese momento olvidé mis otros regalos y solo me concentré en mi muñeca hasta que vi de reojo a Ricardo levantarse y abrazar a sus padres, no entendía lo que pasaba y me acerqué para ver que le había regalado Santa y me encontré una enorme caja. Arrugué mis cejas, estaba enojada porque Santa le había traído un regalo más grande que el que a mí y traté de concentrarme en mi muñeca e ignorarlo pero no podía dejar de verlo.
Ricardo con su padre fueron sacando cosas y cosas de esa enorme caja y yo miraba por dentro de la caja de mi muñeca y me molestaba aún más al verla vacía.
Nuestros padres decidieron dejarnos solos en la sala e irse a la conocía para preparar nuestro desayuno y aproveche para acercarme y mirar que le había traído Santa a Ricardo.
Quedé con la boca abierta al ver unos carriles y un hermoso tren que empezaba a andar solo por todo su camino mientras Ricardo acomodaba arbolitos y cosas a su alrededor.
-Quiero jugar- Digo.
-No- Me responde.
-Quiero jugar-
-No-
- ¡Quiero jugar!- Digo casi gritando.
-No, tú no cuidas nada- Dice Ricardo y me da la espalda para seguir decorando los alrededores de su tren –Juega con tu muñeca y déjame solo-
Mordí mis labios y miré mi muñeca y la tiré al suelo y me acerqué a esperar que el tren pasara por mi lado y cuando lo hizo lo tomé entre mis manos y salí corriendo del salón.
En ese momento escuché el grito de Ricardo y como empezaba a pedir que le devolviera su tren mientras yo reía y veía como los vagones del tren se iban desintegrando en mis manos ya que era muy largo y no lograba sostenerlo. Abrí la puerta y miré hacia atrás para ver si me perseguía y no me percaté del escalón y caí como si fuera súper man.
En ese momento recuerdo que ya no se escuchaban los gritos de Ricardo y miro hacia atrás y veo a mi amigo sus ojos llenarse de lágrimas y cuando trato de levantarme me doy cuenta que mis rodillas duelen y miro hacia delante y encuentro dos vagones del tren completamente destrozados.
En ese momento mi rostro se llenaba de lágrimas, no solo por las heridas que tenía en mis piernas y el dolor por la caída, fue al ver como mi amigo se acercaba a los vagones y empezaba a recoger los pedazos que habían quedado esparcidos por la entrada.
-Perdón- Dije y empecé a llorar y al tratar de levantarme para ayudarlo me di cuenta que mis rodillas estaban sangrando.
En ese momento mi llanto se intensificó y cerré los ojos por el dolor y al abrirlos me encontré a Ricardo cerca de mi cuerpo y subió las mangas de mi pantalón y abrió los ojos al ver como mi rodilla sangraba. Pensé que en ese momento él se burlaría de mí, que diría que me lo merecía por haberle robado su juguete, pero se quitó su camisa y la puso alrededor de mi rodilla.
Yo no podía moverme, me sentía mal y cuando mis padres salieron a ver lo que pasaba empecé a llorar con más fuerza. Mi padre me cargó y antes de entrar a casa vi como el padre de Ricardo se acercaba y consolaba a su hijo que lloraba por lo que le había pasado a su juguete.
Recuerdo haberme sentido mal.
-¿Estás bien?- Escucho una voz femenina y al abrir los ojos un fuerte dolor de cabeza me invade.
-¿Qué pasó?- Digo tratando de sentarme -¿Dónde estoy?-
Abro mis ojos y me encuentro con una pequeña luz roja y una habitación casi a oscuras.
-Te trajeron hace unas horas- Escucho una voz a mi lado -¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?-
Empiezo a tocar mi cuerpo para saber si tengo alguna herida o estoy sangrando y al llegar a mi cuello me encuentro con un pequeño ardor.
-Esos malditos me drogaron- Digo entre dientes.
-No eres la única- Dice otra voz.
Empiezo a inspeccionar la habitación y cuantas personas hay en ella y me encuentro con varias chicas, no logro ver mucho su rostro ya que la luz roja no nos da buena iluminación pero logro ver a las que están a mi lado.
Su cabello son un desastre y su maquillaje regado por tanto llorar.
-¿Quiénes son ustedes?- Pregunto.
-Fuimos secuestradas al igual que tú- Dice la que está a mi lado y trato de detallarla.
-¿Eres americana?- Preguntó y ella asiente.
-La mayoría que está en esta habitación lo son- Dice.
-¿Cuántas somos?- Pregunto.
-Bueno... En acá somos 8 incluyéndote, no sé cuántas chicas habrán en las otras habitaciones, solo sé que cada día traen y traen más mujeres y las encierra- Susurra – No sé cuánto llevo en este sitio, asumo que será 1 o 2 días, algunas llevan un poco más de 3 días pero dicen que al llevar una semana te sacan hacia otro lugar y no vuelves a ver a esa persona-
-Esto es trata de blancas- Dice la que está delante mío – En este momento somos mercancías para ser vendidas al mejor postor-
Cierro los ojos tratando de calmar a mi corazón. Dios, espero que puedan rescatarnos.
-¿Cómo te llamas?- Pregunta una de las chicas.
Dudo un momento en decir mi verdadero nombre.
-Anabele- Digo la verdad.
-Soy Isabela- Dice la que está a mi lado.
-Johanna- Dice la otra.
Las chicas empiezan a decir sus nombres y siento la necesidad de protegerlas.
-Vamos a salir de aquí- Digo omitiendo que vengo con los agentes.
No quiero ponerlas más nerviosas de lo que ya están, si saben que nos van a rescatar puede que se pongan peor.
-Así será- Dice la que se llama Isabela.
-Mientras Isabela esté con nosotros me siento protegida- Dice la tal Johanna.
-¿Por qué?- Pregunto.
-Soy policía- Dice Isabela –Vine con un grupo de amigas como turistas- Dice.
-Vaya mierda del lugar que decidimos venir- Dice otra de las chicas.
-Les dije que Rusia me parecía una mierda para venir a conocer- Dice otra.
-¡Basta!- Isabele se levanta –Ya no podemos lamentarnos y mucho menos debemos ponernos a pelear, tenemos que estar tranquilas y prepararnos para pelear, porque lo que soy yo no voy a permitir que uno de esos malditos ponga una mano encima-
-Vamos a luchar hasta morir- Dice Johanna acercándose a Isabele.
Muerdo mis labios un momento pensando antes de levantarme y acercarme a Isabele.
-Nos van a encontrar y nos van a rescatar- Digo.
-¿Porque lo dices?- Pregunta ella.
-Vengo con unos agentes y...- Isabele lanza un grito y se tira a mis brazos.
-Sabía que tú eras especial- Dice abrazándome.
-¿Por qué lo dices?- Pregunto.
- Uno de los hombres que te trajo le dijo al otro que debían vigilarte más que los demás, que tú eras peligrosa- Abro los ojos sin entender.
¿Peligrosa yo? ¡Ja! Abro la boca para hablar, pero en ese momento la puerta se abre y la luz de afuera nos enceguece por un momento.
Un hombre alto y barbado entra y nos mira y me señala a mí y dice algo en ruso. Isabele se interpone entre el hombre y yo cubriéndome con su cuerpo para evitar que el hombre se acerque hacia mí, pero este da un grito y otros dos hombres entran y las chicas tratan de evitar que me agarren y veo como uno de los hombres golpea fuertemente a Isabele dejándola inconsciente sobre el suelo. Grito y trato de acercarme y uno de los hombres me toma de los hombros y me saca de la habitación, yo me retuerzo y trato de zafarme pero es imposible hasta que siento como otro pone un arma en mi cabeza y en ese momento dejo de pelear.
-Tranquila- Dice el hombre que me apunta con su arma y lo reconozco como el tipo de bar –Vamos-
Me toma fuerte del brazo y me arrastra por unos pasillos. Empiezo a observar a mí alrededor y hay varias puertas y desde acá puedo escuchar los gritos y sollozos de algunas mujeres ¿Cuántas habrá? Miro hacia atrás y 3 hombres nos siguen y bajamos por unas escaleras hasta llegar a una puerta.
-Entra- EL hombre me empuja y caigo de rodillas y siento como ha cerrado la puerta detrás de mi espalda.
Me tensionó en ese momento y levanto mi cabeza para mirar donde estoy y me doy cuenta que es una oficina, la puerta se abre de nuevo y me alejo buscando con que defenderme y antes de poder encontrar algo un hombre alto, rubio de unos cincuenta años entra como si fuera el dueño del lugar. Su aura es oscura y un escalofrío invade mi cuerpo.
-Espero que te hayan atendido bien- Dice el hombre con acento marcado.
-¿Quién es usted?- Pregunto.
-Veo que no me conoces, mi nombre Vladimir Sokolov- Muerdo mi lengua para que no se dé cuenta que sé quién es.
-No sé quién es y qué es lo que busca señor Soklov pero no entiendo porque me tiene acá-
-Es Sokolov- Dice molesto -¿Acaso no has caído en cuenta que es este lugar?-
-Claro, es un maldito lugar de trata de personas- Sonríe.
-Así es, y tú vas a ser una de mis putas-
-¡Maldito hijo de puta!-
-Eres una estúpida Anabele, tu misma te entregaste a mí- Dice acercándose al escritorio y se sienta en su silla –La verdad es que me facilitaste todo el trabajo-
-Vete a la mierda, no vas a salir victorioso-
-Yo siempre lo hago –Sonríe y en ese momento se escucha una explosión, abre sus ojos y yo sonrió.
-Hoy te iras al infierno- Sonrió con victoria y lo veo empujar su escritorio y se acerca hasta donde estoy.
-¡Eres una maldita infiltrada!- Se lanza sobre mi pero logro esquivarlo.
Otras explosiones se escuchan, gritos y disparos. En ese momento solo me concentro en detenerlo en este lugar hasta que los agentes lleguen, eso si debo impedir que me mate.
Vladimir logra tomarme del cabello y lanzarme sobre el suelo, se acerca y me da un fuerte golpe en mi rostro dejándome por un momento aturdida y observo caminar hasta el escritorio y buscar algo entre los cajones y saca un portátil y lo mete en un maletín. En ese momento un hombre abre la puerta y lo veo armado. Me tensionó porque pienso que me va a disparar pero le dice unas cosas a su jefe y este le grita algo en ruso y el hombre sale cerrando de nuevo la puerta. Más disparos se escuchan, cierro los ojos al ver a Vladimir acercarse hacia mí y lanza una patada sobre mi pecho, un quejido de dolor sale de mis labios y lo veo apuntarme con un arma y antes de que me pueda disparar he logrado sacar el arma que se encuentra en mi bota y disparo justo en su entrepierna.
Vladimir suelta el maletín y el arma y se lleva su mano a la parte donde brota sangre. Grita y empieza a arrastrarse para tomar de nuevo el arma y vuelvo a disparar dándole justo en su mano.
La puerta se abre y el mismo hombre que había entrado hace unos segundos abre sus ojos y se acerca a su jefe y este le apunta hacia mí y el hombre levanta su arma para dispararme. En ese momento cierro los ojos y espero que el impacto llegue. Escucho como dispara pero no siento ningún dolor en mi cuerpo, abro los ojos y me encuentro a Stwer en la entrada y le acaba de disparar al hombre en su cabeza, ahora este yace a un lado de su jefe.
El agente se acerca y me ayuda a levantarme.
-¿Estás bien?- Asiento.
-¡Maldita! No creas que vas a salir ganando- Dice Vladimir desde el suelo.
-Ya perdiste, ya no podrás salir de la cárcel- Le dice Stwer.
Una carcajada sale de sus labios sin importar el dolor que siente en este momento.
-Son unos estúpidos americanos ¿Qué piensan? ¿Qué me detendrán?- Ríe de nuevo –Soy Vladimir Sokolov, soy dueño de Rusia y déjenme decirles que ustedes acaban de sentenciar a su familia a la muerte- Ríe –Me encargaré de acabar con todos sus integrantes de su familia, empezando con tus hijos- ME mira – Esa pequeña será una de mis putas y tu hijo mayor le sacare los órganos-
-¡Maldito!- Grito y trato de acercarme, pero el agente Stwer lo impide tomándome entre sus brazos.
-Pregúntale a tu amigo, sabe que la cárcel no me detendrá para matarte perra y acabar con todos- Cierra los ojos recostando su cabeza sobre el suelo.
-¿Es verdad?- Le digo a Stwer.
Mi cuerpo tiembla con más fuerza al ver que se queda callado.
-Te pondremos en protección de testigos- Susurra mirándome.
-¿Qué?- Trato de zafarme de sus brazos pero es en vano, mi cuerpo se sacude con fuerza y grito.
No puedo creer que puse en peligro a mi familia.
-Eso no me detendrá para encontrarte- Dice desde el suelo Vladimir.
Dejo de pelear entre los brazos de Stwer y me dejo caer sobre mi cuerpo. Ya no soy capaz de sostenerme, mi cuerpo se siente débil y mi alma vacía. El agente me deja sobre mis rodillas y yo no dejo de llorar, me hago ovillo abrazando mis rodillas.
-¡Cállate!- Dice Stwer.
-Sabes que nadie me detendrá- Empieza a reír y me sobresalto al escuchar un estruendo.
Abro los ojos y levanto mi cabeza y me encuentro al agente Stwer, con un arma en su mano apuntando a Vladimir. Termino de levantarme del suelo y suelto una exclamación al encontrar un hoyo justo en la frente del mafioso y sus ojos abiertos pero sin vida.
-¿Qué... Que has hecho?-
-Él tenía razón, te encontraría en cualquier momento y cumpliría su palabra- Me mira –No podía permitirlo-
Me acercó a Stwer y lo abrazó con fuerza. Este hombre acaba de salvar mi vida y la vida de mi familia.
El agente Stwer me levanta entre sus brazos y me saca cargada de ese lugar.
En ese momento me abrazo hacia su cuerpo sintiendo su aroma invadir mi nariz. Cierro los ojos y noto que algo cubre mis hombros dándome más calor y yo solo logro esconderme más en el pecho del agente.
Mientras caminamos escucho los sollozos de las chicas que son sacadas de las habitaciones, por un momento pienso en las chicas con las que desperté pero no tengo fuerza por preguntar por ellas, sé que ahora están bien y serán sacadas de este infierno.
Me estremezco al sentir el frio de la calle, por primera vez siento paz en este lugar.
En ningún momento el agente Stwer me suelta, me lleva cargada en su regazo hasta un hospital donde soy revisada, el médico me habla y el agente me traduce. En ese momento la puerta se abre y entra un ojeroso y asustado Esteban que por poco se desmaya al ver mi estado.
Dejo que grite en ese momento, dejo que se lance sobre el agente Stwer que se queda quieto al recibir un golpe por mi amigo, el no hace nada solo se limpia su boca sin dejar de mirarme y luego mi amigo se acerca y me abraza y ambos lloramos.
-Eres una maldita loca- Dice entre sollozos mi amigo y yo sonrió.
-Ya todo acabo- Digo limpiando mis lágrimas y las suyas.
-Vamos de este maldito país- Dice.
-¡Deja de maldecir! Esteban- Mi amigo sonríe y me ayuda a bajarme.
Intercambia unas palabras con el médico y soy arrastrada por mi amigo que no deja que el agente Stwer se me acerque.
Llegamos al hotel y recogemos nuestras cosas, ni siquiera nos cambiamos o bañamos. Ambos nos urgía salir de este lugar y más aún que en unas horas era el juicio de mi esposo.
Un auto nos espera y varios agentes armados nos espera.
-Vamos a custodiarlos hasta el aeropuerto- Dice el agente Bolmor quien abre la puerta de la camioneta para que entre.
-Gracias –Digo y antes de entrar al auto lo abrazo.
-No. Gracias a ti – Dice y escucho como mi amigo gruñe y le dice unas palabras en ruso al agente y puedo deducir que lo amenaza.
-Vamos- Mi amigo me empuja haciendo que entre de una vez –Tienes mucho que explicarme- Dice Esteban a mi lado –Y tenemos varias horas en avión para hacerlo- Suspiro y miro hacia delante donde se encuentra manejando Stwer y a su lado Bolmor.
Desvió mi mirada al sentir la mirada de Stwer por el espejo, trato de concentrarme por el paisaje pero es imposible. Toco el vidrio y me cuenta que es blindado.
Vaya mierda en la que he salido.
Llegamos al aeropuerto y solo los agentes Bolmor y Stwer nos acompañan mientras los otros agentes quedaron en otro lugar. Esteban no dice nada, luce molesto y tiene una escayola en su mano y arrastra su maleta con la otra. No quiso que ninguno de los agentes lo ayudara y por un momento tuvo una discusión con ellos al querer llevar mi maleta y la suya y no dejar que ellos se acercaran a mí, pero al ver que le era imposible termino cediendo.
-Voy por los pasajes- Dice Esteban a mi lado para hacer la fila, pero antes de irse me da una mirada de advertencia.
Ruedo los ojos y dejo que se vaya junto con el agente Bolmor para agilizar el trámite y yo quedo a solas con Stwer.
-Gracias, agente Stwer- Digo rompiendo el silencio.
-Llámame Daniel, por favor- Susurra y se acerca –Cuídate- Lo miro a los ojos y tiene un rostro impactante. Es el típico chico rudo y malo que todas las chicas quedan locas con solo verlo.
- Tu también - Digo y lo veo sonreír y me pasa una carpeta y de inmediato lo reconozco, es la carpeta con la información de la rusa –Gracias- Digo de nuevo.
Me acerco y lo abrazo, por un momento ambos nos quedamos en esa posición hasta que escuchamos un carraspeo. Me separo y veo a mi amigo apretar la mandíbula, le sonrió y me acerco para darle un beso en la mejilla a Daniel y este se desvía haciendo que el beso termine en la comisura de mi boca.
-Cuídense- Me separo y me despido del agente Bolmor. Lo abrazo y beso su mejilla.
-Ustedes también-
Esteban toma mi mano y me jala sin despedirse de los agentes, nuestras maletas ya fueron guardadas y con su mano libre no duda en sacarme de ese lugar.
Ambos somos guiados hasta nuestros asientos.
Esteban dejo que me acomodara en mi asiento y como es uno de primera clase pude acomodarme y dormir un rato. No logré dormir mucho pero si pude descansar un poco y al despertar mi amigo me esperaba para contar todo lo que había sucedido y durante el trayecto a casa le conté todo lo que había pasado sin omitir algún detalle.
Mi amigo solo dijo que era lo más estúpido y lo más valiente que alguien pudiera hacer, pero que se sentía orgulloso de mi.
Llegamos a nuestra ciudad y lo primero que hicimos fue reunirnos con los abogados para presentar las pruebas sobre la rusa.
Todo explotó en ese momento, detuvieron a la rusa y mi esposo fue liberado de prisión.
Estaba cansada, me sentía agotada pero no veía la hora de tenerlo en mis brazos. Amaba mucho a ese hombre y por el iría al mismo infierno para traerlo de nuevo y eso hice, porque lo que viví fue un infierno.
Mi esposo al ver mi aspecto casi le da un infarto como a todos, al parecer mi estado era tan lamentable que mi madre y mi suegra no dejaban de llorar y después de saber lo que había sucedido y ver a Esteban herido se pudo peor.
-Cálmate por favor- Digo tomando su rostro entre mis manos.
-¿Qué me calme?- Dice casi gritando -¿Cómo me pides eso cuando te veo a ti en este estado?-
-Estoy bien, vamos a casa por favor-
-Dejaré que te recuperes, después tú y yo tenemos una cuenta pendiente- Dice mi esposo señalando a Esteban y este solo abraza a mi hermana quien llora en sus brazos.
Ricardo y yo llegamos a casa, mi marido les pidió a todos que nos dejara a solas. En ese momento tuve algo de miedo, no porque mi esposo me fuera a hacer algo, pero sabía que estaba esperando que todos se fueran para empezar a gritar y destruir todo.
Observé como cerraba la puerta y cerraba con pestillo y se acercaba a mí, esperaba sus gritos pero me sorprendió cuando tomó mi rostro en sus manos y besó mis labios con cuidado. Luego me tomó entre sus brazos y me cargó hasta subir hasta nuestra habitación, me dejó en el baño y empezó a llenar la bañera mientras me quitaba con cuidado la ropa.
Lo escucho maldecir más de una ocasión al ver mis heridas, bajé la vista y abrí los ojos sorprendida al encontrar varios hematomas, uno arriba de mi pecho donde recibí la patada de Vladimir y otra en mi estómago. Mis brazos lucían varios golpes.
Ricardo me desnuda y se desnuda. Tomó mi mano y me acercó a la ducha, pensé que íbamos a la tina pero empezó a lavar mi cuerpo con cuidado al igual que mi cabello. Cerré los ojos dejándome llevar por la increíble sensación, en ese momento no pensaba nada más que él y yo.
Después de limpiarme me cargó con cuidado para no lastimarme y antes de entrar a la tina vertió varias esencias y el aroma era agradable y ambos nos metimos.
Me recosté contra su pecho y cerré los ojos.
El cansancio y el baño tan increíble me estaban tomándome factura y poco a poco me fui quedando dormida entre los brazos de mi marido que susurraba palabras de amor en mi oído.
Recuerden de votar y comentar como les ha parecido este final.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro