Capítulo 6
Hace días que Jungkook ha estado faltando a la universidad, no quiero preocuparme pero es imposible no hacerlo, no es como si todo lo que siento por él se hubiera extinguido en tan poco tiempo. Namjoon y Hoseok no saben nada de él tampoco, ni siquiera es capaz de responderles las llamadas para decirles que se encuentra bien.
Suspiré viendo que hoy tampoco había venido, o al menos eso creía, porque cuando alcé la vista venía frente a mí. Uno de sus ojos estaba hinchado con una coloración morada rodeándolo y el labio inferior partido.
«¡No me lo puedo creer!».
Completamente enojado me acerqué a él, se supone que no debería hablarle pero no puedo quedarme quieto viendo como desperdicia su vida en esas estúpidas peleas callejeras.
—¿Es en serio, Jeon? —grité sin importarme las personas a nuestro alrededor—. ¿Volviste a meterte en esa mierda?!
—¡Es mi vida Jimin, déjame en paz! —exclamó con el ceño fruncido.
—¡¿Es que acaso quieres que te maten idiota?! ¡Sabes lo peligroso que es eso! Prometiste que no volverías allí —reclamé enfadado, y es que de verdad no quería creer que había vuelto a ese horrible lugar del que tantas veces lo vi regresar todo magullado y lleno de heridas.
—Ya no estamos juntos, estás con Min ahora así que ya no tengo por que seguir guardado esa estúpida promesa —espetó, ladeando la cabeza con una sonrisa torcida en sus labios.
—Bien, haz lo que te de la gana. Ojalá te maten un día de estos —su facie se contrajo en una mueca dolorosa por mis palabras, negó con la cabeza y me pasó por el lado continuando con su camino.
Había sido estúpido decir eso cuando en verdad no quería que pasara jamás, pero el enojo me nubló la razón. Nunca desearía que lo maten en una de esas peleas, lo amo demasiado como para desearle algo así.
Recuerdo claramente la primera vez que llegó a casa así, todo lleno de golpes y moretones, me sonrió diciendo que alguien le habló de un lugar donde hacían peleas callejeras y se había metido allí.
Casi cometo un homicidio ese día, estaba tan molesto con él por atentar contra su vida de esa manera. Le prohibí que fuera, pero lo siguió haciendo a escondidas, siempre tratando de ocultar sus heridas y mintiéndome. Estoy consciente de que siempre le gustó mucho boxear, pero esa no era la mejor forma de utilizar sus habilidades.
Todo eso acabó cuando lo mandaron una vez al hospital, había ido a pelear después de haberse tomado un par de copas con sus amigos y casi lo matan, ese día le di un ultimátum y me prometió que no volvería a ese lugar. Pero al parecer ya esa promesa ya no tiene sentido para él.
—¡Minnie! —suspiré mirando a Yoongi acercarse a mí y darme un beso en la mejilla—. Tengamos una cita —dijo con una gran sonrisa que, mostraba sus encías, se veía adorable así.
—Claro ¿a qué hora?
—Te pasaré a buscar a las siete —informó emocionado.
—Bien, te esperaré —sonreí y me despedí de él para irme a mis clases.
Las horas pasaron volando luego de eso. Para las cuatro y media ya las clases habían terminado, por lo que me dirigía a casa cuando vi una imagen para nada grata, era Jungkook con una chico de primer año besándose frente a todos.
Mentiría si dijera que no me dolió, porque si lo hizo, mucho, pero como si no hubiera visto nada miré hacia otro lado y seguí mi camino. Al parecer su amenaza de follarse a todos en la universidad no era una broma.
Y lo peor es que lo tenía fácil, siempre fue demasiado apuesto, todos, chicos y chicas morían por él, su cabello negro y sedoso y sus grandes ojos negros llamaban demasiado la atención. Y si le juntas su cuerpo delgado y atlético, era el combo perfecto.
Llegué al apartamento, suspirando por lo vacío que se sentía desde que se marchó. Miré la hora, negandome a pensar en él, eran casi las cinco de la tarde, en dos horas Yoongi pasaría a buscarme para ir a la cita así que en media hora comenzaría a arreglarme.
Empezando por darme una larga y relajante ducha.
[...]
Iba como por el séptimo trago y la verdad que no podía estar más aburrido, a mi lado estaba ese chico, creo que se llamaba Soobin, bailando de un lado a otro tratando de llamar mi atención.
Un chico pelinegro se sentó a mi lado de repente y me miró de arriba a abajo con una sonrisa coqueta.
—¿Qué hace un chico tan guapo como tú tan solo?
—No está solo —el tono molesto de Soobin se escuchó tras de mí.
—Oh perdón, pensé que estabas soltero —se disculpó, pero fue la disculpa más falsa que había escuchado en mi vida, ya que el seguía mirándome como si quisiera comerme.
—Estoy soltero —aclaré, sintiéndome interesado por su cinismo.
—Pero no solo —rebatió Soobin y yo solo rodé los ojos disimuladamente.
—Bueno... ya que estás soltero... ¿te gustaría bailar conmigo? —sonrió ladino y yo lo copié.
—Vuelvo ahora —murmuré para Soobin y me puse de pie dispuesto a seguir al chico pero me detuvo.
—No vayas...
—Solo será un momento —mentí descaradamente, pues sabía que de poder llegar a algo más con ese coqueto chico, ya no volvería a verlo en el resto de la noche. Le di un beso para calmarlo un poco y me dispuse a caminar a la pista de baile.
El pelinegro ya estaba bailando cuando llegué, moviendo sus caderas mientras sus manos recorrían su cuerpo tentadoramente. Me puse detrás de él, tomado su cadera y pegando mi pecho a su espalda.
—Pensé que te quedarías allí —mencionó con voz socarrona.
—Pensaste mal —dije y el rió levemente.
—¿Por qué mejor no vamos a otro lado? —pasó un brazo por mi cuello, restregando su trasero encima de mi miembro de forma descarada, sin tener en cuenta los cientos de personas aparte de nosotros que estábamos aquí.
—Vamos lindo —tomé su mano y subimos a la segunda planta del bar, en dirección a los baños del segundo piso pues no eran tan frecuentados.
Apenas entramos se lanzó encima de mí besándome, lo alcé sentándolo encima del lavamanos sin dejar el vaivén de nuestros, moviéndose forma brusca, algo salvaje. Me alejó poniendo las manos en mi pecho, dejándome confundido.
—Espera un segundo —dijo mientras sacaba un paquetito con polvo blanco de su bolsillo.
—¿Qué es eso?
—Cocaína —susurró tomando un poco en su dedo y lo llevó a su nariz inhalando el polvo, tomó otro poco y me miró—. ¿No quieres probar?
Me acerqué a él algo indeciso. Jamás en mi vida había probado ninguna de esas sustancias, casi podía escuchar la voz de Jimin en mi mente diciéndome que no lo hiciera, pero sacudí mi cabeza quitando a todo pensamiento racional de mi mente, estaba aquí para disfrutar y eso haría.
—Por supuesto —copié su acción y no bastó un segundo para que estuviera atacando mis labios otra vez, llevando sus manos a mi pantalón desabrochando el botón con facilidad.
[...]
Abrí mis ojos con dificultad viendo que me encontraba en el apartamento que hace dos días había alquilado, miré a mi lado a un chico de cabello negro, y todos los recuerdos de la noche anterior me abrumaron. Me levanté viendo mi cuerpo desnudo, con algunas marcas rosadas por mi pecho y cuello. Fruncí el ceño al notar que tenía espacios en blanco en los cuales no recordaba nada. Decidí ir a ducharme, dejando a ese chico durmiendo ahí en mi cama.
Salí veinte minutos después, él ya había despertado y se encontraba sentado en la cama frotándose los ojos.
—Buenos días —murmuró y se puso de pie con una sábana enrollada alrededor de su cuerpo.
—Buenos días, yo tengo que irme a la universidad, si quieres ducharte hazlo rápido —le informé con el rostro neutro, no dejando salir el tono de fastidio en mi voz.
De ninguna manera iba a dejarlo aquí solo, así que él solo asintió y entró al baño. Busqué una toalla nueva y se la di, luego comencé a prepararme para ir a la universidad. Ahora que lo pienso, ni siquiera le pregunté su nombre, estaba tan ido por la droga que ni siquiera tuve en cuenta eso. El salió pocos minutos después y se puso la ropa de ayer, un silencio incómodo nos invadió
—Mmh ¿cómo te llamas? —decidí romper la tensión que comenzaba a formarse.
—Yugyeom, Kim Yugyeom, ¿y tú?
—Jeon Jungkook
—Lindo, igual que tú —reí negando con la cabeza, este chico era bastante directo. Eso fue lo que me atrajo de él, esa honestidad en su actuar, me recuerda a Hoseok—. ¿Nos vamos?
Asentí y ambos salimos del apartamento, e intercambiamos números antes de que él se marchara por el camino opuesto a la universidad. Llegué unos minutos antes de que comenzaran las clases y al primero que me vi fue a Soobin. ¡Maldición! Me había olvidado completamente de él, fui un completo hijo de perra con él.
—Hey —saludé pero me ignoró, y debo aceptarlo, me lo merecía—, oye lamento lo de ayer.
—¡Eres un imbécil, me invitas a ese bar y luego te vas con el primero que te coquetea! —reclamó, y eso no me molestó demasiado, pero el hecho de que me gritara delante de todos si me estaba sacando de mis cabales.
—¿Me estás celando? —pregunté con una ceja alzada, mi tono sonando frío en exceso.
—¿Qué si lo estoy haciendo?
—Mira Soobin... entre tú y yo no hay nada, solo iba a ser un polvo y ya, no te hagas ilusiones —fui cruel, pero él tenía derecho a reclamarme algo, aunque no puedo negar que en verdad me comporté como un idiota con ayer—. ¿Qué tal si te recompenso hoy? Te prometo que no vas a arrepentirte.
—Bien —espetó cruzando los brazos, no había resultado muy difícil convencerlo.
—Nos vemos en la noche lindo —tomé su mentón y dejé un beso en sus labios, retirándome de allí.
Iba camino a mis clases cuando vi a Jimin tomado de la mano de Yoongi, ambos venían riendo y conversando como si fueran pareja desde hace años. Sentí mi boca amarga de pronto, él me miró, pero como si yo no existiera volteó la vista, viendo a Yoongi nuevamente.
—¿Ya escuchaste? Jimin y Yoongi son novios —murmuraron dos chicas que iban pasando por mi lado.
Apreté los puños por la molestia que se instalaba en su interior, y es que era imposible para mí no sentir rabia o enojo, los celos estaban comiéndome por dentro, y es que me mataba ver al chico que amo de la mano de alguien más.
No decidí pensarlo mucho, y cuando me di cuenta ya estaba saliendo de la universidad y llamando a Yugyeom.
—Hey, ¿acabamos de vernos y ya me extrañas? —dijo en tono burlón.
—¿Tienes más de lo de ayer? —pregunté haciendo referencia a la droga.
—Por supuesto lindo, si quieres puedes venir a mi casa, y tal vez podamos pasar un buen rato juntos.
—Voy para allá, mándame la dirección en un mensaje.
—Ok, te espero guapo —hizo el sonido de un beso antes de colgar.
Definitivamente estaba tomando una pésima desición, pero ya tendría tiempo de arrepentirme luego.
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