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.-Capítulo 6

•[Un experimento]•

«¿Cambiar o mejorar?»

••••••••

El sol alumbró con fuerza el lugar en el que una mujer se hallaba descansando e iluminó el rostro de ella, resaltando el color de su cabello y pestañas al hacerlas brillar. Ella gruñó ante tal molesta sensación y se despertó al ya no soportar tal intensidad de la luz del sol en su rostro, y era extraño, jamás la luz llegaba a su rostro al dormir en su cabaña.

—Un momento...— murmuró al sospechar, se sentó en el sofá que estaba acostada, esta no era su cama y el lugar no se parecía en lo absoluto a su casa.

Miró al su alrededor, era un departamento que claramente se veía abandonado, estaba en un lugar completamente extraño.

—Mierda...— lamentó ella, había tenido la esperanza de que todo hubiese sido una pesadilla.

Pero no, si había visto frente a frente al maldito androide 17; no recuerda con exactitud de lo qué pasó después, solo que se dejó caer al ya no poder mantenerse de pie, chocó contra el cuerpo del androide y después, todo color negro.

Y ahora, se hallaba en quien sabe dónde.

Se puso de pie y decidió recorrer el lugar, las condiciones no eran tan deplorables, hasta diría que pasables, habían ropas en el suelo y bastante desorden. Caminó por el pasadizo y observó 3 habitaciones: una matrimonial y dos para niños, el desorden mostraba un claro hecho de que las personas que vivían ahí salieron huyendo.

Y la razón era obvia.

Volvió a su lugar inicial, al sofá en el que estaba acostada, y observó que frente a ella habían unas grandes cortinas que cubrían una puerta corrediza de vidrio, apartó las cortinas y empujó la puerta corrediza. Caminó unos dos metros y apoyó sus antebrazos en el barandal del balcón que había tras la puerta.

Observó, habían más edificios frente a ella, unos 3 que mostraban estructuras rotas y destrozos en las mismas. Miró hacia abajo y se encontró con una gran altura, un escalofrío recorrió su cuerpo, parecía ser un piso 7 en el que el androide la había encerrado.

—¿Por qué me dejaste aquí?...— se preguntó a si misma.

Sus manos nerviosas se dirigieron a su cuerpo, traía aún su pijama y las zapatillas con las que solía salir por provisiones. Su pijama tenía algunos raspones y agujeros, la caída trajo como consecuencias los golpes y moretones en las piernas y también, dañar la única ropa que tenía y con la que podía vestirse.

Volvió a hacer el mismo recorrido con su vista de la altura en la que estaba y retrocedió, entró en desesperación al ver la realidad con más claridad.

Caminó deprisa a la puerta de entrada y trató de abrirla, con empujones y hasta patadas, la puerta no tenía cerradura por lo que se supone que con solo empujarla se abriría, pero no, claro estaba que había sido trancada desde afuera.

El maldito androide se había tomado la "molestia" de trancar la salida.

Se llevó las manos a la cabeza, desesperada, ¿que más podía hacer?, no tenía cómo salir ni siquiera por dónde trepar, el piso era muy alto y aseguraba una caída que solo provocaría dolor.

Cayó sentada, apoyando su espalda en la puerta, se sentía horrible no saber que hacer, como huir, ni siquiera podía pedir ayuda a alguien, no tenía a nadie en este mundo.

Solo a su Lupy, que ni siquiera estaba con ella y quien sabe lo que le pasó después de que corrió de la cabaña.

—Desgraciado— sus puños se cerraron y lloró de coraje y frustración, más que miedo y dolor, odiaba sentirse tan inútil, tan frágil y débil ante ese monstruo.

Sentada en el frío suelo, herida y perdida ante la situación que se le presentaba, solo podía torturar su mente pensando en las mil y un cosas que podía sufrir al lado de ese malvado androide.

••••••••

El androide tomaba el camino de regreso al edificio en el que había dejado a la humana que secuestró, tenía ya tantas ganas de iniciar con sus planes, que dejó a su hermana toda la caza, o mejor dicho, la "diversión", aunque él ya tenía algo mucho mejor.

Llegó en un par de segundos a la ciudad, rodeó los edificios y aterrizó en el balcón del departamento en el que había dejado a su presa. Se sorprendió al ver las cortinas y la puerta corrediza abierta, dedujo que la mujer ya se había despertado de su sueño.

Caminó, adentrándose a la sala de estar y la descubrió a ella, sentada en el suelo junto a la puerta y su cabeza enterrada en sus rodillas.

Un aspecto deprimente.

El androide peinó su cabello y pisó fuerte el suelo, llamando la atención de la chica, que alzó rápidamente su cabeza y sus ojos se abrieron al máximo al verlo de pie frente a ella.

—¿Verdad que es un bonito lugar?— preguntó, de brazos cruzados y con una sonrisa de lado, disfrutando de la cara de terror que veía en la mujer.

Silencio.

Ella no contestó, simplemente lo miraba, con la manos entrelazadas. Lo único que se llegaba a escuchar de ella era el sonido que hacía al tronar sus dedos, por el nerviosismo y la ansiedad que ya sentía en esos momentos.

—¿Que edad tienes?— preguntó nuevamente el androide con curiosidad, la mujer que había secuestrado se veía bastante joven, ¿será una adolescente?

17 la miraba impaciente, esperando su respuesta, pero (Tn) no respondió, no podía, la voz se le había ido y no era capaz de ni siquiera moverse, los nervios la habían traicionado y dieron una sola reacción a su cuerpo: su silencio y quietud.

El androide dejó caer sus brazos a cada lado de su cuerpo, ya se había hartado de su comportamiento. En un ágil movimiento, se situó delante de ella, la levantó de la ropa y la acorraló contra la puerta, golpeándola al hacer tal acción. Ella solo dio un quejido, sus manos se situaron en el pecho del androide y sus ojos miraban los de él, claramente veía el enojo en sus ojos de hielo, sus rostros estaban tan cerca que por poco sus narices rozaban.

—Responde— volvió a hablar 17, con voz grave y lenta, claramente amenazadora. Ella tragó seco y por fin, pudo hablar.

—23— respondió casi en un susurro, sin dejar de mirarlo.

Él se quedó un momento así, sujetando de la ropa de ella. Estando tan cerca podía ver con más claridad sus facciones, ojos grandes y marrones, su cabello que tenía el mismo tono de sus ojos, con mechones rebeldes en su frente. Su rostro era llamativo, sus mejillas enrojecidas y sus labios entreabiertos, lo único que arruinaba en ese momento su rostro era la manera en que lo veía: sus ojos miedosos.

Número 17 profundizó su mirada la mantener contacto visual sin romperse, ella lo miraba sin apartar la vista de su mirada gélida que se clavaba como dos dagas en sus ojos, la de él era una mirada intimidante y la de ella era una mirada atemorizada.

Soltó a la chica, quien perdió un poco el equilibrio al ser soltada de repente, apoyó su espalda en la puerta y sus manos se juntaron en su pecho. Respiraba agitadamente por los nervios, jamás había estado tan cerca de ese monstruo.

Ella volvió a mirarlo, el androide le indicó con una seña que lo siguiera, ella dudó unos segundos, pero se decidió por avanzar, solo caminaba detrás de él sin perderlo de vista y tampoco perder su razón, tenía que mantenerse alerta ante cualquier cosa.

Sus alertas le fallarían claramente ante un ser como él, fuera de la velocidad humana normal y también la fuerza sobrenatural, no había competencia entre las capacidades.

No pudo frenar el repentino empujón que el azabache le dio, adentrándola en un cuarto oscuro, con tan solo una pequeña ventana al lado de la puerta en la que era imposible que una persona pudiera encajar.

Cayó al suelo sentada, optó por ponerse de pie rápidamente pero no fue capaz de correr a la puerta ya que el androide estaba de pie en el marco.

—Bienvenida a tu habitación, debilucha— sentenció él, sonriendo ampliamente al ver la cara de horror de la chica al escuchar el diálogo.

—...¿Debilucha?— repitió ella, mirando con la vista perdida al androide.

De pronto la puerta se cerró fuertemente y ella recién fue capaz de reaccionar, corriendo hacia la puerta para tratar de abrirla, jalando con todas sus fuerzas, pero sus manos, al estar sudorosas, resbalaron de la cerradura y cayó nuevamente sentada.

Se quedó encerrada.

Respiró agitadamente, no tenía salida.

Sus oídos se agudizaron al escuchar el chillido de unos ratones que estaban a sus espaldas, ella volteó asustada, pero no era capaz de ver entre la oscuridad de donde provenía el sonido, sabía con exactitud que eran ratones, más no era capaz de verlos.

Y eso era lo peor, no poder ver.

Gritó y retrocedió, arrastrándose en el suelo sentada, hasta chocar con la puerta. Se puso de pie y volvió a intentarlo, jalando de la cerradura otra vez, sin ningún éxito.

—¡Déjame salir! ¡por favor! ¡déjame salir!— suplicaba ella, llorando y temblando, sin recibir una pizca de compasión del androide.

—La oscuridad es algo que le asusta a los humanos, así que te dejé compañía, ¿que más quieres?— respondió de manera cínica el androide, apoyado en la puerta y riendo a carcajadas al oír nuevamente los gritos de la humana debilucha.

Se desapoyó de la puerta y caminó hacia la puerta de entrada, abriéndola bruscamente de un empujón, ya no era necesario trancarla al tener encerrada en otro cuarto a la humana. El androide dio una última ojeada a la puerta que se movía un poco por los golpes desde el otro lado del cuarto en el que estaba ella y sonrió complacido.

—¡POR FAVOR, DÉJAME SALIR!— fue lo último que escuchó el androide, antes de salir del departamento con la mentalidad de explorar el lugar para verificar que ningún estupido humano vaya a arruinar sus planes.

En humanos pensó, más no en animales.

La puerta del departamento se quedó abierta.

••••••••

Espacio de la escritora:

El capítulo de hoy consta en el principio del juego de 17, ¿recuerdan lo psicópata que puede llegar a ser?, este 17 es más inmaduro y malvado que el 17 del presente ya que este es del futuro. Veremos su desarrollo conforme avance la historia.

Bueno estoy es todo, no se olviden votar y comentar qué tal les pareció el capítulo, ¡bye!❤

•Vale-1817•

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