Capítulo 52
~Seis meses después ~
Elena
Me acurruco a su lado, dejando mi cabeza sobre su pecho desnudo. Llevo mi pierna a su cintura y lo aprieto contra mí mientras él se remueve buscando mi calor. Siento su respiración sobre mi cabello y una de sus manos juega con un fino mechón rojizo. Ambos respiramos tranquilos, la paz de finalmente haber vencido en el juicio es palpable incluso en la habitación. Ashley tiene derecho a verla en las vacaciones, costó un poco que Hero lo aceptara, pero al fin y al cabo, Ash es una mujer impulsiva y ambiciosa que no se cansará de intentar sacarle dinero, y pese a toda su locura, en el fondo se esfuerza por ser buena madre.
No me puedo creer que Valeria sea nuestra, porque sí, es mi hija adoptiva también. Ni siquiera voy a pensar qué pasará con eso el día que el contrato se cumpla y ya no forme parte de esta familia, prefiero respirar hondo y dejar que las cosas fluyan conforme pase el tiempo. Hero y yo nos queremos, ¿quien me asegura que de aquí a unos meses no necesitemos seguir esas absurdas reglas? Todavía espero el día en que proponga acabar con toda esta farsa, porque la verdad, no le veo sentido ahora que lo nuestro lleva un rumbo diferente.
—Estuviste increíble hoy, ¿ya te lo dije? —murmura acariciando la piel desnuda de mi muslo con su otra mano, haciendo referencia a mi testimonio en la corte.
—Gracias, tú también —correspondo levantando la cabeza para dejar un beso en su barbilla.
Volvemos a caer en el silencio por un par de minutos, dónde disfruto de sus caricias y dibujo trazos invisibles sobre su abdomen. En varias ocasiones lo siento tomar aire, como si quisiera decir algo, pero al segundo parece arrepentirse.
—Estaba pensando... —habla por fin y alzo mi rostro, buscando sus ojos en la tenue luz que desprende la única lamparita que tenemos prendida—, es una buena idea lo de las inversiones de mi empresa dirigidas a la Compañía televisiva. David me ha estado diciendo que con el fondo que tengo allá podría hacer préstamos acá, tenías razón con lo que propusiste ayer.
Que haya dicho eso me hace sonreírle, esperaba que tomara la idea en algún momento. Estuve investigando mucho antes de proponérselo, y Mike fue quien me abrió los ojos, así que me queda agradecerle por haberme ayudado.
—Sacarás adelante el negocio de tu familia en menos tiempo de lo que crees, solo debes enfocarte un tiempo en la Compañía hasta que se levante por completo, ya luego regresarás a lo que verdaderamente te apasiona —le digo y quita la mano de mi pierna para llevarla a mi mentón, donde se detiene unos segundos mientras recorre mis labios con su mirada. Desliza su pulgar por el inferior y agacha su cabeza para rozar su boca con la mía en un dulce beso.
—Me estás convenciendo de hacer algo mal —musita y vuelve a besarme, esta vez su lengua me provoca y abro mi boca para recibirla—, creo que desobedeceré el legado de mi padre. Envenenas mi mente pequeña —balbucea y chupa mi labio superior, enviando corrientes de deseo a mi vientre.
—¿De qué hablas? —Logro hablar y muerde mis labios, sacándome un quejido.
—Si tu idea sale bien, no necesitaré la maldita herencia. Adiós banca rota, adiós contrato —dice y detengo el beso para apartarme de él.
Quedo sentada sobre la cama y él me mira confundido.
—¿Qué has dicho? —cuestiono, y cuando va a responder le interrumpo—, a ver, sí te escuché, solo que... ¿hablas de anular el contrato? ¿se puede?
Sus labios se extienden en una sonrisa hermosa, marcando esas rayas a los lados de sus labios que tanto me gustan.
—Este contrato es confidencial Ele, solo tú, yo, David, mi madre, mi hermana y Rodrigo firmamos, los tres últimos como testigos, creo poder anularlo, claro, para eso necesito que tú estés de acuerdo. Estuve pensando por mucho tiempo, y quiero que sepas que si no se puede desearía que sigamos así, como estamos ahora.
Mi boca se abre y llevo mis manos cubriéndome la cara. No puedo evitar soltar un par de lágrimas que llegan sin aviso. Me siento emocionada por lo que me acaba de decir, y eso es suficiente para llorar un rato.
Sus brazos me cubren, está abrazándome, y es lo mejor que pudo haber hecho en este momento. Desde la primera vez que dijo que me quería no he parado de fantasear con que rompa el dichoso acuerdo que nos une a conveniencia. No le veo sentido cuando nuestros corazones quieren estar juntos de verdad. Y ahora, por fin, ese deseo se cumple.
—Va a funcionar, lo sé. Dejarás de ser mía por seguir un papel, lo serás porque ambos queremos, y no por ratos, ni por un tiempo definido, lo serás para siempre.
Aparto las manos de mi cara y me separo de sus brazos para mirarle fijamente. Lo que ha dicho me ha dejado sin palabras y no sé qué contestarle a eso. Como siempre, paso por cobarde mientras declara cosas tan fuertes.
—Bueno, hasta que te canses de mí —repone con una sonrisa triste y mi corazón se encoge.
«¡¿Cómo podría decir eso?!».
—Ojalá eso no pase nunca —suelto y me abalanzo sobre sus labios. Él me recibe a gusto y comenzamos a besarnos de forma apasionada, lentamente—. Porque ahora mismo te quiero tanto que sería imposible cansarme.
No puedo creer que haya dicho eso.
—Dilo otra vez —me pide, con sus manos acunando mi rostro—, dime lo que sientes, nunca lo haces, y necesito saberlo.
—Te quiero Hero —confieso y me besa, pero es un beso corto, tanto que me deja deseando más.
—No pequeña, otra vez.
—Te quiero —gimoteo y abro la boca a esperas de la suya, pero esta no llega.
—¿Necesitas otro discurso romántico para que te confieses de una vez? —cuestiona tensando los músculos de su mentón y lamo mis labios evitando sus palabras—. Elena... Deseo oírlo ahora, no cuando te esté follando y hables ciega de placer.
—Tienes razón —acepto y me levanto de mi posición para colocarme a horcajadas sobre sus muslos. Rodeo su cuello con mis brazos y agarro su cabello con la yema de mis dedos. Él alza la vista, esperando por mi confesión, pero antes se detiene en mi vestido de dormir.
—Espera. —Lo toma por los bordes y me lo quita por encima de la cabeza, dejando mis pechos al aire frente a su cara. —Que tetas tan hermosas. Ahora sí, continúa.
Me río de su falta de vergüenza y vuelvo a colocar mis brazos alrededor de su cuello, buscando la mayor proximidad a su piel.
—Te... —susurro, alargando el momento y llenándome de valor.
—Mmmm —murmura, alzando sus cejas ansioso. Pasan unos segundos y lame sus labios, desesperado—, ¡dilo ya maldición!
—Te quería decir que a veces eres detestable, arrogante, idiota... ¡Dios, irritable!
—Elena...
—Eres muchas cosas y me sacas de quicio ¿sabes?
—Sí, lo sé, y lo siento por eso, pero te juro que...
—¡Shhh! —le callo y prosigo—, no me importa, te amo así de gruñón. No quiero que cambies, te conocí siendo un imbécil y me enamoré como nunca en mi vida, así que ahórrate eso de que vas a cambiar porque no me interesa que lo hagas... —interrumpe mis palabras con su boca. Me besa profundamente y, como cada vez que lo hace, siento torbellinos en mi estómago.
Rápidamente se expande un fuego por mi cuerpo, cada célula despierta y mis hormonas se disparan por las nubes. Es increíble como este hombre es capaz de remover mi ser con un beso, y adoro la forma en que enloquece mi alma con cada toque.
—Te deseo tanto —susurra contra mis labios y su aliento dulce embriaga mi ser—, voy a hacerte el amor toda la noche, no vas a dormir ni un segundo.
—De acuerdo —balbuceo, sumida en el momento.
En un segundo me levanta y de un movimiento quedo bajo su cuerpo. Se apodera de mis labios y desliza su lengua por ellos para luego adentrarse en busca de la mía. Ambas se encuentran y danzan juntas en un beso violento. Agarra la parte anterior de una de mis rodillas y la incorpora sobre su cintura, haciéndome sentir la dureza de su miembro impactar contra mi vagina. Rápidamente empiezo a humedecerme. Mis músculos se contraen y me muevo contra él en busca de calmar las ansias de contacto.
Con todo lo que me ha dicho, estoy dispuesta a que haga conmigo lo que quiera. Incluso, que explore esas partes vírgenes en mí.
—Me vuelves loco —musita separándose de mi boca. Hunde su rostro en mi cuello y dibuja trazos por toda la piel a su alcance—, adoro tu olor —me confiesa y deja chupetones a medida que me explora y yo recorro su espalda con mis manos, detallando cada músculo palpante de su maravillosa figura—, quiero que esta noche sea especial, voy a hacer que te corras en todas las posiciones posibles. Gritarás para mí, sabes cómo me gusta...
—Haslo ya —suplico, al borde de su tacto, con su erección frotándose contra mis labios vaginales húmedos.
—¿Que haga qué? —cuestiona moviéndose lentamente en círculos, estimulando mi clítoris a través de la tela de mi braga—, dime qué quieres.
—Fóllame —exijo en un suspiro, ansiosa.
—Mmmmh, no señorita —dice y suelta mis labios para bajar a mi cuello. Al mismo tiempo agarra mis muñecas y sitúa mis brazos por encima de mi cabeza, dejándome totalmente inmóvil—, primero voy a lamerte completa.
¡Y vaya que me exita con eso!
Me encanta cuando es así, tan vulgar en la cama. Nadie diría que este hombre de negocios tan serio y correcto es todo un sucio en la intimidad.
Comienza a lamer la piel de mi cuello, deja chupetones y mordidas, sube al lóbulo de mi oreja derecha y desliza su lengua, causándome escalofríos. Vuelve a bajar a mi nuca y besa húmedamente mientras baja poco a poco en dirección a mi pecho. Atrapa uno de mis pezones con su boca y juguetea con él unos segundos. Mis piernas pierden el control, se abren y se cierran involuntariamente buscando calmar el ardiente deseo de mi zona más exitada. Levanto mis caderas intentando frotarme contra él, y una sonrisa de su parte me confirma que disfruta verme sufrir por esto.
—Quieta —me impone.
—Me estás matando, abusivo —refuto apretando los dientes. No aguanto más.
—A penas estoy comenzando, amor —culmina y se desvía al otro pezón para hacerle lo mismo que al primero.
—¡Oh, Dios, esto es muy bueno! —exclamo y muerdo fuertemente mi labio inferior. No sé si lo dije por lo delicioso que lo hace, o por el hecho de que me haya dicho "amor". Nunca pensé que una palabra tan romántica me causara tales sensaciones.
—Lo es —concuerda y me pega una mordida sublime.
—¡Ah, Hero! —grito, presa del dolor mezclado con placer que me produjo.
—Mmm, creo que aún puedes gritar más alto —afirma y me dedica una sonrisa llena de maldad—, ahora voy a saborear esa preciosura que tienes entre este par de piernas hermosas.
Suelta mis manos y se incorpora entre mis muslos dispuesto a hacerme viajar a las estrellas como cada vez que lo hace, incluso más, algo me dice que hoy me llevará al límite. Hace un amago de comenzar, pero no lo hace, se levanta y busca algo con la mirada. Se lanza de la cama y agarra un cinturón del closet. Mis ojos se abren ampliamente y trago en seco ante la idea de que vaya a usarlo contra mi piel.
¡¿Va a pegarme con eso?! No sabía que Hero gustaba de este tipo de cosas en el sexo... Quizá aún nos falta mucho por conocer el uno del otro.
—¿Qué haces? —pregunto y noto la diversión en su mirada.
—Voy a atarte, al fin ese precioso traserito será mío...
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