Capítulo 50
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Elena y Evelina caminan tomadas de la mano en medio de la plaza. Sus pasos resuenan contra las paredes de ladrillo mientras avanzan hacia la luz de los autos policiales, donde los uniformados esperan.
De repente, un estruendo rompe el silencio. Un disparo. Evelina se tambalea, soltando un gemido ahogado mientras una mancha de sangre se expande en su pecho. Elena se queda paralizada por un momento, con los ojos abiertos de par en par en shock antes de soltar un grito desgarrador.
Los policías, alertados por el sonido del disparo, se mueven con rapidez y determinación. Corren hacia la escena, con las armas desenfundadas y las expresiones endurecidas por la gravedad de la situación. Uno de ellos se arrodilla junto a Evelina, intentando detener la hemorragia mientras los otros dos se lanzan en busca de la fuente del disparo.
Por un momento me quedo perplejo, inmóvil, incapaz de formular un movimiento. Solo me quedo ahí, parado como roca mientras mi cuerpo experimenta un intenso choque. Se me destroza el alma al ver a Elena tan frágil caer de rodillas junto a su hermana. Sus gritos desgarradores rompen el silencio y el cuerpo de Evelina se desploma totalmente sobre el pavimento.
Emily se levanta, con una mirada desquiciada y el arma aún humeante en la mano. Los policías la rodean rápidamente, gritándole que suelte el arma y se rinda. Emily, sin embargo, está frenética, gritando incoherencias y resistiéndose violentamente.
—¡Tú también pagarás, Elena! ¡Las mataré a ambas, vengaré la muerte de mamá! —grita y, aunque me siento confuso, no hago otra cosa que no sea correr hasta donde Elena se encuentra, no sin antes safarme del agarre del delegado que me pide quedarme en mi sitio. Definitivamente no haré eso, Elena me necesita.
Los otros dos secuestradores, viendo que la situación se les escapa de las manos, intentan huir, pero son interceptados por los policías que los reducen y los esposan.
Mientras tanto, Elena está arrodillada junto a su hermana, sosteniendo su mano con desesperación. Las lágrimas corren por su rostro mientras ve cómo su hermana se desvanece lentamente ante sus ojos. Siente una mezcla de impotencia y furia, el dolor de perder a alguien tan cercano a ella inundándola por completo.
Los policías finalmente logran controlar la situación, asegurando a Emily y a los otros secuestradores. Pero para Elena, el daño ya está hecho. Ella mira impotente cómo su hermana deja de respirar, sintiendo un vacío abrumador en su corazón mientras se aferra a los últimos momentos que comparte con ella.
—Cariño, necesitamos que le permitas a los paramédicos trabajar, están a punto de llegar y...
—¡Nooooo! ¡Déjame! —contraataca, aferrándose a la vida de Eve.
—Escúchame, por favor —intento convencerla de alejarse pero no lo consigo.
—¡He dicho que no, aquí me quedo! Eve, Eve, estoy aquí ¿sí? Te pondrás bien y regresarás a casa con Mike y tus pequeñas —le habla como si pudiese escucharla. No sé cómo hacerle ver que su hermana ha dejado de respirar.
—Señorita Jones es necesario que abra paso para que los paramédicos actúen, acaban de llegar —le informa el delegado y segundos después aparecen los jóvenes de blanco dispuestos a intentar salvarla.
La hacen un lado sin espera una respuesta de su parte y comienzan a medir sus signos vitales, al no encontrarlos deciden volverlo a intentar una, otra y otra vez...
Elena sigue en el suelo, mirando a la nada. Me aproximo y tomo su cabeza para apegarla a mi pecho. Dejo besos sobre su cabeza, ignorando todo el caos que hay a nuestro alrededor. Sirenas a todo volumen, policías corriendo de un lado a otro, periodistas llegando al lugar... Esto se ha vuelto inquietante.
—¿Cómo pudo hacernos esto? —susurra entre lágrimas.
—Shhh, estoy aquí, tranquila, ya no les hará más daño —musito en su oído y suelta un profundo sollozo.
—Nosotras hicimos lo mejor para mamá, ella no merecía sufrir más atada a esos aparatos...
—Ele, hicieron lo correcto —digo sin tener idea de lo que ocurrió con su madre, pero seguro de que fue la mejor decisión.
—Emily era fuerte... No pensé que le afectaría tanto y...
—Shhh —la intento calmar ante tantos quejidos de su parte. Mientras tanto mi mirada se desvía a los paramédicos, y capto las palabras de uno de ellos al comunicarle al delegado que Evelina no lo consiguió.
—Prométeme que cuidaremos de mis sobrinas hasta que Eve mejore, prométemelo —me suplica fijando sus orbes verdes en mí.
—Te lo prometo.
—Señor Clark deben salir de aquí, nosotros nos encargamos de la situación. ¿Señorita Jones está usted bien? ¿Le hicieron daño? Los paramédicos deben examinarla antes de que vayan para la delegación —informa y ella asiente.
—Yo estoy bien —lamenta y busca con la mirada a su hermana—. ¡Nooooo! ¡Hero diles que la saquen de ahí! —grita e intenta correr hasta ella, pero no se lo permito, abrazándola fuertemente desde atrás—. ¡Sáquenla de esa bolsa! ¡Ella me habló, ella está viva!
Escucharla me desarma. Siento como mi estómago se hunde, y con él mi corazón se comprime. Jamás esperé verla de esa manera.
—¡Cariño, ey, tranquila por favor! Tranquila...
Sé que mis palabras son en vano, mas es lo que debo hacer por el momento.
Sus gritos se intensifican al ver cómo suben a su hermana a una ambulancia sobre una camilla, cubierta por una bolsa gris oscura. No sé que hacer para que se sienta mejor, y recurro a seguir así, arropando su cuerpo entre mis brazos mientras susurro en su oído que todo estará bien. ¡Diablos, nada está bien!
Finalmente cierran las puertas de la ambulancia y esta se aleja al tiempo que los policías nos indican salir del lugar. Por un momento pienso que Elena se ha tranquilizado, pues deja de gritar y suspira profundamente contra mi pecho. Me dice que está mejor y se separa de mi cuerpo para tomar un poco de aire y observar a su alrededor.
Sin darme tiempo a reaccionar sale corriendo en dirección a uno de los camiones de policía, justo donde tienen esposada a su otra hermana. Corro tras ella pero es demasiada tarde. Se ha adentrado al carro y ha sacado a su hermana por el cabello hasta tenerla completamente fuera. Todos corren a la escena, incluyéndome.
—¡Mataste a tu hermana, la mataste! —suelta entre gritos desesperados mientras la sacude por los hombros. Emily se ríe, es una risa demoníaca diría yo, no tiene ni gota de arrepentimiento esta chica.
—¡Que lastima que solo me quedaba una bala, desearía haber hecho lo mismo contigo! ¡Ustedes me quitaron a mamá! —la confronta y lo que hace Elena nos sobresalta a todos. Le pega una bofetada a su hermana y esta se ríe aún más—. ¡¿Eso es todo lo que tienes?! ¡Vamos, demuestra que estás igual de podrida que yo, pégame, pégale a tu sangre!
No la hace esperar y le pega en la otra parte de su rostro, para culminar con un puñetazo en su nariz, haciéndola sangrar en cuestión de segundos.
Los policías la detienen y, finalmente, ponen fin a la situación.
* * *
Luego de relatar nuestra declaración nos vamos camino al hospital para encontrarnos con Mike, ha dejado a las niñas con su madre y ha venido en cuanto le notificamos la noticia. Y sí pensé que Elena estaba destrozada, quedé corto al ver el estado del esposo de Evelina. Es triste ver a una mujer llorar, pero incluso es peor ver así a un hombre. Mike está demasiado afectado, ha dejado de llorar y ahora parece perdido. Sus ojos permanecen situados en un punto inespecífico de la pared, y solo contesta con monosílabos.
Cuando llegó se lamentaba por no darse cuenta de la desaparición de sus esposa, se culpaba por no sospechar de las horas que pasó ausente. Nada es suficiente para calmar un corazón roto, y menos al de un padre y esposo que acaba de perder uno de los pilares más importantes de su vida.
Rápidamente el salón del hospital se llenó de gente. Casi toda mi familia presente y algunas amistades de Eve que pudieron venir desde Boston. Es increíble el aprecio de tanta gente en cuestión de horas.
—No matamos a mamá —susurró Ele, con la mirada puesta en el piso mientras esperábamos en el salón de espera del hospital.
—Lo sé —repuse yo.
—Estaba soportando mucho dolor, su enfermedad estaba muy avanzada y dolía verla en esa camilla atada a los aparatos que la mantenían con vida.
—Hicieron lo correcto.
—Al parecer no lo fue, no tomamos en cuenta la opinión de Emily, ella nunca nos perdonó haber desconectado a mamá.
—Era lo mejor, yo también hubiese hecho lo mismo —le hago saber y me dedica una sonrisa triste.
—No es tan fácil, yo y Eve pasamos tres meses decidiendo si hacerlo o no. Pensamos que Emily lo había superado, dimos por hecho que no decirle fue la mejor decisión, y ahora veo que nos equivocamos. De haberla dejado conectada Eve seguiría con vida y nada de esto hubiera pasado —pronuncia mientras llora. Yo la abrazo, no puedo hacer nada más para que se sienta mejor.
—No te culpes por esto, a veces las cosas pasan por una razón.
—¿Qué razón, dime? ¿Qué de bueno tiene que una de mis hermana halla muerto y que la otra esté tras las rejas?
Me quedo en silencio, definitivamente nada de lo que diga hará que deje de culparse.
—Ya tengo todo —nos informa Mike, con los ojos empapados en lágrimas. Su padre acaba de cruzar la puerta y, luego de abrazarlo y decirle cómo están sus pequeñas, se dispone a darle apoyo a su hijo—. Necesito verla ahora.
—El doctor Trevor te llevará —le digo y él asiente para minutos más tarde retirarse junto a su padre rumbo a la morgue del hospital.
—Llévame a casa, yo... Necesito sentar cabeza.
—Si quieres te llevo al apartamento y te dejo sola para que pienses mejor —le sugiero y niega con la cabeza.
—Eve quería que estuviesemos juntos de verdad, tú le agradabas mucho —me dice con una sonrisa melancólica.
—¿En serio?
—Sí. Llévame a la mansión, quiero descansar en nuestro cuarto... Contigo.
Eso es suficiente para dejar un corto y suave beso sobre sus labios y conducirla al auto para irnos a casa. Ha sido un día fatal y ambos necesitamos un poco de paz.
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