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Capítulo 39

Hero
    Me estaciono frente a las escaleras de la entrada en cuanto el portón de la mansión se abre y bajo del Crossover a toda prisa como alma que se traga el diablo. Mientras me adentro al pasillo aflojo el nudo de mi corbata, ansioso por la llamada de mi madre. Detengo los pasos en bruto cuando llego al salón principal. Los rostros expresivos de mis hermanas y mi madre me reciben alertas y un fuerte dolor me apuñala en el centro del estómago cuando, en uno de los muebles, veo a Ashley sentada de piernas cruzadas. Sus finos labios se extienden en una sonrisa maliciosa y con lentitud se levanta, da unos cuantos pasos y se sitúa frente a mí.

—Hero Clark —pronuncia despacio, desplegando odio puro en cada palabra.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono sin gota de amabilidad. Su presencia es suficiente para acabar con la poca paz que exista.

Esta mujer es detestable, calculadora, maligna... Cada molécula de su cuerpo está podrida, no hay célula ni sentimiento bueno en ella. La Ashley que conocí en mi más temprana juventud no tiene absolutamente nada que ver con la que se convirtió una vez casada conmigo. ¿A dónde fue a parar aquella mujer hermosa y noble? Presentarle a mi primer inversionista fue un error irreparable que sentenció nuestro divorcio. No le bastó con todo aquello que le dí, nada de lo que planeábamos construir juntos la hizo reflexionar antes de traicionarme. El dinero, para ella, era —y sigue siendo—, lo único que le importa.

—Vine a ver a nuestra hija —contesta con vocecita inocente, pareciéndome lo más falso que he oído en mi vida.

—Intentamos que se fuera pero... —interviene mi madre y un gesto de mi mano la hace callar.

—Déjennos solos —ordeno a las tres que me observan estupefactas.

—Que suerte tan pésima tienes con las mujeres, hermano. —Hilary es la primera en hablar e irse, no sin antes dedicarme una mueca de desaprobación.

Sinceramente no sé que ha ocurrido con ella. Hilary solía apoyarme en mis decisiones y no se metía de lleno en mis asuntos, ahora pretende controlarlo todo y se ha empeñado en quedarse en la mansión hasta que la convenza de que Elena es la persona correcta para cumplir con el testamento de papá.

Aquel accidente cambió a mi familia, ahora mi hermana mayor no confía en mí y cada día se me hace un infierno. Y no me refiero a la muerte de nuestro padre...

—Madre, vamos —susurra Hash, tomando a mamá del brazo. Ella me dedica una mirada triste, buscando seguridad en mi mirada, una que no sé si pueda darle.

Finalmente accede y juntas se marchan al patio trasero. Dejándome a solas con Ashley.

—¿Vamos a tu despacho? La charla será larga querido.

Sus palabras me hacen tomar aire con brusquedad y expulsarlo con rabia. Asiento y me giro sobre mis talones para dirigirla a mi oficina, no tan lejos del salón. Abro la puerta y me adentro seguido por el sonido de los tacones de ella. Me siento en mi escritorio y ni siquiera le ofrezco una silla, no me apetece tener el mínimo buen gesto hacia su persona. Ella arrastra un mueble y lo sitúa frente a mí, del otro lado de la mesa de pino. Sitúa sus codos sobre la mesa y se inclina un poco queriendo mostrarme su escote. Esos pechos asiloconados ahora me producen asco, al igual que ese rostro retocado con botox. No sé cómo pude enamorarme de tal cosa...

—¿Donde está tu nueva esposa? ¡Tengo tantas ganas de conocerla! —exclama con finjido interés y muerdo el interior de mis mejillas buscando control para mi boca.

—A Elena no la metas en esto. Al grano, ¿qué demonios quieres? ¿Más dinero? —pruebo y alza a la par sus cejas y aplaude lentamente.

—Wao, primero defiendes a tu mujercita y luego aciertas con el dinero, me sorprendes —dice y ladea sus labios encendidos en una frívola sonrisa—. Pero digamos que... hoy he venido por algunas cosas más.

—Sé más clara y acabemos con esto de una maldita vez —exijo, arrastrando mi libreta de cheques para firmarle la suma que sea.

—Ey, ey, ey, con calma. Este tiempo viajando por las Bahamas en el lujoso yate que me regalaste he tenido la oportunidad de pensar mucho. Reflexioné y reflexioné durante días, hasta que me dije: Ash, ¿qué pasará cuando se agoten los míseros dólares de la cuenta que llenó Hero? Tienes una mina de oro bajo la falda ahora que se ha casado nuevamente y pretende conseguir la custodia de tu hija.

—¿A qué te refieres?

Su discursito me parece absurdo, pero a la vez enciende las alarmas de mi mente. Ella nunca regresa por estupideces. Ashley sabe demasiado sobre mí y mi familia, tiene todo lo necesario para quitarme a Valeria si así lo desea. En la última plática que tuvimos quedamos en que se largaría y me dejaría con todo el proceso de la custodia ya que hace unos meses logré la adopción. El que se haya aparecido aquí me preocupa, y haré lo necesario para que se marche de mi vida. Para eso le pago cada que intenta acercarse.

—¿Te imaginas que aparezca en el juzgado y le cuente al juez lo que pasó con Alice...?

—¡Cállate! ¡No te atrevas a mencionarlo! —le grito, pegando un puñetazo sobre la mesa—. ¡Dime de una maldita vez cuánto quieres!

—¿Qué cuánto quiero? ¿Es que no te das cuenta de que el dinero ya me importa una mierda? ¡Voy a fastidiar tu vida Hero, acabaré con tu mugrosa familia! Si no hubieses hecho esa prueba de ADN hoy estuviésemos disfrutando de la fortuna de Mássimo, sí, te traicioné, pero lo hice por ti, para que pudieras cumplir con las reglas del testamento. ¡Fuiste tan egoísta...!

—¿¡Egoísta yo!? ¡Cierra la boca por una vez en tu vida y ábrela solo para hablar cosas coherentes! Pretendías engañarme toda la vida con una hija falsa, todo para hacerte con parte del dinero... ¡Me das asco Ashley, asco!

—Pues ya verás como podrás con esto, porque he venido con todo para tenerte aquí. —Señala con su dedo índice la palma de su otra mano—. Y haré contigo lo que se me venga en gana hasta que yo quiera. O sino...

—¡¿Sino qué?! —exclamo, harto de sus manipulaciones.

—¿Ya tu esposa sabe de tu anterior matrimonio fracasado? Oh, por tu cara me imagino que no.

«No se atrevería...».

—Ya quiero ver cómo parará esto cuando se entere, ¡oh, y cuando le cuente al juez que te has inventado un matrimonio falso para ganar la custodia de Valeria! No sabes de lo que soy capaz Hero, mi hija está enferma, es una inútil sin sentimientos que no te quiere ni a ti, ni a nadie, me será fácil probar que eres un mal padre porque ella no podrá dar su testimonio, tan tonta e indefensa, a mí no salió...

—¡Basta!

Siento mis ojos arder, al igual que cada centímetro de mi piel. Me siento impotente, ansioso, frustrado por no poder reaccionar con violencia ante una mujer. ¡Es un jodido monstruo!
Mi despacho está tenso como un alambre a punto de romperse. Yo, con la mirada fija en Ashley, siento cómo el veneno de sus palabras se infiltra en mi mente y mi corazón. Es es como un remolino de maldad encarnada.

Ashley, con una sonrisa fría y afilada como un cuchillo, me amenaza con un tono que corta como un látigo en el aire. Sus palabras son elíxir tóxico puro, diseñadas para hacerme daño, para destruirme sin piedad. La promesa de sacar a la luz secretos oscuros y vergonzosos me mantienen atrapado en un callejón sin salida.

Ser un hombre de negocios, acostumbrado a resolver problemas con dinero y estrategia, me condenó a querer controlarla por siempre. Mantenerla callada era mi mayor proyecto, pero ahora que ha venido decidida a exponerme, no sé exactamente como defenderme.

Ashley tiene la llave de mi reputación en sus manos, y está dispuesta a usarla como un arma letal.

Mis manos tiemblan y mi corazón late con fuerza en el interior de mi pecho, pero no puedo ceder ante la arpía sin alma que me observa como buitre a su presa. Cada palabra suya es como un puñal que perfora mi orgullo y autoestima. Sin embargo, sé que ceder es condenarme. ¿Y qué hago? Si la idea de que Elena descubra el oscuro secreto que solo mi familia conoce me llena de terror.

En medio de la agresiva conversación, termino dándome cuenta de que estoy atrapado en un juego de poder con un demonio malvado que no tiene límites. Y aunque la rabia arde en mi interior, la impotencia me atenaza. La única certeza que tengo en este momento, es que enfrento una batalla épica por mi reputación, mi hija, mi familia, y la única mujer que deseo realmente como esposa.

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