Capítulo 34
Elena
—¿Nada de nada Ele? —cuestiona Evelina apegando su rostro a la pantalla mientras niego con seguridad.
—De hecho, hasta siento malestar en mi vientre, en cualquier momento me baja.
—Mmm —pronuncia entrecerrando los ojos y yo me acomodo sobre el colchón de la cama—, ¿por qué siento que te alivia no estar embarazada?
Su pregunta llega de sorpresa y abro la boca para contestar, pero lo único que sale es un chasqueo de labios. Es muy pronto para pensar en eso, y no es que embarazarme ahora sea una grandiosa noticia.
—¿Debería de sentirme diferente? —contesto de forma automática.
—Supongo que sí —acota, encogiéndose de hombros—, Elena, por eso estás ahí, necesitas quedar en estado pronto, es la única forma de que regreses lo más rápido posible a casa, ¿a caso no es eso lo que quieres?
—¡Pero claro! —exclamo de inmediato. Deseo más que nada regresar con mi familia y volver a mi vida. Muero por conocer a mis estudiantes y ejercer en lo que tanto que querido—. Pero...
—¿Pero?
«¿Qué has dicho Elena? ¡Mira que eres inoportuna!».
—Solo me asusta... Ya sabes, nunca he sido madre.
—Te entiendo, y sé que todo esto ha sido una locura, pero no pienses en la maternidad como algo eterno cariño. Suena descabellado, pero has firmado para prácticamente ser un vientre de alquiler, serás madre por cuánto, ¿uno, dos años? En menos de lo que crees estarás de vuelta.
Por un momento pienso en cuanta razón tiene. Y al mismo tiempo se me estrecha el corazón, no había indagado en eso del vientre de alquiler. Es que prácticamente eso soy, solo una vagina y un útero fértil destinado a un hombre que solo quiere a nuestra hija en su vida. ¿Qué pasaría si me encariño con la pequeña y luego no quiero entregarla?
—Eve, ¿y si el vínculo entre yo y mi bebé es muy fuerte? —la pregunta se escapa de mis labios y ella sonríe de lado con tristeza.
—Imaginé que en algún momento pensarías en eso, y la verdad, no sé que decirte, porque la sangre es más fuerte que el acero más puro del universo.
—Si supieras cuanto me atormenta esta situación... Cada noche es un martirio que a penas me deja dormir.
—Lo sé bella, pero debes ser fuerte, recuerda que estoy acá mandándote muchas vives —dice con los ojos brillosos—, mientras tanto intenta acostumbrarte un poco a tu nueva vida aunque esta sea temporal. Conversa con Hero y trata de entender todo lo que pasará una vez des a luz. No te dejes nada Ele, y si pasa lo inevitable, yo estaré aquí para ayudarte, soy capaz de raptarlos si es necesario a ti y a mí sobrina con tal de que no sufras más.
—¡No Eve qué dices! He firmado, tengo que asumir las consecuencias, no le haré eso a Hero.
—¿Y le harás eso a tu hija? ¿Abandonarla por salvar a tu padre?
—¿Tengo otra opción? —Y con esto me quiebro y una lágrima se me escapa.
—Disculpa ¿sí? Solo quiero que te plantees todo lo que puede o no pasar para que luego no te caiga de sorpresa y no sepas qué hacer.
—Y yo solo quiero entenderme Eve...
—¿Entenderte? ¿Hay algo que no me estás contando, verdad? —cuestiona arqueando una ceja, justo como lo hacía mamá cuando nos pillaba haciendo algo malo. Yo no respondo. Ni siquiera soy capaz de decirle a mi confidente lo que sucede con mi corazón—. Elena, no lo hagas, no me ignores porque ambas sabemos que hay que hablar ahora.
—La verdad debo ir a hacerle la cena a Hero porque seguro llega cansado y...
—Hero, Hero... ¿Es él verdad? ¿Es él quien te tiene así de pensativa? —Lanza pregunta tras pregunta.
—¿Qué insinuas? —me hago la tonta, aunque con ella es casi imposible.
—Estás cometiendo el peor error Ele —musita llevándose las manos a su rostro. Mientras niega con la cabeza de frota las mejillas y suelta un profundo suspiro—. Esto no debería pasar, hubiese sido mejor un hombre mayor y feo para que no hiciera esto más difícil.
—¡¿Qué?! ¿Te estás escuchando Evelina? ¡Hablas igual que Emy! ¿Qué les pasa a vosotros? —exclamo eufórica y me levanto de la cama. Camino de un lado al otro con el portátil sobre la cama reflejando a mi hermana mayor—. ¿Cómo te atreves a decir semejante barbaridad? ¿Un anciano? ¡Eso sería aún peor!
—Perdona no quise decir eso —se disculpa y sacude la cabeza—, lo que quise decir es que quizá si no fuese tan guapo no te habrías centrado en otra cosa que no sea darle una hija.
—¡¿Y quién dice que hay algo más?!
—Tu mirada es suficiente, a mí no me puedes engañar y eso lo sabemos ambas —responde suavemente y relajo mis hombros. Detesto que siempre tenga la razón.
—Eve, todo está y estará bien. Solo estoy confundida, es normal, hace mucho no conozco a otros hombres y... Solo no te preocupes ¿sí? Ahora voy a colgar que debo hacer la cena.
—Me estás evitando, a mí y a tu corazón, no seas estúpida Ele, es lo único que te pido —susurra lo último juntando sus manos cual gesto de rezo y asiento.
—No pasará, tranquila. Te amo, dale besos a mis sobrinas y a Mick.
—Ok bella hablamos mañana, también te amo, mucho...
Colgamos y finalmente expulso toda la presión que tuve que ocultar durante la plática. Siento que mi pecho está más pesado de lo normal y me abanico con un libro del estante de Hero aclamando un poco de aire. Me pregunto qué rayos me está pasando.
Desconozco totalmente a esta Elena, a la que se ha enamorado de un hombre que no ha sido para nada amable y que la toma cada vez que quiere porque firmó un contrato que dice que tendrán sexo siempre que él quiera, mientras sea consensuado. ¡Y sorpresa! ¡Ella siempre quiere! ¿Así que de qué me quejo? A la Elena real también le gusta acostarse con el mejor polvo que ha pasado por su vida ¿no?
Voy hasta la cocina mientras discuto conmigo misma y comienzo a preparar algo de cenar sin dejar de golpear las ollas como si ella tuvieran la culpa de lo que me pasa. Al terminar me lavo las manos y me siento en una de las sillas del desayunador para seguidamente encender mi celular y verificar la hora.
—¡Nueve de la noche! —exclamo, a sabiendas de que Hero jamás ha llegado pasadas las siete. Al menos no desde que vivimos juntos—, ¿dónde estás? —cuestiono para mi misma y tuerzo los labios al tiempo que busco el número de Hash para preguntarle sobre su hermano.
Tras unos cuantos timbres finalmente contesta: —¿Sí?
—Haiila, ¿cómo estás?
—¡De maravilla! ¿Y tú? ¿Ocurre algo? —pregunta de inmediato.
—No, estoy bien, tranquila. Solo llamaba para saber si Hero está allá, la cena está lista y desde que desayunó en la mañana no ha regresado...
—Emmm, bueno, no te voy a mentir, aquí no se le ha visto el pelo en todo el día. La última vez que lo ví fue en el lanzamiento de Figurine, se fue molesto porque no quería estar allí... Pero no te preocupes, que seguro anda en algún bar con Max —dice buscando tranquilizarme y definitivamente no lo logra.
«¿Cómo que no? No deberías controlar sus salidas, mucho menos a estas horas, aún es temprano y puede que... Sí, puede que esté con mujeres mientras yo lo espero encerrada aquí».
La mente se me nubla en cuestión de segundos y me despido de Hash con fingida comprensión. Nuevamente camino de un lado a otro, devorándome las uñas como una jodida nerviosa. De un momento a otro paso de intranquila a desesperada. Mi cabeza formula cosas salidas de la línea y trato de mantenerme cuerda, me conozco y no quiero tener que cruzar esas puertas para largarme a un club y disfrutar así como lo hace él.
¡Piiiiiiip! ¡Piiiiiiip!
El timbre suena y apresuro mis pasos para abrirla.
¡Piiiiiiiiip! ¡Piiiiiip! ¡Piiiiiiiiiiiiip!
¡Pero cuánta insistencia Dios mío!
La abro y el rostro furioso de Gina me deja inmóvil. Lleva un abrigo peludo de cuero enorme color marrón, unos leggins ajustados y un par de botas altas hasta sus pantorrillas, un gorro adorna su cabello suelto y a penas lleva maquillaje.
—Hola Elena, linda ¿cómo estás? —enuncia dulcemente, mas su respiración está bastante agitada.
Titubeo un poco y respondo: —Eh, bienvenida, pasa. Yo estoy bien, gracias y...
—¡Dime que está aquí! —grita, haciendo que me sobresalte del susto.
—¡Eh! ¿Quién? ¿Hero? No... No ha llegado de...
—¿Él tampoco está? ¡Debí imaginarlo! ¡Y me perdonas Ele, pero tu marido es una mala influencia para el mío!
«¿Y a esta mujer qué le pasa?». Me pregunto, y si antes estaba alterada ahora lo estoy más.
—¡Max es un adulto que bien sabe que debe o no hacer! ¡Así que no vengas a nuestro apartamento a gritarme como loca cuando nuestros esposos son igual de culpables! —le grito de vuelta y deja caer sus manos en puños a ambos lados de su cuerpo.
—Es verdad... ¿puedo pasar? Estoy desesperada Elena, ya no sé qué hacer con él —lloriquea, a punto de hacer un puchero. Por lo que mi corazón me gana y la invito a entrar.
—Por supuesto, pasa.
Entra y cierro la puerta tras ella.
—No estés así, Hash me ha dicho que seguro fueron a por un trago en algún bar.
—Es suficiente, eso nunca acaba bien —dice y se sienta en el sofá. Yo hago lo mismo a su lado—, llevamos cinco años de relación, lo conozco lo suficiente, a él y a Hero —enuncia lo último dedicándome una mirada sugerente que capto al instante.
—¿Crees que estén...?
—¿Con mujeres? ¡Por supuesto! No es la primera vez que se desvían del programa para irse a beber, ¿y sabes cómo terminan? Conmigo abofeteando a las zorras y con ellos dos ebrios detrás, sin fuerzas siquiera para caminar. Normalmente sé dónde están, pero hoy Max ha desactivado el GPS de su móvil, seguro se ha dado cuenta de que lo monitoreo desde mi celular. —Frunce el entrecejo y mira al techo como pensando en algo.
—¿En serio haces todo eso? —cuestiono horrorizada.
—¡Y hasta más! ¿Quieres acompañarme? Creo saber a dónde pueden haber ido.
Su invitación suena tentadora, porque realmente deseo saber qué está haciendo. Pero por otra parte, así no soy yo, jamás seguiría a mi esposo, y mucho menos armaría un espectáculo en pleno bar.
Pero... Quizá, hacer algo así le daría más realismo a esta farsa.
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