Capítulo 29
Elena
—Hola —pronuncio apretando los labios y todos me observan expectantes. Sí, sé que quizá debí saludar con un "buen día" ¿no? Ok, pero no lo haré—. Perdonen por la tardanza —me excuso y Ana coloca cara de poker, insinuando que este es un tema que no me concierne, cosa con la que no estoy de acuerdo, porque ahora los problemas de Hero también son míos, aunque lo nuestro no sea real, aunque su vida me importe un comino, soy humana y le voy a ayudar.
—Has llegado en el momento justo —agrega Hade, sentada de piernas cruzadas con los ojos rojos.
Hero asiente en silencio, como si agradeciera mi presencia.
—Gracias —susurro y tomo asiento al lado de Hero, en el sofá. Lo siento tensarse a mi lado, sin embargo, no me mira. Y yo, para hacer más creíble el ambiente, tomo una de sus manos y entrelazada con la mía las coloco encima de uno de sus muslos. Ahora sí me mira, de una forma agradable, que no me esperé. Por lo que lo paso por alto y voy al tema—. Ana, no hemos tenido tiempo de hablar, y lo que ocurrió en la ceremonia fue...
—Fue lo que necesitaba para atribuirle al juicio que Hero Clark no es exactamente el hombre indicado para cuidar de Valeria —me interrumpe y alzo a la par mis cejas.
—Muy bien —suspiro con tranquilidad—, antes que nada, no vuelva a interrumpirme, es una falta de respeto de su parte —alego y abre la boca para hablar, cosa que no le permito con un gesto de cara y mi índice en alto—. Segundo, ¿estaba usted buscando alguna excusa para llevarse a Valeria? ¿Tiene usted algo personal en contra de los Clark? —le cuestiono y su ceño se frunce.
—¡¿Cómo?! ¡No, definitivamente! No me ha entendido, señorita...
—Elena, Elena Clark —pronuncio la última palabra mirando de reojo a Hero y este me sonríe de lado—. Y ni usted ni nadie tiene razones para catalogar a mi esposo como malo o buen hombre ¿de acuerdo? —ataco y Hero muerde su labio inferior, puedo verlo de reojo.
—Yo... Yo solo quiero a mi nieta de vuelta —solloza Hade desde su sillón.
—Shhh, tranquila mamá —la calma Haila.
—Le decía, Elena, que no tengo problema alguno con esta familia, al contrario, me parecen muy responsables. Hero me demostró ser excelente al principio y la situación económica es...
—Es excepcional, todos lo saben. Y eso fue lo que insinuó hace un momento. Ahora, hablemos de lo ocurrido anoche —propongo y todos asienten—. ¿Sabe usted cuánta presión tiene a diario mi esposo? Y no le hablo de su trabajo, el cual es muy exigente, sino también de los preparativos de nuestra boda, nuestros planes con Valeria...
—Puedo imaginarme, y lo entiendo —contesta atenta y prosigo con mi alegato improvisado.
—Entonces también entenderá que la característica de Valeria pudo habérsele pasado por alto.
—No, algo tan delicado no debería "pasarse por alto" —Hace comillas con sus dedos.
—Siendo así, asumo toda la responsabilidad, pues fui yo quien le pedí que me dejara todo el papeleo a mí —espeto y Hero aprieta mi mano para interrumpir.
—No ha sido tu culpa —alega y niego con la cabeza—. Debí prestar más atención al procedimiento.
—¡Tienes muchas cosas en la cabeza Hero! Te ha caído encima tu empresa y el negocio de tu familia, es obvio que se te pasaran detalles de tu hija —refuto a sus palabras, terminando enfrentándonos uno al otro. Su semblante se ha tornado serio y la culpa le reviste el cuerpo. No permito que eso lo siga consumiendo y me giro a Ana para decirle: —Tiene razón, fue un error de nuestra parte, y es muy pronto para que cometamos deslices, pero le prometemos no a usted, sino a Valeria, que seremos los mejores padres del mundo.
Ana expulsa aire por su nariz con brusquedad y se queda pensativa unos segundos.
—¿Por qué la custodia está solo a nombre de Hero Clark, y no de ambos? —Su pregunta me deja muda por milésimas de segundos y trago en seco porque definitivamente para esto no tengo respuesta.
Ladeo la cabeza en busca de las palabras de Hero y este, al igual que yo, baja la guardia sin respuesta alguna.
—Son un matrimonio joven, imagínese —interviene Hade y la miramos al instante—, Elena acaba de entrar a la familia, quizá más adelante Hero y ella decidan compartir la custodia.
Sus palabras me parecen más que convincentes, cosa que para Ana no es. Pero bueno, con un asentimiento de cabeza de su parte es suficiente.
—No sé si sabe, pero soy psicóloga infantil, y bien sabe que Valeria me necesita muchísimo, yo estaría encantada de llevar su caso. —Mis palabras la hacen recostarse al espaldar del sillón. Puntea con sus tacones en el suelo y se remueve después para sacar su celular del bolso de mano que trae consigo.
Mientras tanto, mi mano y la de Hero siguen entrelazadas como la pareja que aparentamos ser. Hade se mordizquea las uñas y Haila observa nerviosa tras el asiento de su madre.
—¿David? —pronuncia con el teléfono pegado a su oído y deduzco que hable con el abogado de Hero y amigo de mi padre—. Necesito que traigas a Valeria a la mansión.
Esas palabras hacen que Hero suelte mi mano y se lleve ambas a su cabeza. Suelta un profundo suspiro y Hade suelta gritos de alegría junto a Haila. Yo celebro en voz baja, orgullosa de haber influido en la decisión de Ana, quien cuelga luego de ordenarle un par de cosas, se levanta y coge su bolso. Todos en la sala hacemos lo mismo.
—David traerá a la niña con sus cosas, yo iré a retirar el aviso que le envíe al juzgado, espero que no se haya entregado aún —dice.
—Muchas gracias por entender —Hero le agradece y ella junta sus labios accediendo—. Valeria pertenece aquí.
—Yo regresaré más tarde, y seguiré aquí hasta el próximo juicio, nada ha cambiado en cuanto a eso —informa.
—Puede quedarse el tiempo que sea necesario —agrega Hade con una sonrisa.
—Ya me marcho, espero poder hablar un poco más luego —comenta y Hero se ofrece a acompañarla a la puerta.
Nos despedimos de ella aún sofocados por el incómodo momento de hace un rato. Me dejo caer nuevamente sobre el sofá y Haila abraza a su madre luego de agradecerme por haber interferido. Ambas se alejan rumbo a la cocina y yo me quedo en mi lugar.
—Gracias. —Su gruesa e inconfundible voz me sorprende, y ahí está él, parado frente a mí, ahora sí tengo tiempo de observarle con detenimiento. Lleva sus peculiares pantalones oscuros, con una camisa blanca de mangas largas remangadas hasta sus codos y un chaleco negro por encima. Y por supuesto, la corbata no falta.
—No ha sido nada —le hago saber y toma asiento a mi lado.
—Sí lo ha sido.
—Te juro que no —contesto y detiene la mirada en mis labios.
—Te queda perfectamente lo de psicóloga empoderada, has jugado con su mente... —musita sin apartarme la mirada y me ruborizo cada que su aliento roza mis labios.
—Supongo —respondo en voz baja. No sé cómo es que siempre terminamos hablándonos de esta forma.
—Desafortunadamente eso jueguitos tuyos conmigo no funcionan —pronuncia y su mano se cuela bajo la falda de mi vestido.
—¿Seguro?
—Segurísimo.
—¿Hacemos la prueba?
—Cuando quieras.
—Hero qué te parece si... ¡Hay perdón! —se excusa Haila y nos recomponemos a tropezones. Yo cierro las piernas, las cuales involuntariamente se habían abierto a merced de mi acompañante, y él se lleva una mano a la nuca y la otra la usa para cubrir su erección—. ¡No, no! Yo ya me voy, mejor vuelvo más tarde...
—¡No! ¿Qué querías? —su hermano la retiene y ella deja de cubrirse la cara y vuelve a nosotros, no sin antes lazarme una mirada de esas que gritan: ¡Zorra! Pero de buena onda, así que le sonrío con vergüenza.
—Te decía, que si te parece que llevemos a Valeria esta noche a una cafetería pueblerina, Boris ha dicho q le encanta ir a esos sitios de comida barata —propone y Hero hace un gesto despectivo, lo cual me decepciona un poco.
—Su madre la acostumbró a esos lugares. —Entorna los ojos—. Iremos a un restaurante tailandés, alístate antes de las ocho, dile a mamá y a tu novio si quieres.
No espero ni un segundo para levantarme y hacer mi propuesta: —¡Most Food! —exclamo y ambos me miran en desconcierto—. Es un Mac' Donald's de mi zona, la mejor que hay.
—Haila, a las ocho, restaurante tailandés —espeta Hero, ignorando completamente mi comentario.
—¡A Vale le gustan las hamburguesas! —alude Haila en acuerdo conmigo.
—Mac' Donald's entonces —sonrío ampliamente y escuchamos al otro carraspear con la garganta.
—No pienso ir a un sitio de esos Elena, o comida tailandesa o comemos todos en casa —insiste y me llevo las manos a las caderas. Camino hasta él y levanto la mirada, porque con mi estatura solo alcanzo su barbilla.
—Temes ensuciarte de grasa y ketchup, nacer en cuna de oro te priva de privilegios como lamerse los dedos después de un buen bufette de papas fritas —le digo achinando los ojos y arquea una ceja.
—No me interesa lamerme los dedos, gracias.
Suelto una risita y volteo a ver a Haila, quien aguanta la risa tras nuestro. Vuelvo la vista a Hero y tomo una de sus manos, elijo su dedo índice y lo llevo a mi boca. Lo chupo despacio sin despegar la mirada de sus ojos y le veo abrir los labios, sumido en el momento.
—¿Y si te los lamo yo? ¿Mmm? —pronuncio y suelto su dedo—. ¿Qué dices?
Traga con dificultad y contesta: —A las ocho, ni un minuto más ni uno menos, todas listas. Iremos al jodido Most Food.
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