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Capítulo 28

Elena
Muerdo el interior de mis mejillas arrepentida de lo que acabo de preguntarle y él bebe de su jugo sin despegar su azul mirada de mi rostro.

—¿Nosotros? ¿A qué te refieres exactamente, Elena? —cuestiona haciendo énfasis en mi nombre y abro la boca para hablar, pero al segundo la cierro, la verdad no tengo idea de qué decirle—. ¿Necesitas que te repita nuevamente las reglas de nuestro acuerdo? —Arquea una de sus cejas y auch, quiero que esta conversación se detenga aquí.

—Para nada, no me has entendido —refuto y de un sorbo bebo todo lo que quedaba en mi vaso. Por supuesto, evandiendo la verdadera intención de mi pregunta.

—Entonces explícame —suelta y niego rotundamente.

—Me parece que ya es tarde, mañana hablamos sobre... sobre todo, tengo muchas cosas que preguntarte —me apresuro en declarar y me levanto, él me escudriña con la mirada seria que lo caracteriza.

—Te he dicho que puedes preguntar todo lo que quieras. —Se encoge de hombros y asiento. Me volteo para retirarme y pronuncia: —Elena.

—¿Mmh? —me giro para verle y despacio se dibuja una línea curva en sus labios, reflejando una sonrisa tan sensual que siento mis piernas doblegarse.

¡Esos hoyuelos en sus mejillas!

—Voy al baño, espérame desnuda en nuestra cama.

—¡¿Qué!? —exclamo sobresaltada porque ¿a qué está jugando? ¿qué carajos acaba de decirme? ¡¿se ha vuelto loco?!

Se levanta de la silla y camina hasta mí, intento no bajar la mirada a su torso desnudo y trago en seco cuando lame sus labios tan cerca de mi rostro.

—Mmm, ¿tan rápido se te agotan las energías? —Alza sus cejas esperando por una respuesta que me sale de forma automática.

—¡No!

Muerde su labio inferior ante la palabra que se me escapó y carraspeo con la garganta.

—Mira pequeña, tenemos una hija que hacer, juntos. Quieres ser libre, yo quiero cobrar mi herencia, mientras más rápido hagamos esto mejor.

—¿Y teniendo sexo cada diez minutos lo lograremos? —contraataco.

«¿A quién quiero engañar? El fuego que tengo entre las piernas es tan grande que en lo único que pienso ahora es en su...».

—Técnicamente sí —dice torciendo la boca en una mueca despectiva—. Vuelvo y te repito, ¿se te agotaron las energías? —Me mira con altivez, haciéndome sentir débil—. Tu silencio lo único que me demuestra es que no estás a mi altura...

No espero a que diga otra mierda más y lo agarro del cuello para estampar mis labios contra los suyos. Acojo su boca con necesidad, es tremendamente delicioso y no pienso discutirlo con mi dignidad.

—Veamos quien de los dos se rinde primero —susurro contra su boca, sus manos han poseído mi cintura y su respiración es cada vez más agitada—, ¿te parece?

—Me parece muchísimo. —Y con esas palabras me carga sobre sus caderas y me lleva de regreso a la mesa, donde me coloca y desviste con desesperación...


  * * *

La mañana y la tarde transcurren rápido en el apartamento, tanto así que la noche llega despavorida. Hero debe solucionar unos problemas en la empresa y me ha llevado de vuelta a la mansión para que no esté sola, claro, a escondidas de su hermana. Sinceramente no le temo, y bajaré las veces que lo necesite así tenga que irme a los puños con Hilary. Llegamos tan tarde que todos duermen, excepto Hade, quien me acompaña a la que fue la habitación nupcial después de que Hero se fuera y luego de una charla muy abierta sobre aspectos que me aclararon un mundo de cosas, me dejó sola para que pudiese dormir tranquila, cosa que duró poco, porque a media noche sentí como me voltearon boca a bajo y... ¡Santo Dios merezco eso cada jodida noche!

* * *

El agua tibia me refresca, la llovizna que destila la ducha se ha convertido en mi método terapéutico matutino y pretendo quedarme aquí debajo por un estimado tiempo. Me froto la cabeza con la yema de mis dedos y agarro el gel de baño para comenzar a enjuagar mi cuerpo.

Tengo un dolor extenuante en mis articulaciones, como si hubiese corrido un maratón por tres días consecutivos, definitivamente me encuentro hecha polvo. «Él me hizo polvo».

Salgo envuelta en mi bata de baño y una vez sentada sobre la cama abro mi portátil y le hago una videollamada a Evelina. Mientras el altavoz emite los tonos de espera voy al armario y cojo un cepillo para peinar mi cabello, el cual, gracias a los jalones que recibí en la noche, está bastante enredado.

—Niña mía. —La voz de Eve se hace presente junto con su rostro a través de la pantalla—. ¿Cómo amaneciste?

Le sonrío, como cada vez que le veo, ella es capaz de animar mi día con tan solo hablarme.

—Muy bien, dime de las niñas, ¿cómo llegaron a casa? supongo que cansadas con todo lo que corretearon en la fiesta.

—¡Ah, ni me digas nada! Aún están durmiendo, y tú sabes que ellas son madrugadoras. —Ríe y niego con la cabeza—. ¿De verdad estás bien? —insiste y junto mis labios, ahogando la nostalgia que me mata día a día.

—Lo estoy...

—¿No te hizo daño, verdad? —me pregunta en un susurro y me apresuro en negarlo a toda costa.

«O sea, si me trató mal, pero porque yo se lo pedí».

«¡Dios Elena qué estás haciendo!».

—Él... él es muy bueno conmigo, puedes estar tranquila Eve, no me hizo nada que yo no quisiera —le aclaro y su rostro se relaja.

Por un momento nos quedamos en silencio, yo pensando en lo odioso que es el que supuestamente me trata bien, y ella analizándome a la distancia.

—¿Qué? —musito, rompiendo la tensión del momento.

—¿Te... te está gustando ese hombre o...?

—No —la interrumpo—, definitivamente no Eve, ¡qué cosas dices! nos conocemos ¿hace cuánto? ¿una semana? Pfff —Ruedo los ojos, mintiendo tanto que doy vergüenza.

—No tiene que pasar mucho tiempo para que te guste alguien Ele, lo sabes. Eres jóven, a tu edad mis hormonas estaban por los aires —palabrea y no puedo evitar echarme a reír porque la muy bandida me conoce más de lo que me gustaría permitirle.

—No diré nada al respecto —sello el tema—, ¿has averiguado algo? —cuestiono entre muecas mientras el cepillo intenta deshacer los nudos que llevo en la cabeza.

—Nada... Intenté hablar con David, el abogado de Hero, pero se niega a dar información sobre su cliente, y no lo juzgo, es amigo de familia desde hace mucho, pero su ética va primero. Mick ya me había alertado de esto, pero ya sabes cómo soy de intensa.

—Me imagino... Yo también he intentado sacar algo por acá.

—¿Y?

—Nada relevante a lo que te conté ayer —me encojo de hombros y agarro la toalla para envolver mi cabello—, pero estoy segura de que entenderé todo esto mucho antes de lo que pensamos.

—Que así sea —aduce con una mano en su pecho.

—¡Mamiiiii! —La voz de Lía se escucha desde algún sitio de la casa—. ¡Maaaaaaa!

—Ya se despertaron las fieras —jaranea Eve y sonrío—. Hablamos más tarde mi bella, te amo, cuídate mucho y anda con cuidado.

—Lo haré, te amo —me despido y luego de lanzarnos besos cuelga la llamada.

Suelto un profundo suspiro e ignoro los mensajes de texto que me han enviado Abril y Britt. No sé por qué las he evitado tanto... Bueno, en el fondo sí sé, supongo que mantengo la idea de mantenerlas alejadas de mis temas familiares. Prefiero que sigan con la idea de que me he casado con un millonario a conveniencia para sacar a mi familia de la pobreza.

Unos toques en la puerta me llevan a abrirla, es Haila. Parece nerviosa y entra como loca a la habitación.

—Hero ha buscado a Ana temprano, y está aquí. Mamá lleva horas con ella abajo intentando convencerla para que lo que ha ocurrido no llegue a oídos del juez encargado del caso de la adopción —habla tan rápido que a penas puedo entenderla.

—Despacio Haila, ¿sí?

Expulsa aire por su boca en un bufido y prosigue: —Creo que deberías bajar a ayudar a mamá, porque si Hero explota lo arruinará todo, no está de buen humor porque no ha querido traer a Valeria, ha venido ella sola, y eso no es buena señal. Lo que quiero decirte es que mi hermano está a punto de soltar toda su furia porque Ana no cede, y si lo hace se irá todo a la basura, ¿entendiste? —cuestiona con nerviosismo y asiento.

—Voy a cambiarme para bajar, mientras tanto cuéntame todo lo que sabes de Valeria —le indico y me dirijo al closet, agarro un vestido amarillo mostaza holgado y un par de sandalias blancas.

—¿Hero no te ha dicho? —pregunta extrañada y niego.

—No lo suficiente.

—Entonces no debería ser yo quien te cuente... —alega y me volteo con seriedad.

—¿Quieres que Valeria vuelva?

—¡Por supuesto! Sino no estuviera pidiéndote ayuda.

—Entonces cuéntame todo, no pienso bajar a enfrentar a una asistente social estando en ascuas.

—Tienes razón... —musita y carraspea con la garganta—. Está bien.

Mientras da inicio a la charla me visto con prisa.

—Ashley, la ex prometida de mi hermano, lo traicionó hace unos cinco años, él era muy joven, y ella muy ambiciosa. Al principio eran una pareja perfecta, pero Ashley no se conformó con él, así que lo dejó y se fue con uno de los amigos de Hero —relata y no me detengo a opinar, solo escucho atenta—. Cuatro años después falleció papá. No sé de qué forma, pero Ash se enteró de las cláusulas del contrato y regresó con la pequeña Valeria, asegurando que era de Hero. Consiguió a demás unos exámenes de ADN dónde afirmaban que eran padre e hija por un 99% de probabilidad. Hero se lo creyó durante tres meses, todos lo creímos. Pero entre Vale y él no hay ni una pizca de parecido, así que por exigencia de mamá Hero decidió repetir los exámenes, y ahí comprobamos que eran falsos. Cuando Hero fue a buscar a Ash para exigirle, ella ya había desaparecido, abandonó a su hija cuando fue descubierta.

—Dios... —es lo único que puedo pronunciar—. Vamos.

Totalmente lista, no doy cabida a hablar sobre todo lo que me ha contado, ni siquiera espero a que culmine la historia y la traigo conmigo escaleras abajo, dónde encuentro a Hero, Ana y Hade reunidos en medio de la sala. No puedo explicar el rostro de mi esposo cuando me ve llegar, tan desconcertado como aliviado, como si supiera lo que he venido a hacer. Ana arruga su frente y Hade limpia sus lágrimas con un pañuelo.

Definitivamente la situación aquí abajo no es nada práctica y espero que mis palabras marquen la diferencia y puedan devolverle a Hero su hija.

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