Capítulo 21
Elena
—Pobrecilla...
«Joder mi estómago». Evoca mi mente ante unas palabras que me obligan a despertar.
—Dejémosla descansar.
—¿No has visto la hora? Prepara la ducha y dile a Clara que traiga una taza de café con un analgésico.
—Mama... Todo saldrá bien.
—No será así si sigues demorándote, vamos, has lo que te he pedido, yo me encargo de levantarla.
«Si supieran que estoy despierta, pero con pésimas ganas de abrir los ojos».
—Ele... —susurra mientras sacude mis hombros—. Elena, despierta cariño.
Con pereza y un poco de drama, finjo que recién regreso de mi profundo sueño. Me estrujo el rostro y con lentitud me recompongo sobre la cama. Frente a mí está sentada Hade con una mirada arruyadora. Desde el baño escucho a Haila enunciar que el agua está lista. Sale y me sonríe con cierta culpabilidad y le devuelvo el saludo con discreción, bien sabemos porqué actuamos así, quisiera recordar en cuanto antes cómo terminó la noche.
—Vamos, debes tomar un baño y comer algo, es las nueve de la mañana y la ceremonia empieza a las dos, estamos a contra reloj —me informa y trago en seco cuando mi mente evoca con detenimiento el significado de sus palabras. Una alerta me hace dejar a un lado mi estúpida resaca y me preparo para lo que se avecina.
Tomo mi bata de baño y me sumerjo bajo las llovizna de la ducha. Mientras enjuago mi cuerpo y el shampoo hace efecto en mi desordenado cabello, indago en el teatro armado en el club. Me apena saber que pasó algo de lo cual no recuerdo mucho, solo porque estoy consciente de que no hago cosas lindas cuando bebo de más.
* * *
Tres estilistas perfeccionan pequeños detalles de mi vestido de novia. Es uno largo que me hace sentir con la máxima elegancia. Lleva un encaje chantilly, que cubre desde mis hombros con apliques de pedrería, hasta mis muñecas, dejando a la vista la claridad de mi piel bajo la fina tela. En mi cintura prenden juegos de bordado impresionantes, con pequeñas perlas y brillitos. Entre los detalles de mi vestuario, y el glamour de las más pequeñas decoraciones, me ha encantado el velo catedral, que se extiende desde lo alto de mi peinado hasta mi cintura.
Siendo este un vestido de novia estilo princesa y al ser un modelo clásico, consigue la mezcla perfecta para deslumbrar.
Desbordante de feminidad, magia, sutileza, brillo, originalidad y creatividad, me acerco al espejo y repaso con mis manos las finas telas blancas que se ajustan a mi pecho y caen holgadas hasta mis tobillos. Una sensación extraña se apodera de mi pecho y he de admitir que, aunque este día debería ser más especial, no puedo ignorar lo cómoda que me siento con todo esto.
Mi reflejo me hace pensar en Eve y Emy. ¡Cuánto me gustaría que estuviesen aquí! Una lágrima se me escapa y una de las chicas que se encargaron de mi maquillaje se apresura en correr a retocar las marcas que mi tristeza dejó.
—¡Shhh, estás preciosa! Es normal que te emociones así, creeme, he visto muchas novias comportarse como si estuviesen en un entierro y no en su boda —me habla la rubia mientras agrega colorete en mis mejillas—. Cuando pises el altar todo esto pasará, y estarás tan feliz que lo demás perderá sentido, te lo aseguro. —Guiña un ojo y le agradezco por sus palabras, aunque realmente no es esa mi situación.
Extraño a mis hermanas, y no sé si pueda con todo esto sola.
Pienso en Hero. Todos estos días he intentado limitarme a hacerlo pero últimamente no sale de mi mente, mucho menos con la sensación que tengo en el pecho de lo que sea que pasó anoche. Lo imagino vestido de traje y con ese rostro tan serio que lo caracteriza, mirándome como cretino a medida que me acerco al altar. Quiero odiarlo, ¿pero como hacerlo si pierdo los estribos cuando me habla? ¿cómo olvidarme del Dios de los orgasmos?
«Mierda Ele no deberías estar pensando en estas cosas». Me recrimino porque mi única preocupación debe ser la vida de mis hermanas, no un arrogante futuro marido y sus movimientos en la cama.
—¡Estás deslumbrante! —exclama Hade asomándose por la puerta. Se lleva ambas manos a la boca y cubre una expresión.
—Gracias —contesto con una sonrisa.
—Es una novia hermosa, y se ha comportado de maravilla —habla ahora la pelinegra que arregló mi cabello—. No se ha quejado de nada, toda una reina.
—Ustedes me han echo sentir cómoda —contesto y las tres me sonríen agradecidas.
—Ele te tengo una sorpresa —suelta Hade y alzo las cejas—. Bueno, agradécele a Hero.
«¿Hero me ha preparado una sorpresa?».
Se hace a un lado y tras ella aparece Evelina con un hermoso vestido rosado ajustado a su curvilíneo cuerpo. Una sonrisa se despliega en sus labios y yo, al contrario, hago un puchero y corro a su encuentro. La abrazo con fuerza y suelto toda la presión que ha albergado mi pecho desde que llegué aquí.
—¡El vestido! —grita una de las estilistas.
—¡Cuidado con el maquillaje! ¡Dios el peinado! —escandaliza y yo solo tengo atención para mi hermana.
—Estoy aquí hermosa mía —susurra en mi oído y libero una inmensidad de lágrimas—. Tranquila, todo estará bien. —Se separa de mi cuerpo y recorre mi rostro con su mirada—. Solo mírate, pareces una princesa mi niña.
—Te extrañé mucho Eve —pronuncio entre lágrimas y Emily hace su entrada.
Dejo a Evelina y corro a los brazos de Emy. Nos abrazamos por unos minutos y ambas me reconfortan con hermosas palabras de aliento. No paran de halagar lo linda que me veo y eso aumenta considerablemente mi autoestima, cubriendo un poco los problemas que me hacen flaquear.
Para mi sorpresa, previamente entran mis dos cuñados y las pequeñas de Eve. Todos luciendo trajes que a mí pensar son carísimos, sin embargo, no me detengo a indagar en ello y corro a abrazarlos a ellos también.
—Papá quería venir, pero ya sabes, pensé que no querrías verlo así que le pedí que no viniera —me susurra Evelina y agacho la cabeza mientras asiento débilmente.
—Sí, lo sé, hiciste bien.
—Ven aquí y arreglemos eso —me toma de la mano nuevamente la rubia y me lleva hasta el quit de maquillaje.
En cuestión de minutos estoy lista y Haila regresa luciendo su fabuloso vestido rojo de corte en forma de V sobre uno de sus muslos, esta vez trae con ella a su prometido, a quien saludo con carisma. Definitivamente hacen una pareja preciosa.
Hade viste similar a su hija, solo que su vestido le llega hasta sus tobillos y no lleva el cabello suelto como Haila, sino en un peinado elegantísimo en forma de rosas.
La hora ha llegado. Bajo las escaleras con ayuda de mis hermanas y los criados me dedican lindas palabras mientras desciendo. Afuera nos espera una limucina enorme dónde iremos solo yo y Mick, he decidido que sea él quien me acompañe al altar ante la ausencia de mi padre... Evelina está encantadísima con la idea y ni hablar de las gemelas.
Los demás toman la delantera en un par de autos decorados con globos y seguidamente nos dirigimos a la iglesia donde se realizará la ceremonia. Espero que mi petición sobre el color de los decorativos se halla cumplido.
* * *
Las flores han sido el elemento clave de la decoración de la iglesia. Desde la entrada del extenso pasillo aspiro el aroma de todas ellas, frescas yo perfumadas. En los floreros situados a ambos lados de la alfombra violeta que conduce al altar hay flores secas, hechas en tela, y algunas de gran prestigio como orquídeas, rosas, tulipanes y otras tantas que no conocía antes.
Los detalles son impensables. Instalados en la entrada del templo, reduciendo el campo visual de los invitados hacia mi tan esperado ingreso. A diferencia del minúsculo arreglo de bancas que he visto, estos son verdaderos bouquets que caen en cascada. Que tienen grandes caídas y se pierden en el suelo. Divinidad es la palabra que describe todo esto.
Alucino.
Recorro todo a mi alrededor. Veo personas que no conozco sonreírme y les devuelvo la sonrisa totalmente descolocada, pero erguida. No hablemos de los paparazzis, tomando fotografías y parloteando por lo bajo. Como esperé, todo es violeta. Desde los globos hasta las cintas que rodean las bancas. Se me escapa una sonrisa y, finalmente, dirijo la mirada al límite de la alfombra, dónde se encuentran las damas de honor junto con el padre que nos unirá en matrimonio y un inexplicable hombre de traje que me observa como hiena a su presa.
—¿Lista? —me pregunta Mick por lo bajo y levanto la mirada a su verde mirada, le sonrío.
—Eso creo —contesto y suelto un profundo suspiro, evitando dirigir la mirada al frente, porque de hacerlo puede que me desmaye antes de llegar a los escalones.
Hade me anima lanzándome besos desde un extremo del altar y yo, con pasos que se alinean con la música de recepción y los campanasos de gloria, cada vez estoy más cerca de la perdición. Porque sí, esa boda es mi boleto directo al infierno, donde el diablo es el millonario con la mirada más ardiente del universo y la sonrisa más hipnotizante que existe.
Un último paso me sitúa enfrente suyo y no me atrevo a mirarle a la cara. El cura, con su túnica blanca y dorada, toma en sus manos un libro pequeño y ordena detener la música con un gesto.
—Estás preciosa —musita Hero en mi oído y se me pone la piel de gallina, y por mucho que desee mirarlo, mi orgullo no me lo permite—. Pero lo del violeta no te lo voy a perdonar.
Mis ojos se abren y por unos segundos dejo de escuchar las palabras del cura, solo las de Hero retumban en mi mente. Sonaron molestas, justo como quería que pasara. Ahora sí no puedo evitar ladear mi rostro para verlo y reírme de forma inocente en su cara. Pero al contrario, quedo aturdida con la imagen que me muestra.
Su ojo izquierdo tiene una lijera tonalidad morada que cubre parte de su mejilla y en su labio inferior hay un corte rojizo.
Dios, lo que provoqué.
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