Kuno y yo caminamos varias calles antes de llegar a mi casa. Mientras íbamos caminando lo fui distrayendo entrando a los centros comerciales, a los videojuegos, a varios lugares que lo hicieran olvidar sus penas.

—Jamás había tenido la oportunidad de salir de mis cuatro paredes Kano. Gracias por tomarte el tiempo de llevarme por todas partes. No debiste molestarte —dijo él sacudiendo su cola con alegría como si fuese un niño pequeño.

—No es nada Kuno, todo lo contrario. Necesitabas alguien con quien conversar y que te escuchara. Además, no estás bien anímicamente así que quise distraerte un poco.

—Eres una gran fursona, gracias Kano —dijo él abrazándome.

Yo no podía creer que él me diera un abrazo. Aun no me conocía bien, tampoco lo conocía y ya me tenía cariño. Yo lo único que hice fue corresponderle aunque me sonrojé un poco al sentir su cuerpo tan apegado al mío. Podía sentir una gran calidez.

—Me alegra que te sientas mejor —dije terminando de abrazarlo— La verdad es que en esta tarde también despejé mis pensamientos después de lo duro que me tocó ayer en la universidad.

—Oh... ¿eres universitario? —preguntó sorprendido.

—Claro que sí — le respondí— ¿tú también lo eres? —pregunté curiosamente.

—Si, asisto a las clases semi-presenciales los sábados en la Universidad del Japón.

—¡Vaya! —exclamé asombrado— ¿Y por qué jamás te vi? Estudio allí.

—¿De verdad? Pues, quizás como nuestros horarios son diferentes nunca nos encontramos. Además, estudio derecho, lo mismo que mi padre. Me encantan las leyes —dijo él mientras nos dirigimos hacia un establecimiento para comer.

—Oh, me gustaría saber un poco más sobre ti —le dije muy interesado al llegar, sentarnos y pedir algo de comer y de tomar.

Kuno y yo estuvimos charlando, comiendo y bebiendo nuestros respectivos jugos hasta que decidimos seguir nuestro camino. Después de unos minutos, llegamos a mi apartamento. Yo vivía en un apartamento de un barrio no muy popular pero sí muy tranquilo, además de que las personas que vivían cerca eran muy agradables.

—¡Kuno, hemos llegado!  —dije sonriente tras abrir la puerta de mi apartamento.

—¡Wow! Me encanta. ¿Vives acá? —preguntó él curiosamente— Imagino que has de vivir con tus padres ¿no?

—Bueno... la verdad es que vivo solo. Mis padres viven lejos y para estudiar tuve que venir acá porque esa universidad tiene la carrera que quería. Fue duro dejarlos pero ellos aceptaron. Mi padre es ingeniero agrónomo y mi madre profesora —dije con algo de melancolía.

—Ohhh... pues eso es bueno, tienen carreras interesantes —dijo él.

—Lo es... ¿Y qué me cuentas de ti, Kuno? —dije mirándolo— Vives con tus padres aun ¿verdad?

—Vivo con mi padre, ellos se divorciaron. Mi madre es arquitecta y mi padre es abogado pero... al confesarle la verdad sobre mi orientación sexual a mi padre, se enfadó mucho y como te había contado, discutimos.

—Es una pena que él lo haya tomado así. Tú no tienes la culpa de nada, confiaste en él —dije para tratar de hacerlo sentir mejor.

Sin embargo, Kuno no quiso decir nada más y estaba nuevamente ofuscado tras haber tocado el tema.

—Creo fui imprudente... al preguntar lo de si vivías con tus padres... olvida lo que dije si. Más bien ponte cómodo que ya casi es de noche.

—Está bien... no te preocupes... —dijo un poco más tranquilo.

Ya en casa, Kuno se sentó en el sofá mientras yo hice lo mismo estando a su lado. La verdad no le pregunté más por la razón del disgusto de su padre y lo molesto que se había puesto, así que preferí distraerlo con otras temáticas.

—Kuno y dime... ¿qué te gusta hacer?

—Bueno... la verdad me gusta leer, ir al teatro, salir al parque e ir a la playa. En la orilla es donde me relajo cada vez que me siento mal, justo donde me viste.

—Eso es bueno, salir a relajarse. Uno tiene que salir, divertirse y cono... 

—Kano, se que... aún no te conozco bien pero... por favor ¿podría ducharme acá? —preguntó él interrumpiendo lo que le decía.

—Si, claro. Además, te presto algo de ropa si necesitas —le dije.

—No te molestes, ya me has ayudado lo suficiente —dijo sonriente, habiendo notado que no estaba molesto ya.

—Descuida, no es nada. —dije abrazándolo.

—Gracias por tu hospitalidad y amabilidad. Es lindo encontrar chicos como tú hoy en día.

—No te preocupes y siéntete como en casa.

Kuno fue al baño y se desvistió. Mientras se bañaba, yo le llevaba un poco de ropa para que se la probara y seleccionara la que mejor le quedara. Como la puerta no estaba cerrada entré sin avisar y él salía del baño en ese momento bastante sorprendido al verme.

—¡Kano! ¿cómo entraste? —preguntó él cubriéndose rápidamente con una toalla.

—Pues... dejaste la puerta abierta y entré sin avisar, lo siento por eso —dije entregándole la ropa que llevaba en mis manos— Mira, te traje esta ropa para que te la pruebes y me digas si te queda. Mientras te la pruebas salgo de acá para que no digas después que te estoy mirando.

—Gracias, gracias de verdad... y bueno, fue mi culpa por no haber cerrado la puerta. Es que tenía muchas ganas de darme una relajante ducha y olvidé cerrarla—dijo Kuno para luego quitarse su toalla.

Kuno se quitó la toalla y dejó entrever su miembro colgante pero igual apetecible que miraba de reojo, además de un cuerpo hermoso que se dejaba admirar.

—Gracias por la ropa, Kano. Me queda muy bien amigo —dijo él vistiéndose por completo— pero si vamos a dormir mejor me prestas una pijama, jaja.

—De nada —respondí yo pensando en lo guapo que se veía con mi camisa naranja y el jean que le había traído— Y tienes razón, jeje.

Así, Kuno se volvió a vestir esta vez en pijama y se quedó conmigo para luego irnos a dormir en nuestros respectivos lugares.