Cristina y Paola eran las dos mejores amigas del mundo. Se querían como hermanas y se lo contaban todo. Quedaban cada fin de semana, normalmente en casa de Cristina. Paola lo sabía todo de Cristina, y... ¿Viceversa?

Cristina creía conocer a Paola, pero ésta guardaba un oscuro secreto: era esquizofrénica. Tenía miedo de contárselo a Cristina, no quería perderla.

Un día, Cristina fue a casa de Paola. Entre risas y palomitas, de pronto se hizo el silencio. Cristina miró un armario al fondo de la habitación.

-¿Por qué tienes un armario cerrado con candado? -Preguntó.

Paola se puso nerviosa y decidió que era hora de echar a Cristina de su casa, pero no iban a buscarla hasta dentro de dos horas.

-Oh, no sé, es para que no lo abran mis padres jaja. -Respondió nerviosa.

Cristina miró a Paola extrañada. Observó cómo se ponía cada vez más nerviosa.

-Si me disculpas -dijo Paola muy seria-, voy un momento al baño.

Paola se encerró en el baño durante 15 minutos, con miedo de que Cristina abriera el armario. Mientras, Cristina esperaba a Paola viendo la tele. <<¿Qué hay en ese armario?>> pensaba.

Paola salió del baño, volviendo todo a la normalidad. Pasó un rato y los padres de Cristina fueron a buscarla. Ambas se despidieron con un abrazo, y cuando Paola comprobó que por fin estaba sola, se agarró la cabeza y comenzó a gritar.

-¡Dejadme en paz, no voy a hacerle daño a mi mejor amiga!

Eso es, Cristina estuvo a punto de descubrir el oscuro secreto de Paola y su cabeza decidió que lo mejor era matarla. Paola pensó que se había vuelto loca.

Llamó a Cristina y le explicó que no podían seguir siendo amigas, cuando Cristina le preguntó por qué, Paola colgó. Ambas pasaron varias noches llorando. <<Es lo mejor para ella>> pensaba Paola.

Pero lo que ella no sabía era que ahora se acercaría más a Cristina.