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Amour fou

Podrían tener más de diez años juntos y tres hijos pero, nada de eso disminuía las ansias que se tenían el uno por el otro, cada mirada, palabra y beso, les robaba un pedazo del alma y se convertía en ellos, los dos por siempre hasta la muerte.

Se lo habían jurado el día de su boda y prometido cuando se conocieron en ese funeral, donde sus ojos se encontraron, y Leo supo que sus cuerpos inertes debían ser enterrados juntos en el cementerio familiar, Esternón con esternón, corazón con corazón.

Leo Addams Traería a su memoria las veces que fuera necesario su encuentro. Ella estaba tan hermosa, inmaculada, e impoluta. Era una virgen misteriosa, llena del encanto de las sirenas al hablar y la cual gozaba de una seducción que sólo las Heteras podrían comparar, el vestido negro entallado revelaba su pequeña cintura, y marcaba sus largas y torneadas piernas, las cuales sólo competían con sus pestañas, exóticas y llamativas, enmarcando aquel ocaso que se trasformaba en fuego al mirar, el rojo carmín de sus voluptuosos labios invitaban a probarlos en un tango ardiente y lleno de pasión, su espesa y larga cabellera negra se mecía como el ramaje caído de un sauce, hipnotizándolo en el vaivén de su baile.

Deseó con todas sus fuerzas ser el cadáver que se velaba esa noche, para recibir la caricia de esas pálidas y delicadas manos, Anheló ser las espinas que gozaron en descansar en los brazos de aquella condesa de la noche.

—Buenas noches, Cara mia. —Rompió el silencio con ella, mientras su mirada ámbar lo enfocaba, consumiéndolo en tanto fuego y aun así, helándole el corazón. —Creo que nos hemos visto antes,—La mujer le brindo una misteriosa sonrisa y sus ojos brillaron en expectación. —En mis pesadillas tal vez,—carraspeo en un aire seductor— eres mi ángel y verdugo, a quien le ruego y entregó mi alma cada noche, —Susurró en un tono que incitaba al pecado —Dame un nombre a quien rogar en las sombras, moriría por ti, y mataría por ti, mi diosa del anochecer. —Besó su mano.

—Soy Des Frump —Contestó halagado por el comentario, sonrió traviesamente, mientras llevaba su delgada mano a contornear las estrellas en las sienes de su interlocutor, se deslizó con suavidad por el chaleco y llegó hasta la mano de aquél, entrelazando sus dedos. —Han comenzando a tocar, ¿Le gusta bailar?—Preguntó mientras escuchaba a la orquesta entonar aquel tango, tan impropio de un velorio, tan adecuado para la ocasión.

El moreno la tomó con soltura, llevándola a rozar el suelo, acariciando con su rostro su pecho, dejando un beso en su anillo esternal.

—Mi tío estaría encantado —Habló el hombre mientras entrelazaba sus manos, y giraba a la hermosa dama—de que un ángel visitara su tumba, o bailara sobre él. —Sonrió.

—¡Oh! Leo.—Aclamó en atrayente tono, saliendo como un suspiro de aquella boca granate.—¿Qué quieres de mi?

—Des—Carraspeó el moreno mientras pedía permiso con una mirada de apoderarse de sus labios.—Todo. —Susurro antes de fusionar sus labios en baile tan seductor como el que había ejecutado.

Habían pasado casi quince años desde su encuentro en el funeral de su tío, donde Des acepto salir con él y posteriormente enlazaron su existencia, era sorprendente las vueltas que había dado la vida, y aunque su dama misteriosa pareciera una, la realidad era otra, y se hallaba dichoso de ser el único que conociera tal secreto de su esposo.

—¡Oh¡ míralo, yo moriría por él y mataría por él, —Afirmo con sugerencia devorando con las esmeraldas de su mirar al cuerpo sobre el lecho matrimonial — Como sea, que deleite ¿Estás triste mon amore? —preguntó a través del dosel.

Leo se hallaba posicionado junto al poste inferior del lecho, mientras miraba el cuerpo completamente estirado de su esposo, los brazos sobre su cabeza entrelazados, sus largas piernas cruzadas rozando el final de la cama, se perdió en su rostro y en el revoloteo de sus largas pestañas, las cuales con sutileza, le regalaban una invitación abierta.

Una mirada coqueta y una sonrisa traviesa del contrario. Había disfrutado demasiado la noche anterior, la tela cubría por completo a su amante sin embargo aquella seda translucida ocre, sólo le incitaba a tomarlo una vez más.

—¡Oh sí! Si, lo estoy. —Se escapó en contestación de sus labios carmín como un suspiro —¡Oh! Leo —Gimoteo, al sentir los rayos del sol golpearle el rostro— el sol, ça me fait mal comme un poignard —Habló en francés, consciente de lo que ese idioma le hacía a su esposo. Algo dentro del moreno punzo como un millón de cuchillos, encendiendo su libido y expectación— ¡Oh! Des... ¿es Francés? —Carraspeo con sensualidad cerca de su oído. —Oui—Contesto con una sonrisa llena de incitación.

Cara mia,—Susurro con excitación mientras, tomaba su mano y la besaba con devoción, para abandonarle del lecho e ir en contra del ventanal— ¡En garde Monsieur soleil! —Pronunció, mientras usaba su sable para cortar las cortinas y hacerlas caer, evitando que los rayos del sol tocaran a su hermoso compañero.

—Leo— Llamó, captando su atención, el hombre sobre la cama se retorció con elegancia, irguiendo su cuerpo para poder mirarlo penetrantemente con sus ojos ámbar.

—Querido—Contestó esperando que aquél le dijera, porque lo había llamado.

—Anoche, estuviste incontrolable, eras como un desesperante demonio aullante —Masculló — y me asustaste —lloriqueo con incitación, en un gimoteo—Hazlo otra vez— Demando con una sonrisa traviesa y dichosa.

Leo lo miró sin aguantar más sus ansias, saltando sobre aquel joven en la cama, devorando su boca con pasión y ansía, perdiendo sus manos en los pliegues de su bata de dormir, acariciando la piel de alabastro que escondía la tela.

La noche había sido excitante para ambos, lo que había comenzado con un juego de palabras y mimos había terminado con su marido atado en la cama, sus brazos se hallan igual de estirados que esa mañana, la correa tiraba deliciosamente de sus muñecas haciendo a la piel de sus brazos tensarse de manera inhumana, la mirada de su esposo lo incitaba a estirar más de la correa de sus tobillos, los cuales se sujetaban por el lado contrario del lecho, haciendo que esté se estremeciera al sentir a su cuerpo ser restirado por las cuerdas, una de sus piernas se vislumbraba a través de la sutil rasgadura de su vestido, dejándole apreciar lo tenso que se encontraba.

Plus—Le susurro con sensualidad, con la piel de su rostro húmeda, y sus mejillas sonrojadas, — S'il vous plait— Soltó en un ardiente jadeo en aquél idioma que le hacía sacar a la bestia que se escondía dentro de él.

Sin contemplaciones rasgo con la hoja de su sable el vestido negro de su esposo, dejando a su cuerpo expuesto, siendo únicamente cubierto por el corsé y las medias de noche. —¡Oh, Des!—Carraspeo junto a su cuello, mientras lo besaba con devoción, una y otra vez, bajando hasta su pecho para admirar los rosados botones, que indiscretos se levantaban ante sus ojos, atrapo uno entre sus dientes y jugueteó con él cruelmente, escuchando los jadeos y gemidos que provocaba en su "Luna", mientras se deshacía de sus propias prendas.

—¡Leo...!— gritaba presa de la lujuria.—Enciendes mi éxtasis, Mon sauvage.—Carraspeo con lasciva alto, mientras relamía sus labios.

Esas palabras sólo lo hacían enloquecer más, deslizó sus manos por toda la figura de su esposo, desde sus muñecas, sus dígitos danzaron descendiendo por su costado, llegando hasta el apretado corsé, el cual pensó que podría estarlo más, tomó entre sus fuertes dedos las cintas tirando a lados opuestos, haciendo a la tela oprimir el abdomen de su esposo.

—¿Sientes dolor amor mío?—Preguntó tirando más fuerte de la correa —¿Es insufrible?— susurró con impaciente expectación.

—¡Lo... es...!— Susurro en un jadeo excitado, con los ojos nublados y respiración cortada, Des se sentía en el mismo infierno, tan doloroso y placentero, tan increíblemente bueno... — ¡Más, Leo!—Exigió.

El moreno sonrió, besándolo con fervor, mientras volteaba a su esposo contra la cama, haciendo a las cuerdas retorcer sus muñecas y tobillos, Des respiraba pausada y lentamente, en un vaivén escabroso e incitante; hizo a un lado su largo cabello oscuro, y besó su nuca, hombros y columna, apretando en cada tanto al corsé cada vez que lo hacía, Des jadeaba y estremecía de puro placer a merced de lo que su marido quisiera.

Sus labios llegaron hasta donde terminaba su piel y comenzaba la tela, soltó los cordones, para poder perder sus manos en la ropa intima de Des, rasgó con impaciencia la tela, dejando a su trasero expuesto, acarició con sus palmas las pálidas nalgas, apretándolas con posesión, gozando del color rojizo que las cubría. Preguntándose de, cuántas veces no las había hecho cambiar de tono con su látigo, y aun así jamás se cansaría de hacerlo, enterró su rostro entre aquellas esferas, separando con sus pulgares la entrada de su esposo.

! Mon amour !—Grito el alto, cimbrando desde la punta de sus dedos hasta sus pies, mientras la lengua de Leo se abría paso dentro de él, torturándolo en un terrible vaivén; quería arquear la espalda, siendo imposibilitado por las correas que lo apresaban, cuando la lengua fue suplantada por los dedos de su esposo, los limites desaparecieron.

El moreno apreció la ligera curva de la cadera de Des, él cual buscaba más contacto con él, Leo corrió a su búsqueda y le susurro a su oído su ferviente y devoto amor, mientras su otra mano se encargaba de masturbarlo al ritmo creciente de la penetración de sus dedos.

Leo paró su toque, haciéndolo regresar a su posición inicial con la espalda sobre la cama y el cuerpo restirado verticalmente, sus ojos se encontraban embriagados en la lujuria, y sus mejillas sonrojadas, cosa que no hacía más que incitarlo a molestarlo más. —Oh, amore ¿Ya no resistes más?—Preguntó junto a su mejilla mientras la besaba y recorría hasta su mentón.

Los ojos llorosos de Des le dieron su respuesta, haciendo que Leo decidiera soltar la cuerda de sus tobillos, con un golpe certero de su sable deshizo el nudo que sostenía a su esposo a la cama, sus piernas temblaron, doblándose dócilmente, sin separarse para albergar al moreno entre sus pálidos muslos.

Leo tiró de los cordones de su corsé, haciéndolo arquear el cuerpo y soltar un fuerte gemido de placer, separando las piernas, llevándolas a los costados del moreno, el cual sin soltar los cordones de su corsé, tomo entre sus dedos aquellos muslos perfectos, cada movimiento que hacía al levantar sus piernas tiraba de él, apretando con fuerza sus entrañas.

Cuando el miembro erecto de Leo lo penetró, tocó las estrellas, lo encendía la sensación asfixiante al ser penetrado y apretado de esa forma, llevando a su cuerpo a un tortuoso torrente de éxtasis de lujuria y placer, sumergiéndolo en la insanidad y locura, en la felicidad absoluta.

Como amaba que leo tiñera su piel de carmesí y marcara su piel con cuerdas y cadenas, habían jugado tanto con la rueda, el aire se escapaba de su boca en bocanadas dolorosas y lentas. Con un silbido ronco, ambos llegaron al punto más alto, las cuerdas cedieron a la presión rompiéndose y liberando al alto de su presión de acero, tela y cuerdas, el llegó en un ronco jadeo dentro de él y el sobre su vientre.

Jamás podrían cansarse de su loco amor, tan absorbente, ferviente y demente, que se volvía puro fuego cada día, una llama eterna y pura, nadie jamás comprendería los límites de aquél y no se molestarían en explicárselos alguna vez, después de todo lo único que importaba era que la familia estaba unida.

—¡Te amo tanto, Des!— Afirmo el moreno mientras volvía a besar aquella pálida mano.

—Y yo a ti Mon sauvage, —Contestó con una sonrisa—Vamos abajo, los niños van a la escuela hoy.

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Créditos: El tango de Roxanne.

N.A:

Buenas madrugadas tengan todos, esto fue idealizado para el fantober del grupo de AMOLAD fandom hispano, sin embargo no lo termine a tiempo, pero como estaba empezado decidí terminarlo jajaja. En fin.... esperando este OS haya sido de su agrado me despido.

Dudas, comentarios, jitomatazos todo es bien recibido.

Oh si, queda implícito pero, esto es Mpreg,

como...?) no pregunten.... x'DD jajajaja si son hombres los dos...

c'est la vie~

Sin más que añadir, sólo que tengan un buen inicio de semana me despido x'DD

con amor: Morachan

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