El agua recorría su rostro al intentar verse un poco presentable para el rubio.

Luego de mucho batallar para ocultar sus ojeras y mantener una hermosa expresión relajada, retomo camino para poder salir por la parte trasera de la pizzería pero antes de haber salido se dio cuenta que había dejado sus llaves.

Recordó que al presentarse ante la pelirroja había colocado sus llaves junto a la caja, y con aquel recuerdo palpable se dirigió hacia el lugar.

— ¡Gou-chan me ofendes!

Se detuvo inmediatamente antes de cruzar la puerta, se asomo un poco para luego poder visualizar una cabellera rubia conocida.

— ¿Cuando incendiaste la cocina? 

— ¡Pero-!

— ¿Los mosquitos por los dulces olvidados?

— Bueno yo..

— ¡Mis preciadas cortinas!

— ¡Eso fue culpa de Pinkie-chan!

— ¿Y quien trajo a Pinkie-chan a la casa?

— Fui yo.

— ¡Si! ¡Tú!.— Suspiro cansada.— Nagisa-kun si vamos a vivir juntos deberías de colaborar un poco más o tendré canas antes de envejecer.

¿Vivir juntos?

— Lo siento Gou-chan~ ¡Prometo no causarte más problemas!

El rubio con algunas lagrimitas se lanzo a abrazar a la pelirroja mientras chocaba ambas mejillas de forma muy cariñosa, la chica resignada se dejo abrazar con las mejillas sonrojadas.

— Eres malditamente adorable, solo por eso te perdono Nagisa-kun.

— Adorable no, guapo cariño~

¿Escucharon eso? Fue el corazón de Rei partirse en dos, rompiendo todas posibilidades de querer al rubio como algo más.

Solo fui un juego. Lo sabía.

Y sin querer escuchar más, se fue sin decir palabra alguna.

Sin terminar de escuchar la conversación.

Al cruzar la calle de la avenida algunas lágrimas traicioneras pasaron por sus mejillas, y con un respiro profundo intento retener aquel dolor palpable en su pecho con desesperación.

Duele demasiado...