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Capítulo 21.

En multimedia, el vestido de Murasaki.


Murasaki aún no podía creer lo que había pasado.

Luego de haber quedado con la boca abierta debido a la información que había obtenido, simplemente dejó a Sakura desmayada y tirada en el suelo del baño, para luego salir corriendo.

Ahora mismo se encontraba de compras con Mikoto, sí, la mamá de Sasuke. No tenía amigas, y Sasuke con Naruto habían salido junto a Itachi para comprar algunos trajes de gala.

—Bien, ¿qué es lo que quieres llevar, Murasaki-chan? —preguntó Mikoto, pasando su mano suavemente por uno de los vestidos.

—La verdad es que, no sé. No sé nada sobre vestidos, no sé lo que me «queda bien», no sé... absolutamente nada. Además, el precio del vestido tiene que estar dentro del presupuesto y esas cosas —agregó, rascándose la mejilla izquierda con nerviosismo.

—Ah, Murasaki-chan, no te preocupes por eso —dijo Mikoto sonriendo, pero luego una sonrisa maligna se formó en el rostro de la mujer, abrió los ojos y Murasaki vio a Satanás... con zapatos y ropa de diseñador—. Tengo esto —dijo, sacando de su cartera una tarjeta con una línea dorada—, no hay nada qué temer mientras yo tenga esto.

Fugaku echaría fuego por las narices luego, Mikoto ocuparía la tarjeta sin límites.

Calzado, vestuario, accesorios, maquillaje, todo. A Murasaki le dolían los pies de tanto caminar, y estaba sudando gracias a todas las veces que se había tenido que probar un vestido y modelarle a Mikoto.

—¡Éste! —Gritó inmediatamente la Uchiha cuando Murasaki salió del probador y le enseñó el vestido— ¡Éste es el perfecto!

***

Deidara suspiró y secó las gotitas líquidas de su frente con el dorso de la mano.

—Listo.

Después de haberse bañado, vestido y maquillado (el maquillaje cortesía de Mikoto), había llegado el momento de peinarse. La verdad es que nada de esto le había mucha gracia a Murasaki, pero Hidan había insistido que esta ocasión era especial, ya que sería el primer baile al que su amada hermanita menor asistiría.

—¡Eres mejor que mi estilista! —chilló Mikoto, y juntó palmas con Deidara.

Murasaki tenía el cabello tomado en la zona de la nuca y algunas hebras de cabello (onduladas) enmarcándole la cara.

Mikoto había optado por un maquillaje suave, brillo de labios, crema de base, y un poco de sombra en los ojos.

Y para final, el vestido.

—Es acorde a ti, a tu personalidad, ¡y combina con tus ojos! —había dicho Mikoto cuando compraron el vestido.

Era morado, con diseño de flores de la cintura para arriba, mientras que para abajo era algo pomposo y de volantes, le llegaba algo sobre la rodilla. Habían decido que no llevaría zapatos con tacón por razones obvias —cof cof, se podía caer y romper el cuerpo, cof cof.

Estaban en la casa de Murasaki, Hidan se había dado el tiempo de ordenar para que se viera más presentable, ya que todos se reunirían ahí, antes y después del baile, según lo que tenían planeado.

Sasuke había pasado a buscarla en un auto lujoso de una marca que Murasaki no supo distinguir. El Uchiha vestía un traje de gala sencillo, negro y blanco, mientras que en el bolsillo de su traje había una rosa de color blanco.

—Blanco como tu cerebro en los exámenes de matemáticas —había dicho Sasuke entregándose la rosa a Murasaki.

—Blanco como los nudillos de las mujeres que te golpean cuando te pillan espiándolas —había devuelto la broma.

—Qué chistosa.

—Lo sé.

Al poco tiempo llegó Naruto, que tenía exactamente el mismo traje que Sasuke, sólo que Naruto ya tenía los zapatos sucios.

—Mira qué indecente. —Señaló Deidara.

—Tú... ¿qué carajos haces aquí, vieja?

—¡¿VIEJA?! YO NO SOY EL QUE TIENE AROS EN LAS OREJAS.

—POR MILLONÉSIMA VEZ: SE LLAMAN PIERCINGS.

Sasuke se sobó el puente de la nariz mientras escuchaba la discusión entre Deidara y Naruto.

—¡Sasuke, te ves genial! —Mikoto saltó sobre su hijo, abrazándolo.

—Sí, sí, mamá —masculló el Uchiha, tratando de sacarse de encima a su madre.

—¡Foto, foto! —gritó Hidan, saliendo de la nada, asustándolos a todos y con una cámara en mano.

—Aún no —dijo Naruto, que sobre él tenía a Deidara, quién le jalaba el cabello y las mejillas—, falta Harly.

—¿Harly...? ¿Harly va a ser tu pareja? —preguntó el peliplata.

—Claro, ¿la conoces?

Naruto empujó a Deidara, el cual rodó por el suelo y después se paró rápidamente.

—Pasaron algunas cosas y Harly se tuvo que quedar aquí —respondió Murasaki por su hermano.

—¿Algunas cosas?

—Nada de lo que debas preocuparte, Naruto.

Como si hablando de ella la hubieran invocado, la puerta sonó y un «soy yo» se escuchó.

—Ya llegó.

Naruto se apresuró a abrir la puerta y recibió a Harly con un beso en la mejilla.

Harly iba muy simple, tenía puesto un vestido negro de manga corta, ajustado de la cintura para arriba, mientras que después caía como una falda bastante holgada. Zapatos de tacón aguja del mismo color y el cabello suelto. Cómo maquillaje se había puesto sombra de ojos casi imperceptible, rímel y rojo en los labios, resaltando su piel pálida.

—Te ves muy linda —le alagó Hidan.

—Gracias —sonrió Harly, mostrando sus blancos dientes.

—Ahora sí, la foto —recordó Mikoto, entusiasmada.

Sasuke tomó a Murasaki por la cintura.

—¿Has bajado de peso? —preguntó en un susurro, sólo para que Murasaki pudiera oírlo.

—No, tu mamá casi me rompe las costillas con un corsé —le respondió la otra en el mismo tono.

Sasuke soltó una risita.

Naruto abrazaba a Harly por los hombros y ésta le abrazaba por el estómago. Los cuatro sonrieron y el flash de la cámara los cegó por unos instantes.

—¡Listo!

—¡Qué lindos salieron! —expresó Mikoto, mirando con anhelo la imagen— Ah, por cierto chicos, cómo cortesía Uchiha, irán en el auto que ya está afuera esperándolos.

Mikoto le cerró un ojo cómplice a su hijo.

Harly y Naruto fueron los primeros en salir corriendo a ver, y soltaron un gritito de alegría cuando vieron el auto que les llevaría. Sasuke revoloteó los ojos y tomando a Murasaki por la muñeca la jaló sin ningún cuidado hasta afuera.

—¡Linda fiesta! —les deseó Hidan.

—¡Que la pasen bien! —gritó Deidara.

—¡Pero cuídense! —dijo ahora Mikoto.

Sasuke y Murasaki se subieron a la limusina, dónde ya estaban Naruto y Harly, riendo y jugando con las cosas que el automóvil incluía.

—Hola, caballeros y señoritas —habló el chofer, acomodando el visor para poder observar a todos sus pasajeros—, yo seré el encargado de llevarlos a la fiesta el día de hoy.

—¡Itachi!

—Chofer, Sasuke, hoy soy chofer.

—No tenías que hacer esto... ¿mamá te dijo que lo fueras?

—No. Yo quise, no quería perderme la primera fiesta a la que asistirá mi hermanito menor.

—¡¿Es tu hermano?! —saltaron Naruto y Harly, al mismo tiempo.

—Sí, lo es —contestó Sasuke de mala gana—. No tenías que hacerlo, Itachi.

—Ya te lo dije, ¿no? Lo hago porque quiero.

***

El viaje había pasado entre risas, bromas, temas triviales y gritos. Cuando llegaron al instituto, todos se giraron a ver quienes habían llegado en tan lujosa limusina, casi se les cae la boca al suelo cuando vieron a Murasaki salió primero, siendo ayudada por Itachi. Luego Naruto, quién ayudó a Harly a salir y por último, Sasuke.

—Disfruten su fiesta —les deseó Itachi, haciendo una reverencia.

Todos siguieron caminando, pero Murasaki se quedó viendo fijamente a Itachi, ¿a caso él... le había guiñado el ojo? Negó con la cabeza, seguro les estaba guiñando el ojo a todos y ella tontamente creía que sólo se lo había hecho a ella.

Siguieron caminando hasta entrar. La música había empezado a sonar por todo el lugar, había adornos por todas partes y pequeños puestos de comida, avanzaron hasta el gimnasio, que era dónde estaba la verdadera fiesta. La música ahí ya era más movida que en el hall, y había más gente, cuchicheando entre ella.

—Me siento tan incómodo entre tanta gente... —susurró Sasuke a su pareja.

—Lo sé... pero mira el lado bueno, hay un montón de chicas con vestidos cortos.

Naruto junto con Harly ya habían ido a la pista de baile, divirtiéndose.

—Ellos se ven muy bien juntos... —opinó el pelinegro.

Murasaki abrió sus ojos, acordándose de algo.

—Sasuke, ¿podemos ir a un lugar más privado? —le preguntó, tomándolo del codo.

—¿Para qué?

—Quiero hablarte de algo...

Salieron del gimnasio y fueron a las bancas que había en el patio, había muy poca gente y la música sólo se escuchaba levemente, de fondo.

—¿De qué querías hablar?

Murasaki tomó aire, ella no era muy lista como para decir las cosas con cautela y tacto, así que lo iba a soltar de una sola vez.

—¿Quién te gusta?

—¿Ah?

—Que quién te gusta.

Sasuke puso cara pensativa, porque realmente no sabía. Al principio pensaba que le gustaba Murasaki, pero eso sólo era porque ella fue su primera amiga y había pasado muchas cosas con ella, el efecto del puente colgante.

—No lo sé... aunque, si tuviera que elegir a alguien del instituto, elegiría a... Uzumaki Karin.

—¿KARIN? —chilló Murasaki.

—Sí, digo, es pelirroja, eso suma puntos, y tiene a todo el instituto en su poder, aún sin ser parte de las porristas, también las maneja a ellas, ¿no es estupendo?

—¡Karin es una... serpiente! ¡Ella es maligna!

—¿Qué dices? Eso es ser inteligente.

Murasaki se cruzó de brazos, de alguna u otra manera, se había enojado con Sasuke.

—Permiso —dijo, parándose y comenzando a caminar lejos de Sasuke.

—¿Qué? ¿Murasaki? ¿Te enojaste?

—No lo sé.

Sasuke revoloteó los ojos, se supone que su primer baile sería genial, pero sólo estaba resultando del asco. No siguió a Murasaki.

La castaña se abrazaba a sí misma tratando de rechazar al frío, pero luego se llevó ambas manos a la cara, cubriendo su nariz y boca, tratando de respirar aire tibio y que sus pulmones no se pusieran estúpidos.

Se sentó en el suelo y repasó las cosas; lo más probable es que a su hermano mayor, Hidan, le guste Harly, a Harly le gusta Naruto, a Naruto Sakura, a Sakura Sasuke y a Sasuke Karin. Era todo un enredo, y ella no formaba parte de ese enredo, entonces, ¿por qué se sentía tan molesta? Sasuke no sólo era un pervertido, también era un idiota, ¿gustarle una víbora cómo Karin? ¡Imposible!

—Eh, Murasaki, no sabía que vendrías.

Murasaki levantó la cabeza para ver quién interrumpía sus pensamientos y vio a Sasori. Abrió su boca y ojos al mismo tiempo, consternada.

—¿Qué haces aquí, Saso-chan?

—Ya te he dicho que me dejes de llamar así, y respondiendo a tu pregunta: una chica de tu instituto me invitó. Pero me aburrí con ella, así que me escabullí y aquí estoy.

Sasori llevaba el típico traje negro con camisa blanca, sólo que un poco más desordenado y con la corbata a medio caerse. El pelirrojo se sentó al lado de Murasaki, y la sintió fría. Pasó su brazo por los hombros de la chica y la atrajo a su cuerpo, brindándole calor.

—Pensé que yo te daba asco.

—¿Qué dices, tonta? Todas esas cosas eran bromas. Además, comparadas con todas esas chicas, lo que menos me das tú es asco.

Murasaki giró su cabeza hacia Sasori y entrecerró los ojos con desconfianza.

—¿Qué quieres decir?

Sasori sonrió y besó a Murasaki, en los labios. Murasaki no correspondió dado a lo sorprendida que estaba. Su corazón dejó de latir por unos momentos para luego comenzar a bombear sangre desesperado.

—Quiero decir que, comparada con esas chicas, tú me gustas.




i just wanna end this soon...


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