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36. EPÍLOGO | NUEVO INICIO

Una caricia y fui creyente,
cada beso se vuelve un poco más dulce.
Cada vez mejor,
se va poniendo cada vez mejor todo el tiempo, chica.
***

SEIS MESES DESPUÉS


ASIER

Toco la puerta de la casa de Nai y algunos segundos después me abre su mamá con ojos irritados. Me mira con suspicacia y acomodo mis manos dentro de los bolsillos del pantalón.

—Buenos días —saludo con una sonrisa. Ella sorbe por la nariz y hace un gesto para que pase, lo cual hago—. ¿Cómo está?

—Triste. Quiero odiarte porque te llevas a mi bebé lejos —murmura pasando los dedos por debajo de sus ojos para secar las lágrimas—, pero no puedo. Me caes demasiado bien.

Río levemente y estudio la sala de estar por última vez. Tantas cosas que ha pasado por el último medio año aquí, en casa de mi novia, y no sé si volvamos pronto.

—Sabe que la voy a cuidar muy bien. No tiene por qué preocuparse por eso.

Me encojo de hombros y ella suspira con cansancio.

—Eso no lo dudo, Asier. Si no... Ya sabes, tengo contactos —bromea guiñando un ojo.

Palmea mi hombro al pasar a mi lado y la veo alejarse por el pasillo, seguramente para llamar a Nai y preguntarle si ya está lista para marcharnos.

Sip. Nos estamos yendo a la universidad. Juntos.

A pesar de que su madre no estaba convencida en un principio, Naira logró convencerla de que era mejor a estar viajando dos horas diarias de ida y vuelta. Mudándonos juntos se va a ahorrar mucha gasolina. ¿Y lo mejor? No vamos a pagar renta.

Una de mis tías tiene una casa, la cual no usa, y dijo que con mucho gusto la dejaba a mi disposición. Le comenté a Nai y ella no tardó en comenzar a hacer preparativos para convencer a su mamá de que la dejara ir conmigo.

Después de la primera noche que pasamos juntos en el bosque, cuando... ustedes saben, comenzamos a hablar de lo que iba a ser de nosotros al comenzar la universidad. Naira podía estudiar aquí en casa si quería, pero yo solo tenía la opción de estudiar lejos de casa. Investigamos un poco y vimos que su carrera también la llevaban a donde yo voy a comenzar a asistir, por lo que decidió que era ahí donde estudiaría.

Sabíamos que los periodos de pruebas iban a ser bastante difíciles y que tomaría mucho de nuestro tiempo prepararnos de la manera correcta. Y lamentablemente ese tiempo sería extraído del que pasaríamos juntos. Ninguno de los dos podía soportar la idea de estar alejados durante mucho tiempo, vernos solamente un par de horas los fines de semana, y a veces ni siquiera eso, por lo que creemos que es una buena idea a pesar de que la gente trata de disuadirnos.

Que es diferente vivir juntos, que los problemas nos van a agobiar... Nada de eso me interesa. Yo amo a Nai y sé que ella me ama. Ambos damos lo mejor de nosotros en nuestra relación y no será diferente cuando comencemos a vivir juntos.

¿Y qué si tenemos problemas? Todas las parejas los tienen. El punto está en hablar y tratar de resolverlo. Si algo hay entre nosotros, es comunicación y confianza. Es esa la razón principal por la que funcionamos tan bien. Así que... sí. Ninguno de los dos quería renunciar a lo nuestro, y es por eso estoy hoy aquí, parado en medio de su sala, esperando por ella.

Es sábado por la mañana y ya nos estamos mudando. He venido para cargar su equipaje y después tomar rumbo al que va a ser nuestro segundo hogar por los próximos... cuatro años. El lunes comienzan las clases y decidimos que era mejor mudarnos esta fin de semana, así tendremos tiempo para establecernos bien y luego explorar el campus, de esa manera no nos perderemos tratando de encontrar los caminos entre los edificios a nuestras clases.

Lo vimos por internet y es... enorme. No me sorprendería perderme durante la exploración.

Un sonido como de arrastre hace que fije mi atención en la melena cobriza que se acerca con paso calmado hacia mí. Nai se ve radiante con esa sonrisa sincera y los ojos brillando por la emoción. Hermosa, como siempre.

Sé que está ansiosa al igual que yo por esta nueva aventura en la que nos embarcaremos y de hecho no puedo esperar ya más. Acercándome en dos zancadas, la tomo por la cintura y planto en su boca un largo beso que nos deja sin aliento.

—¿Lista? —pregunto acariciando su mejilla. Ella asiente soltando las maletas que lleva detrás y echando sus brazos alrededor de mi cuello.

—Nunca más que ahora.

Vuelvo a besarla, esta vez más suave y entonces su mamá entra carraspeando a la sala con otra maleta tras ella.

—Frente a mí no, por favor. Ya tendrán mucho tiempo allá para hacer sus cosas.

El jadeo indignado de Nai me hace reír.

—¡Má!

—¿Qué? Es cierto. Sé lo que van a hacer cuando lleguen y tengan la casa para ustedes solos. Soy vieja, no tonta. Además... alguna vez fui joven.

Río algo avergonzado y siento a mis orejas calentarse. El que la mamá de mi novia sepa lo que planeo hacer con su hija no es divertido.

Miro por el rabillo de mi ojo a Nai y noto que se encuentra igual de roja que el traje de Santa Claus. Dios, hemos perdido la timidez entre nosotros hace ya un largo tiempo atrás, pero es diferente con su mamá aquí presente.

—Esto, yo... creo que iré subiendo tus maletas —le digo a Nai.

Beso su mejilla y tomo las más pesadas para llevarlas al coche. Apenas he cruzado la puerta cuando escucho las carcajadas estallar.

—¡Dios, má! Lo has puesto nervioso.

Más risas siguen y yo sacudo la cabeza divertido. Algunos minutos después de que he guardado el equipaje de Nai, la puerta principal de la casa se abre y madre e hija salen abrazadas. Ambas con ojos hinchados e irritados. Una punzada de culpabilidad pica mi pecho y me siento mal por estarlas separando cuando son tan unidas. Cuando Nai es lo único que tiene su madre.

Se encaminan hasta mi auto donde me encuentro recargado, y veo que intercambian algunas palabras. Les doy más tiempo, sé que lo necesitan para despedirse, por eso entro al coche para darles una especie de privacidad y enciendo la radio recargando mi cabeza en la parte de atrás del asiento.

Si supieras lo que siento, cuando estás cerca de mí.
Cuando se juntan nuestros labios, es un sueño sin dormir.

Comienzo a tararear la letra de la canción y a recordar algunos de los momentos más bonitos que he pasado con Nai a mi lado. A pesar de algunas peleas y discusiones que hemos tenido, seguimos adelante. Nos hemos reconciliado cada vez y nuestra relación se ha fortalecido.

Una esquina de mis labios se curva y miro al cielo nublado justo cuando la puerta del pasajero se abre y Nai se deja caer en el asiento junto a mí.

—Acelera antes de que me arrepienta —dice dramáticamente.

Miro a su mamá acercándose y bajo el vidrio.

—Ya sabes, Asier. Te estoy confiando lo más importante de mi vida. Hazla sufrir y ya verás.

Apunta sus ojos con dos dedos y luego señala los míos como queriendo decir que me tiene en la mira.

—Yo solita me puedo encargar de él —apunta Nai dándome una palmadita en el pecho.

Río al imaginarla queriendo golpearme. Es tan pequeña y delgada que no puede ni contra Alba.

Tomo su mano, beso el dorso y entrelazo nuestros dedos.

—Lo que tú digas, bonita.

—No me subestimes.

Su mamá sacude la cabeza con diversión y entonces golpea el techo de mi vehículo.

—Tengan cuidado en el viaje. Nai, llámame cuando lleguen. Asier, recuérdale que me llame. Ya sabes que esta niña tiene memoria de pez.

Le aseguro que así haré y entonces arranco el coche con destino a una nueva etapa de nuestras vidas. Pasamos algún tiempo en silencio, solo escuchando las canciones que pasan por la estación y a veces cantando. A veces cuando me sé una canción, hago una mala interpretación para hacer reír a Nai y que no esté tan triste por dejar su casa.

Tiene la mirada fija en el cielo nublado, su frente recargada en el vidrio, pero sus dedos siguen entre los míos.

Escucho el suspiro que suelta y la miro de reojo.

—¿Ya extrañando tu casa?

Vuelvo mi vista a la carretera, sin embargo puedo sentir que me ve.

—Más bien nerviosa. Una nueva escuela, una nueva ciudad, una nueva casa, nuevos compañeros...

—Espero que no estés pensando en conseguir un nuevo novio —bromeo.

Ella ríe y sacude la cabeza dando un pequeño apretón a mi mano.

—Nunca.

La manera en que dice esa única palabra me hace sentir que jamás ha pensado en esa posibilidad. Y me alegro. Porque yo tampoco puedo imaginarlo. Nai es mi todo. No puedo imaginar ni un minuto sin ella a mi lado, mucho menos una vida.

Sonrío, elevo su mano a mi boca y presiono un beso en su dorso.

—Te amo. Todo va a salir bien, no estés nerviosa. Yo voy a estar siempre a tu lado.

El silencio vuelve a instalarse entre nosotros y me atrevo a darle otra mirada. Ella me observa con una sonrisa en su rostro.

—¿Cómo es que tuve la suerte de quedarme contigo? —pregunta soñadora, lo que me hace soltar una carcajada.

—Ay, Nai. El suertudo aquí soy yo.

Tras esa declaración, Yellow de Coldplay comienza a sonar y, como si estuviéramos sincronizados, Nai y yo cantamos a todo volumen y un poco desafinados, logrando que la gente de coches vecinos nos mire con sorpresa, diversión o disgusto. Pero no me importa, porque mi novia ha olvidado su tristeza por un momento y eso es lo que quería.

Hacerla feliz.

***

—Esta es la última maleta —expreso soltando el equipaje sobre la cama.

—Así que oficialmente nos hemos mudado juntos, ¿no?

—Sip. Ya no hay vuelta atrás.

Naira suelta un suspiro y capta mi atención. Se encuentra de pie justo en el centro de la habitación con las manos en las caderas y está observando todo. Las paredes, el piso, el techo, las cortinas, la cama...

—¿En serio vamos a dormir juntos? —pregunta en un susurro.

Me acerco hasta quedar detrás de ella y pego mi pecho contra su espalda. Mis manos se cierran alrededor de su cintura y mi nariz se esconde en la curva de su cuello.

—Todos los días —respondo—. ¿Acaso eso te molesta?

Siento que se estremece entre mis brazos y sonrío.

—Para nada —exhala.

Se gira dentro de mi agarre para que quedemos enfrentados y enrolla sus brazos alrededor de mi torso, su mejilla presionada contra mi corazón.

—Siento como si estuviera soñando —confiesa.

—¿Cómo?

—No sé. Tú, yo, solos, viviendo a tan solo unos minutos de la playa. ¿Acaso puede ser más perfecto?

Su mirada se clava en la mía y sonríe. Mis dedos acarician su espalda y forman círculos en la piel expuesta por encima de sus pantalones.

—Sí que puede.

Me acerco a besar sus labios y ella ríe sabiendo a lo que me refiero.

—Calmado. Primero desempaquemos, vayamos a comer algo y luego veremos qué pasa.

Yo gimo y ella vuelve a reír.

—Vale —acepto—, pero me toca elegir dónde comemos.

La veo desaparecer dentro del baño y me dejo caer sobre la cama. No puedo dejar de sonreír. Por fin hemos llegado y el lugar es más bonito de lo que esperaba. Y con Nai a mi lado... Sip. Todo parece irreal, un sueño como ella dijo.

La puerta se abre y entonces ella entra corriendo y salta sobre la cama, sobre mí. La atrapo soltando un quejido y ella me besa logrando que guarde silencio. Cuando se despega un poco de mí, sonríe y pasa sus dedos por mis labios.

—He decidido —murmura—, que tenemos todo el fin de semana para desempacar.

Sonrío al notar hacia donde va esta conversación.

—¿Ah, sí?

—Ajá. Y tampoco tengo mucha hambre que digamos. ¿Tú?

—No de comida.

Reprimo una risa cuando esconde su cabeza en mi cuello.

—Me pregunto dónde quedó aquel chico tímido que tenía por novio.

Me carcajeo por su «queja» y giro hasta que ella queda debajo de mi cuerpo.

—Se perdió en un bosque hace ya bastantes meses. Y tú tienes la culpa, no te quejes —digo bajando mi frente a la suya.

Froto nuestras narices juntas y su mano sube a acariciar mi mandíbula.

—No me quejo —dice con dulzura.

Beso sus labios con suavidad y ella sonríe.

—¿Qué?

—Nada, solo estaba pensando.

—¿En?

Muerde su labio inferior sin dejar de sonreír y sacude la cabeza.

—En que no he llamado a mi madre. —Hago una mueca y ella besa mi ceño fruncido—. Será rápido, lo prometo, luego volvemos a donde lo dejamos.

Mueve sus cejas sugerentes y las esquinas de mis labios se elevan. No es hasta que la escucho comenzar a hablar que me tiro una vez más sobre el colchón sintiéndome bien, feliz, enamorado...

Completo.

La amo tanto, y estoy seguro de que siempre lo voy a hacer. De que esta historia, nuestra historia, nuestro amor de libro, nunca va a terminar. De que este es apenas el inicio.

Un nuevo inicio.


FIN

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