Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

30. TRATAR DE OLVIDAR

Porque llenaste mi sonrisa con tus besos
Y me enseñaste a nadar en tu mano.
Porque tu modo de mirar fue más que eso,
Fue nuestra forma de hablar.
***


NAIRA

Despego mi cabeza de la ventana cuando unos golpes en la puerta rompen el silencio de mi habitación.

—Nai, tu madre está al teléfono —dice mi padre tras asomar la cabeza a mi pieza.

Dejo de mirar el cielo nublado y fijo mi vista en él. Parece preocupado por mi actitud y trato de calmarlo brindándole una sonrisa. No funciona. Es demasiado falsa.

—Está bien.

Estiro mi brazo y mi papá me pasa el aparato.

Hija, ¿cómo estás?

Cierro los ojos al escuchar su voz musical y, por alguna razón, unas enormes ganas de llorar me asaltan. A pesar de que solo han pasado poco más de dos semanas ya la extraño como loca.

No me malinterpreten. Amo a mi papá, pero mi mamá... Ella siempre está ahí para mí y me conoce incluso mejor de lo que yo misma lo hago. Aunque sea estricta y a veces me moleste con ella, sé que busca lo mejor para mí. Me ama y no sé qué haría sin ella en mi vida.

—Hola, má —contesto con voz débil—. Aquí extrañándote. ¿Tú cómo estás?

Oh, Nai. También te extraño. La casa se siente tan sola sin ti. ¿No te gustaría regresar antes?

Suelto una risa al escuchar su voz llorosa suplicando mi regreso y asiento a pesar de que no puede verme.

—Sería capaz de vender a mi hermano solo por volver a casa justo ahora.

Pero eres hija única.

—Si tuviera un hermano lo vendería —digo, y ahora es su turno de reír.

Eres igual de mala que tu padre. —Guarda silencio un momento y sé que no me va a gustar lo que viene—. He hablado con él y dice que has estado muy... decaída. Que no pareces ser tú. ¿Qué pasa, hija? No pensé que te fuera a afectar tanto el viaje.

Limpio una lágrima de mi mejilla y trato de hablar a pesar del nudo que bloquea mi garganta.

—No es eso, má. Es que yo... —Un leve sollozo escapa de mi boca antes de que pueda proseguir y apoyo los dedos sobre mis labios. No quiero preocuparla más.

¿Problemas amorosos?

—Algo así —admito, las lágrimas no paran de caer por mi rostro.

¿Quieres que lo mande desaparecer? Sabes que tengo contactos. Conozco gente que...

Río con fuerza y niego con la cabeza ante su broma.

—No, má. Solo... quiero volver a casa.

Para eso te llamo. Para avisarte que en un par de horas más sale tu vuelo. Tu padre ya está enterado.

Me quedo en silencio un momento tratando de analizar sus palabras.

—¿De verdad? ¿No estás jugando conmigo?

No, lo digo muy en serio, así que ve empacando tus cosas. Hay gente aquí muy ansiosa por verte.

—¡Gracias! —chillo alegre con la noticia.

Justo ahora lo que más necesito es una noche de maratón de películas románticas al lado de Kea y dos litros de helado. Mis mejores amigos.

No hay de qué. Ahora te dejo para que comiences a hacer lo que tengas que hacer. Te quiero —dice, y entonces cuelga.

—Te quiero más —murmuro, aunque sé que ya no puede escucharme.

Suspiro y arrojo el teléfono sobre la cama. Miro a mi alrededor y empiezo a planear cada paso en mi mente. Camino hasta mi maleta, la abro y sonrío sintiéndome más ligera que en las pasadas semanas.

Me vuelvo a sentir triste al recordar el porqué de mi estado de ánimo y me pregunto qué fue lo que hice mal para que Asier me dejara e ignorara. Según yo había estado todo bien. ¿Fue por Diego? Dejé muy claro frente a él que no me interesaba nadie más, que solo quería estar a su lado.

¿O acaso no fui suficiente? Tal vez no soy lo que en verdad quiere.

Entierro mi cara en mis manos y comienzo a llorar como lo he estado haciendo estas últimas semanas. El pensar que ya no me quiere, que nunca me ha querido en realidad, duele como nada nunca ha dolido.

Me quedo ahí sentada pensando en lo miserable que me siento y lloro durante mucho tiempo, hasta que la voz de mi padre interrumpe mi espacio de autocompasión y me informa de que saldremos en cuarenta minutos. Entonces, aunando fuerzas, seco mis mejillas por vigésima vez en el día y me dedico a empacar con un fuerte sentimiento de desconsuelo invadiendo mi interior.

***

—Cuando quieras venir de nuevo solo llámame —dice mi papá antes de tener que abordar.

—Sí, pá.

—Y si necesitas dinero o cualquier cosa...

—Te llamo —lo interrumpo—. Lo sé, no te preocupes. Voy a estar bien y te llamaré cada sábado como siempre.

Veo que sus ojos se empañan y luego, como en un fuerte impulso, me atrae hacia un abrazo muy apretado.

—No puedo creer lo rápido que has crecido —se lamenta—. Y yo no he estado ahí para verlo.

—Eh, no pasa nada —lo consuelo. Envuelvo mis brazos a su alrededor y, tras unos minutos en silencio, nos separamos. Veo sus ojos irritados y él ríe avergonzado.

—Lo siento, mi niña.

—Está bien. Te voy a extrañar —admito.

—Y yo a ti.

Sonrío de lado y entonces escuchamos que llaman a mi vuelo. Tras un último abrazo, tomo mis cosas y me dirijo al lugar donde me requieren. En tan solo un par de horas más estaré en casa y eso me emociona. No creo poder dormir en el trayecto.

Vuelvo a despedirme de mi papá y dejo que me guíen al interior del avión. Busco mi lugar, tomo asiento y espero paciente a que el avión despegue. Cuando lo hace, cierro los ojos y trato de relajarme. No sé qué es lo que me espera una vez en casa, pero no me voy a torturar por cosas que aún no han pasado y que es probable que no vayan a pasar.

Aunque al principio siento que voy a quedarme despierta todo el vuelo, me encuentro con que el asiento es demasiado cómodo y, como las últimas noches no he descansado, caigo casi de inmediato en un sueño profundo.

***

Busco entre la multitud y entonces veo dos pares de manos agitándose de manera vigorosa. Kea y mi mamá han venido por mí. Sonrío, corro hasta ellas y las abrazo con fuerza.

—No vuelvas a abandonarme —dice Kea en mi oído—. Tengo tanto qué contarte y no te lo vas a creer.

—A ver, Kea, que Nai es mi hija y quiero abrazarla yo también —escucho que dice mamá. Mi amiga me suelta y dos segundos después me encuentro entre los brazos de mi madre.

—Hola, má.

—Mi amor, te extrañé tanto.

—Y yo a ti —admito sin soltarla.

Nos quedamos así un momento y luego recuerdo que, antes de que Asier me dejara, lo imaginé abrazándome efusivo por mi regreso. Suspiro cansada y luego suelto a mi madre, quien está sonriente.

—Ahora vámonos —dice dándole una mirada a Kea—, en casa te espera una sorpresa.

Frunzo el ceño cuando Kea sonríe y asiente frenética.

—¿Qué es? —indago.

—Ah-ah. Decirte es trampa y arruinaría la sorpresa.

Mi mamá toma mi maleta y Kea hala de mi brazo para que nos adelantemos.

—Solo te digo —susurra— que la vas a amar.

Y esa es toda la información que obtengo antes de que subamos al auto y nos dirijamos a casa con prisa. No puedo evitar preguntarme durante todo el trayecto:

¿Qué clase de sorpresa?


Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro