Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28. SORPRESAS

Mi corazón deja de latir
Cuando tú me miras.
Sólo un toque,
Ahora, cariño, creo que
Esto es real.
Así que tomemos una oportunidad
Y nunca miremos atrás.
***


NAIRA

Observo a Diego bajarse de la camioneta y acercarse hacia donde me encuentro parada. Todavía siento mis pestañas humedecidas por el llanto que solté durante mi conversación con Kea y solo puedo rogar porque no luzcan irritados. Odiaría que me viera de nuevo en estas condiciones.

—Nai.

Cierro los ojos y tomo una gran inhalación al escucharlo llamarme. Entonces los abro y clavo mi mirada resuelta en él.

—Hablaba muy en serio en la mañana cuando dije que no quería volver a verte —digo sin vacilar.

Luce confundido por la manera tan tajante en la que le hablo, pero no me interesa. Anoche tomé una decisión y estoy más que dispuesta a demostrarle a Asier que es el único que quiero en mi vida ahora.

Sí, no voy a mentir, a veces pienso en Diego. Más seguido de lo que me gustaría, pero eso no significa nada. Fue mi primer amor, es normal que no lo pueda olvidar tan fácil. Es probable que nunca lo olvide, pero eso no significa que quiera estar con él. Si quisiera hacerlo sería tan fácil como decir que sí y volver a su lado, pero no.

Yo no soy de las chicas a las que les gusta hacerse las difíciles. No soy de las que juegan con un buen chico solo para darle celos a otro. No soy de las que está con alguien solo para tratar de olvidar a otro. Si le dije a Asier que sí cuando me preguntó si quería ser su novia, si estuve con él todo este mes, fue porque solo lo quiero a él. A nadie más que a él.

Y eso es lo que quiero que vea.

—Dios, Nai. ¿Por qué? Habla conmigo, preciosa —pide dando un paso hacia adelante.

Sacudo la cabeza y yo lo doy hacia atrás. No quiero que se me acerque.

—Me estás haciendo las cosas complicadas —confieso—. Y no porque me confundas, tengo mis sentimientos muy en claro, sino porque sigues peleando una batalla en la cual no tienes posibilidad de ganar.

»No me hago la difícil, Diego. Deberías de saber que yo no soy así. Te amé muchísimo, me hiciste daño y te superé después de todo este tiempo. Y ahora que estoy con alguien más ¿vuelves a pedirme otra oportunidad? Me dices que no vas a darte por vencido, pero creo que es justo lo que deberías hacer —finalizo.

Sus ojos están abiertos con incredulidad y, después de algunos segundos, ríe. Ríe con fuerza burlándose de mis palabras y eso me molesta todavía más.

—Estás bromeando.

—No, no lo estoy. Hablo muy en serio.

Su semblante cae y vuelve a acercarse tomándome del brazo para que no me aleje otra vez.

—¿Por qué? —pregunta—. Él es tan diferente a mí. Pensé que... No sé. Que todavía sentías algo por mí y que... ¡Joder! Yo... Mierda, Nai. No me hagas esto, yo te quiero. Te lo dije y estoy más que dispuesto a demostrártelo.

Su voz se eleva un poco al decir todo esto y su agarre se refuerza sobre mi brazo.

—Pero yo lo quiero a él.

—¿Al niño bonito? No es cierto. Me quieres a mí. Lo sé, lo siento. Vuelve conmigo, prometo que no volveré a dejarte. Déjame hacerte feliz —pide acercándose todavía más.

Yo sacudo la cabeza.

—Él me hace feliz.

Mi admisión no parece causarle gracia. Su rostro se endurece y me agita causándome una punzada de dolor.

—No, Naira. ¡Sabes que no es verdad! —Se oye desesperado.

—Diego...

—¡Escúchame, Nai!

—Suéltame, me estás lastimando —me quejo haciendo una mueca de dolor.

Un segundo estoy segura de que me quedará un feo moratón en el brazo y al siguiente el agarre de Diego sobre mí se ha ido. El sonido de un golpe resuena en mis oídos y no puedo evitar soltar un grito al ver cómo Diego cae al suelo con fuerza.

Mis manos vuelan a cubrir mi boca que está abierta con terror por verlo con la boca ensangrentada y luego mi mirada cae en el responsable de esto.

Asier está parado a mi lado fulminando a Diego. Sus ojos arden con furia y su mandíbula luce apretada al igual que sus puños.

Sé que no es momento para pensar en estas cosas pero Asier enojado es bastante atractivo.

No puedo salir del trance confundido y cautivado en el que me encuentro al verlo en ese estado. Asier, el chico más lindo y pacífico que alguna vez he conocido, ha golpeado a Diego.

Me le quedo viendo en shock por lo que parece una eternidad, pero entonces se gira hacia mí. Cuando sus ojos se encuentran con los míos su semblante cambia de furioso a preocupado.

—¿Estás bien? —pregunta en un tono suave. Asiento aún impactada por su agresividad repentina y él pasa una mano por su cabello—. Bien. No me gustó ver cómo te estaba tratando.

Sonríe apenas haciendo una mueca de dolor y luego mira hacia su puño enrojecido, el cual comienza a abrir y cerrar repetidamente. Se ve algo hinchado y me preocupo de inmediato por él.

—Dios mío, Asier. Debes de poner algo de hielo en él —murmuro tomando su mano entre las mías más pequeñas en un movimiento automático.

No es hasta que lo siento tensarse que me doy cuenta de la intimidad de la posición. Lo suelto como si tenerlo cerca quemara y entonces doy un paso atrás.

—Lo siento —susurro.

—No pasa nada.

Giro mi rostro cuando escucho un gruñido en el suelo y entonces me percato de que Diego está viendo a Asier como si quisiera matarlo. La verdad es que, conociéndolo, es capaz de causarle mucho daño, por lo que me coloco entre los dos como si pudiera protegerlo.

Es algo tonto ya que, si quisieran, cualquiera de los dos podría moverme con un leve empujón. Soy una enanita debilucha al lado de ellos.

—¿Qué haces? —me pregunta Asier en un susurro. No le contesto.

En cambio, cuando Diego se pone de pie y se acerca, le doy una mirada de advertencia a pesar de que mis piernas han comenzado a temblar. No quiero que hiera a Asier.

—Muévete —gruñe Diego—, o si no...

No termina la oración, pero está más que claro que me está amenazando.

¿Sería capaz de dañarme físicamente?

Paso saliva con dificultad y niego con la cabeza. Una mano sobre mi hombro me jala hacia atrás y me coloca a la espalda de un cuerpo cálido.

—¿O si no qué? —pregunta Asier en un tono duro que jamás lo había escuchado utilizar antes. ¿Dónde ha quedado mi dulce Asier?—. Como te atrevas a ponerle un dedo encima...

—Jamás lo haría —dice indignado. Me asomo por el costado de Asier y los ojos de Diego se encuentran con los míos—. Sabes que nunca te lastimaría, ¿cierto?

No le contesto. La verdad es que no estoy segura de ello. Él es muy impulsivo, explosivo, y quién sabe lo que sería capaz de hacer si yo fuera el único objetivo cerca en uno de sus arranques.

—Yo...

—Nai —susurra. Puedo ver el dolor en sus ojos—. Nunca te lastimaría.

—Lo hiciste una vez —digo en un murmullo apenas audible.

—Eso fue diferente. Esto... —Bufa y pasa una mano por su cabello—. No importa lo que diga, ¿no? Igual no cambiarás de opinión. Ya lo has elegido a él. —Desvía su mirada hacia el chico frente a mí y le da una mirada dura y sonrisa fría—. Felicidades. La princesa ha elegido a su príncipe azul. De todos modos fui un tonto al creer que el dragón podía ganar alguna vez. Soy el malo de la historia, ¿no? Y nosotros nunca ganamos. —Un nudo se forma en mi garganta al verlo tan destrozado. Me duele verlo sufrir, pero las cosas son así ahora y no las voy a cambiar.

»Perdóname, Nai. Yo... prometo que te dejaré en paz. No quiero seguirte lastimado o lo que sea. Me mantendré al margen de esto. Y tú —señala a Asier con su dedo índice—, cuídala. Si me entero de que alguna vez la lastimas o la haces llorar... Bueno, me vas a conocer y, créeme, no te gustara verme molesto.

Al finalizar se da la vuelta sin darme una última mirada y se encamina hacia donde Kea mira con la boca muy abierta.

—¡Buen gancho, por cierto! —grita una vez que está al lado de su puerta. Sonríe mostrando sus dientes rojos y después entra al coche, lo enciende y se va. Aquellas palabras me dejan con el ojo cuadrado.

¿En serio felicitó a Asier por golpearlo?

Cuando la parte trasera de la camioneta ya no es visible, Asier se gira hacia mí y ladea su rostro. Ese gesto tan típico en él hace que me entren unas ganas inmensas de besarlo.

—Así que... Me siento mal por ello, pero se sintió genial golpearlo —admite haciéndome reír. Él me imita y ambos nos relajamos por algunos segundos—. Esto... Nai, yo creo que...

—Un día fue más que suficiente para pensar —suelto deprisa interrumpiéndolo—. Te quiero. A ti y solo a ti, y no sé de qué manera demostrártelo.

Él sonríe con tristeza y sacude la cabeza.

—Te quiero, Nai. Tanto que estoy dispuesto a esperar sentado a que aclares tus ideas. Un día no es suficiente, yo lo sé. Mejor utiliza este mes que estarás lejos y medita bien en todo. Diego ha prometido quedarse apartado y yo prometo hacer lo mismo, así no te sentirás presionada, ¿sí?

—No me hagas esto —le pido sintiendo que voy a desmoronarme una vez más.

La bocina de un coche suena tras nosotros y giramos para ver a un hombre haciendo señas a Asier. Él se encoge de hombros y me mira con media sonrisa en su rostro.

—Es mi papá, tengo que irme. —Se acerca a besar mi mejilla y yo lo tomo por la camiseta comenzando a llorar.

—No me dejes —sollozo.

Sus brazos me rodean y besa mi cabello.

—No te estoy dejando. Te dije que aquí estaré, pero primero quiero que estés completamente segura de lo que quieres. Estos días que estarás lejos de ambos... —El coche vuelve a sonar y entonces se aleja de mí—. Lo siento, tengo que irme ahora sí.

Acaricia mi mejilla y seca las lágrimas que corrieron por mi rostro.

—Te quiero —le digo.

Él comienza a alejarse hacia donde dejó sus pertenencias y murmura un «yo te quiero más» que me hace romper en llanto otra vez. Lo veo tomar su mochila y entonces dirigirse hacia el coche de su padre. Me mira una última vez por encima de su hombro y luego se introduce en el vehículo, el cuál no tarda en acelerar y perderse dentro del tráfico.

Yo me quedo de pie ahí sintiéndome bastante triste. Estaré todo un mes lejos, con miedo a que Asier me olvide o que se arrepienta de decir que me iba a esperar. Solo puedo cruzar los dedos y pedir que no sea así.

Cuando mi madre me recoge algunos minutos después, me doy cuenta de que una enorme maleta se encuentra en el asiento trasero.

—¿Y eso? —cuestiono abrochando mi cinturón de seguridad.

—Eso es tu equipaje —señala. Me mira por el rabillo del ojo y luego suspira con pesar—. Tu padre insistió en cambiar el vuelo. Sales en una hora.

Sorpresa, sorpresa. Mi tiempo lejos de Asier comienza... ya.


Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro