22. GANANDO CONFIANZA
Ya tenía mis tormentas en calma,
mi alma otra vez se desordenó.
No incendies lo poco que me quedó.
***
NAIRA
Desperté con un horrible dolor de garganta y voz gangosa, por lo que mi mamá me dijo que no iría a la escuela y yo gemí frustrada.
A diferencia de la mayoría de la gente, yo sí quería ir y ver a Asier. Los momentos en que nos veíamos eran tan dulces y atesoraba cada uno de ellos como si fueran un preciado tesoro. Además de que estaba empezando a ganar más confianza y ahora parecía como si no me pudiera parar la boca.
Pero así soy normalmente. Soy tímida con los chicos y con la gente nueva. Y aún más tímida si hay un chico nuevo, pero con Asier... Parece como si nos conociéramos de toda la vida. Él no solo es mi novio, sino que también se está convirtiendo en mi mejor amigo. Puedo hablarle de cualquier cosa y él solo planta esa mirada que dice lo atento que se encuentra a mi plática. No importa si le hablo del libro que acabo de terminar o me quejo acerca de mi mamá, Asier solo se queda ahí y realmente me escucha.
Él me hace sentir especial, hermosa. Hace que me sienta segura de mí misma. Cuando me ve como si fuera la única mujer que existiera... Lo que siento por él está creciendo muy rápido, pero a cualquiera le pasaría. Es un chico dulce, atento, todo un caballero, guapo y muy inteligente. Es respetuoso, no dice groserías ni tiene vicios. A veces me pregunto si me quedé con el último ejemplar, porque hombres como Asier ya no existen, y si los hay están muy bien escondidos.
Supongo que soy una chica con suerte.
Así que ahora me encuentro tumbada sobre la cama, leyendo un poco antes de que mamá llegue y me regañe por no estar descansando como me lo pidió antes de salir a trabajar.
El chirrido de la puerta de mi pieza siendo abierta me hace dar un salto.
—Te dije que apagaras esa cosa, Inés, y que te recostaras. ¿Quieres que te quite la laptop?
«Atrapada con las manos en la masa.»
Cierro mi portátil y niego con la cabeza.
—Do, babá, lo siedto.
La veo sonreír por la manera en que hablo y frunzo el ceño. ¿Se burla de mí por estar enferma? Odio hablar de esa manera, pero más odio no poder respirar y el horrible dolor de cabeza que se está formando en este momento.
—Ven, hija, te voy a preparar un té y luego comeremos caldo. Lo necesitas para aliviarte más rápido.
Hago una mueca por lo que voy a comer y me levanto como me lo pidió. No quiero sufrir su ira. Mi mamá puede ser muy intimidante cuando se molesta, por eso casi nunca protesto ante sus demandas y peticiones. Después de todo es mi mamá y hace lo que cree mejor para mí.
Voy a la cocina y me siento en la barra mientras ella pone agua a calentar. Escondo mi cabeza entre mis brazos y dejo escapar un suspiro.
—Estaba pensando —dice— que tal vez ya es hora de conocer a Javier.
—Es Asier, bá.
—Oh, sí. Bueno, ¿qué te parece si lo invitas a cenar esta noche? Sirve que te alegra un poco, te ves bastante decaída.
Ladeo un poco mi cabeza y la miro de espaldas a mí. No es una mala idea. Hoy es lunes y no lo he visto desde el viernes por la tarde. Cierto que hablamos todas las noches, pero desde que ayer me dejé el celular en casa de Kea, no sé cuándo lo vaya a recuperar y volver a nuestras «citas telefónicas» como a él les gusta llamarlas. Sonrío un poco al recordarlo tan tierno y guapo.
Si hay alguien a quien mi mamá va a aprobar, sin duda es Asier.
—Be parece perfecto —contesto—. Yo lo llabo bás al rato.
La escucho soltar una risa y frunzo el ceño otra vez.
—Lo siento, es que es gracioso escucharte hablar así. —Vuelve a reír y yo pongo los ojos en blanco.
A pesar de que mi mamá es estricta, dura y a veces enojona, es bastante divertida cuando quiere también. Excepto esas veces en las que quiere estar «en onda» como ella dice y termina haciéndome quedar en ridículo. Son esas ocasiones en las que quiero que la tierra se abra y me trague.
—Do vayas a hacerbe quedar bal —le pido. Ella me tiende una taza con agua hirviendo y hunde un sobrecito de té.
—Yo sería incapaz de hacer eso —se ofende elevando una manco a su pecho. Yo le lanzo una mirada incrédula y luego tomo de ese té que parece ser milagroso y despeja mi nariz y pulmones en un santiamén.
***
Me miro una última vez en el espejo y luego mi mamá grita que Asier ha llegado. Una enorme sonrisa se planta en mi rostro sin poder evitarlo al verlo ahí de pie luciendo algo asustado.
—Hola —susurro una vez que me acerco y le doy un pequeño beso—. ¿No te dijo nada mi mamá? Suele dejarme en vergüenza a veces.
Cruzo los dedos esperando que no lo haya hecho y él ríe.
—Nada vergonzoso.
—Genial —digo sonriendo, entonces se acerca y vuelve a besarme.
—Te ves muy bonita —murmura haciéndome sentir avergonzada.
Bajo la cabeza un poco y le digo que él tampoco se ve nada mal. Entonces nos dirigimos a la mesa donde mi mamá ya ha acomodado todo.
La cena pasa muy tranquila y agradable. Mi mamá parece querer entrevistar a Asier y yo le doy una mirada rogando que no me haga quedar mal. Ella sacude la cabeza y comienza a atosigarlo con preguntas.
¿Cuántos años tienes? ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Tienes hermanos o hermanas? ¿En qué trabajan tus papás? ¿Vas a entrar a la universidad? ¿Qué piensas estudiar? ¿Qué intenciones tienes con mi hija?
¡Ella en verdad hace esa pregunta!
Yo solo quiero desaparecer por debajo de la mesa cuando siento mi rostro enrojecer y me hundo un poco en mi asiento tratando de hacerme invisible. Asier solo me ve de reojo y sonríe tomando mi mano bajo la mesa.
—Ninguna mala, señora. Quiero mucho a su hija y no le haría daño.
Mi corazón se salta dos latidos con esa confesión. En los quince días que tenemos de novios, nunca nos habíamos dicho que nos queríamos, y él se lo acaba de decir a mi madre como si estuviera acostumbrado a hacerlo.
Miro a mi mamá tras la contestación de Asier y ella parece feliz con la respuesta.
—Bien, porque tengo contactos —expresa con las cejas enarcadas. Gimo bajito y cierro los ojos con fuerza. ¿De verdad lo está amenazando?
—Mamá, creo que ya fueron muchas preguntas.
—Bueno, entonces me voy a mi habitación. Ya sabes, Naira, las habitaciones están prohibidas. —Arrugo la nariz en una mueca molesta y refunfuño. No es como si fuera a llevar a Asier a mi habitación y abusar de él—. Un gusto conocerte, Asier. Espero verte pronto de nuevo.
Ella le da una sonrisa sincera y entonces se aleja dejándome en estado de shock.
No puedo creer lo que ha pasado.
—Mi mamá de verdad te ama —expreso con los ojos muy abiertos—. Creo que ni siquiera yo le caigo tan bien.
Asier me mira sonriente y besa mi nariz.
—Mentirosa.
—¿Quieres ver una película conmigo? —le pregunto poniéndome de pie y comenzado a recoger la mesa. No quiero que se vaya todavía, pero tampoco sé si tiene planes más al rato o...
—Uh, en verdad quiero hablar contigo —susurra logrando que vuelva de mis pensamientos. De inmediato me pongo nerviosa. Esas palabras no me gustan para nada.
—Oh, claro. —Trato de que mi voz no suene tan temblorosa como me siento por dentro—. ¿De qué quieres hablar?
Me giro para encararlo y él toma una profunda respiración cerrando los ojos. Cuando los vuelve a abrir su mirada es insegura.
—Sobre tu exnovio, Diego. Hablé con él en la mañana —finaliza, haciendo que me congele.
¿Qué le dijo ese idiota?
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