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09. SUPERANDO MIEDOS

Siento algo tan profundo
que no tiene explicación,
no hay razón ni lógica en mi corazón.
***


NAIRA

Entro con prisa al edificio y me encamino al aula donde me toca impartir asesorías de álgebra al tiempo que me maldigo interiormente por mi torpeza.

¿Cómo se me puede ocurrir tartamudear frente a Asier?

¡Agh! Me pone tan nerviosa con esa sonrisa tímida y los hoyuelos que se le forman que no puedo evitar balbucear como retrasada frente a él. Es... tan lindo y odio que acelere mi corazón con tan solo una mirada en mi dirección. Odio que mi nombre se escuche tan bien saliendo de sus labios, pero sobre todo, odio cuando me hace sentir especial, como si en verdad sintiera algo más por mí.

Hombres como él deberían ser ilegales, o tan siquiera venir con un letrero incandescente en la frente diciendo que son peligrosos para la salud de una mujer. Tantos latidos por minuto no puede ser algo normal.

Cuando ingreso en el aula, me dejo caer pesadamente sobre una silla frente al escritorio y suspiro molesta conmigo misma. ¡Solo es un chico! Nada del otro mundo, aunque, para ser sincera, no es nada como los chicos de ahora.

Él es... diferente. Sí, es lindo, respetuoso e inteligente. No es un mujeriego ni está metido en cosas que no debería. Él... es todo lo que busco en un chico y más. Más de lo que esperaba y definitivamente más de lo que merezco.

Estoy lamentándome y llamándome tonta a mí misma, cuando escucho la puerta abrirse y un par de pasos adentrarse en el lugar. No necesito levantar la vista para saber quién es.

—¿Qué te dijo el papucho de Asier? —me pregunta Kea.

Sonrío ante el adjetivo que utiliza para describir a Asier y levanto la mirada para encontrarla con un paquete de galletas Oreo en la mano.

—Te digo si me das la mitad de tus galletas —negocio. Me da una mirada pensativa y tras unos segundos asiente.

—Hecho. —Arrastra un mesabanco hasta que queda frente a mí y luego eleva sus cejas—. Escúpelo, no te voy a dar nada hasta que no me des suficiente información. ¿Te propuso ir al cine, a comer, a patinar? —pregunta sedienta de chisme.

Río y sacudo la cabeza

—No.

—¿A un motel?

—Dios, Kea, claro que no —digo después de soltar una carcajada.

—¿Entonces?

La miro en silencio alimentando su expectación y luego me encojo de hombros.

—Solo me pregunto si queríamos hacer algo después de asesorías, nada importante. Creo que solo quiere pasar el rato —murmuro.

Mi amiga se recarga en el respaldo de su asiento y chasquea la lengua.

—Ese chico quiere cualquier cosa contigo menos solo pasar el rato —me regaña—. Casi puedo ver bodas y bebés en sus ojos cuando te está mirando.

Vuelvo a reír y me concentro en las iniciales talladas en la mesa. Las repaso con mis dedos, tratando de no creer lo que dice Kea, cuando escucho su suspiro frustrado.

—Asier no es como Diego, Nai. Él se nota que sí te quiere. Solo... dale una oportunidad, ¿sí? Antes de cerrarte en banda y decir que todos los hombres son iguales.

Reprimo un gemido y asiento. Sé que tiene razón, pero no es por eso que me siento tan reacia. Es más bien que... Bueno, Asier es Asier. Y yo soy... Pues yo. Una simple chica sin chiste.

—Me gustaría ser más alta —me escucho decir—. Y más guapa.

—Si fuera más guapa, y un poco más lista —canturrea mi amiga. Pongo los ojos en blanco y ella ríe—. Eres muy bonita, Nai, y yo sé, Fidel sabe, Alex sabe, hasta tu abuelita sabe, que así tienes loco al chico. Date un respiro, amiga. Eres más insegura que una rubia en un callejón solitario por la noche.

Sacudo la cabeza divertida por sus ocurrencias y luego estiro mi brazo.

—Mis galletas —exijo.

Kea me ve como si me hubiera salido un tercer ojo y sacude la cabeza abrazando el paquete de Oreos.

—No. Son mías.

—Vamos, Kea, hicimos un trato. Te conté, ahora dame mis galletas —le digo mirándola con seriedad. Sabe que con las galletas no se juega.

Se queda muy quieta por un momento y luego se pone de pie con la cabeza gacha. Estira su brazo y me tiene el paquete de galletas, pero antes de que pueda tomarlo lo eleva.

—Te lo daré completo con una condición —me informa. Frunzo el ceño y asiento a regañadientes cruzándome de brazos—. Vas a salir con Asier esta y todas las veces que te lo pida, a menos que en verdad no la pases bien, pero no quiero que te sabotees tú sola. El chico es uno en un millón, al igual que tú, y quiero verlos juntos. ¿Entendido?

Hago una mueca con los labios y sus cejas se elevan en una advertencia. Suspiro y murmuro un asentimiento.

—Está bien. Voy a hacer el enorme sacrificio de salir con él —murmuro en un fingido tono de pena.

Kea sonríe de lado y luego me da el paquete de galletas.

—Que tontita, amiga. Mira, te estoy dando todas mis galletas. Luego no dudes de nuestra amistad—. La puerta es abierta de repente y un grupo de chicos de primer año entran para sus asesorías—. Ahora me voy, seguro que ya me esperan. Suerte.

—Igual a ti —murmuro, pero ella ya está saliendo del aula.

Miro el paquete en mi mano y sonrío otra vez. No podría pedir una mejor amiga.

Dejando las galletas sobre la mesa, comienzo con las tutorías, Asier y las palabras de Kea nunca saliendo de mis pensamientos.

***

Unas cuantas horas más tarde, cuando estoy cansada de tanto haber respondido preguntas, salgo del edificio y me dirijo al salón donde supuestamente Kea imparte su clase, sin embargo, al llegar ahí, me doy cuenta de que no está, así que le envío un mensaje.

Yo: Dónde estás? Ya salí.

Kea: Afuera, esperándote con Asier ;)

Yo: Ya voy entonces.

Guardo mi celular y luego salgo al patio, los nervios de repente despertando en mi estómago. El recuerdo de que en unos instantes tendré otra cita con Asier llega a mi mente y casi siento como si no hubiera suficiente oxígeno en mis pulmones.

¿Por qué me pone más nerviosa esta salida que la de ayer?

Cuando los visualizo, sonrío sintiendo pena por Asier. A esta distancia puedo ver como Kea habla y habla y no se calla. Sacudo la cabeza divertida y observo cómo Asier solo se mantiene ahí sin decir nada, escuchándola y prestando atención. Sé lo mucho que puede llegar a exasperar el torrente de palabras saliendo de mi amiga, pero él ni siquiera luce mortificado. De hecho se ve interesado en lo que dice.

Eso es lo que me gusta de él. Es sincero. No finge ser alguien que no es, solo es él. Y no hay nada mejor que ser tú mismo sin importar lo que los demás digan de ti.

Unos segundos más tarde me encuentro frente a ellos, Kea deteniendo su plática y Asier desviando su atención hacia mí. Me sonríe alegre y yo le correspondo el gesto.

—¿Lista? —me pregunta. Asiento sintiéndome tímida y miro hacia Kea no queriendo dejarla sola.

—Mi tía viene ya por mí. Me llamó antes de que me enviaras el mensaje —dice como si hubiera leído mis pensamientos, y, como si la hubiéramos invocado, la tía de Kea llega—. Mira, ahí está. Nos vemos luego —suelta alegre acercándose a besar mi mejilla—. ¡Mucha suerte!

La veo alejarse trotando y luego giro hacia Asier.

—Bueno, parece que solo somos tú y yo —expresa con una media sonrisa plantada en el rostro.

—Eso parece.

—Uhm, ¿nos vamos? —pregunta señalando su coche con un movimiento de la cabeza.

Asiento y caminamos hacia él. Una vez dentro ambos, enciende el auto y una canción comienza a sonar.

Lo haces parecer como magia,
porque no veo a nadie más que a ti.

Sonrío por la primera frase que sale de las bocinas y miro hacia Asier quien también me mira sonriendo.

—A veces siento como si me leyeran la mente —susurra en un tono muy bajo cuando enciende el coche, sin embargo alcanzo a escucharlo.

Sonrío más amplio, esperanzada, y desvió mi atención al paisaje fuera de la ventana.

Tal vez Kea tenga razón después de todo. Tal vez Asier sí está interesado en mí y tal vez... Tal vez deba superar mis miedos y darle una oportunidad.


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