05. ¿CASUALIDAD O DESTINO?
Apareciendo, desapareciendo
al borde del paraíso.
Cada centímetro de tu piel
es un santo grial que tengo que encontrar.
Sólo tú puedes incendiar mi corazón ... ardiendo
***
NAIRA
Kea y Alex se pierden en el interior del billar una vez que llegamos y yo me quedo relegada. Mi amiga ha olvidado que prometió no dejarme sola, pero no la culpo; siempre pasa cuando está con su novio. Yo quedo en un segundo plano.
Miro incómoda alrededor. No me siento en mi ambiente habitual y eso me pone los nervios de punta. Justo ahora preferiría estar escribiendo en mi blog —el cual también es invisible para los internautas, justo como su dueña—, pero como decidí que era buena idea salir y distraerme del lío en mi cabeza, ahora aquí estoy, sola.
Encuentro una mesa desocupada y me encamino a ella con toda la intención de quedarme ahí y no moverme en lo que queda de noche, sin embargo una chica se sienta antes de que pueda llegar y ocupar su lugar. Frunzo el ceño porque ahora tendré que quedarme de pie. Agradezco haberme puesto mis converse y no zapatillas con tacones altísimos como muchas de las chicas de aquí, aunque eso solo me hace perderme entre la alta multitud.
Eso me pasa por medir un metro y medio; todos lucen como personas normales y yo aquí como una mezcla entre hobbit y pitufo.
La chica que se sentó en la mesa no va sola, se encuentra con un chico, aunque no parece querer estar con ella. Veo como examina la multitud en busca de alguien, pero en el momento en que sus ojos se encuentran con los míos, nuestras miradas se enganchan y no parece tener la intención de desviarla a ningún otro lado.
Asier.
Se ve tan guapo y ni siquiera lo intenta, le sale natural. Lo peor es que no parece ser consciente de su atractivo y eso solo lo hace más atractivo.
Esbozo una pequeña sonrisa y elevo mi mano en un saludo, gesto que él me responde. A pesar de estar algo alejados puedo ver algo en sus ojos; una lucha interna quizá, pero las razones están fuera de mi entendimiento. Probablemente si estuviera solo me acercaría a saludarlo ya que luce igual de perdido e incómodo que yo, pero luego veo como los dedos de la chica se posan en su brazo y desecho la idea.
«Viene acompañado, Nai. Ni modo».
Sus ojos se desvían hacia su cita o lo que sea, y luego de regreso a mí. ¿Está pensando en dejarla y venir conmigo? No lo creo, pero igual se vale soñar. No cuesta nada imaginarlo.
Lo veo tomar asiento y mi corazón se rompe un poco. ¿Por qué? No tengo ni idea. Mis hombros se hunden y doy la vuelta para ir a buscar a Kea, a pedirle que nos vayamos o que solo me lleven a mí a casa, que fue un error venir, pero una pared se interpone en mi camino. Bueno, no una pared, pero sí alguien casi tan alto como una.
Elevo mi mirada y me encuentro con unos ojos conocidos. El amigo de Asier, creo. Esboza una sonrisa y baja un poco la cabeza para que yo no tenga que estirar tanto el cuello.
—Hola, bonita —dice. A pesar de que la música está muy alta, estamos tan cerca que puedo escucharlo sin problemas—. ¿Estás sola?
Es algo raro, pero siempre he tenido reticencia para acercarme al sexo opuesto. Me... intimidan. No me dan mucha confianza y eso solo hace que sea más tímida y cerrada de lo normal con los hombres. Niego con la cabeza a su pregunta y frunce el ceño para mirar alrededor, en busca de la persona que me acompaña, supongo.
—No veo a nadie aquí cerca —dice divertido. Trago saliva y doy un paso atrás, sintiéndome tonta cuando una voz en mi cabeza me dice que corra. Sé que no es peligroso, pero no me gustan los hombres coquetos, y eso es justo lo que... ¿Fidel? Está haciendo. Se encuentra jugando un juego en el que yo no tengo ni la menor idea de cómo actuar.
—Uh... Mi amiga... ¿Fue al baño? —Hago una mueca por la notable duda en mi voz. Él solo ríe y se acerca más.
—Yo creo que estás sola. ¿Por qué no me quedo a hacerte compañía? —pregunta. Sacudo mi cabeza insistente, pero él no parece notar mi conducta reacia. Al contrario, se va acercando más y, si no fuera porque es temprano y sé que acaban de llegar, creería que está ebrio.
—No te molestes. Mejor ve a... No sé, ¿ligar? No estoy muy segura de lo que hacen acá, pero sugiero que lo hagas ya que no me gusta mucho la compañía. —«Masculina», quiero completar, pero me refreno.
Al parecer mis palabras no llegan a sus oídos, porque solo está viendo por encima de mi cabeza algo detrás de mí y no me contesta. Eleva una mano con el dedo en la señal universal de que todo está bien y coloca una mano sobre mi cintura. Doy un respingo.
—Vamos a jugar una partida. Vienes.
No es una pregunta y eso me molesta. Frunzo el ceño, pero Fidel me toma por la muñeca y comienza a arrastrarme hacia una mesa donde un grupo de personas se arremolina alrededor. Logro ver a Kea y Alex, así que me suelto de su agarre y corro hasta ellos sin importarme ser el mal tercio.
—¿Kea? Yo... quisiera irme —digo sin aliento frente a ella. La multitud está comenzando a abrumarme. Mi amiga despega sus labios de los de su novio y gira su rostro para mirarme con la frente arrugada.
—Pero si acabamos de llegar —dice confundida. Asiento y le doy la mirada más suplicante que tengo.
—Lo sé, pero... —«Piensa algo, Naira». La mejor idea se me ocurre entonces, algo infalible. Bajo la voz hasta que solo es un susurro y me acerco para que solo ella pueda oírme—. Creo que mi periodo llegó.
Me alejo un poco y veo a sus ojos abrirse como platos. Por un momento creo que he tenido éxito con mi pequeña mentirilla, pero entonces una sonrisa se expande por su rostro y sé que no es así.
—Suerte que yo siempre vengo preparada —comenta palmeando el pequeño bolso que cuelga a su lado—. Vamos al baño.
Le da un beso a su novio antes de tomar mi muñeca y comenzar a arrastrarme por el pasillo hasta el sanitario, a un cubículo vacío. Empuja su bolso en mi pecho antes de cerrar la puerta conmigo dentro.
—Kea...
—¡Te espero afuera, Nai! —dice, y luego escucho la puerta cerrarse.
Suspiro y me siento en la taza cerrada lamentándome por mi mala suerte. Ni siquiera mis planes salen bien. Saco mi celular del bolsillo de mis pantalones; leo un capítulo de mi libro —puede que dos— para hacer tiempo y entonces salgo de ahí.
Una vez fuera, una mano se coloca sobre mi cintura de nuevo.
—Te perdiste —dice la voz ya familiar de Fidel, quien me está viendo fijamente cuando elevo mi mirada a la suya.
—Algo así. —Mi voz es baja, pero puede notarse la molestia en ella. Solo deseo que me deje en paz, no quiero estar con él, pero parece que no lo quiere ver.
¿Qué debo hacer? Una patada en sus partes bajas comienza a parecer una buena idea.
—Ven. Te mostraré cómo se juega y luego salimos de aquí, ¿te parece? —Comienza a arrastrarme hacia la mesa a pesar de que clavo mis talones en el piso para evitar avanzar con él.
—Yo no...
—No lo creo —me interrumpe alguien más.
Esa voz hace que por un momento Fidel cese en su intento por llevarme con él. Cuando levanto la vista para poder admirar a mi salvador, quedo paralizada al darme cuenta de que ese timbre bajo e indiscutible le pertenece al chico que, con solo pensarlo, me hace sonreír.
«Asier.»
Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro