Rebeldía
Lyra caminaba cabizbaja a su casa. El problema en el que se metió por ponerle una mano encima al niño pródigo era de tamaño inconmensurable.
—Solo espero que mis papás tengan la madurez suficiente para entender que todo fue un mal entendido y que una acción mal ejecutada puede enviarme directo a la zona rebelde... —Dijo Lyra con elegancia. Luego tembló un poco. —Tengo miedo de entrar a esa zona llena de gente inculta y personas con modales que dejan mucho que desear... Brrrr. —Se abrazó a si misma y después de pensar que sus padres no podrían ser muy severos con ella, continuó su camino a casa. —En que cosas pienso, si mis padres son personas exitosas y con una reputación seria. —Le resto importancia al asunto.
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—¡Castigada un año! —Le gritó Luna en la cara a su hija. —¡Sin clubes, sin mesada y sin salidas los sábados! —Continuo la rockera. Estaba iracunda, apenas su hija entró a la casa, esta se le acercó a regañarla.
Lyra se quedó atónita por esa reacción tan repentina de su madre. Intentó decir algo pero sentía que en su garganta se formaba un nudo y que sus ojos le empezaban a picar.
—"¿Acaso mis padres quieren a ese mocoso más que a mi?" —Pensó con dolor.
—Luna por favor, no seas tan dura con ella —intentó calmarla Lincoln.
Luna se giro molesta hacia su hermano.
Este retrocedió un poco al ver que Luna estaba furiosa.
—¡No la defiendas! —Le gritó a Lincoln.
—Pero Luna...
—¡Pero nada! —Lo calló Luna. —No voy a permitir que mis hijos se hagan daño entre ellos, ¡Y es definitivo! —Finalizó rápidamente el asunto.
Lyra para este punto se cubría su rostro con ambas manos mientras lloraba amargamente.
—Puff, llorona —murmuró Lemy con burla. El niño se aburrió de ver cómo sus padres regañaban a su molesta y fea hermana por lo que se fue a ver la televisión.
Obviamente la chica lo escuchó y cómo estaba frustrada, levantó la vista con furia y sin pensarlo.
—¡Mocoso malcriado! —Gritó con furia.
—¡Mami! —Gritó Lemy con miedo al ver cómo su hermana corría hacía él.
—¡Alto allí cielo! —Ordenó Lincoln. El hombre de cabellos blancos logró sujetar a su hija por la cintura y la detuvo para evitar que atacará a su otro hijo.
—¡Mi bebé! —Luna corrió al llamado de su hijo y lo abrazó contra su cuerpo, hundiendo la cabeza del chico contra sus pechos, incomodaba al joven de cabellos castaños. —No temas, mami te protegerá de todo el mundo. —Le dijo con ternura.
—Me ahogó... —Susurró él por la falta de aire.
A Lincoln se le hacía muy difícil detener a la chica, la cuál estaba muy enfurecida.
—Lyra, tranquila —pidió Lincoln.
—No hasta que acabe con ese error de la naturaleza —sentenció con los dientes apretados señalando a su hermano con su dedo índice.
—Aléjate de mi precioso —amenazó Luna con enojo. Ella y el chico rockero observaban a Lyra con enojo.
Mirándola con desaprobación.
Ninguno de los cuatro se dio cuenta de la presencia de tres chicas, quienes los observaban con rareza.
Una era de cabello castaño largo atado en una cola de caballo, de tez clara y pecas en su rostro. Usaba una chaqueta roja, debajo de esta tenía una camisa roja con blanco con un número uno en el centro, además de un pantalón vaquero de color azul y unos tenís deportivos. Ella era una mujer adulta, tal vez de unos treinta y siete años de edad, se veía algo fornida para su edad.
Las otras dos eran unas niñas con pecas en sus rostros, de unos doce años de edad, una tenía el cabello color café grisáceo atado en una cola de caballo, era de tez clara, usaba una camisa roja con un número dos de color blanco en su pecho, unos short azules, unos zapatos de soccer y medias blancas que le llegaban hasta las rodillas y la otra tenía el cabello blanco algo corto, era de tez pálida, usaba una chaqueta negra de botones, una camisa blanca sin mangas por debajo de estas, una falsa amarilla con rayas negras, medias grises y unos tenís blancos. Además de que su actitud era algo desinteresada por lo que habló de repente.
—Oigan perdedores, ¿Les falta mucho para terminar su infantil juego o podemos ponernos cómodas por mientras acaban? —Les dijo con tono molesto.
Los cuatro se paralizaron y voltearon a ver quien dijo eso.
—¡Lupa! —La regañó la mujer de cabello castaño.
—¿Qué? —Habló sin interés.
—No seas tan irrespetuosa chica —le dijo la otra niña.
—Tsk... —Murmuró desviando la mirada a un lado.
Fue entonces que todos olvidaron su extraña disputa y se acercaron a saludar a sus familiares recién llegados.
—¡Lynn! —Dijeron Lincoln y Luna acercándose a abrazar a su hermana mayor y menor respectivamente.
—Hola chicos, ¿Cómo están? —Preguntó ella.
Le dio un abrazo a Luna y luego uno a Lincoln, con él cuál se tomó su tiempo para separarse de su hermano, demasiado tiempo.
—Ajum... —Tosió Luna con enojo al ver que su hermana no dejaba a su hermano y esposo libre.
—Ops, lo siento jeje —dijo Lynn nerviosa separándose de su hermano y observando a su hermana con una enorme sonrisa en su rostro.
—Siempre haces lo mismo cuando abrazas al tío Lincoln, mamá —le dijo Lacy con algo de burla.
Lynn volteó a ver a su hija con enojo. La castaña mayor desvío la mirada a un lado.
—Hola pequeñas, ¿Cómo están? —Preguntó Lincoln a sus sobrinas.
—Muy bien tío Lincoln y en muy buena forma —dijo una enérgica Lacy. —¿Quieres luchar? —Retó a Lincoln.
El albino se negó obviamente.
—Tal vez después —Le dijo con nerviosismo. Lacy tenía incluso más fuerza que la que tenía Lynn a esa edad, por lo que no le gustaba jugar con ella. —¿Y tu Lupa, cómo est...
—Con permiso —la albina paso de lado ignorando a su tío. Subiendo las escaleras y dirigiéndose al baño.
Todos se le quedaron observando con intriga. La actitud de la chica era muy diferente a la de su madre.
—Déjala, esta molesta por que su mamá no pudo venir —le dijo Lynn a Lincoln.
—¿Qué le paso a Lucy? —Preguntó Luna preocupada.
Lynn negó rápidamente.
—Nop, nada grave, solo es que no tenía ánimos de venir —comentó Lynn. —Ya saben como es ella.
—Les hace falta un padre —dijo Luna encaminándose a la cocina para pedir algo de comer.
Lynn río nerviosa ante ese comentario de su hermana.
—¿Qué pasa Lynn? —Preguntó Lincoln tocando la frente de su hermana mayor para asegurarse de que no estuviera enferma.
—Jejeje nada... Jeje —río con más nerviosismo y con un enorme y notable sonrojo en su rostro. —Lacy, vamos a la...
Se dio la vuelta para pedirle algo a su hija pero esta jugaba a las luchas con Lemy, ambos chicos se tomaban del cuello cómo haciéndose un candado de lucha libre mutuamente.
Lincoln le hizo una seña a Lynn para que los dejará jugar. De todos modos ellos dos se llevaban muy bien desde hace mucho y no querían molestarlos.
—Lyra, puedes...
Lincoln se giro para pedirle algo a su hija pero esta no estaba.
—¡No puedes fumar aquí!
—¡Me vale y si no quieres que te mate, será mejor que no te metas en mi camino!
—¡AAAAAAAAAAHHH!
Se escucharon unas voces algo molestas desde arriba, provenientes del baño, además de un grito de terror.
—Rayos —dijo Lincoln mientras salía corriendo para ver que pasaba.
Lynn lo fue siguiendo de cerca.
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—¡Lupa! —Gritó Lincoln alarmado al ver que la albina le apuntaba con una arma a Lyra. —¿¡De dónde sacaste eso!? —Preguntó con miedo al ver que su sobrina tenía esa arma, sabía de antemano de la rebeldía de la chica, pero esto era el colmo.
—¡La mataré si me sigue molestando! —Gritó enfadada.
—¡No! —Gritó Lincoln.
—Ayúdame papi... —Pidió Lyra, la cuál estaba contra la pared sumamente aterrada.
Lincoln se acercaba lentamente a su sobrina. Mientras que Lynn estaba observando todo con expresión cansada apoyada de brazos cruzados en el marco de la puerta. Esperando que todo terminará.
—¡No te acerques! —Pidió la chica apuntando con su arma a Lincoln. —Estoy harta de que se metan en mi vida. —Empezaba a sollozar con amargura.
Lincoln no retrocedió ni un poco. Simplemente tembló, pero aún así se acercó a su sobrina.
—No lo hagas Lupa, se muy bien que eres una niña muy buena y que lo que haces solo es un...
—¡No! —Lo silencio ella. Ahora se apuntó a ella misma, poniendo el arma en su cabeza. —Estoy harta de todo y por eso, ¡Será mejor que ya no viva más! —Amenazó ella.
–¡No! —Lincoln se abalanzó sobre ella para detenerla pero...
(¡Bang!)
Se escuchó un único disparo y la habitación quedó en silencio. No sólo por que la albina aún seguía de pie, si no que por que Lyra y Lincoln estaban sin habla.
No sabían que acababa de pasar y obviamente querían una explicación.
—¿Ya terminaste? —Preguntó Lynn con cansancio.
Lincoln se giró para ver a su hermana y cuándo iba a preguntar que ocurría.
—¡Lo siento tanto!
La albina lo sorprendió abrazándolo del abdomen entre llantos.
—N-no soy capaz de irme de este mundo... S-soy... ¡Soy una cobarde! —Gritó entre llantos hundiendo su rostro en el pecho de su tío.
Lincoln le acarició la cabeza para tranquilizarla. La cargó en sus brazos y procedió a llevarla a la sala para recostarla sobre el sofá.
—¿Me explicas que pasa? —Le susurró a Lynn al momento en que paso a su lado.
La castaña asintió y lo fue siguiendo.
—¿Qué acaba de pasar? —Preguntó Lyra a la cuarta pared. Aún arrinconada contra la pared.
No tuvo de otra que salir del baño e ir a informarse de la situación actual.
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—Entonces Lucy le compró esa arma de perdigones para evitar que Lupa consiguiera una propia y de verdad —repitió lo que acababa de decir su hermana mayor.
Lynn asintió sin mucho interés. Ella tenía a su hija Lacy abrazada contra su pecho mientras le acariciaba su cabello.
—Oh, ya veo —Lincoln tenía a Lupa con su cabeza recostada sobre su regazo mientras le acariciaba la cabeza en el lugar donde se dio el disparo. Un punto rojo e inflamado que se asomaba en la parte de al lado de la cabeza de la niña.
—Grrrrrr... —Gruñia molesta la albina por el contacto físico y la molesta expresión de afecto que su tio le daba.
—Pero en que mujer tan irresponsable se ha vuelto Lucy, comprarle un arma a su hija, esa ya es mucho consentimiento de su parte —comentaba Luna con enojo. Ella estaba sentada al lado de Lincoln. tenía a Lemy sentado en sus piernas mientras le acariciaba el cabello.
—¿Me compras un arma cómo la de Lupa? —Preguntó el chico en un susurró.
—Claro mi bebé —le afirmó Luna en voz baja.
—Yas —celebró él en voz baja.
Lyra quién estaba sentada de brazos cruzados en el sillón solitario, volteó a ver con cansancio a la cuarta pared.
—Supongo que tendré que comprarme un escudo anti motín por si acaso... —Murmuró con enojo.
Unos treinta minutos pasaron hasta que llegó la comida china, la pizza y los helados que Luna pidió por teléfono.
Todos cenaron tranquilamente, compartieron muchas experiencias y cosas que les habían pasado. Al parecer todos tenían una vida tranquila y relajada.
Los problemas del pasado se habían quedado allí, en el pasado.
Aunque los del presente aun estaban... En el presente.
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Lyra estaba sentada en su cama observando a la nada con el ceño fruncido, obviamente molesta y frustrada.
Aún con visitas y todo eso, su madre le recordó que estaba castigada y que debía quedarse en su habitación hasta nuevo aviso.
—La vida apesta —murmuró molesta.
Desvío la vista a la puerta al ver que alguien entraba. Era su padre.
—Hola hija, ¿Puedo pasar? —Preguntó Lincoln con suavidad.
—Adelante papá —dijo ella sin muchos ánimos.
El albino entró a la habitación de su hija cerrando la puerta tras de sí. Se sentó en la cama de Lyra y empezó a conversar.
—Muy bien, ¿Qué pasó? —Preguntó Lincoln.
Lyra era lo bastante lista y bien aplicada para saber que era lo que preguntaba su padre.
Así que no tuvo de otra que soltar un suspiro agotado y empezar a hablar.
—No lo sé... Solo, no lo sé —respondió muy insegura. La verdad era que ni ella sabia que fue lo que hizo.
Lincoln negó con la cabeza y le hizo una seña a su hija para que se sentará a su lado. Esta así lo hizo.
—Se que tú y tu hermano tienen sus diferencias y que veces les cuesta llevarse bien y eso pero...
—¿Diferencias? —Preguntó con una ceja levantada. —¡No lo soportó! —Exclamó molesta para después cruzarse de brazos demostrando que estaba muy inconforme.
Lincoln soltó una risa divertida llamando la atención de su hija.
—¿Qué es tan gracioso? —Preguntó ella confundida.
Él pasó uno de sus brazos por encima de los hombros de su hija y la atrajo hacia él.
—Nada, solo es que recuerdo que yo tenía esos mismos problemas con mis hermanas cuándo era más joven jeje —contó él.
Pero Lyra en vez de tomarse de forma divertida lo que decía su padre, simplemente frunció el ceño y desvío la mirada a un lado.
—Pero en ese tiempo tu y mis tías resolvían todo hablando y dándose un abrazo al final —comentó ella. —Pero Lemy y yo, es como... No se... —Se puso a hacer memoria y cuándo fingió recordar le dijo a él. —Ah si... —Esbozo una enorme sonrisa. —Nos odiamos. —Borró esa sonrisa y frunció el ceño.
La joven estaba muy molesta por todo lo que provocó su hermano y eso ya había sido suficiente para ella. —"Qué olvide la carta de disculpa y ni piense que la firmare" —Pensó con enojo.
Lincoln por su parte negó con cansancio y se levantó de la cama. Se estiró un poco y antes de retirarse de la habitación le dijo una ultima cosa a su hija.
—Solo son problemas menores los que tienes con tu hermano, créeme yo se de problemas mayores y no te gustará tener que llegar a unos de esos —le guiño el ojo. Lyra comprendió a que se refería su padre y prefirió no decir nada más. —Además, tu hermano te quiere más de lo que te imaginas jeje. —Le dijo antes de salir de la habitación.
Lyra se quedó con una expresión impactada. No pudiendo creer lo que escuchaba.
—Espera papá, ¿A que te refieres? —Preguntó ella.
—Buenas noches hija —le sonrió divertido. —Intentaré negociar tú castigo con tu madre.
Fue lo último que dijo Lincoln antes de salir de la habitación. Dejando a su hija con más dudas que respuestas. La castaña se recostó en la cama con una clara expresión de enojo, obviamente no creyendo en nada de lo que su padre le acababa de decir.
—Bah, ¿Lemy preocuparse por mi? —Preguntó con molestia a la nada. —Si a esa mocoso solo le interesa el rock y ser un consentido.
Mascullo ella. A veces le enojaba mucho que sus padres fueran tan permisivos con él, a veces solo a veces deseaba ser un poco más rebelde y disfrutar un poco de la vida al máximo.
Pero su pesado itinerario impuesto por ella misma le quitaba todo su tiempo.
—Aunque... —Pensó de repente. Entonces recordó la fiesta del sábado en la noche que habría en la academia a donde asistía. —Quizás si...
Quién sabe que pensó que la puso muy nerviosa en ese instante.
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Mientras tanto Lincoln entraba a su habitación en donde estaba su mujer esperándolo obviamente.
—Oye Luna, quería hablarte sobre el... —Se detuvo al ver que Luna lo observaba de forma seductora y depredadora. —Castigo de Lyra.
La rockera usaba únicamente una bata de baño color púrpura.
—Así que, ¿Quieres negociar el castigo de Lyra, EH? —Preguntó ella con voz seductora. Se recostó en la cama descubriendo su hombro un poco. —Ven, hay que negociar entonces. —Le dijo a su hermano extendiendo sus brazos hacia él.
Lincoln no tuvo de otra que acercarse a su hermana y darle lo que pedía, o si no, no podría dormir en toda la noche.
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Lynn por su parte observaba con incomodidad el techo de la habitación en donde estaba ya acostada. Estaría durmiendo ya pero la habitación de al lado no era silenciosa precisamente.
Los gemidos de su hermana Luna le traían recuerdos de su pasado. De hace cómo doce años precisamente.
Pero no quería recordar nada de eso, pero mientras mas tiempo pasaba más sueño tenía. Sus párpados se iban cerrando poco a poco, dejando que sus recuerdos y sus sueños se mezclarán.
—No ahora por favor... —Susurró antes de caer dormida.
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Un par de chicas tal vez en sus veinte observaban a un dormido Lincoln descansar muy plácidamente. Éste se veía mucho más joven.
Durmiendo sobre un ataúd. Si, era muy extraño. Se notaba que estaban en la casa Loud y se veía que era muy de noche.
El par de chicas observaban al chico dormir. Una era castaña con un problema de obesidad muy notorio y la otra era de cabello negro, con un extraño problema de la piel la cuál le dejaba ver que estaba muy pálida cómo si no hubiera salido al sol en mucho tiempo.
—Lucy no dejare que hagas esto...
—Tu no puedes evitarlo, le debo mucho a mi hermano y para pagarle le voy a dar algo muy preciado...
—No es necesario Lucy, él no...
—¿Viste lo feliz que es con Luna y su hija Lyra?
—Bueno si, pero...
—¿Y no quieres tener un poco de esa felicidad?
—Este... Yo...
Lucy posó su mano sobre la mejilla de su hermana mayor.
—Entonces, hay que hacerlo juntas y enmendar un poco el pasado.
Lynn tembló un poco y después de tanto meditar, no tuvo de otra que bajar los brazos y darse por vencida.
—Esta bien... Hagámoslo...
—Ese es el espíritu...
Ambas se acercaron a donde dormía Lincoln y se empezaron a despojar de sus ropas.
—¿Estas segura de que lo que le diste no lo despertará?
—Si, estoy muy segura... Suspiró...
—Ok... ¡Voy primero!
Lucy solo observó como su gorda hermana se abalanzaba sobre su sedado hermano.
—Suspiró...
No le quedó de otra que esperar su turno para pecar con su hermano.
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Lynn abrió los ojos de repente. Observó a todas partes y vio que ya era de día.
Se sentó en su cama y se estiró un poco. Soltó un bostezo y se levantó, pensaba aún en lo que pasó hace doce años y lo que vino después.
—Algún día te lo diré Lincoln... Algún día —con pesadez salió de la habitación para ir al baño.
Ella y las chicas estarían aquí por un mes y debía aprovechar todo el tiempo posible para pasarlo con sus familiares.
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Los días pasaron con normalidad hasta que llegó el sábado y el sábado paso con normalidad hasta que cayó la noche.
Era muy de noche y Lyra se disponía a salir de su habitación.
Por la ventana...
Si, se estaba escapando de su castigo para ir a una fiesta que era en su mayoría para recaudar fondos para la caridad.
—Ay no, ¿Y si me atrapan? —Se quitó de la ventana y se puso nerviosa. —No Lyra, te lo mereces por ser tan buena chica. —Volvió a sacar un pie por la ventana y cuándo parecía que iba a comenzar a bajar, volvió a meter el pie nuevamente. —No puedo hacerlo... —Se lamentó con mucho pesar.
Pero luego recordó la risa burlona y muy molesta de tu hermano.
—A la mierda... —Se tapó la boca por la mala palabra que dijo. Pero luego le resto importancia al instante y muy decidida se propuso a ir a esa fiesta, desobedecer a sus padres y demostrarles que no necesitan preocuparse por ella, que tienen el camino libre para querer y mimar todo lo que quisieran a su hijito consentido. —Muy bien, aquí vamos.
Dicho eso se dispuso a bajar por la ventana y sin ningún problema llego al suelo.
—Vaya, que fácil fue —se dijo así misma con sorpresa.
Llevaba puesta una falda larga color morado claro y una camiseta blanca por debajo de una sudadera de color morado oscuro. Además de unos tenis blancos con unas calcetas negras que llegaban hasta arriba por debajo de su falda.
Observó por última vez su casa y después de ponerse el gorro de la sudadera para cubrirse lo mejor que podía, se encaminó a la fiesta.
—Esa chica esta en problemas —murmuró Lupa observando a su prima irse desde la ventana de su cuarto.
Obviamente sin ningún interés en absoluto.
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