Una Visita Urgente al Centro Pokémon
La luna brillaba en lo alto mientras Marck y Marco esperaban ansiosos frente a la puerta de la casa. Habían pasado varias horas desde que Yor y Carmela salieron por provisiones, y la preocupación comenzaba a notarse en sus rostros.
De repente, el sonido de pasos apresurados y susurros tensos rompió el silencio de la noche. Marck corrió hacia la entrada justo cuando vio a Yor (Inteleon) y Carmela (Cinderace) tambaleándose, ambas visiblemente agotadas y con heridas marcadas en sus cuerpos.
—¡Yor! ¡Carmela! —exclamó Marck, corriendo hacia ellas.
—¿Qué les pasó? —preguntó Marco, siguiendo a su hermano y ayudando a Carmela a mantenerse en pie.
—Nos... emboscaron, —respondió Yor con dificultad, su voz apenas audible mientras se apoyaba en Marck.
—Un Rillaboom... enviado por Ivanov, —añadió Carmela, jadeando mientras Marco la sostenía con cuidado.
Marck miró a Yor con preocupación, notando los rasguños en sus brazos y la forma en que intentaba disimular el dolor. —No podemos esperar. Hay que llevarlas al Centro Pokémon ahora mismo.
---Camino al Centro Pokémon---
Marck y Marco no perdieron tiempo. Colocaron a Yor y Carmela en el asiento trasero de su vehículo y condujeron rápidamente hacia el Centro Pokémon más cercano. En el trayecto, el silencio era pesado, roto solo por los jadeos de las chicas mientras intentaban mantenerse conscientes.
—Deberíamos haber estado con ustedes, —murmuró Marco desde el asiento del copiloto, su voz cargada de culpa.
—No fue su culpa, —dijo Yor con una débil sonrisa—. Sabíamos que esto podía pasar.
Carmela, aún agotada, intentó aligerar el ambiente. —Además, yo le di una buena paliza a ese Rillaboom. No me voy a quejar por unos rasguños.
—¡No son solo unos rasguños! —exclamó Marco, mirando a Carmela con el ceño fruncido.
—Llegaremos pronto, aguanten un poco más, —dijo Marck, acelerando mientras miraba a Yor por el retrovisor.
---En el Centro Pokémon---
La enfermera Joy estaba lista cuando llegaron. Marck cargó a Yor en sus brazos mientras Marco hacía lo mismo con Carmela, llevándolas rápidamente al interior del edificio.
—¿Qué les sucedió? —preguntó la enfermera Joy con preocupación, llamando a su Chansey para que ayudara.
—Fueron atacadas por un Rillaboom, —respondió Marck, colocándolas con cuidado en una camilla.
—Han sufrido heridas graves, pero haremos todo lo posible por estabilizarlas, —dijo Joy, guiándolas hacia la sala de emergencias.
Marck y Marco se quedaron en la sala de espera, nerviosos y con las manos entrelazadas. Marck no dejaba de pensar en la expresión de Yor, en cómo había intentado mostrarse fuerte incluso en ese estado.
—Esto no puede seguir así, —dijo Marco, rompiendo el silencio—. Ivanov está llevándolo demasiado lejos.
Marck asintió, su mirada fija en la puerta que conducía a la sala de emergencias. —Esto solo nos da más razones para atraparlo. Pero primero, Yor y Carmela tienen que recuperarse.
---Horas Después---
Cuando finalmente la enfermera Joy salió, sus rostros se iluminaron con un atisbo de esperanza.
—Ambas estarán bien, —dijo con una sonrisa tranquilizadora—. Necesitarán reposo y cuidados, pero son fuertes.
Marck y Marco dejaron escapar un suspiro de alivio.
—¿Podemos verlas? —preguntó Marck.
Joy asintió, guiándolos a la habitación donde estaban descansando. Yor e Inteleon estaba recostada en una cama, con vendas en varias partes de su cuerpo, mientras que Carmela, como Cinderace, tenía una pierna inmovilizada pero aún mantenía una actitud despreocupada.
—Ya les dije que estoy bien, —insistió Carmela cuando los vio entrar—. Marco, deja de verme como si estuviera a punto de desmayarme.
—Claro, porque verte apenas de pie es completamente normal, —replicó Marco, acercándose a ella con un suspiro.
Marck se sentó al lado de Yor, quien abrió los ojos lentamente al sentir su presencia.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.
Yor asintió débilmente. —He estado peor. Pero me alegra que estemos juntas.
Marck tomó su mano con suavidad, su mirada llena de determinación. —Esto no quedará así. Ivanov pagará por todo.
Yor sonrió levemente, aunque el cansancio seguía presente en su rostro. —Lo sé... porque estaremos juntos para enfrentarlo.
Carmela, desde su cama, agregó con una sonrisa traviesa: —Sí, y la próxima vez, le patearemos el trasero a ese Rillaboom juntas, ¿verdad, Yor?
—Por supuesto, —respondió Yor, su tono suave pero decidido.
Marck y Marco intercambiaron miradas, sabiendo que esta experiencia no había hecho más que reforzar el vínculo entre ellos. La batalla contra Ivanov continuaría, pero no dejarían que nada los detuviera.
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