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σ'αγαπώ

Para Saga y Kardia parecían meses los que habían transcurrido con rapidez, pero en realidad eran sólo siete días.

Se conocían a la perfección, lo que les gusta y disgusta, los errores que han cometido y de los cuales se arrepienten.

Podían parecer a simple vista los mejores amigos, pero en el fondo ambos sabían que un sentimiento fuerte y poderoso comenzaba a aflorar en sus corazones.

Bastaba una excusa o un pequeño acercamiento para unir sus labios en adictivos besos que dejaban con ganas de más.

Seguían buscando opciones para tener una solución, no desistían, pero en el fondo deseaban que ese regreso sea postergado por unas cuantas horas más.

De alguna u otra forma estaban siendo egoístas, sabiendo que sería inevitable la separación, tratando inútilmente de evadir la cruel realidad.

Se encontraban en una cascada, cerca de los límites del bosque, el lugar era magnífico para poder distraer sus mentes, como siempre las bromas de Kardia hacia el pelinegro no podían faltar, cuando de repente una loca idea cruzó por su mente.

- Saga.

Habló sin detener su labor de jugar con las hebras negras, la cabeza de éste reposaba entre sus piernas.

- Dime.

Con voz somnolienta y perezosa respondió al llamado del travieso escorpión, estaba seguro que le diría otra de sus ocurrencias.

- Habías dicho que la razón de estar aquí fue por el uso de tu Another Dimension y el Golden Triangle de tu gemelo.

Los mimos que recibía lo estaban llevando al mundo de los sueños.

- Si, así fue como llegué a tu época.

Tardó en responder porque sentía que pronto quedaría dormido si Kardia continuaba con su labor.

- Usar dos Another Dimension, tendrían el mismo efecto? Ya sabes, para abrir un nuevo portal y así puedas volver.

Abrió sus ojos de golpe y sólo giró su cabeza para ver a Kardia.

- Si, lo tendría. ¿En qué piensas al preguntarme ésto? Sabes que no se puede involucrar a nadie.

Mencionó lo más obvio, pero las pupilas azules tenían un brillo inusual de que algo traía entre manos.

- Lo sé, pero sería indirectamente.

La curiosidad no pudo con él.

- Explícate.

Se incorporó sólo para prestar atención a lo que fuese que se le vino a su mente.

- Verás, Aspros y Defteros desde hace un tiempo han estado haciendo lo posible por llamar mi atención.

Sus celos se activaron con las últimas palabras.

- Aja y qué con eso?.

No pudo ocultar el enojo en sus palabras, que alguien más pretendiera lo que es suyo le hacía hervir su sangre.

- Que puedo hacer que se enfrenten entre ellos y activen su cosmo para demostrarme quien es el más poderoso con la Another Dimension, les haré creer que sólo así podrán ser merecedores de mi afecto y tú tendrías tu boleto de regreso.

Saga no sabía qué decir, la idea era un poco descabellada hasta un tanto peligrosa si algo salía mal y la que tal vez era la única manera posible.

- No lo sé Kardia, aún tengo ciertas dudas. El plan es bueno pero si no funciona o pasa algo peor y los involucrados en ésto les pasa lo mismo que a mí?.

El escorpio primero lo tranquilizó, sabía que no fue fácil asimilar estar atrapado en una época que no era la suya, luego pasó a explicar lo que se le ocurrió, los gemelos los citaría en un lugar algo apartado del santuario para que nadie pudiera intervenir, sería convincente para lograr su objetivo mientras él esperaría oculto, esperando la señal.

- Cuando deje de sentir tu presencia, intervendré para evitar que otro gemelo desaparezca de su época sin dejar rastro.

En eso consistía su plan, era el único recurso, ambos lo sabían, era eso o que siguiera atrapado en el siglo XVIII.

- Sabes, me gusta tu inteligencia.

Sonrió sinceramente, agradecía haber conocido a Kardia, gracias a él no todo estaba perdido como creyó en un principio.

- ¿Sólo eso o hay algo más que te guste de mi?.

Coqueto se acercó hasta quedar a centímetros del pelinegro.

- Me encanta tu forma de ser, adoro la picardía de tu mirada, la actitud salvaje que te caracteriza, esa coquetería que me vuelve loco y sabes qué es lo más que me gusta de ti?.

Imitó el tono coqueto que empleó Kardia minutos atrás.

- ¿Qué?.

Sonrió ladino, incitando a que continuara.

- Tu ardiente corazón de fuego, nunca cambies, eres perfecto así.

Un beso fugaz le dejó en sus labios, las palabras de Saga surtieron efecto en él, los latidos eran fuertes que hasta juraba serían escuchados por su contrario.

- ¿Me extrañarás ahora que me vaya?.

Su semblante feliz se transformó en uno de tristeza, las palabras fueron peor que la fría indiferencia de Dégel.

- ¿Cuándo...?

No terminó de formular la pregunta pero Saga entendió perfectamente a lo que se refería.

- Mañana en la tarde, hasta ahora hemos sido cautelosos pero no debemos dejar pasar más tiempo, no sé que pueda suceder en ambas épocas si continuó aquí o en el peor de los casos si alguien me descubre.

Tenía razón aunque le doliera separarse de la buena compañía del pelinegro.

Sin que lo supiera lo ayudó a no sentirse solo, tenía a sus compañeros de armas pero todos tenían un amigo más cercano y sin Dégel ya no tenía a nadie más, hasta que conoció al géminis del presente, pero él también se iría en pocas horas.

- Perfecto, yo me encargo de lo demás, por ahora disfrutemos de nuestro último día juntos.

Recobró su semblante enérgico y sonrió, Saga imitó su gesto, tal parecía que Kardia había leído sus pensamientos ya que también deseaba pasar el poco tiempo que le quedaba con él.

- ¿Qué quieres hacer?.

El escorpio fingió meditarlo aunque ya sabía lo que quería.

- Vamos a la cabaña y me preparas una sabrosa comida como sólo tú sabes hacer, además de esa deliciosa tarta de manzana.

El pelinegro asintió y se pusieron en marcha, en cuanto llegaron se puso manos a la obra, siendo ayudado por Kardia que no quería dejarle todo el trabajo, además así terminarían más rápido.

Cuando todo estuvo listo, con los platos servidos en la mesa se sentaron para comer, el peliazul fue el que atacó su plato con rapidez.

Extrañaría a Kardia, de eso estaba seguro, por eso decidió que mañana por la tarde se hiciera el plan, si continuaba un día más ahí se arrepentiría de volver a donde pertenece.

Comió poco, prefirió memorizar cada gesto del escorpión, los atesoraría hasta el final de sus días.

Una vez terminaron, se dispusieron a limpiar, lavar los trastos sucios y se sentaron en el sofá en completo silencio.

- Me quedaré ésta noche.

Habló para informar su decisión, una que deseaba desde el segundo día que lo conoció.

- ¿No tendrás problemas con el patriarca cuando noten tu ausencia y que no llegues a dormir hoy a tu templo?.

Eso le preocupaba más, que recibiera un castigo si no cumplía con las órdenes de la máxima autoridad del santuario.

- Qué importa, muchos han roto las reglas desde hace tiempo y no les han dicho nada, sería la primera vez que lo haría, así que no te preocupes.

Saga ya no dijo nada cuando Kardia se aproximó a él, sus labios se rozaron, pero ninguno tomaba la iniciativa de profundizar el contacto.

Siguieron tentándose, jugando con la paciencia del contrario hasta que el gemelo no aguantó más, su mano la colocó en su cuello y sólo bastó un pequeño movimiento para tomar posesión de los labios con sabor a manzana.

La lengua traviesa del pelinegro de inmediato se coló en la húmeda y ardiente cavidad bucal, exploró todo lo que pudo hasta encontrarse con la lengua de Kardia iniciando una batalla por ver quien dominaba.

Lamentablemente terminó en empate ya que ambos se separaron por falta de aire.

Ni bien recuperaron el aliento volvieron a unir sus bocas, ésta vez con urgencia y necesidad, un calor se instaló en sus cuerpos haciendo que dejaran de contenerse, su instinto los guiaría para lo que vendría a continuación.

Saga lentamente fue acostando a Kardia en el mullido sofá, se acomodó para quedar arriba y acariciar con parsimonia por encima de la ropa.

La pierna de Kardia estaba flexionada y como incitando a su amante la enrolló en su cintura haciendo clara la invitación de lo que quería.

El pelinegro se prendó del grueso muslo, no dejaba de apretar por sobre la tela del pantalón, recorría toda la extensión y volvía al mismo lugar que ya era su favorito.

Tal vez le hizo creer a Saga que lo tenía completamente dominado, pero no, rápido y ágil como el digno escorpión que es invirtió los papeles, ésta vez quedando él arriba.

Sonrió coqueto y sacó a relucir su larga uña carmesí la que pasó por su lengua, su miembro palpitó por la sensual imagen.

Kardia se levantó y tomó de la mano al pelinegro para guiarlo a la habitación, sin preámbulos lo aventó a la cama y usando su aguijón de un certero corte retiró la camisa azul de Saga, lo mismo hizo con el pantalón de entrenamiento que terminó hecha jirones.

Al gemelo siempre le encantó un hombre así, salvaje y de carácter fuerte.

Kardia tenía todo lo que a él le fascina, era el hombre que deseaba como su pareja, pero maldecía que no pertenecieran a la misma época.

Se colocó encima de él y lentamente se fue retirando sus prendas, para Saga era un deleite observar como la piel morena quedaba expuesta.

Sus manos no se quedaron quietas, recorrieron desde la clavícula, el pecho, jugando con sus pezones, pellizcandolos hasta sentirse satisfecho, su viaje continuó por el marcado abdomen donde se entretuvo por dos minutos, siguió bajando pero se detuvo ya que el pantalón aún no era retirado.

Alzó la mirada y Kardia le sonreía juguetonamente.

- ¿Qué esperas? ¿Acaso me dejarás todo el trabajo a mi?.

Entendió la indirecta y ni lento ni perezoso, se incorporó para tomar de la cintura al peliazul y dejar que su espalda tocara el colchón.

Ansioso retiró las dos últimas prendas dejando al descubierto la intimidad del escorpión.

El pene rebotó en su rostro, unas gotas de pre-semen cayeron en sus labios, su lengua las enjugó y el sabor le fascinó.

No pudiendo contener más la tentación se llevó a la boca la hombría de Kardia que gimió sorprendido, no se esperó aquello de Saga.

Recorría el tronco con maestría, succionando, dando ligeras mordidas cuando el glande quedaba al descubierto.

Se aventuró a insertar un dedo previamente lubricado en el pequeño orificio rosado, Kardia ni sintió cuando el intruso se movía haciendo círculos, tantas sensaciones recorrían en su cuerpo que no fue consciente que tres dilataban y ampliaban su cavidad anal.

Se aferró a las hebras negras cuando una corriente eléctrica recorrió su cuerpo y se instalaba en su vientre bajo donde su semilla fue expulsada.

Saga tragó gustoso toda la ardiente simiente, ninguna gota fue desperdiciada.

La piel antes tibia ahora estaba febril, los ricos estremecimientos lo tenían sensible y los tres dedos embistiendo su interior no ayudaban a controlar los espasmos que seguían en su cuerpo.

Su miembro volvió a recobrar rigidez, Saga atacó sin piedad sus labios en un beso demandante, el roce de sus cuerpos sacaron suspiros que murieron en los labios del otro, los intrusos fueron retirados en cuanto se separaron para respirar.

Sintió un enorme vacío y una mueca de disgusto se dibujó en su rostro, una risita salió de los hinchados labios del pelinegro.

Kardia se cobraría aquello, giró para invertir las posiciones, quedando arriba comenzó a hacer un suave meneo de caderas, adelante y atrás, masajeando el hinchado pene, a veces dando pequeños brincos.

Saga se mordió los labios cuando la larga uña roja hacía círculos en sus erguidos pezones, luego bajó a su abdomen trazando líneas inconexas que lo hacían contraer de placer.

Sacó fuerzas para cambiar de posición, siguieron así rodando por el colchón, ninguno dejándose dominar, hasta que el pelinegro logró domar al salvaje escorpión.

Comenzó a besar su cuello, mordiendo la morena piel, dejando marcas de chupetes para que de alguna forma Kardia lo recuerde.

Su miembro hinchado y cubierto de líquido pre-seminal sirvió como lubricante, colocó la punta en la esfínter, poco a poco se fue adentrando en las estrechas paredes, teniendo precaución de no lastimar a su amante.

El dolor fue soportable hasta cierto punto, pero cuando estaba a mitad sintió que se desgarraba por dentro, aquel miembro masculino estaba bien dotado, largo, grueso y venoso, aguantó estoicamente hasta que Saga repartía besos por su rostro a modo de distracción y susurraba en su oído palabras dulces como eróticas.

Sus labios se unieron en un beso donde sus lenguas fueron los principales protagonistas, estaba listo para lo que vendría.

- Muévete.

Fue lo único que dijo, estaba ansioso, su corazón de fuego se agitó cuando Saga comenzó su labor.

Sus piernas las enrolló en la cintura, se movía en sincronía con los movimientos de las embestidas, la excitación era diferente al que tenía cuando combatía con un enemigo.

Se aferró a la ancha espalda, los suaves movimientos tomaron fuerza arrancando los más bellos gemidos en Kardia.

Se concentró en ser cuidadoso, pausando sus embates para luego arremeter con fuerza, logrando darle mayor placer al peliazul que arañaba su espalda haciéndolo gruñir a él.

Paró sus movimientos, sin escuchar las protestas de su amante lo colocó en cuatro.

Hizo a un lado las hebras azules empapadas de sudor y dejó un camino húmedo de saliva por toda su nuca, luego pasó a morder la piel acanelada dejando marcas de propiedad en su descenso por toda la columna vertebral hasta llegar a sus carnosos glúteos que recibieron palmadas hasta dejar la piel rojiza.

Sonrió satisfecho porque todo el cuerpo entero de Kardia se estremeció cuando su lengua se abrió paso en la mojada entrada.

Se deleitó por varios minutos hasta que su pulsatil hombría pidió atención, se adentró profundamente, sacando un nuevo gemido en su amante que tiró de las revueltas sábanas.

El sudor recorría sus cuerpos, la habitación se llenó de sonidos eróticos debido a su pelvis que candente se movía.

El choque de sus testículos en las nalgas morenas era, a sus oídos, la mejor de las melodías.

- ¡¡S-Saga!!

Había dado en el punto exacto, donde todo el cuerpo de Kardia se estremeció, las paredes lo apretaron deliciosamente, soltó un ronco gemido porque estaba llegando a la cúspide de un orgasmo que sería intenso.

Siguió arremetiendo en el mismo lugar, la espalda se arqueó, un nuevo gemido, faltaba poco.

Tal vez sería su única oportunidad de decirle lo que viene sintiendo desde hace un par de días

Sin detener su ardua labor se atrevió a hablar:

- Sé que es muy pronto para decir ésto pero, te amo Kardia, mi corazón estallaría si no te lo decía de una vez por todas.

Su cuerpo tensando los músculos fue una señal para ponerse alerta, sus embestidas las detuvo, se recriminó mentalmente porque jamás debió abrir la boca.

Con los segundos más eternos de su vida se la pasó hasta que un suspiro llamó su atención, pensaba en pedir perdón pero todo murió en sus labios cuando su amante dijo una sola palabra.

- S'agapó.

¿Había escuchado bien?

Kardia dijo....

- Continúa.

Con su corazón henchido de felicidad y con un brío renovado hizo caso a su amado escorpión, siguió con más ímpetu en su tarea de darle el mayor de los placeres.

Cinco fueron las estocadas que los hicieron llegar a los Campos Elíseos.

Cuando su semen bañó las ardientes paredes internas, se sintió mareado, todo daba vueltas a su alrededor.

Kardia manchó con su esperma las sábanas, se dejó caer en la cama exhausto, luego lo acompañó Saga que posesivo lo tomó de su cintura para acercarlo a su cuerpo y se acomodara entre sus brazos.

- ¿En verdad me amas?.

Fueron varios minutos de cómodo silencio pero el pelinegro quería estar seguro de lo que escuchó.

- Si, ¿Acaso dudas de mi palabra?.

No quiso verlo a los ojos porque Saga se daría cuenta del sonrojo que adorna sus mejillas.

- No y nunca lo haré.

Un beso en su coronilla fue todo para que lo hiciera sonreír, el géminis del presente sin duda llegó para cambiar su vida, le hizo diferenciar dos sentimientos totalmente diferentes.

- Ámame toda la noche, no dejes ningún rincón de mi cuerpo sin tus besos y caricias, haz arder mi corazón en llamas como sólo tú lo sabes hacer.

Se liberó de los fuertes brazos y sus piernas las abrió para acomodarse en el trabajado abdomen de Saga y masajear su hombría que volvió a recobrar rigidez, lo colocó en su entrada para comenzar a auto penetrarse.

La noche era joven y ellos aprovecharían al máximo las horas que les quedaba juntos.

Su entrega ya no lo veían como una despedida, es porque deseaban que ese único momento juntos se perpetuara eternamente en el tiempo, quedando grabado a fuego vivo en sus memorias y almas.

Porque el amor nació inesperadamente, sin que pudieran evitarlo.

La llegada del alba anunció un nuevo día, los amantes dormían plácidamente, fueron muchas horas las que se amaron incondicionalmente hasta que las estrellas en el manto oscuro indicaron que era de madrugada.

Kardia se removió, sus ojos lentamente se abrieron, sabía que era hora de regresar al santuario y poner en marcha su plan.

- Despierta bella durmiente.

Susurró en su oído y luego dejó un tímido beso en sus labios.

Más que feliz despertó el pelinegro, devolvió el saludo con uno mucho más apasionado, se arreglaron para desayunar y ponerse de acuerdo.

Kardia salió de la cabaña, trataba de caminar a su ritmo pero el dolor en su cadera se lo impedía, así que avanzó con pasos lentos.

Agradeció a Zeus cuando llegó al primer templo, su custodio no se encontraba, avanzó hasta llegar a la segunda casa zodiacal donde tampoco había nadie, le restó importancia y ya en géminis tuvo suerte de encontrar a los gemelos, fue directo al punto.

Siendo convincente y con una sonrisa sádica pero coqueta los citó al atardecer en la cascada que se encontraba cerca de los límites del bosque.

Era el lugar perfecto para su plan, alejado de todo y de todos, nadie intervendría, pensarían que era la típica pelea de hermanos.

Salió del templo, con un malestar en su corazón, cada vez faltaba menos para separarse y eso dolía porque jamás volvería a verlo.

En cuanto llegó a su templo fue directo a darse un baño, se dio cuenta de todas las marcas que dejó Saga en su cuerpo desde mordidas a hematomas de color rojizo en su pecho, pelvis y muslos, eso sin contar los que había en su cuello, espalda y glúteos, después de salir se acostó para descansar un rato más, sus párpados se cerraron para dejarse arrastrar al mundo onírico.

La luz naranja y roja se coló por su ventana dando de lleno en su cara, sabía que el momento había llegado, estaba listo, tomó su bufanda roja para enrollarla alrededor de su cuello y descender.

A las afueras del santuario lo esperaban los gemelos, quienes lo siguieron en silencio, tomó un camino diferente que tenía un atajo y llegaran más rápido.

Saga esperaba escondido entre las copas de un enorme árbol, vio a su amado que venía con los géminis de esa época.

- Si tanto desean ser merecedores de mi afecto, tienen que demostrarme quien es el más fuerte y poderoso usando su Another Dimension. Sólo así decidiré con quien de los dos me quedo.

Escuchó claramente como ambos hermanos se peleaban, diciendo que eran el mejor, se sorprendió por lo parecidos que era a Kanon y él cuando discuten.

Sus cosmos furiosos se activaron, vio cuando alzaron sus brazos y los cruzaron, Kardia se dirigió hacia unos arbustos altos, ahí lo esperaba Saga.

Las explosiones de galaxia colisionaron entre sí, se notaba el ímpetu de Aspros y Defteros con la que competían entre ellos.

- Es hora.

El escorpión miraba atento hacia el frente, no quería voltear a verlo, no cuando su mirada lo delataría.

- Aún no.

Las esmeraldas esperaban el momento indicado, recuerda que antes de la explosión hubo rayos de energía que emanaban de algún punto, tal vez ese sería el portal que lo llevó al pasado.

- Justo ahí.

Señaló con su dedo en el centro, donde ambas técnicas se fusionaban, comenzó a formarse un círculo del cual salían pequeños brotes de energía como si fuese una tormenta eléctrica.

- Tienes que irte ahora.

Fue mas una órden que una afirmacion, Saga observó atento al frente y luego posó su mirada en Kardia.

Su mente decía una cosa y su corazón otra, el deber o el amor.

Inmutable no dejaba de perderse en la belleza salvaje de su amado, estaba reconsiderando todo, dejar atrás su vida en el presente y permanecer en el siglo XVIII.

Kardia intuyó su lucha interna, aunque le doliera separarse de él, debía hacerlo recapacitar.

- Saga, es ahora o nunca, desde un principio fuimos conscientes que ésto sería inevitable, tú y yo pertenecemos a épocas distintas, si continúas aquí no sabemos qué pueda afectar en lo que conocemos hoy en día.

Lo enfrentó y su mirada debía ser dura, sólo así podría convencerlo.

- Pero Kardia, nosotros....

Colocó un dedo en su boca cortando toda palabra, luego negó.

- Vete.

Las pupilas azules mostraban determinación, no quería separarse de Kardia, lo amaba intensamente, pero finalmente se rindió aunque doliera su corazón.

- Jamás me olvidaré de ti, te amo.

Acarició su mejilla con ternura, y sonrió con tristeza.

- Yo tampoco me olvidaré de ti, sé feliz Saga.

Estaba a punto de responderle que sin él no sería feliz pero nada salió de su garganta por un beso en sus labios, la bufanda roja que adornaba el cuello de Kardia se lo quitó para colocárselo y susurró en su oído S'agapó.

Un último beso apasionado se dieron y observaron al frente, donde los cosmos aumentaron.

Saga corrió directo hacia el círculo negro, no fue visto por los gemelos, en cuestión de segundos su presencia desapareció.

Kardia actuó de inmediato, sus dos uñas carmesí emitieron un brillo furioso cuando salieron a relucir, apuntó directo a los hermanos para encestar diez agujas escarlata y hacerlos perder la concentración, terminando en el suelo jadeantes por el veneno que empezaba a recorrer en su organismo.

La inmensa esfera de energía desapareció, estaban cansados por gastar tanto poder.

Kardia desahogó su furia con Aspros y Defteros, quienes se quejaron de dolor, lo último que escucharon fue la palabra inútiles perdedores, de ahí no supieron más.

Todo había acabado, ahora volvía al santuario con el corazón hecho trizas, sin ánimos de nada.

El sol poco a poco se ocultaba en el horizonte pero él ya no prestaba atención a eso, necesitaba la soledad de su templo.

Durante varios días Kardia lo estuvo evitando, aunque se acercara no le dirigía la palabra y lo ignoraba olímpicamente por eso decidió ser paciente y esperar.

Ahora que lucía más dócil, sentado en las escaleras de la entrada a su templo, creyó que era el momento indicado.

- Kardia ¿Podemos hablar?.

No recibió respuesta, éste sólo observaba el cielo nocturno con cierta nostalgia, insistió de nuevo y recibió un gruñido como protesta, luego se volteó a verlo, tenía el semblante triste, sus ojos no poseían ese brillo característico de siempre.

- ¿Me dejaras en paz si escucho lo que tienes que decirme?.

Lucía fastidiado con su presencia, tal vez volvió a precipitarse, pero ya no podía esperar un día más.

- Tienes mi palabra.

Kardia lo conocía y sabía que no mentía cuando colocaba su mano en el pecho como una especie de juramento.

- Habla rápido, deseo estar sólo.

De nuevo su voz delató que no se encontraba bien, había cierta molestia, debía apresurarse si no deseaba tener a un escorpión con mal humor a la mañana siguiente.

- Sé que hice mal al ignorarte desde que volvimos a la vida, en ese momento no sabía qué decirte, ya que recordé lo que me dijiste antes de entrar a los dominios de Poseidón. "Te quiero Dégel" esas fueron tus palabras, aunque no lo demostré, por dentro estaba feliz, yo también te quiero, pero no como un amigo, sino como algo más. Me he dado cuenta que mis sentimientos van más allá que el de una amistad, por eso quiero que me permitas conquistar tu corazón.

Si esas palabras las hubiera escuchado antes tal vez en un gesto atrevido lo hubiera besado como respuesta, pero no, Saga le dejó una lección muy grande.

Además que ese amor no tan fácil lo olvidaría, tardaría en desaparecer porque dejó una huella imborrable en su corazón, los momentos juntos quedarán grabados en su memoria.

- Tiempo. Necesito que me des tiempo y espacio, sólo eso te pido.

Con la mirada de nuevo hacia el cielo estrellado, vio la constelación de géminis brillar con fuerza, sonrió con pesar, la noche anterior seguían amándose hasta que sus cuerpos colapsaron de cansancio.

- Todo el que quieras, seré paciente, te esperaré y no te presionaré, ¿Podemos retomar nuestra amistad, por ahora?

Asintió sin prestarle mucha atención, su mente estaba en otro lugar, pensando en la persona que cautivó su corazón de fuego desde el primer momento que lo vio.

Los días de ahora en adelante serían difíciles de sobrellevar, nada sería igual.

Entonces pidió un deseo que guardó celosamente sólo para él.

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