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Pasado

No sabía como llegó a esa situación, perdido en una época distinta a la suya, todo por culpa de Kanon.

Estaban discutiendo por una tontería que ya no recuerda ni como empezó, los leves empujones y tirones de pelo los llevaron a activar su cosmo, su pelea ahora sí iba en serio.

La galaxian explosion y el golden triangle chocaron entre sí, la poderosa cosmo-energía hacía temblar los cimientos del solitario coliseo.

Era de noche, por lo tanto mayoría de santos descansaban a excepción de los gemelos que estaban enfrascados en su pequeña riña que pasó a ser una batalla que los llevó al lugar donde entrenaban.

La energía se volvió una enorme esfera de la cual salían rayos, aumentaron su cosmo haciendo que ambas se fusionaran entre sí causando un fuerte estallido que cubrió totalmente el coliseo de humo negro.

Kanon salió disparado hacia una columna debido a la magnitud de la explosión, mientras que Saga fue absorbido por un agujero negro del que no tuvo tiempo a reaccionar y escapar, todo pasó tan rápido, no esperó que se abriera un portal dimensional por sus técnicas más poderosas.

El vértigo lo dejó desorientado, intentó usar la Another Dimension pero su técnica, ni su cosmo funcionó.

Se vio envuelto en una interminable espiral, la noción del tiempo la perdió hasta que todo fue en picada, la oscuridad lo envolvió haciendo que perdiera la conciencia.

Mientras tanto en el santuario todos estaban alertas e interrogaban a Kanon sobre el paradero de su gemelo ya que no había rastro de él por ningún lado, la armadura se encontraba en el templo de Géminis.

Lo que más preocupaba a todos era que el cosmo de Saga había desaparecido por completo.

☆🔥☆🔥☆

Se removió por los molestos rayos de sol que se colaban entre sus párpados, su cuerpo dolía, tal vez porque estaba acostado en un lugar no tan cómodo.

- Despierta bella durmiente.

Una voz con tono burlón se filtró en su canal auditivo, gruñó a modo de protesta.

- Cállate Kanon.

Estaba seguro que era su gemelo, siempre lo molestaba por las mañanas.

- Mi nombre no es Kanon, soy Kardia.

Abrió sus ojos y se incorporó de inmediato, ese nombre, juraría haberlo escuchado antes, forzó su memoria a recordar más no tuvo éxito.

Pero había una pregunta más importante, ¿En qué lugar se encontraba? Parecía reconocerlo y a la vez no, su mente aún estaba confusa.

Buscó con la mirada al dueño de la profunda voz y lo encontró sentado a un lado de él, apoyado en el tronco del árbol comiendo una apetitosa manzana.

Era igual a Milo, sólo que tal vez por unos años mayor a su compañero de armas.

La mirada azul lo escudriñaba de pies a cabeza, por un momento se sintió incómodo, pero no debía mostrarse así ante nadie, ni siquiera con el enemigo.

- ¿Qué lugar es éste?.

Prefirió desviar su atención a un tema que lo tenía más a la expectativa.

- ¿Porqué la pregunta? Tú debes conocer la respuesta.

La sonrisa juguetona que adornó sus labios decía que no cedería fácil.

Si a esas iba, también entraría en su extraño juego.

- En realidad me gustaría saberlo de tus labios. Oh qué, tienes miedo de revelar la ubicación de algo sumamente importante y que nadie debe enterarse de su existencia?.

Con la arrogancia y soberbia que a veces lo caracteriza se enfrentó al peliazul, éste ofuscado por la indirecta sacó a relucir su afilada uña carmesí.

- Mira idiota, si fuera tú tendría más cuidado al hablarle así a un santo dorado y más si es el gran Kardia de Escorpio. No me tiento el corazón cuando alguien quiere ser valiente al enfrentarse conmigo.

Pasó la larga uña por su lengua, lamiendola como si fuese algo dulce que se saborea con calma.

La escena lejos de parecerle sádica, se vio tan sensual a sus ojos, Kardia se acercaba como un animal al acecho, instintivamente retrocedió hasta que su espalda chocó con el tronco del árbol.

Se vio acorralado entre el fornido cuerpo del peliazul, lejos de intimidarse sonrió con suficiencia, no había mucha diferencia en sus estaturas, pero él por tres centímetros le ganaba.

Tal vez era lo más atrevido que haría en su vida, acercó su rostro al de Kardia que arqueó una ceja, estaba a la expectativa, adivinando su siguiente movimiento.

Su mano lo guió hacia la nuca del moreno y tiró de él para estampar sus labios con los de su contrario que estaba asombrado por ese repentino acto, no pensó que fuera a besarlo.

Se resistió lo más que pudo, intentó safarse pero las manos en su cuello y cintura le impedían alejarse, abrió su boca para poder morderlo pero sólo logró que la lengua traviesa se colara dentro y empezara a explorar toda su cavidad bucal.

Poco a poco fue cediendo al beso, se dejó arrastrar por esa maravillosa sensación que nunca antes había sentido, era algo nuevo y sumamente excitante.

Si algo odiaba en ese momento fue el aire que le hacía falta en sus pulmones, se separaron sólo unos centímetros, podía sentir el cálido aliento chocar con el suyo.

Quería más de aquellos adictivos besos que Dégel tiempo atrás le negó, los quería ahora con necesitada urgencia, luego tendría las respuestas a dos preguntas que le haría.

Tomó la camisa del desconocido de cabello negro y volvió a unir sus bocas en un desenfrenado intercambio de saliva, los dedos que sostenían su cuello terminaron en su cabello haciéndolo puños.

Sus cuerpos se pegaron al punto que parecían fusionarse y volverse uno sólo, Kardia pasó su larga uña roja por la mejilla del contrario haciendo un lento pero delicioso camino por su manzana de Adán, descansó la palma de su mano en el fuerte pecho sintiendo los rítmicos latidos.

Una mordida por parte del pelinegro en su labio inferior fue esa chispa que encendió de forma literal su corazón de fuego, un delicioso escalofrío lo recorrió de la cabeza a los pies.

Jadeantes se separaron, las pupilas dilatadas mostraban cuán placentero fue ese beso.

Azul y esmeralda chocaron por breves segundos antes de desviar sus miradas para otra dirección.

Luego de esa momentánea conexión que sintieron la cordura volvió en Kardia.

- ¿Cuál es tu nombre bella durmiente?.

Debía saciar su curiosidad, porque prácticamente besó a un desconocido.

- Soy Saga de Géminis y no "bella durmiente".

El pelinegro sin ser consciente dijo además de su nombre el título que poseía como caballero dorado.

Kardia sonrió.

- Así que eres un caballero dorado y del templo de los gemelos, ahora entiendo porqué me recordaste al idiota de Aspros. En algo se parecen y es en el cosmo poderoso que emanan. Pero la pregunta más importante es ¿De qué época o siglo vienes?.

Saga no tuvo más remedio que relatar su patética situación, aunque no lo conocía del todo salvo por unos datos que alguna vez leyó de los caballeros del siglo XVIII sentía que podía confiar plenamente en él.

Sí, recordó que Kardia es el antecesor de Milo.

- Siglo XX interesante, vienes del futuro.

No prestó atención al tono animado en el que habló Kardia, estaba inmerso en sus pensamientos.

Todo parecía ser tan irreal pero sabía que no lo era, se encontraba atrapado en el pasado.

Ahora tenía que encontrar una solución para volver a donde pertenece y darle una buena paliza a Kanon porque todo lo que estaba sucediendo era su culpa.

- El sol se está poniendo.

Miró al cielo, sabía que pronto la oscuridad tomaría posesión del lugar.

- ¿Eh?.

Saga no sabía qué había dicho Kardia.

- Vamos, camina.

Ya de pie se dio la vuelta, con pasos lentos empezó a caminar para internarse en el bosque.

El pelinegro se incorporó rápidamente y apresuró el paso hasta que ambos caminaban lado a lado.

- ¿A dónde vamos?.

Cuestionó luego de varios minutos en silencio.

- A mi antiguo hogar, nadie conoce de su existencia sólo yo. Debo volver al santuario y tú debes descansar, aunque quisiera llevarte como un invitado no se podrá. Así que te quedarás aquí.

Llegaron a una casa de madera pequeña pero modesta, lucía en buen estado, abrió la puerta para dejar pasar primero a Saga.

Dentro tenía todo lo necesario, una mesa, dos sillas, un pequeño sofá, una puerta que lo más probable era la del dormitorio.

- Creo que tengo todo lo necesario para que prepares tu comida, siéntete en confianza, volveré por la mañana para saber como amaneció la bella durmiente.

Saga gruñó y Kardia sonrió burlón, ese sería su nuevo pasatiempo favorito, molestarle.

- ¡¡Oh si!! Lo olvidaba.

Con aura amenazante se acercó al gemelo mayor que no se dejó intimidar, lo retó con la mirada.

- Descansa.

Se acercó lo suficiente para robarle un beso que sólo fue un suave roce labial, luego se dio la vuelta sin decir más.

- Gracias... Por todo.

Susurró cuando la puerta se había cerrado por completo, sin duda le sorprendió la acción de Kardia, tanto que tardó en procesar lo ocurrido y cuando habló, él ya no lo escuchó porque se había marchado.

No tenía apetito, por eso decidió irse a la cama de una vez, tantas emociones en un día lo tenían agotado física y mentalmente, aunque su memoria trajo el fresco recuerdo del beso en el bosque, sus mejillas adquirieron un ligero tono carmín por lo bien que se sintió aquello.

Con una sonrisa tonta en sus labios fue cerrando sus ojos hasta quedar completamente dormido.

☆🔥☆🔥☆

Con la llegada de un nuevo día, Kardia muy animado se levantó temprano, entrenó por una hora, luego subió a su templo para darse una ducha y salir al pueblo para comprar manzanas y otros víveres para su invitado.

No sabía qué podía gustarle, así que optó por llevar de todo un poco, esperaba que supiera cocinar porque él no era muy bueno, normalmente Dégel era quien lo invitaba a su templo para desayunar, almorzar y cenar pero ahora su amigo lo ha estado ignorando desde que fueron resucitados.

Debía dejar de pensar en él, es obvio que no le importa ni un poco, le ha demostrado con sus acciones que no significa nada en su vida.

Llegó a la cabaña, no vio la necesidad de tocar a la puerta si era el dueño, entró de manera silenciosa por si Saga seguía dormido, pero éste ya se encontraba despierto y lo esperaba con el desayuno listo.

Esa era su forma de agradecer a Kardia todo lo que ha hecho por él en tan pocas horas de conocerlo, todo transcurrió entre risas y bromas, el pasado y el presente conviviendo de forma amena.

La plática fue desviada al tema de mayor importancia, que Saga vuelva cuanto antes a su perteneciente época, no sabían si podía afectar el espacio-tiempo con su llegada 244 años atrás.

- Debe haber una forma y no sé por donde empezar a buscar respuestas. Mi gemelo no sé salvará de lo que tengo planeado hacerle a mi regreso.

"Así que tiene un gemelo", pensó el peliazul, "Bueno, tal vez eso pasa de generación en generación" se dijo a sí mismo.

- Olvida por un momento la venganza contra tu hermano, lo que importa ahora son las opciones que puede haber para solucionar tu problema actual.

Lo reprendió suavemente, entendía que estaba enojado, él en su lugar también lo estaría.

- Tienes razón, pero agh, me siento frustrado, no puedo pensar con claridad, se supone que soy el más inteligente y calculador de la orden dorada, compitiendo con Aioros, por supuesto. Pero ahora me está costando trabajo. Que Athena me ilumine, no sé qué hacer.

Estaba por tirar de sus largos cabellos negros pero la mano de Kardia lo tomó de su mentón y lo obligó a verlo directo a los ojos.

- Hey, hey. Tranquilo, no estás sólo en ésto, yo te ayudaré. Quiero por primera vez en mi vida sentirme útil. No soy tan inteligente como Dégel pero intentaré serlo por ti.

La determinación en las pupilas azules lograron calmarlo, definitivamente confiaba en él, en sus palabras.

Atraídos por una fuerza poderosa, fueron acercándose lentamente hasta estar a centímetros.

La anticipación del beso los tenía nerviosos y ansiosos por igual, era algo difícil de explicar con palabras, la atracción que sentían en ese momento hizo que por fin unieran sus bocas en un apasionado beso, la mano de Kardia no se quedó quieta y la colocó en la cintura de Saga atrayendolo para apegarlo más a su cuerpo.

Se olvidaron del lugar donde se encontraban y quienes eran ellos, de nuevo el ardiente corazón del escorpión se encendió por la placentera sensación.

Lo que más odiaron en ese momento fue que sus pulmones exigieran oxígeno, no querían separarse pero tuvieron que hacerlo.

El escorpión fue consciente que alguien lo llamaba vía cosmo.

<<Kardia>>

Sabía quien era, frunció su ceño y puso una barrera para que no se comunicara con él.

Saga vio como la expresión del peliazul cambió de un momento a otro además que se quedó callado.

- ¿Pasa algo?

Dudó en preguntar, pero claramente pudo percibir que alguien insistentemente intentaba hablar con Kardia por medio del cosmo.

- Nada de qué preocuparse mi bella durmiente. Debo irme, volveré mañana.

Le dedicó una sonrisa para tranquilizarlo, aunque no quisiera irse tenía que hacerlo y volver a su solitario templo.

Recorrió el camino con pasos calmados, muchas cosas rondaban por su mente en ese momento, Saga era quien ocupaba la mayoría.

Subiendo los escalones de la primera casa, saludó a su guardián y pidió permiso de pasar, el que fue concedido de inmediato, así lo hizo consecutivamente hasta llegar al suyo.

Antes de entrar a sus aposentos privados, una voz elegante con su acento inconfundible detuvo sus pasos, giró sobre su eje para buscarlo con la mirada, lo encontró apoyado en una columna.

- Desde ayer he querido hablar contigo pero al parecer el rebelde escorpión no se encuentra nunca en su templo y llega tarde de quién sabe dónde.

Sí que era el colmo, hasta ahora se digna dirigirle la palabra y sólo para reprocharle.

Si quería hacerlo enojar, lo logró.

- ¿¡Y eso a ti en qué te afecta!? ¿¡Quieres que te dé una explicación de todo lo que haga ó a dónde voy!?. En éste momento no quiero hablar contigo. Vete de mi templo.

Dio por terminado la conversación, la ira siguiendo latente.

- Kardia yo....

Cortó su palabrería, alzando su cosmo amenazante.

- ¿Acaso no escuchaste? ¡¡Déjame en paz!! No quiero verte ni escuchar tu voz.

Su larga y afilada uña carmesí se manifestó, estaba dispuesto a correrlo de su templo con las scarlet needle.

- Me voy, pero la conversación queda pendiente. Lo que te voy a decir es importante, quieras o no tendrás que escucharme más adelante.

Con pasos elegantes se retiró de su templo, el frío que siempre lo acompaña dejó de sentirse, sin ánimos se tumbó en su cama, sabía que Dégel cumplía su palabra y cuando se proponía ser insistente lo lograba.

Se quedó dormido de inmediato, estaba exhausto, agradecía que su corazón no causara molestias en esos momentos sino tendría que ser asistido por acuario para controlar sus crisis y ahora más que nunca no deseaba tenerlo cerca.

☆🔥☆🔥☆

Si quería ser de ayuda para Saga tenía que investigar, así que primero optó por hacer preguntas casuales a Shión que tenía el poder de la telekinesis, un tanto sorprendido como intrigado el de Aries respondió a sus dudas.

Aunque si le descolocó eso de si una persona podía transportarla por medio de su habilidad.

¿Qué planeaba Kardia?. Se pregunto el guardián de la primera casa.

Agradeció y bajó al pueblo pero antes de llegar tomó un atajo que lo llevaba a la cabaña.

Ésta vez Saga estaba afuera, admirando los árboles frondosos, parecía distraído así que se le ocurrió hacer una travesura, sigiloso se fue acercando por atrás, pero a tres pasos de asustarlo...

- Hola Kardia.

El peliazul hizo un berrinche y el otro se carcajeó como nunca antes lo hizo en su vida.

- ¿Porqué todos me arruinan mis planes? ¡¡No es justo!!.

Siguió quejándose mientras el pelinegro se burlaba, nunca se había reído tanto, eran contadas las veces que sonreía de verdad.

Estando al lado de Kardia era alguien diferente, se sentía a gusto con su presencia, es como si una parte de su subconsciente le dijera que estaba con la persona correcta.

Todo el día la pasaron juntos, compartiendo momentos agradables que quedarían grabados en sus recuerdos.

Al siguiente día Kardia fue al templo de Géminis para hacerles unas preguntas, ni un paso dio en aquel lugar cuando se vio rodeado por Aspros y Defteros.

No obtuvo respuesta a nada ya que empezaron una pelea entre hermanos, fastidiado salió y comenzó a descender hacia los templos superiores, más concreto a la sala del patriarca, tal vez él podía ayudarlo sin dar a conocer la existencia de Saga.

Con una que otra idea salió feliz del recinto principal, bajó de nuevo, se detuvo unos minutos en su casa para dejar su armadura y cambiarse de ropa.

Que Kardia se mostrara interesado en un tema que antes le pareció aburrido y ahora de la nada pregunta a él y Shión sobre ¿Viajes en el tiempo?.

Sólo una persona podía saber qué pasaba por la cabeza del travieso escorpión así que mandó llamar a Dégel que con una interrogante miraba al anciano.

No sabía nada de eso, además desde que fueron resucitados ni una palabra le dirigió al escorpión cuando feliz se acercó a abrazarlo, así que no supo qué responder al patriarca la duda que ahora él también tenía.

Debía investigar, porque por más que le da vueltas al asunto no encuentra la lógica, es todo confuso, él siendo elogiado por su inteligencia nata ahora estaba en blanco su mente.

Podía decir fácilmente que se estaba volviendo loco, pero no, notaba su comportamiento raro, misterioso, como si ocultase algo.

- ¿Qué es lo que escondes Kardia?.

Se preguntó mientras daba vueltas en su templo, frustrado, enojado.

- ¿Será posible que...

No lo había pensado antes, pero recordó que llegaba de noche, con una sonrisa.

Por primera vez temió perder algo que siempre pensó era suyo y se quedaría a su lado incondicionalmente, ahora se dio cuenta que no era así.

Mientras Dégel lucía abatido y triste, Saga y Kardia charlaban sobre las posibilidades de usar su cosmo pero de inmediato fue descartado, todo el santuario estaría alerta por la posibilidad de un intruso o enemigo.

Otras ideas llegaban a su mente pero todas tenían que involucrar a terceros y no podían correr el riesgo, nadie debía saber de la existencia del pelinegro, temían que algo pudiera alterar el curso de sus épocas correspondientes.

Ya verían qué solución encontraban entre los dos, por ahora sólo quedaba disfrutar de la compañía del otro el tiempo que durase.

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