Capítulo 3: Los animales de Látigo
Logro salir de Soga tras la comida y me dispongo a caminar por el campamento. En el área de los nuevos es poco probable que haya algo que me interese, sobre todo porque estaría a la mano de todos. Eso creo, aunque nada mejor oculto que lo que se ve a simple vista.
Hay más de veinte carpas como la mía y en cada una de ellas duermen cuatro personas. Con ello puedo suponer que el personal del circo ronda más de cien sujetos fácilmente.
Me llama la atención lo deformes que se ven algunas personas mientras hago el recorrido. Uno de ellos tiene tres piernas, pero no parece sentir pena de ello, más bien lo usa para hacer un espectáculo. Por otra parte, hay un hombre tocando los laúdes; esos que a veces se ven en las tabernas. Me gusta bastante la música y nada acá deja de ser animado. Muchos sonríen al verme, pero otros se ven cansados en el suelo haciéndose masajes en las extremidades antes de salir.
A pesar de las muchas vueltas que doy por esta área no logro ver nada extraño, bueno, al menos no en el sentido que esperaba.
Tomo valor y me acerco al límite con el área VIP; para las personas que actúan en el acto principal. Por allí deben estar las carpas de Daga y Látigo, también de la mujer verde que aún no sé su nombre.
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Las zonas son bastante parecidas a excepción de que acá hay menos carpas pero más grandes. Parece que cada uno tiene su propio espacio personal y no compartido con tres desconocidos. Si algo pasa en este lugar debe ser de ese lado. Debo lograr pasar como sea.
Hay una cuerda en medio, pero cuando la intento franquear por debajo un león bastante delgado, sin dejar de verse entrenado, me intercepta gruñendo.
—No estoy haciendo nada malo —digo como si él pudiera escucharme y pego a la cuerda.
Escucho unas risas bastante finas y desagradables, como si de una hiena se tratara, venir desde el lateral. Cuando volteó allí veo a un anciano sentado sobre un barril junto a una cabra con un velo de novia puesto. Creo que sé quién es.
—¿Qué haces acá?, ¿no te enseñaron que la zona "Roja" es solo para los Ángeles del show? —me dice el señor mientras observa al león. Parece que si me come o ataca no habría un cambio en su vida.
—Soy nuevo, ¿puede retirar al león? —Tengo el corazón en la boca.
—No es mío, es de Látigo. Mucho bichejo suelto deja él por aquí. Este es el más normalito —dice mientras se ríe—. Como no te conoce es posible que te ataque, yo que tú cruzo suavemente la soga.
—¿Látigo es el encargado de la seguridad acá? —pregunto mientras retrocedo suavemente hacia detrás de la cuerda.
—¿Por qué quieres saber eso? —dice mientras levanta una ceja y toma una botella llena de agua ardiente que tiene al lado señalándome. Parte del contenido se derrama en su pantalón, pero no parece importarle.
—Yo... —Necesito pensar algo, así que agrego rápido—: busco a Látigo, por eso quiero saber más de él... Es atractivo, ¿no cree?
¿Por qué demonios dije eso?, todo es culpa de las preguntas estúpidas de Soga. Seguro se da cuenta de que miento.
—Ah, lógico, todas las jovencitas están revueltas con él. Pobre de ti, menuda competencia tienes —me dice con lástima y se empina de la botella hasta el fondo.
—Daré mi mejor esfuerzo —las palabras salen de mi boca con cuidado.
—¿Sabes qué? —dice lanzándose del barril para caminar hacia mí. Puedo notar que tiene un ligero desnivel en la cadera.
—¿Qué? —digo sin quitarle el ojo de arriba, me quedaré bizco porque también ando evaluando al león.
—Me agradas. Así hay que ser, ir detrás de lo que uno quiere —me comenta mientras acaricia la cabeza de la cabra y me invade el asco, pero no lo muestro.
—Sí, así debe ser —respondo con una sonrisa mientras su mano apestada en alcohol se posa en mi hombro.
—Te ayudaré, todo por el poder del amor. Esta noche, luego del espectáculo nos iremos a beber. Búscame y te llevo. Látigo debe ir, él no suele beber, pero presente va a estar.
—¡No faltaré! —digo con emoción.
No quiero ver a Látigo, ¡no soy gay! Todos hacen un show por ello y no es de mi interés. Pero beber con ellos puede darme la oportunidad perfecta para cruzar al otro lado. Necesito ver qué hay detrás de esas carpas más grandes.
—Perfecto, ahora lárgate antes de que el escorpión que tienes en el zapato te mate —dice el anciano y mis ojos se van a mi pierna, la cual justamente tiene lo que dijo trepando.
—¡Ah! —grito mientras le doy una fuerte sacudida para quitármelo y me alejo del límite. Necesito hacer algo con los animales tan peculiares que rondan esa área.
En anciano cuando miro al frente ya no está, desapareció.
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Es de noche y la hora de hacer magia en este circo tan peculiar. Las antorchas y demás fuentes de luz llenan de vida el sitio mientras las personas caminan por el lugar viendo los diferentes puestos.
Yo soy utilizado para vender manzanas acarameladas. He de decir que trabajar con esta comida me da hambre, más que lo único que tengo en el estómago es el puré de la tarde.
A mi lado estaba Soga trabajando con su usual cara de pocos amigos y cero ganas de hablar con el público. Eso sí, cada vez que un hombre musculoso y que ronde los treinta llega al puesto, ella le recibe con una seducción bastante letal. Actualmente, estoy solo en el sitio, ya que se fue a follar a algún lado.
Saco de mi bolsillo y veo el pequeño anuncio del circo que me dejó Látigo. Esto me hace pensar en la función y mi misión.
"Necesito verla", es lo primero que pienso al escuchar los gritos de emoción provenientes de allí.
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Espero que les haya gustado el capítulo
Tienen una pequeña visión del área que debe explorar Pluma y los pequeños animalitos indefensos de Látigo que le esperarían allí XD
¿Qué creen que deba hacer para pasar?
¿Creen que Dalia esté ahí?
¿Realmente el circo es malo o sólo fue una coincidencia?
Kirara
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