Capítulo 28: Inocente
Látigo me deja sobre la cama para luego acostarse a mi lado, mi cuerpo está cansado y ambos estamos desnudos. Siento que me abraza tratando de tener el mayor contacto corporal posible.
—¿Eres así con todos? —La pregunta sale sin permiso de mis labios.
—Con algunos, ¿te preocupa el tema de la monogamia? —Le escucho decir, si me está hablando, ¿es porque cree que me quedaré en su vida?
—¿Con Daga y con tu último aprendiz? —Le digo deseando que la respuesta sea negativa.
—Lo he hecho con ellos, es solo sexo, no te preocupes —comenta sin dejar de abrazarme. ¿Por qué sus palabras me duelen? Si no tenemos nada... Más que solo esto.
—Yo... No tengo experiencia... No creo que debas gastar el tiempo con estar aquí si ya está Daga —digo soltando un poco del veneno interior que siento.
—No tiene que ver, son dos cosas diferentes. ¿Te preocupa?, aunque estés con Daga, vas a querer volver a mí, eres más dulce en este tema, a pesar de que también te dejas llevar por la lujuria. Pero si caes en manos de él no va a ser de esta manera —me dice acariciando mi cabeza.
Para Látigo acostarse con alguien... Entonces, ¿es algo común?
—No tengo esa intención, a diferencia ti, no he estado con más personas. No había podido y realmente todavía no me siento listo para algo así —digo siendo sincero.
—No me gustaría que te toquen si no estoy presente. —Una de sus manos me rodea por la cintura—: No quiero que te rompan, cuidado con los demás.
—¿Tú estarás con alguien si no veo...? —Digo evitando verle a los ojos y con el corazón en la boca.
—¿Te preocupa eso?, ¿por qué? —Me responde obligándome a verle.
—No lo sé, no me pidas respuestas... Creo que es solo por el sexo... Eso, debe ser —digo dudoso.
—¿No te habrás enamorado o algo de eso? —Me pregunta levantando una ceja como suele hacerlo cuando algo le da curiosidad.
—No creo, no creo en esas cosas en tan poco tiempo. Creo que es más bien... No, no te puedo decir eso —agrego para cerrar la boca.
—Dime, no es que vaya a usar eso información para algo malo —dice sin dejarme escapar de la conversación.
—Es que no lo entiendo, tal vez porque quiero sentirte mío o algo así, pero a la vez no creo que desee eso... No sabría cómo explicártelo —le respondo lo mejor que puedo entre dudas.
—No me gustan las relaciones formales o algo así, pero sería molesto dejarte a manos de otros tan fácilmente ahora. Sería dejar que hagan marcas en ti —dice mientras deja una ligera mordida en mi cuello donde se nota otra hendidura de su acción, otra que dejará marca—: podemos hacer las cosas, juntos si quieres... Es lo mejor que puedo ofrecerte.
—No entiendo, explícate —le pido.
—Si quieres podemos jugar juntos en estas cosas, también puedes elegir las personas. No sería una relación, pero así podríamos mantenerlo de una mejor manera —me dice robando un beso húmedo de mis labios.
—No lo sé... Sería raro, yo no... No creo... —Le contesto.
—Puedes pensarlo, hay tiempo, aunque no tanta vida... Hoy me toca en la noche un show, así que sería lanzar un dado a si sobreviviré o no. A pesar de que viste a Cisne siendo verdugo, ¿no notaste que ella también pudo caer de la cuerda? En fin... La vida se va demasiado fácil.
—De todas maneras no pienso volver al circo, Látigo. Yo no puedo con lo que pasa ahí, no podría con el hecho de que alguien muera por mi culpa —le respondo con total sinceridad—: admito que disfruto los ratos así contigo y adoro mi amistad con Soga... Pero por muy divertido que sean algunas cosas, hay líneas que no puedo cruzar.
Él me silencia con un beso el cual correspondo como si fuese el último, incluso le aguanto por la espalda para que no se despegue y seguirlo por un minuto. Llego a sentir su miembro duro contra mi abdomen hasta que se aparta de mí para buscar su ropa.
—No vine solamente para esto... —Se comienza a vestir y saca una entrada para la función—: averigüé por la mujer que dijiste... Sigue viva.
—¿Qué... Qué mujer? —Le pregunto parándome de la cama sintiendo mis dedos temblar.
—Esa tal Dalia, sigue viva. Puedo liberarla el último día del circo en la ciudad. Pero tengo una condición —me dice de forma fuerte.
—¿Cuál? Haré lo que pidas... Si está viva debo devolverla a su madre —digo acercándome a él y cayendo al suelo por lo débil de mis piernas.
—Tu vida por la de ella, la dejaré libre ese día y tú no podrás abandonar el circo, Pluma. —Su voz sale molesta ante la disposición que muestro por ella. Lo he notado, a Látigo le fastidia mi devoción a Dalia.
—Yo... —Me quedo dudándolo unos segundos. ¿Cómo demonios respondo a eso? ¿Tendría que aceptar ser un asesino para salvarla?
—Puedes pensártelo, tienes hasta que inicie la función ordinaria, te buscaré en este asiento con la mirada. Si no estás ahí supongo que decidiste que no vale la pena la vida de tu amiga —me dice Látigo—: pero estoy seguro de que irás. Al final de todo decidí que vas a estar en mi mundo.
Termina de vestirse y sale de la casa, con la misma facilidad con la que llegó. Sin hacer ruido en el exterior; sin embargo, dejando un caos en mi interior.
—¡Látigo! —Grito para moverme hasta la puerta con dificultad, tras lo inestable de mis pasos, y asomarme para buscarlo, ya no se ve en todo aquello.
Solo queda la caída del sol en el cielo, las calles de Ciudad Victoria se están volviendo oscuras. Se marchó sin dar realmente la posibilidad de una elección, me es imposible abandonarla y lo sabe. Látigo... Eres un demonio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro