Capítulo 15: Lazos en Victoria
Siento sus labios sobre los míos, pero solo dura una milésima de segundo. El limón hace que no pueda pasarlo desapercibido y él solo sigue caminando como si nada hubiese pasado.
—Debes dejar de hacer esas cosas —digo a duras penas centrándome en el fantasma de esa sensación. Odio el hecho de no sentirme disgustado.
Las personas miran la escena de forma rara y hablan de ello en susurros como si hubiese pasado una atrocidad. Lo olvidé por culpa del circo, dos hombres no deberían besarse. Está mal, ciertamente debería buscar una chica... Algo así...
Siento su mano agarrar la mía para salir del sitio, pero parece que a él no le importa cómo nos mire la gente, pero a mí sí. Esta es mi ciudad, aquí tendré que vivir cuando abandone ese espacio de personas raras.
Soy llevado a un callejón sin darme cuenta por estar perdido en mi propia cabeza. Despierto cuando la mano de Látigo choca con la pared para despertarme y su rostro se pega al mío de golpe.
—¿Eh, qué sucede? —Pregunto con el nervio invadiendo mi cuerpo—. Debemos movernos, nos van a ver, esto está mal, muy mal.
Soy callado por sus labios sobre los míos de forma brusca, invadiendo todo mordiendo y usando su lengua.
Intento separarme, pero no es cómo las otras veces que logro librarme de su agarre y él me deja ir. No es así, no parece tener intención de soltarme.
Una mano mantiene mi cabeza en su sitio para el baile de nuestros labios y la otra mano va a mi espalda baja para pegar mi cuerpo al suyo.
Se siente demasiado bien, puedo sentir los sabores de los dulces que comió. No debería estar de acuerdo con esto, no debo.
Sigo intentando zafarme, aunque me es imposible y noto que cada segundo que pasa mi fuerza disminuye junto a mi resistencia, llegando una ligera resignación.
Por suerte parece que no hay transeúntes en este callejón, a excepción de un borracho dormido al lado.
Las manos de Látigo van a mi pantalón y lo bajan, para dejar al descubierto mi ropa interior donde mi miembro se está ya empezando a poner duro.
—Para... Estamos en la calle —digo entre suspiros y señalo al vagabundo y a las personas. Me molesta de mí mismo que pienso en pararlo, no porque no me gustara, sino por el sitio donde estábamos.
Sus dedos van a los labios para decirme que haga silencio con los gestos y vuelve a besarme junto con una de sus manos, deslizándose de arriba abajo por esa zona tan sensible de mi cuerpo, la cual se humedece en la punta por sus acciones.
Trato de aguantar los sonidos que salen de mi boca para no despertar al hombre de al lado. Los labios de Látigo bajan a mi cuello, dejando mordidas y chupetones a lo largo de este.
—No es un buen lugar... En serio... —suelto aguantando los gemidos.
Soy puesto de frente contra la pared y siento como sus dedos de la otra mano comienzan a hurgar en mi trasero para adentrar uno suavemente por mi agujero sin parar los movimientos en la zona delantera.
—Ah... —se escapan los sonidos de mi boca y tengo que morderme el labio para mantener el incógnito. Giro mi cabeza hacia la calle y se pueden ver pasar a las personas en el área de luz. Por suerte no hay claridad en estos callejones.
Es demasiada estimulación para mí, por lo que termino por venirme manchando la pared y las manos de Látigo con mi semen.
Las piernas me fallan, pero él me sostiene por las caderas para ponerme de frente, observando mi rostro sonrojado y con los signos de nervios por la situación.
—Deberíamos irnos... —Siento su verga rozar la mía para darme cuenta de qué está tan duro como yo estaba—. Aquí no, vámonos...
Me carga por los muslos frente a él, pegando mi espalda a la pared mientras penetra mi trasero lentamente. No puedo evitar aferrarme con las manos a sus hombros haciendo presión con los dedos. Escondo la cabeza en su cuello, pero la levanta para verme el rostro, todo hecho un poema.
Los movimientos empiezan haciendo que no logre razonar nada. Olvido que pasan las personas, olvido al vagabundo, solo estamos nosotros y el morbo del lugar en el que estamos.
Pierdo la cabeza, dejándome llevar, hasta que veo su rostro también excitado por la situación, así que como último acto de cordura decido besarlo jugando con sus labios.
—No te detengas... —digo como súplica.
Mi pene no tarda en estar a la par que el suyo por toda la estimulación que causa en mi persona. Luego de varias embestidas terminamos por corrernos juntos. Siento como se vacía en mi interior lo que hace que se me caiga el rostro de vergüenza. Para colmo, el líquido chorrea saliendo del orificio.
Él saca un pañuelo y me ayuda a limpiarme, pero abandonamos el lugar de forma rápida porque el hombre borracho a nuestro lado se despertó. Por suerte ya habíamos terminado.
¡¿Qué demonios acaba de parar?!
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No logro dirigirle la palabra en el resto del viaje hasta el correo. Ni tampoco mirarle al rostro, estoy muerto de la vergüenza por todo esto. No puedo creer que le pidiera más... No, no puede ser.
Estaba tan concentrado en esto que terminamos por perdernos y llegar a duras penas a recoger el paquete.
¿Cómo alguien puede tener todas esas facetas? ¿Quién eres? ¿El pequeño niño que come dulces con ilusión y se pierde en un vaso de agua? ¿El domador de animales del área VIP y posiblemente de los participantes en esos oscuros secretos? ¿La persona que me descubrió y chantajea para hacerme su juguete a costa de la muerte de su compañero?
Espero a Látigo afuera del correo y este sale con una carta en la mano que guarda en su bolsillo, parece que aún no la ha leído.
—¿No era una caja? —Le digo al verle llegar.
Él niega ante mi pregunta.
—Volvamos al Circo, falta poco para tu función de hoy —comento y comienzo a caminar, me ahogo en nervios a su lado.
Él me alcanza y camina a mi lado para volver a casa... Digo, a ese sitio.
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¡Buenas! :3 ¿cómo han estado?
¿Qué les pareció el capítulo?, espero que lo hayan disfrutado 😗
¿Qué imagen tienen de Látigo, bueno, de Christophe hasta ahora ?
XD Moontic, espero que te haya gustado, wajajaja
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