Llevaba tres días cuidando a la madre de mi amiga Dalia, ya que no quería comer y se la pasaba llorando por la desaparición de su hija. La última vez que supo de ella dijo que iría con unas amigas al circo "Los Ángeles Rojos" pero se les perdió tras terminar la función.

Es una chica bastante madura y compartimos edad teniendo ambos veintidós como para no saber regresar a casa. Ya a estas alturas es normal temer lo peor, pero la policía no mueve ni un solo dedo para ayudar a los pobres acá en ciudad Victoria.

Yo estuve investigando por mi cuenta y se reportaron varios casos de desaparecidos, más de los que ya había, desde que llegaron a la ciudad con sus carpas enormes y actos extraños.

También pasó así en la ciudad vecina, por eso estoy aquí. A las puertas del circo para pedir trabajo y así poder investigar desde dentro donde y como tienen a mi vecina.

—¿Dice usted que sabe caminar en la cuerda floja, lanzar cuchillos y hacer de trapecista? —me dice la mujer que anoche vi parada sobre una pelota enorme sin caer mientras avanzaba sonriente por el escenario.

—Sí, trabajaba antes en demasiadas cosas y de a poco aprendí todo eso —le miento, la verdad es que para sobrevivir en los barrios bajos debes ser bueno huyendo tras algún vandalismo, siendo tu único amigo; un pequeño cuchillo de cocina.

—Bien, ¿cómo te llamas? —me dice mientras sigue apuntando todo en un cuaderno.

—Soy Jeremy —le respondo rápido.

—¿Algún apellido? —contesta mirándome a los ojos.

—No, no tengo, soy un hijo de la calle —respondo con la verdad.

—Bien, pasa al fondo, allá látigo y daga te harán las pruebas de aptitud. Si las pasas podrás formar parte del circo. ¿Estás seguro?, esto no es para cualquiera —me dice con una sonrisa. Me gusta como su cabello artificial verde va a juego con su ropa y maquillaje que ocupan el mismo color más detalles en negro.

—Sí, estoy seguro, no tengo hogar ni nada por el estilo que me ate. Al menos aquí tendré trabajo, comida y techo —le respondo esta vez con mentiras. Tengo una pequeña casa aunque en malas condiciones. También trabajo limpiando zapatos en las calles, por lo que nadie extrañará mi presencia, solo espero que no me roben mi espacio.

—¡Próximo! —dice la joven ignorando el resto de mis palabras.

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Cuando me adentro en la carpa para entrenamiento, una de muchas, puedo ver a más de vientre personas tratando de pasar los exámenes mientras diferentes examinadores les observan.

Dos jóvenes, que aparentan máximo unos veinticinco años, se acercan a mí tras verme llegar.

—Bienvenido —dice el bajito y me extiende la mano.

Este tiene el cabello rubio y la cara quemada desde la zona de la nariz hasta la mejilla derecha de fea manera. Trata de taparlo con un parche, pero se nota lo que sale al exterior. Sus ropas son bastante llamativas pero nada raro en el circo. Mide aproximadamente un metro y medio, diría que es bajo para ser hombre.

—Un gusto soy Jeremy —le respondo mientras tomo su mano.

—Un gusto Jeremy, soy Daga —responde mientras sonríe—: y él es Látigo. No habla, al menos no lo ha hecho hace mucho.

Miro al hombre que su compañero denominó como "látigo" y evalúo su rostro. Ojos color miel y cabello negro algo descuidado pero lacio. Es bastante hermoso, pero tiene pintado un trébol negro en el ojo izquierdo a la par que la cara de blanco. Sus ropas son negras sin muchos colores. Diría que carga un ambiente lúgubre a diferencia de todo lo animado que trae el circo.

—Un gusto, Látigo —la saludo y dedico una sonrisa. Es esencial caer bien y no destacar.

El hombre en respuesta solo me mira y asiente sin expresar mucho.

—Bien, bien, veamos. ¿Qué sabes hacer? —interrumpe Daga.

—Puedo hacer lanzamiento de cuchillos, caminar en las alturas y cualquier cosa de agilidad. Soy bastante bueno en ello —comento con confianza.

—¿Seguro? Bueno, puedes probar el lanzamiento de dagas, ya que es lo menos peligroso de todo. ¿Te atreves? —me dice el rubio bajito.

—¡Claro! Sin miedo al éxito —digo sin dejar que mi ánimo decaiga. Mis ojos no pueden evitar ir hacia Látigo que me mira fijamente. Tiene esas miradas que sientes que te desnudan el alma, como si todos tus misterios se entregaran a él en bandeja.

—Bueno, sígueme —dice mientras me entrega unas cinco dagas que no tengo la menor idea de donde las saca. Parece que las cargaba arriba desde el inicio—. Yo soy el principal lanzador de dagas, así que será difícil impresionarme.

—Espero estar a la altura —le respondo perdiendo un poco de mi entusiasmo, pero sin pensar en rendirme.

Llegamos a una diana de colores blancos y rojos. Está posicionada a unos cinco metros de donde me hacen pararme. ¿Realmente podré darle?

—Ahora, tienes que acertar tres de estas cinco en el objetivo. Esas son las mínimas para aprobar.

—Me esforzaré —digo y lanzo la primera para terminar fallando.

—No te desanimes, quedan cuatro —me dice él, aun así solo termino acertando dos de esas cinco.

—Dios, es más difícil de lo que pensaba —comento mientras miro a Daga. Látigo también me observa, pero no parece sorprendido de que fallara, siento que lo esperaba.

—No te preocupes, vamos a probar con la cuerda floja. Pondremos la seguridad debajo por si caes. ¿OK? —dice Daga, parece tenerme lástima.

—Entiendo, esta vez lo haré bien.

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Llegamos al área de las cuerdas. En estas veo a los participantes caer una y otra vez. Parece más difícil que el lanzamiento de dagas; sin embargo, es última oportunidad de pasar estas pruebas.

—No te asustes, si caes estará el colchón debajo. Si logras pasar estará la Red, tu cuerpo nunca tocará el suelo —me dice Daga para animarme. He podido notar que trata de evitar que me sienta mal si fallo.

—No lo haré mal esta vez. Voy a dominar esa cuerda —respondo para convencerme.

Látigo me mira un segundo y se me acerca. Me sorprendo bastante por la reducción de espacio y me preocupo, pero él termina por agacharse y quitarme los zapatos. Parece que no debo usarlos. Al terminarlo de hacer regresa a su posición inicial.

—Menos mal, sería un problema que eso te hubiese limitado en tu actuación, muchos caen. Aunque Látigo evitó tu primera prueba, si subías con ellos te echaría de aquí —expone Daga y se ríe—. Venga, hora del show.

Tomo aire y me acerco a la escalera para quedar en una altura de tres metros sobre un podio. No es tan alto pero al poner el pie en la cuerda siento como esta se balancea un poco.

Mis espectadores no hacen ruido, solo observan mi cuerpo moverse suavemente. Cierro los ojos y recuerdo cada momento de huida por los tejados, cada segundo de juego con Dalia cuando queríamos ser ninjas, tontos juegos de niños.

Cuando me doy cuenta ya estoy del otro lado sin saber como lo hice, solo siguiendo la soga bajo mis pies y balanceando mi cuerpo al ritmo contrario a posibles caídas.

Escucho los aplausos de Daga y Látigo desde abajo. Abro los ojos para verlos, no sé cómo salió, pero parece que les gustó.

—¡Bien hecho Jeremy! Parecías una pluma. De hecho, ¡me gusta! A partir de hoy serás "Pluma".

"Lo logré, gané un lugar en este circo. Dalia, espera por mí, te voy a encontrar", pienso mientras los ojos de Látigo se clavan en los míos.

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Buenas, espero que hayan disfrutado del primer capítulo de "Amor de Circo". Esta obra será de capítulos cortos y tampoco creo que tan larga.

Es mi primera obra experimental BL (chico x chico), así que cualquier cosa o detalle pueden decirme, lo tendré en cuenta.

La trama como siempre en mis historias tendrá su matiz oscuro así que espero que puedan con ello.

¿Qué piensan de Daga, de Látigo y de Pluma?