Desperté en una silla de madera, sentí una molesta presión en mis muñecas, estaba atada e inmóvil. ¿ Como llegue aquí ?
Levante mi vista y ahi estaba el. Parado,vestido de traje. Camisa blanca, corbata negra y todo lo demás negro. Era perfecto. Se mantenia apoyado sobre el auto que se robo.
Su mirada intensa estaba puesta fija en mi, me ponía nerviosa.
Tenia un insoportable dolor de cabeza y sentía mi cuerpo dormido, debilitado. Creía que estaba teniendo una pesadilla hasta que esa voz tan seductora me hizo ver que todo era real.

- Buen día bella durmiente.
-¿Que hago aquí ? Le Pregunte con  un notable tono de furia en mi voz.
-¿No te acuerdas de nada? Haz memoria.
- Me acuerdo que acabo de pasar la persecución mas desesperante de mi vida ahí en las calles. ¿Por que te perseguían dos patrulleros?  
- No eran patrulleros.
- ¿Ah, no? ¿Eran bomberos? ¿Eran ambulancias? Vamos Alexader, no soy estúpida. Eres un delincuente.  Confiesa.
- No dejaste que termine. Eran patrulleros, perdona, me exprese mal. No eran policías. Era gente para la que trabajaba.
-¿ Haciendo que ? ¿Por que te perseguian?
-Me perseguían por que les robe el auto que me prometieron en parte de pago, y como no cumplieron, lo tomé. Asi que este auto es practicamente mio.Y el volvo negro que produjo su choque era el de Jimmy, mi mejor amigo. Esta viniendo, el se encargara de todo.
- Desátame. Quiero irme a casa. No se ni que hora es. Nunca vi un secuestrador tan amable. Ni siquiera se por que te pregunte todas esas cosas.
-No voy a ser rudo contigo, Nena. Son las 12 del medio dia, por cierto.
No lo entiendes todavia...

Si sali de mi casa a las 7 de la mañana. Estuve casi 4 o 5 horas... ¿dormida? en esta silla.

- ¿¡Como quieres que entienda si ni siquiera se como llegue a estar atada en esta silla!?
-Si sabes, pero no lo recuerdas.
-¡Eres un imbécil! -Grité y lo escupí.
-Veo que a ti si te gusta ser ruda, cariño. Bien, si eso es lo que quieres...

Saco una cinta adhesiva color plateada y la coloco sobre mis labios. No podía emitir palabra. Estaba demasiado apretada. Ni siquiera podía respirar bien. Eso no era todo: con lentitud fue desatando el nudo de su brillante corbata negra y me la ato de manera que mis ojos queden completamente tapados, no podía ver nada. No lograba comprender esta confusa situación.