Amor Compartido
⭐ Pareja o personajes principales: Max Lobo, Jessica Randy y Griffin Callenreese.
⭐ Advertencia(s): Esta pequeña historia es erótica y explícita entre un TRIO. Está destinada a lectores mayores de edad. Si no te sientes cómodo (a) leyéndolo, por favor no lo hagas. Lees bajo tu propia responsabilidad.
Sin embargo, la misma acata las Pautas de Contenido de Wattpad.
⭐Notas de la autora: este es el primer escrito sexual y poliamoroso que he hecho. Debo confesar que subestimé lo difícil que podría llegar ser en escribirlo. Tengo experiencia narrando hard, pero involucrar en la intimidad a más de dos personas es un desafío. Hubo un momento que tuve un bloqueo, no lo pude continuar como yo me lo imaginaba y lo dejé hasta donde me llegó la inspiración, upsi. A pesar que es corto, hice mi mejor esfuerzo, espero que sea de su agrado a los que decidieron leerlo. ♥ Muchas gracias ♥.
*
La habitación del apartamento se sentía caliente y sofocante al estar ellos tres adentro.
—Jessica, ven aquí...
Desnudos, sin ninguna pizca de vergüenza entre ellos.
—¿Quieres que me siente en tu regazo, Griffin?
O que alguien los juzgue por esparcir su amor.
—Me parece que es una buena idea... la cama es suficientemente grande para que pueda frente tuyo y estés más cómoda sentada, Jess...
La mujer les sonrió cálidamente.
—Max... — la mujer palpó la mejilla de ambos hombres. —. ¿Me quieren apechugar entre ustedes, uh?
¿Cómo no hacerlo? Si Jessica era su diosa.
—Así te sentirás más segura — Griffin sonrió con ternura antes de besar su palma. —. Hoy es nuestro día en mimarte...
Ellos son poliamorosos.
A la hora de intimar... era un evento sagrado. La envidia no estaba en su acervo lingüístico, compartir el placer de manera ecuánime era sencillo para ellos. No saben con exactitud cuándo iniciaron sus encuentros, simplemente pasó; gustarse entre los tres parecía una locura pero, de todos modos, se sentía muy bien.
En ese mismo sentido, Griffin se sentó en medio del colchón de la cama tamaño king, sujetando suavemente la muñeca de Jessica mientras Max los seguía por detrás. Entonces, abrió ligeramente las piernas para ubicarla cerca de su palpitante miembro y permitió que la espalda se apoyara en su pecho y sus piernas se entrelazaran entre sí. Ahí aprovechó a contornear sus perfectas curvas y tocar su plano estómago con la delicadeza de aleteo de mariposa, escucharla suspirar hizo anhelarla más.
—Ah... —la mujer observó con intensidad a Max acercándose a ella mientras sentía los dedos de Griffin sobre sus muslos.
—Jessica...
Con desespero, Max capturó en sus labios el pezón de Jessica y apretó el otro con una de sus manos, convirtiéndolo en un botón endurecido hasta hacerla jadear. Mientras tanto, Griffin emitió un gruñido, la apretó bruscamente contra él al contemplar el deseo de Max hacia ella. Lo ponía caliente verlos hambrientos de lujuria pero notó que el cabello largo y rubio de la mujer cubría la belleza de sus pechos. A pesar de que Max parecía no importarle, mas Griffin los apartó con cariño, para no tener algún accidente, y los juntó en una sola mano, eran tan sedoso y lacios que no evitó paparlos con delicadeza.
—Griff... —Jessica ladeó su rostro pintado de un espesor rubor y lo vio dulcemente. Sin embargo, gritó cuando Max le pasó la lengua por el pezón y lo succionó fervientemente. Quería la atención de ambos para ponerlos más cachondos.
—Aquí, hermosa... —el aludido la recibió con un beso en sus labios, sujetando sus manos con las suyas.
Jessica puso sus ojos en blanco, podía saborear la delicadeza en los besos de Griffin, y la rudeza en atención a los necesitados besos de Max, aferrando su lengua en sus puntas rosadas, lamiendo con avidez y apretando suavemente sus pechos con sus manos encallecidas.
La humedad en su zona íntima la hizo temblar, ver de reojo como las pollas de sus hombres la cegaban más de placer. Griffin no tardó en soltarla para sobarle sus muslos internos, como si le hubiera leído su mente en satisfacer sus necesidades.
—¡AH!
Ambos varones cesaron sus movimientos y se vieron a los rostros.
—Oh... —Max sonrió coqueto, desde su perspectiva podía ver su vagina cubrirse de fluidos. —. Estás mojada
—¿Tan pronto? — Griffin carcajeó suavemente.
Jessica frunció el ceño, pudo contemplar los miembros de ambos hombres más erectos sobre su piel.
Ellos no pudieron ocultar su emoción... que groseros.
—C-Cállense.
—No pongas esa cara —dijo Max luego de besarla hambrientamente hasta sentir las vibraciones de sus gemidos en su garganta, abriéndole las piernas para molestarla al frotar su pene en su vulva, haciéndola sobresaltar. Por su lado, y en silencio, Griffin depositó suaves besos en la coronilla rubia de la mujer y sus manos descansaban sobre sus mofletes y cuello para relajarla y llenarla de afecto con sus débiles palpos. —. Queremos verte disfrutar...
Jessica se deshizo en placer, Max y Griffin eran tan distintos a la hora de intimar que le fascinaba, eran el dúo perfecto.
Así, no aguantando más, Max bajó su rostro para chasquear con sus besos los muslos internos de la mujer, saborear la suave y tersa piel hasta dejar un camino salivoso hacia los labios vaginales, levantando los pliegues carnosos alrededor su vagina para contornearlos con su lengua, escucharla gritar hasta adentrarse en el capuchón de su clítoris.
—¡AH! — Jessica arqueó su espalda y se recostó en Griffin, quien aprovechó en masajear sus senos con ambas manos y disfrutar la textura de sus duras aureolas.
Ambos sujetos la tocaban con deseo lujurioso, sabiendo sus puntos sensibles y arrastrándola al abismo del placer. Empezaron a ser más desesperados sus toques , ansiosos en hacerla sollozar más alto, deleitarse en su expresión libidinosa.
Sin embargo, ellos querían más.
Fue por eso que Jessica fue obligada por ambos a flexionar sus rodillas hacia adelante y apoyarse con las palmas de sus manos al colchón tras el movimiento rápido de los cuerpos de Max y Griffin. Este último aún la envolvía completamente encima de su espalda, ocultando su rostro en la nuca descubierta, permitiendo que la cascada de cabello de la fémina cayera libremente sobre los hombros perfectos. En esa posición vulnerable, Griffin rozó sus labios y suspiró candentemente en su piel de porcelana, depositando suaves besos embriagados por el éxtasis. Jessica pestañeó pausadamente al sentir que el pene del joven aumentaba de tamaño entre sus nalgas y comenzó a moverse lentamente. Por inercia, Jessica levantó más el trasero y se movió bajo ese ritmo dulce.
Esa imagen erógena hizo salivar a Max.
Ante los gemidos jadeantes de la mujer, Max, con las yemas de sus dedos, toqueteaban la curvatura de su perfecta cintura, deleitándose de los suspiros y el temblor de su cuerpo. Entre gruñidos lascivos, masajeó los pechos de Jessica, sonriendo con placentero por los jadeos de ella y sus suaves gritos cuando pellizcaba y jalaba sus tiernos pezones.
No tardó mucho tiempo en guiar su lindo rostro hacia su miembro y le apretó las pomposas nalgas que estaban siendo mimadas por el largo de Griffin.
—Chúpalo —exhaló desesperado. —. Ahora, por favor.
Jessica sonrió de lado después de tomarlo con una de sus manos para palparlo con afecto, abrir la boca y succionar la punta del sensible pene, tragando sus emergentes jugos. Max torció sus ojos, comenzando a embestir la cavidad de la mujer al necesitar más de sus apretadas y húmedas paredes bucales. Ella quiso suspirar su nombre pero la repentina penetración en su ano dio un vuelco a sus ideas, deleitándose rápidamente por el sonido de fricción que hacía sus cuerpos.
—Uff, lo haces bien... Jessica... —Griffin jadeó contento al ver su polla desaparecer en la entrada. En eso, alzó la mirada al notar que el otro hombre lo miraba con amor. —. Max...
El rechinido de la cama y los gemidos de todos los volvieron eufóricos.
—G-Griff...
Los dos hombres se aproximaron con cuidado para no lastimar a Jessica para darse un cándido beso en sus labios, encontrarse sus lenguas en un frenético baile y observarse con esas intensidad azul en sus ojos.
Tanto fue su placer que por poco ellos eyaculan encima de la mujer, a no ser que ella hizo una señal para que pararán al dejar separarse del pene de Max.
La preocupación fue leve porque Jessica sonrió con amabilidad y permitió que Griffin siguiera dentro de ella. Entre respiraciones irregulares, le indicó a sus muchachos que volvieran a la posición de antes, y sin tapujos así lo hicieron.
Jessica, al verse cómoda sentada nuevamente sobre el regazo de Griffin, esbozó una sonrisa a Max, quien estaba parado sobre sus rodillas frente a ellos.
—Ven —lo instó con una coquetería plena. —, acerca tu pene aquí...
Al entender sus intenciones, Max se relamió sus labios y quedó ensimismado viendo el pecho de la mujer y cómo Griffin nuevamente los descubría su cabello al peinar lo hacía atrás para mostrar mejor belleza. No obstante, pudo notar que todavía había una amalgama viscosa alrededor de su zona íntima, ese semen de Griffin que se deslizó hacia allí.
Ese panorama excitó de inmediato a Max.
—No podemos empezar sin ti —instó Griffin, un poco desesperado en querer seguir embistiendo a Jessica. —. Vamos, Max...
El susodicho gimió ahogadamente al sentir el juguetón agarre a su miembro por la mano de Jessica por no apurarse y lo masturbó sin escrúpulos, derritiéndose por la muecas de placer de Max y como su espalda se arqueaba cada vez que ella, de sorpresa, le daba lengüetazos en la puntilla empapada.
—J-Jess...
La mujer sonrió mientras acomodaba ambos pechos entre el largo y grueso pene de Max. Los sobó ligeramente con sus manos y dejó que revolotearan para que sintiera sus pezones duros rozando esas venas resaltantes del miembro viril. Max podía sentir los senos de Jessica estrujar su glande junto con los besos húmedos que no le daban tregua.
—Shhh, no digas nada... solo gime para nosotros...
Max jadeó de forma quebrada ante el semblante erótico.
—Tú también Jessica —Griffin movió sus caderas bruscamente para seguir penetrándola por detrás. —. Quiero escucharte gritar.
La mujer quiso mantener su mirada fija en Max pero una oleada de placer le nubló los sentidos.
—¡AH!
Las piernas de Max temblaron al sentir que ya estaba a punto de eyacularle en la cara, quiso separarse pero Jessica no se lo permitió, quería sentir esa fuente lechosa y caliente en su faz como si fuese agua bendita.
Por otro lado, Griffin agarró sus muslos y las alzó para abrirlas y manosear su vagina mientras continuaba con su suave vaivén en el ano, ella era tan apretada que su miembro disfrutaba de ese calor intenso, como si lo estuvieran abrazando y envolviendo con amor.
En un santiamén, Max se corrió sobre el rostro de Jessica y Griffin expulsó sus semillas en las paredes anales, gozó ese momento de júbilo hasta salir con cuidado de ella.
La respiración de todos era agitada, incluso cuando Max y Griffin limpiaron el rostro de Jessica con paños de algodón.
—Hoy estás cachonda... —Max agregó al verificar que estaba limpia.
—Es que hicimos un buen trabajo. —Griffin sonrió de forma bonachona.
La respuesta con palabras quedó en el aire. A su vez, Jessica le besó a ambos profundamente sus labios, dándole una invitación a un vaivén con sus lenguas a cada uno de ellos y avivó nuevamente la fogosidad.
Esa intensidad, ansiedad y frenesí erótico juvenil no se ha perdido con el pasar del tiempo. El trabajo, los estudios o los hijos no son impedimento, la mentalidad les cambia para que esa chispa libidinosa estuviera presente en su relación.
Ellos se amaban, juntos los tres.
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