Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28: Demostración de amor

Chase:

Ha pasado una semana desde la última vez que pude ver a Camila, y me siento como la jodida mierda.

Kelly sigue viniendo a visitar a Seth, pese a que ya está completamente recuperado. Lo único que puedo hacer es preguntar como está su hermana, y lo único que recibo son respuestas vagas.

"No sale mucho de su habitación." "Apenas y la veo." "Casi no come." "Está deprimida."

No puedo esperar menos. Tal vez, pude haber evitado todo esto si se lo hubiera confesado desde un inicio. Ella se entregó a mí, mientras le mentía en la cara, y es algo que no puedo perdonarme; haber roto su corazón de esa manera.

Hace tiempo la acuse de malagradecida, por no haberme dado las gracias cuando mate por ella; ahora, siento que el malagradecido he sido yo. Camila me lo ha entregado todo sin medida y lo único que hice fue ocultarle un tema bastante delicado.

Anhelo verla. Quiero tomarla en mis brazos y reparar cada pedazo roto de su corazón.

Me encuentro en el comedor, bebiendo café y leyendo "La metamorfosis", en un intento de escapar de mi propia incertidumbre.

Escucho pasos acercándose, así que bajo el libro y alzo la vista, encontrándome con los oscuros ojos de Kelly.

Un día más que llega a nuestra casa, con un semblante decaído. La entiendo perfectamente.

—Esto no puede seguir así. —suelta con la voz rota. —No puedo con esto, Chase. Apenas y sale de su habitación, difícilmente toca la jodida comida, parece una maldita muerta viviente y simplemente no puedo. —solloza, derramando lágrimas por sus mejillas.

Dejo de lado el libro, no sin antes marcar la página en la que me he detenido. Me levanto de mi lugar y rodeo la mesa para llegar a su lado. La tomo en mis brazos en un cálido abrazo.

—Vengo a suplicarte que hables con ella, o, que al menos lo intentes. —entierra su rostro en mi pecho. —Estoy segura de que ella te escuchará.

—No lo sé, Kel. —dudo. —Está demasiado dolida y tengo miedo de lo que pueda salir de su boca estando en ese estado. Ella es una experta en afilar bien sus palabras antes de lanzarlas, y la potencia del dolor al recibirlas es algo con lo que no estoy dispuesto a lidiar en estos momentos.

—Entonces llama al estúpido de tu jefe y que solucione el puto problema que él mismo ocasionó. —se aparta bruscamente. —Si tanto le importa mi hermana, que se encargué del puto caos que nos está envolviendo a todos. No estoy dispuesta a ver como Camila se hunde y se ahoga en su puta miseria.

Tiene razón. Mazón debe encargarse de ella.

Desde que esa mujer se cruzó en mi camino y se unió a nosotros, no he hecho más que tambalear. No he ejercido mi papel de jefe, como debería.

—Intentaré hablar con ella. —bufo, resignado. —Si no sale bien, que Mazón se encargue.

Esos ojos negros se iluminan con esperanza

—Iré ahora mismo. Solo dame las llaves para entrar.

Ella me entrega sus llaves y me da un abrazo en agradecimiento. Salgo de casa, dudando.

Llego a la puerta principal de la casa vecina. Inserto la llave con la mano temblorosa y giro para abrir.

Mierda ¿Por qué me siento así? Estoy tan nervioso, que me tiembla cada fibra del cuerpo.

Abro y me adentro, cerrando a mi espalda. Camino lentamente a las escaleras, intentando retrasar lo más posible este encuentro.

Subo, sintiendo una presión sobre mis hombros. Llego a la puerta de su habitación y toco sutilmente. No hay respuesta. Intento una vez más. Nada.

Abro la puerta, sin importarme que no me haya dado autorización de pasar. Cuando me adentro, observo el bulto de su cuerpo envuelto en las sábanas. Está dándome la espalda.

Mi corazón se estruja con intensidad y me acerco, hasta llegar a ella. Me recuesto de lado en el espacio libre y paso mi brazo por su cintura, sintiendo su cuerpo tensarse ante mi cercanía.

Bambi...—susurro. —Escúchame bien, que esto lo diré una sola vez. —poso mi barbilla sobre su brazo envuelto en la sabana. —Lamento haberte mentido. Esto es precisamente lo que deseaba evitar... Un colapso mental. Debí contártelo desde un inicio, lo lamento tanto. —ejerzo mayor fuerza alrededor de su cintura. —Ahora, presta suma atención, que quiero que grabes estás palabras en tu mente...

Ella no dice nada, pero se que me está escuchando y es lo único que necesito que haga.

—Te necesito más fuerte que nunca... No voy a permitir que nadie te haga daño, que me condenen si eso sucede. Para que ese puto ruso pueda llegar a ti, primero tendrá que atravesar las llamas de mi infierno, enfrentar a mis malditos demonios y por último pasar sobre mi cadáver, solo de esa manera él podrá atraparte... Y, querida, nadie sobrevive en mi puto infierno.

—¿Él ya está aquí? —cuestiona, en un susurro casi inaudible.

—No. Estará llegando está noche.

Su cuerpo tiembla al escuchar aquellas palabras.

—Él vendrá por mí, estoy segura. —afirma.

—¿No escuchaste lo que dije? ¿A caso no prestaste atención cuando mencioné lo que pasará si él intenta siquiera aparecerse por aquí?

—Tengo miedo. —confiesa. —Tengo tanto miedo. No puedo dejar de pensar que él viene a cazarme, tengo la amarga sensación de que me encontrará y me arrastrará al mismísimo infierno.

Ella se gira y logro apreciar las oscuras ojeras debajo de sus oscuros ojos. Su piel esta pálida y parece cansada.

Esconde sus manos y rostro en mi pecho.

Acaricio su cabello con delicadeza, intentando reconfortarla.

—Quemaré el puto mundo si él te arrebata de mis brazos. El infierno resurgirá en la tierra, quemando cada rincón, reduciéndolo en cenizas, hasta encontrarte. —declaro con rabia de tan solo pensarlo.

—Lo lamento...—susurra contra mi pecho. —Lo lamento tanto, fui cruel y egoísta, contigo y con mi hermana.

No tiene que lamentarlo. Aprendí a coexistir con sus emociones extremistas. He aprendido que con Camila es todo o nada. Es blanco o negro, el gris no existe. Un extremo a otro, sin punto medio.

Ella me lo ha entregado todo, pero inició en el extremo contrario. Nuestro caos jamás ha tenido un punto medio, y es algo que nos ha llevado a la inestabilidad, pero, a su vez, a experimentar cada emoción a flor de piel, y eso es lo que me ha hecho sentir vivo; los sentimientos tan extremos a los que me ha sometido está mujer.

—No lo lamentes. Actúa como la mujer que eres y acepta tus acciones. Siempre que hagas o digas algo, hazlo sin arrepentimiento y con la disposición de aceptar las consecuencias de tus actos.

—Lo haré. —susurra.

—Es la última vez, Camila ¿Escuchaste? Es la última vez que te permito que me mandes a la mierda y después te arrepientas. Una más y vas a verdaderamente lamentarlo. —sentencio con seriedad.

—No volveré a hacerlo. —aferra sus manos con fuerza en mi camisa.

—Quiero jodidamente besarte. —confieso.

—No. No me he duchado en días, mucho menos he hecho lo básico de higiene.

—Eso lo vamos a arreglar ahorita mismo.

Me levanto de mi lugar y me adentro al baño que está en su habitación. Me acerco a la tina y abro el grifo para que empiece a llenarse, no sin antes nivelar la temperatura.

Observo en un frasco pequeñas perlas y vierto un poco en el agua, la espuma comienza a formarse.

Cuando la tina está llena, salgo del baño.

—Quítate la ropa. —ordeno, mientras tiro de sus sabanas, dejándola descubierta.

Ella protesta, pero hace lo que le pido y comienza a desnudarse. Observo su cuerpo expuesto ante mi y se sonroja, bajando la mirada.

Me acerco y la tomo en mis brazos, cargándola hasta el interior del baño. La adentro a la tina y su cuerpo se relaja ante la sensación del agua caliente.

Me siento al borde de la bañera, para poder hacer mi trabajo.

Tomo la esponja que ella me entrega y vierto un poco de jabón. Primero, la paso por su espalda, ella inclina su cabeza al frente para facilitarme el trabajo. Después, prosigo con sus brazos y finalizo en su pecho. Esos rosados pezones están endurecidos y me muero por saborearlos, pero, no es el momento.

—De pie. —ordeno. —Necesito tallar tus piernas.

Acata mi orden, poniéndose de pie de espalda a mí. Muerdo mi labio inferior al ver su redondeado trasero.

Concéntrate, Chase.

Vierto más jabón en la esponja y la paso por la parte trasera de sus muslos, subo un poco y tallo con delicadeza su trasero.

Un jadeo se le escapa y mi miembro reacciona de inmediato.

Llevo la esponja a la parte baja de su espalda y la rodeo para enjabonar su vientre; termino bajando sutilmente hasta su entrepierna.

—Chase, no...

—Tranquila, no está en mis planes en este momento.

Bajo por sus gruesos muslos nuevamente, hasta llegar a sus rodillas y finalizar en sus pies.

—Siéntate.

Vuelve a sumergirse en el agua y vierto un poco sobre su cuerpo para que se escurra el jabón.

Tomo una de las botellas que están a un costado.

Tomo la regadera manual y giro la llave de en medio para que el agua se abra paso. La roseo en su larga cabellera y cuando está empapada, la cierro. Vierto el shampoo y empiezo a masajear su cabeza.

Nunca he bañado a nadie y esto se siente más íntimo que tener sexo.

Estoy disfrutando de lo relajada que está.

—Se siente bien. —murmura.

—Necesito hacer esto más seguido contigo. —confieso. —Me hace sentir que tengo un propósito en la vida. Cuidar de ti, se ha convertido en mi nueva profesión favorita.

—Chase ¿Alguna vez has pensado en hacer algo más con tu vida que ser solo un sicario? —pregunta, curiosa.

Abro la llave nuevamente y dejo caer el agua sobre su cabellera. Masajeando y despojando la espuma que se forma en su cabeza.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, bambi. Así que te haré mención de algunas. —cierro la llave y ahora tomo otra botella que parece ser el acondicionador. —Me gusta leer y eso ya lo sabes, pero, también me gusta escribir alguna que otra mierda. Últimamente, no he tenido tiempo para ello... Pero, si tuviera que elegir algo más que solo ser un sicario, en definitiva, elegiría ser escritor.

Vierto el liquido en su cabello y lo peino con los dedos con delicadeza, para deshacer los nudos.

—¿Has pensado en ir a la universidad? —cuestiona.

—En algún momento tuve ese sueño, pero, ahora parece muy lejano. Tengo 25 años, no me veo yendo a la universidad a está edad.

—Deberías reconsiderarlo. Nunca es tarde para cumplir tus sueños. Estaré yendo a Harvard con 23 años. 2 años no es mucha diferencia.

Ella siempre dándome alas de esperanza, como si nuestras circunstancias fueran las más fáciles.

Si ella lo ha logrado, también podría hacerlo yo, pero, creo que es una idea que tendré que analizar más tarde.

Cuando he terminado de lavar el acondicionador en su cabello, me manda a buscar su bata que siempre usa después de ducharse. La encuentro donde me ha indicado y regreso, ella se pone de pie y la paso por sus hombros para que pueda introducir sus brazos y proceder a ajustar la correa alrededor de su cintura.

La ayudo a salir de la tina.

Tomo el cepillo de dientes que está en un pequeño frasco, vierto pasta dental y se lo entrego para que haga el resto.

—¿Dónde están las toallas? —cuestiono.

Señala un gabinete y lo abro. Tomo una y me dedico a secar su cabello.

Cuando por fin hemos terminado, la tomo una vez más en mis brazos y la cargo fuera del cuarto de baño.

La suelto en la cama y me siento a su lado.

Ella se levanta de su lugar y se posiciona en mi regazo, rodeando mi cuello con sus brazos. Esos hermosos luceros me observan fijamente.

—Quiero intentar algo. —dice tímidamente.

—¿Qué cosa? —cuestiono.

Ella se aparta de mi y procede a arrodillarse. Trabaja sus manos sobre la bragueta de mi pantalón y desabotona, lo baja lentamente, arrastrando mi bóxer al mismo tiempo.

Mi miembro se endurece al instante y suelta un chillido.

—¿Estás segura, cariño? —cuestiono, con la voz ronca.

Me toma en sus delicadas manos y las mueve lentamente arriba y abajo. Echo la cabeza hacia atrás y posiciono las manos a mi costado, para aferrarme a las sábanas.

Enfoco nuevamente la vista en ella y la observo pasar su lengua por la cabeza mi pene. Después, me rodea con sus labios.

Cierro los ojos, en el intento de mantener el control. No quiero ser brusco con ella, no quiero arrebatarle el poder de las manos y follarle la boca salvajemente.

Esos movimientos son torpes y delicados, pero, lo disfruto como nunca. Retira sus labios y lame desde la base hasta la punta.

Enrosco mis dedos con fuerza en las sábanas y gruño con ferocidad.

—Mierda, cariño. Se siente bien. —gimo.

Eso la alienta a volver a rodearme con sus labios y llevar un ritmo calmado. Alzo mis caderas y me empujo con brusquedad en esa linda boquita, provocándole un par de arcadas.

—Lo siento, querida, es solo que tu boca se siente tan bien alrededor de mí. —declaro, recuperando el control que se me ha escapado por solo un segundo.

Ella sigue trabajando en mí, acelerando los movimientos. Succionando en la punta, jugueteando con su lengua en el tronco y alternando con sus manos cuando se cansa.

Acerco una de mis temblorosas manos a su cabello y lo acaricio con delicadeza.

—Eres mi buena chica. Sabes como hacerme sentir muy bien, princesa.

Ella se retira y se pone de pie, haciéndome gruñir en desesperación. Se despoja de la bata que lleva puesta y se monta en mi regazo, sintiendo su intimidad rozar la punta de mi miembro.

—Follame. —ordena. —Folla a está buena chica, tigre.

La sujeto de sus caderas y me deslizo lentamente en su entrada. Gime y clava las uñas en mis hombros. El escozor se hace presente y se mezcla con la sensación de placer que me invade al estar dentro de ella.

Estando completamente en su interior. Me aferro a su trasero y comienzo a moverme con brusquedad. Un par de gritos se le escapan y entierra su rostro en mi hombro.

Mis caderas se menean en un vaivén violento, rodeo su cintura y su espalda con mis brazos. La embisto con tanta rudeza que clava sus dientes en mi hombro.

—¡Chase, mierda! —grita de placer. —¡Que bien te sientes, dios!

—¿Te gusta? —gruño, al momento que siento como sus piernas comienzan a tensarse. —¿Te gusta que te folle como la puta ama que eres? —sus gemidos inundan la habitación anulando cualquier otro sonido. —Te gusta ser mi buena chica, ¿no es así?

La siento contraerse a mi alrededor y en cuestión de segundo gritos agonizantes de su propio placer se hacen presente. Me empujo con fuerza un par de veces más y me libero en su interior hasta que no queda una sola gota de mí.

—Camila, dios, Camila. —gimo su nombre una y otra vez.

El cuerpo de mi mujer se debilita sobre el mío, recostando su cabeza sobre mi pecho, aún aferrando sus brazos a mi alrededor.

Nuestras respiraciones están agitadas y puedo sentir su corazón bombardear erráticamente.

Salgo de su interior y me recuesto en la cama con ella encima de mí.

—Te quiero, cariño. —susurro en su oído.

♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤

AAAAAHHHHH SE LO DIJOOOOOI. SE LO DIJOOOOOI.

¿CUÁNDO SERÁ MI TURNO DIOS MÍO?

Espero les haya gustado este capítulo, tanto como a mi me gustó escribirlo.

Preguntas, preguntosas.

¿Qué creen que vaya a pasar en el siguiente capítulo? ¿Cómo creen que haya reaccionado Camila cuando Chase le dijo que la quiere? ¿Están preparadas para todo lo que se viene?

¡Las leo en comentarios!

Muchas gracias por seguir apoyando está historia.

No olviden votar y comentar ♡.

Les quiere:

-Dari ♡.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro