Capítulo 26: Declaración de amor
Chase:
—Deseo con tanto fervor que me hagas tuya.
Sus palabras viajan a cada parte de mi cuerpo, haciéndome vibrar con intensidad. Estuve esperando tanto este momento, que simplemente no puedo creer que haya llegado.
Contemplo sus oscuros ojos, iluminados como un par de nebulosas. Esos ojos gritan lo que su boca calla, y es que no puedo siquiera apartar la vista de ella. La manera en que me mira es única, jamás me ha mirado de esa forma; me siento envuelto en una calidez abrazadora con tan solo ver sus dilatadas pupilas.
—¿Estás segura que es lo que deseas?—cuestiono. No aparto la vista de sus preciosos ojos.
—Si.—responde firmemente.—Nunca he estado tan segura de ello, como lo estoy ahora. No tienes idea de lo que me estás haciendo sentir. Haces que desee que nuestros cuerpos y nuestras almas se fusionen.
Una cálida sensación se instala con fuerza en mi vientre. Nunca he sentido algo así, es como si miles de mariposas revolotearan dentro de mi estómago y se filtraran a través de mis entrañas para invadir mi cuerpo entero.
—Maldita sea, Camila. No tienes idea de cuanto espere por esto.—envuelvo su diminuto cuerpo en mis brazos.—Aunque, debo de admitir que tengo miedo. Te dolerá un poco y me aterra lastimarte.
Aspiro la dulce fragancia de fresa contra su cuello. Siempre huele delicioso. Me encanta su aroma, tan sutil, femenina y delicada, pero peligrosa a su vez; tan adictiva que duele.
—Puedo soportarlo.—responde. Pasa sus manos por mi espalda sutilmente.—Quiero hacerlo, Chase. Estoy lista.
—Seré gentil, lo prometo. Me aseguraré de que puedas disfrutar cada momento de ello.—declaro.
Me alejo un poco de ella. Se sienta recta, ante mi y aparto un mechón de cabello que le ha caído sobre el rostro, lo acomodo detrás de su oreja y baja la mirada con timidez.
Me encanta ser testigo de cada maldita faceta de está mujer. Cada parte imperfecta de ella es tan jodidamente atractiva ante mis ojos.
Acuno sus mejillas en mis manos y la obligo a mirarme. Esos ojos se posan en los míos, una corriente eléctrica me recorre toda la vertebra. Acerco mi rostro al suyo, lentamente.
Anhelo poder besarla, tocarla, degustar el dulce sabor de su piel, beber de ella hasta que no quede rastro de lo que una vez fue un orgasmo, y, por último, hundirme en su interior hasta que nuestros cuerpos sean uno solo por un instante.
Centímetros separan nuestros labios. Rozo mi nariz con delicadeza contra la suya; su respiración se acelera. La beso con delicadeza.
Todavía le cuesta mantener el ritmo cuando la beso. Muy en el fondo me causa satisfacción, ya que soy el primero que ha podido traspasar todas sus barreras, y me lo está entregando todo sin medida.
Una de mis manos viaja hasta su cintura y la rodea para acercarla más a mí, acortando la poca distancia que hay entre nosotros.
Mi miembro se endurece entre sus piernas. Jadea al sentir la fricción.
Profundizo el beso, mi lengua se abre paso entre sus labios, invadiendo por completo su boca. Un chillido ahogado se le escapa, aunque no se resiste. Intenta seguirme el ritmo.
Me aparto por un momento, contemplando el color rojo en sus mejillas. ¡Mierda, es tan jodidamente hermosa! Nunca podré cansarme de observar su hermoso rostro, mucho menos esos ojos oscuros que brillan con intensidad. Incluso, antes de mi muerte, lo único que anhelare ver es a está mujer que me ha recompensado con una vida de privilegio, después de tanto pecado.
Planto un beso delicado y fugaz en sus labios. Sonríe ante aquella acción, una extraña sensación se cuela por todo mi cuerpo, es como si ella tomará mi corazón en sus manos y colocará un vendaje a todas las heridas emocionales que he cargado durante años.
—Soy tuyo.—susurro. Nuestras miradas se enlazan en un cálido encuentro.—Puedes tomar cada parte de mi y hacer lo que desees. Tienes en tus manos el poder de destruirme, hacerme pedazos, convertirme en cenizas.
Cada palabra que sale de mis labios se siente tan liberador. Me tiene a sus pies, estoy a su merced por el resto de mis días.
—Estuve pensando en un apodo para ti, he encontrado uno que se ajusta por completo a tu persona.—menciona, tímidamente.—Devórame, tigre.—suelta en un sensual susurro.
Posiciono mis manos en sus glúteos y la sujeto con fuerza al ponerme de pie. Envuelve sus piernas alrededor de mis caderas y sujeta sus brazos firmes en mi cuello. No aparta su vista de mí, a la expectativa.
La recuesto con delicadeza sobre la cama, me aparto para poder tener una buena vista.
Las sabanas blancas hacen juego con lo pura que es. El top negro deja al descubierto su abdomen, contemplando así, su sensual cintura de avispa y los shorts de mezclilla se ajustan perfectamente a sus gruesos muslos.
Abro con delicadeza sus piernas, me posiciono lentamente entre ellas y me inclino un poco sobre su cuerpo, colocando ambas manos al costado de su cabeza, para no recaer con todo mi peso.
—Estás divina.—sonrío antes de besarla.
Nuestros labios se vuelven a encontrar. Sus pequeñas manos viajan a mi cabello y enrosca los dedos en mechones con delicadeza. Me atrae con fuerza hacia su cuerpo, un gemido se me escapa al sentir como se frota contra mí.
Separo nuestros labios por un instante.
—Camila... Tranquila.—acaricio su mejilla sutilmente.—Tenemos tiempo de sobra.
—No puedo esperar. —jadea. Entreabre los labios.—Mi cuerpo te ansía, tigre.
Sonrío al escuchar el apodo que me ha designado. Me encanta, tan fiel a mi naturaleza.
Beso su mejilla, trazando un camino que baja hasta su mandíbula, donde me detengo a mordisquear delicadamente. Sigo mi camino hacia su cuello, me pierdo por unos minutos, saboreando su deliciosa piel, embelesado con su fragancia.
Arquea la espalda en el momento que succiono su piel. Una de sus manos viaja a mi nuca, clavando sus uñas, arrancándome un gruñido.
La melodía de sus gemidos simultáneos inunda la habitación. Estoy luchando para mantener el control, porque deseo con tantas ganas hundirme dentro de ella, una y otra vez; tengo que ser lo suficientemente paciente para que pueda disfrutar de toda la experiencia.
Bajo lentamente, hasta llegar a su pecho. Me incorporo un poco y tomo los bordes de su top.
—¿Puedo quitarlo?—me aseguro de tener su consentimiento antes de proseguir.
—Puedes hacerlo.
Tiro de su prenda, con suavidad, por encima de su cabeza y la lanzo a un lado. Me percato de que no usa sujetador.
Aprecio sus redondos y grandes pechos.
Dios, si esto es el paraíso, buscaré la redención de rodillas ante ella cada maldita noche.
Tomo uno de sus pechos en mi mano, con mi pulgar jugueteo con su pezón endurecido.
—Chase...—gime.—Por favor...
—Dime que es lo que quieres, bambi. Esta noche tú tienes el control.
—Tómalo en tu boca.—ordena jadeante.
Ni siquiera dudó al pronunciar aquellas palabras. Me gusta que comience a soltarse y perder todo rastro de timidez.
Obedezco sus ordenes y atrapo su rosado pezón en mis labios. Un fuerte gemido sale de su boca cuando mi lengua juguetea en círculos con ese pequeño botón. Tira de mi cabello, ejerciendo un poco de fuerza. Me motiva a mordisquear y succionar. Procedo a hacer lo mismo en su otro pecho.
Mi miembro duele por la creciente excitación.
—Chase...—habla con la voz entrecortada.
—¿Si, bambi?
—Bésame aquí.—baja lentamente una de sus manos por su abdomen. Sigo sus movimientos hasta que se detiene en su intimidad.
Aparta su mano y guío las mías a su short. Lo desabotono, bajo la bragueta, tomo los bordes para tirar de la prenda y quitarla por completo.
Ante mí, Camila está casi desnuda. Lo único que la cubre son sus bragas rojas. La observo desde mi lugar y aprieta sus piernas, cerrándolas con fuerza.
Incorpora su cuerpo y me da la espalda. Se inclina hacia el frente, de rodillas y apoyando su peso en sus antebrazos.
Mi pene se sacude con fuerza dentro de mi pantalón al ver a la pelinegra expuesta a mí de esa manera.
—Me estás torturando, ¿lo sabes?—declaro, al momento que bajo sus bragas hasta la altura de las rodillas.
—¿Ah, sí?—se hace la inocente.
Observo lo empapada que está y muero por saborear su humedad.
Me posiciono de rodillas, sujeto sus gruesos muslos y hundo mis labios en ella. Un grito de placer sale de su interior.
—¡Joder, Chase!
Mi lengua viaja arriba y abajo, en un vaivén que la enloquece. Restriega su trasero en mi cara repetidas veces; me aferro a sus muslos cada vez que lo hace para inmovilizarla.
Los gemidos que inunda la habitación son cada vez más fuertes y la humedad creciente entre sus piernas es exquisita.
Me aparto un poco, un gruñido de fastidio se le escapa.
—¿Te gusta que te folle con la boca?
—Chase...—advierte, entre dientes.
—¿Te gusta sentir como mi lengua te provoca placer?
Nuevamente mis labios atacan su punto mas sensible; hunde su rostro en las sábanas, ahogando sus gemidos.
Me aparto una vez más y vuelve a gruñir enfadada.
—¡Por favor!—súplica molesta.
—¿Quieres que te deje correrte?—paso mi lengua por su entrada.
—¡Por favor, por favor! ¡Déjame correrme, por favor, maldita sea!
Antes de proseguir, me deshago de mi camisa y mi pantalón, ya que no soporto más la presión de mi miembro sobre la tela. Solo he quedado en bóxer y se siente liberador.
Vuelvo a tomar a Camila de los muslos, entierro mi rostro en ella, enfocándome en su punto de clímax. Lamo en círculos, arriba y abajo, succiono y mordisqueo; gritos y gemidos se mezclan ante el placer que está experimentando. Puedo sentir sus muslos tensarse.
—¡Chase, mierda!—exclama.
Se libera en mi boca en un potente orgasmo, que hace su cuerpo temblar por completo. Deja caer su peso sobre la acolchonada cama, al momento que termino de beber cada gota que ha derramado.
La observo desde mi lugar, tan frágil, hermosa y sensual.
La dejo descansar un momento, debido a que su respiración sigue agitada.
Cuando se ha recuperado, se gira sobre su espalda y puedo apreciar cada parte de ella. Tan linda con esas mejillas sonrojadas, esos carnosos labios entreabiertos, los tatuajes que cubren su pecho, cuello, brazos, costillas y abdomen. Uno en especial que ha llamado mi atención: en letras góticas, la palabra "sobreviviente", tallada en su costado izquierdo.
Mi corazón se estruja y acaricio aquel tatuaje con las yemas de mis dedos. Se estremece al sentir mi tacto.
—Abre las piernas.—ordeno sutilmente.
Obedece y me posiciono entre ellas. Incorpora su cuerpo, apoyándose con los antebrazos, observándome expectante.
Retiro lentamente mi bóxer. Sigue cada uno de mis movimientos y su delicado rostro se contrae al ver mi miembro.
—¿Va a doler mucho?—cuestiona.
—Intentaré ser de lo más cuidadoso.—respondo, sin dar una respuesta clara a su pregunta.—Si en algún punto deseas que me detenga, dímelo y lo haré. No quiero que te sientas obligada a nada ¿entendido?
Asiente, sin apartar sus ojos de mí.
Posiciono una de mis manos al costado de su cabeza y con la otra estímulo su clítoris antes de siquiera intentar acercar mi miembro a ella. Necesito que este lo suficientemente lubricada, para evitar un dolor excesivo.
Cuando está lo suficientemente húmeda, contemplo a la diosa que está ante mí.
Memorizo cada parte de ella, cada curva, la cantidad de lunares y tatuajes que posee, cada parte de su cuerpo se queda plasmado en mi mente.
—¿Estás lista?—deposito un sutil beso en sus labios y me aparto.
Asiente.
Me inclino ante ella, rozo sutilmente mi miembro sobre su intimidad. Un gruñido se me escapa.
Rodea mi espalda con sus manos y me atrae mas cerca a su cuerpo. La beso de manera lenta y profunda, moviendo mis caderas, frotándome contra ella, sin intentar entrar aún. Gemidos se quedan atrapados en nuestros labios hambrientos el uno por el otro.
Me separo por un momento de ese apasionado beso. Nuestras miradas se enlazan con intensidad.
Con una mano tomo mi miembro y lo posiciono en su entrada, el cuerpo de Camila se tensa al sentirme tan cerca.
—Tranquila.—mis labios se posan en su frente.—Estarás bien.
Me empujo lentamente en su estrecha entrada, adentrando únicamente la punta.
Su rostro se contrae y clava las uñas con fuerza en mi espalda.
—Todo está bien.—acaricio su cabello.—Concéntrate en mí.
Beso diferentes zonas de su rostro de manera tierna y me adentro un poco más.
Gruñe en dolor, noto como cierra los ojos con fuerza y sus uñas se encarnan con más profundidad en mi espalda.
—Mírame.—abre sus ojos lentamente. Logro ver como una pequeña lagrima se desliza por su mejilla.—¿Quieres que me detenga?
Ella niega y une sus labios con los míos en un feroz beso, tomándome por sorpresa. Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y acaricia mi cabello.
Termino de adentrarme en ella por completo, provocando que un grito inunde la habitación y ejerza fuerza en su agarre en mis mechones de cabello.
—Por favor, no te muevas.—susurra contra mis labios.—Deja que pase el dolor.
Acato su orden y me concentro en distraerla. Mordisqueo su labio inferior, tiro sutilmente de el, arrebatando un gemido de su interior. Recorro un sendero hasta llegar a su cuello, dejando un pequeño rastro de delicados besos, bajo por su clavícula, hasta llegar a sus pechos.
Tomo uno en mis labios y succiono.
—¿Puedo moverme?—pregunto. Estoy llegando a mi límite.
—Hazlo.
Salgo lentamente y vuelvo a introducirme de la misma manera. Clava sus uñas en mis brazos, pero no me detiene.
Mantengo un ritmo lento y pausado para que su cuerpo pueda acostumbrarse.
Una de mis manos se posa en su mejilla y la acuna.
—Hay una abismal diferencia entre coger y hacer el amor.—susurro. Gruño al momento que vuelvo a hundirme en su interior.—Voy a mostrarte ambas, pero, no está noche. En este momento, solo deseo hacerte el amor.
Esos ojos negros brillan ante mis palabras y me siento cautivado. Nunca me sentí tan lleno de vida como está noche, que nos estamos uniendo en cuerpo y alma para ser uno solo.
Acelero un poco más mis caderas, sus manos rodean nuevamente mi espalda y se aferra con fuerza.
Gime una y otra vez.
—Camila... Mierda.
—Chase... Joder... No vayas a correrte dentro.
¡Mierda, olvidé el puto condón! No venía preparado para avanzar a tercera base.
Gruñido tras gruñido abandonan mi ser cuando siento sus paredes vaginales contraerse alrededor de mi miembro.
Acelero mis movimientos; en cuestión de segundos explota y retiro mi pene para liberarme en su abdomen. Me he descargado con gran intensidad sobre ella.
Tomo mi camisa del suelo y la ayudo a limpiarse. No me importa ensuciar la prenda, fácil puedo salir de aquí sin camisa y nadie me reprocharía nada.
Nos recostamos juntos, cubriéndonos con las sábanas; nuestros cuerpos aún desnudos.
Camila recuesta su cabeza sobre mi pecho y traza pequeños círculos con su dedo índice sobre uno de mis tantos tatuajes, mientras yo la rodeo por los hombros.
—¿Así se siente hacer el amor? ¿Tan candente, delicado y tierno a la vez?
—Justamente así se siente.—afirmo.—¿Lo disfrutaste? ¿Fui demasiado brusco?
—En un inicio fue doloroso...Pero, después lo disfruté bastante. Fue perfecto.
Un bostezo se hace presente y puedo deducir que está exhausta.
—Vamos a dormir, bambi.
—Vamos a dormir, tigre.
*******************************************
Despierto debido al sol que se cuela por la ventana del balcón. ¿Quién carajo no pone cortinas en las ventanas?
Observo a la chica que duerme plácidamente a mi lado, sonrío ampliamente al recordar la noche anterior. Camila se ha entregado a mi por completo y no puedo evitar sentir satisfacción.
Beso su frente y me incorporo en mi lugar. Salgo de las cómodas sabanas y me visto, dejando de lado la parte de la camisa, ya que la usamos para otros fines.
Salgo de su habitación y bajo las escaleras.
Prepararé el desayuno para llevárselo a la cama.
Cuando llego a la cocina, encuentro a Kelly bebiendo jugo de naranja. Enarca una ceja al verme.
—¿Qué mierda?—cuestiona.
—¿Qué? ¿No soy bienvenido?—pregunto, divertido.
—Claro que lo eres. Es solo que me extraña verte a estas horas por aquí.
—Me verás por aquí mas seguido.—respondo.—Prepararé desayuno para tu hermana.
Me acerco al refrigerador y lo abro en busca de huevos y verduras para acompañar.
—Chase ¿Ya pasaron a tercera base?
—¿Por qué preguntas?—le resto importancia a su pregunta.
—Por los arañazos en tu espalda.
Así que mi bambi dejó su huella. Sentí sus uñas clavarse en mi repetidas veces, pero no esperaba que dejará algún rastro.
Giro para verla con lo que cocinare en mis manos, sonrío ampliamente como una respuesta a su duda.
—¡No puede ser!—exclama, emocionada.—¡Por fin, maldita sea!
Ignoro su entusiasmo y me concentro en cocinar.
—Chase... ¿Ya le confesaste la verdad?
—No puedo hacerlo. ¿Cómo puedo decirle que desde hace tres semanas le hemos ocultado una situación tan delicada y que todos sabemos a excepción de ella?—mi buen humor se opaca ante el nuevo tema de conversación.—Honestamente, aún me cuesta mirarla a la cara. Siento culpa.
—Deberías decírselo. No soporto mentirle a mi propia hermana... No cuando ella me ha brindado todo en bandeja de plata.
—¿Sabes, Kelly? Me parece muy hipócrita de tu parte que desees que le cuente la verdad a Camila, cuando ni siquiera puedes entregar a Milena. El imperio de esa mujer es poderoso gracias al puto ruso de mierda. ¿Y sabes que es lo peor? Que ella no tiene una puta opción. En este mundillo todo se sabe, y si piensas que soy ignorante, déjame recordarte que Milena ha vivido esclavizada toda su puta vida.—estoy cabreado y eso no es bueno.—Primero, como una esclava sexual. Después, como la esposa de el hermano de Lasko.—me giro para verla y la señalo a la distancia con el cuchillo que estoy utilizando para cortar las verduras.—¿Por qué no le haces un favor a esa mujer y la liberas de su puta miseria? Es un ganar y ganar. Salvas la vida de cientos de mujeres y liberas las ataduras de Milena.
—Es muy cruel lo que estás diciendo.—dice, con la voz entrecortada.
—No estoy siendo cruel, estoy siendo realista.—corto con fuerza los vegetales.—Te pondré un caso hipotético. Digamos que el puto ruso llega en una semana, lo cual es cierto. A lo que voy... Digamos que viene en busca de una joya perdida. Milena no se va a detener por ti, ni por mí, ni mucho menos por los enemigos que se echará encima. No. Ella va a acatar ordenes y una vida más estará condenada por la trata de personas.—vuelvo a girarme y nuevamente la señalo con el cuchillo.—Tu, Kelly... Tienes el poder en tus manos de salvar a cualquier persona que vaya a ser futura víctima de ese asqueroso imperio. Así que tomando este caso hipotético, tienes dos opciones; entregas a Milena o te despides por un largo tiempo de tu hermana hasta que se logré localizar su puto paradero. ¿Qué eliges?
—Tienes razón.—responde en un hilo de voz.—Tienes toda la puta razón, joder. Jamás podría elegir a nadie más que a mi hermana.
—Entonces entrega a esa maldita mujer antes de que sea tarde.—golpeo el cuchillo contra la tabla de cortar.
—Lo haré... Pero, por favor, dile a Camila lo que está pasando. Ella tiene derecho a saber.
—¿Qué es lo qué tengo que saber?
Camila aparece en el umbral de la cocina.
Estoy jodido.
♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤
MALDITA SEAAAAAA, CUANDO SERÁ MI TURNO, DIOS MÍO, CUANDOOOOOO.
YO TAMBIÉN QUIERO QUE ME AMEN ASÍ.
Por fin nuestra chiquita se entregó a Chase 🥹
Espero les haya gustado este capítulo. Juro que sentí demasiado con la manera en que Chase la abordó en su primera vez.
Preguntas, preguntosas.
¿Qué creen que pasará en el siguiente capítulo? ¿Chase le dirá la verdad a Camila o volverá a evadir el tema? ¿Kelly realmente entregara a Milena?
¡Las leo en comentarios!
Muchas gracias por seguir apoyando está historia, les agradecería mucho que si me ayudarán con sus votos y comentarios ♡.
Nos leemos en el siguiente apartado.
Les quiere:
-Dari ♡.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro