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Capítulo 23: Charla profunda

Camila:

Intento abrir los ojos, pero mis parpados se sienten tan pesados que me cuesta trabajo. Un horrible dolor de cabeza se instala, provocando que un gruñido se me escape. Mi estomago se retuerce con fuerza, provocándome nauseas instantáneamente. ¡Joder! Nunca había tenido una resaca, y siendo la primera vez, siento que muero.

Me percato de que estoy recostada sobre algo que está un poco acolchonado, lo cual es cómodo, pero teniendo tremenda resaca, no puedo disfrutar en su totalidad.

Después, unos brazos me rodean por la cintura y me alarmo. Me levanto rápidamente, casi en un salto y me percato de que solo visto una playera extralarga, que me cubre hasta un poco más arriba de los muslos.

¡Oh, mierda!

No lo repetiré, Chase, así que escucha con atención. Me vas a follar con tu boca. Es una orden.

¡Doble mierda!

Entonces, recuerdos de estar vomitando sobre él me invaden por completo.

—¡Mierda! —exclamo, pasando mis manos por mi cabello.

Observo al sujeto removerse en la cama, sin ninguna intención de levantarse. Me observa con sus ojos adormilados y una sonrisa perezosa.

—Vuelve a la cama, bambi. —dice con voz ronca.

Palmea el espacio libre a su lado, y yo niego con la cabeza.

El dolor de cabeza me sacude con más intensidad, pero me rehúso a meterme de nuevo en esa cama.

No recuerdo nada después de que vomité sobre él. Analizando la situación: me encuentro sin mi ropa de anoche, solo estoy cubierta de una camisa que me llega un poco por encima de los muslos y dormimos en la misma cama.

¡No, no, no!

Por favor, recuérdenme no volver a beber de está manera.

—Chase... ¿Tú y yo...?

—Sigues siendo virgen, bambi. La necrofilia no es lo mío. —dice lo último en burla.

Suspiro aliviada, pero a su vez avergonzada.

Recordando el hecho de que la noche anterior, mi lado más atrevido salió a flote y le ordené que me follara con su boca... Y lo hizo.

Siento el calor invadir mi rostro con intensidad, y él parece notarlo, porque se incorpora en su lugar y sonríe de lado.

—¿Recordando algo? —pregunta con picardía.

Niego frenéticamente, mientras mis manos cubren mi rostro.

¿En qué mierda estaba pensando? ¡Dios, no me dejes beber de esa manera nunca más!

—Bueno, te refrescare esa cabecita tuya. —dice, posando sus manos detrás de su cabeza.

Observo sus músculos flexionados y su torso tatuado. ¡Mierda, que sexy es este hombre!

—No hace falta, gracias. —digo, mientras busco mi ropa.

—Aunque no quieras escucharlo, te lo diré. Anoche te follé con mi boca, bebí de ti hasta que no quedó una sola gota... Y después, vomitaste sobre mi... Vaya manera de cerrar la noche, bambi. —suelta una carcajada.

Idiota...Malparido...Cínico.

Me pongo de pie al borde de la cama, sin éxito en el proceso de búsqueda.

—Te dije que no quería escucharlo. —chillo. —¿Dónde mierda está mi ropa? Ahora que lo menciono. ¿Tu me pusiste esto? —señalo la prenda con la que estoy cubierta.

Él asiente, con una descarada sonrisa de oreja a oreja. —Salpicaste tu vestido de vomito, así que no había otra opción. En un rato lo lavare.

—No hace falta, yo misma puedo hacerlo. —respondo indignada.

—Sería muy descortés de mi parte permitir que tu lo hagas, cuando estás sufriendo con una notable resaca. —dice, saliendo de la cama. —Yo me encargo. Además, estás en mi casa, y aquí se hace lo que yo diga.

No tiene más que su bóxer cubriéndolo, dejándome apreciar los tatuajes que cubren toda su parte inferior. Joder, este hombre no tiene ningún lado libre de tinta, más que su rostro.

—¿Qué hora es? ¿Dónde está mi móvil? —pregunto, desviando mi mirada de su perfecto cuerpo.

—Son las 12 pm. Tu móvil está en el librero. Ese mismo que está al lado del sofá en el que te hice gritar.

Me sonrojo y sin decir nada, me doy la vuelta para ir por mi móvil. Está justo donde había mencionado.

Tomo el celular y después echo un vistazo al librero. Hay una cantidad abismal de libros de diferentes géneros. Tomo uno en especial, que capta mi atención con tan hermosa portada.

—¿El jardín de las mariposas?

—Un excelente libro. —responde. —Alimenta mi deseo constante de erradicar a la escoria humana. —camina hacia mí, hasta que estamos frente a frente. —En bachillerato teníamos un taller de literatura y se nos asignó como tarea leer ese libro y hacer una reseña. No puedo siquiera explicar el mal sabor de boca que me dejó, pero a su vez, despertó algo en mí. El deseo de matar a quienes cometían esa clase de actos atroces.

—Nunca lo he leído. —respondo con honestidad.

—Puedes tomarlo prestado, pero debes devolverlo. Aprecio mucho mis libros, me han acompañado en momentos oscuros, son una parte esencial de mí. —dice, en voz baja.

Logro ver la melancolía en su rostro. Nunca lo había visto de esa manera, y me causaba curiosidad saber más de él.

—Lo regresaré. Lo prometo.

—Regresemos a la cama. —dice, aún con ese tono melancólico.

Lo observo caminar hacia la cama y meterse entre las sábanas blancas. Bajo la vista ante el libro en mis manos. ¿Una bella portada para una trágica historia? ¿De verdad?

Suelto un suspiro y me dispongo a meterme nuevamente a la cama, no sin antes dejar mi móvil y el libro sobre la mesa junto a la misma.

Él se acerca y envuelve sus brazos en mi cintura, escondiendo su rostro entre mi abdomen.

—¿Así que te vas a Harvard? —murmura.

—Así es. En 6 meses estaré volando a Cambridge. —respondo, mientras enrosco mis dedos en su cabello.

El dolor de cabeza no ha disminuido, pero hablar con Chase de cosas tan triviales me ha distraído de la tortura de la resaca.

—Es suficiente tiempo para poder meterme de lleno en tu mente y en tu alma. —se aferra con mas fuerza a mi cintura.

—Chase...—susurro.

No sabía que responder a esas palabras, pero lo que si puedo decir es que mi cuerpo reaccionó de una manera que no esperaba. Mi corazón se aceleró con intensidad, haciendo que mi respiración se agitara. Un cosquilleo se instaló en mi vientre, y una sonrisa estúpida se dibujó en mis labios.

—¿Cómo lograste entrar a Harvard? —cuestiona, sin apartar su rostro presionado en mi abdomen.

—Fue una completa locura. —respondo con sinceridad. —Estudié como una desquiciada. Noches de desvelo, estrés, ansiedad. Llegué al punto de colapsar mentalmente. Pero todo valió la pena, porque meses después llegó la carta de aceptación.

—Te esforzaste demasiado, bambi. Admiro tu determinación. —susurra.

Me sonrojo y acaricio su cabello en respuesta. ¿Por qué debe tener las palabras perfectas para todo?

—Mi turno de preguntar. —declaro. —¿De qué te salvaron los libros?

—De la soledad. —responde sin más.

Una respuesta breve, pero profunda.

Todos tenemos la necesidad de aferrarnos a algo para no perder la cordura a la hora de enfrentar la soledad. En el pasado, me aferraba a la idea de encontrar a mi hermana y la necesidad de ir a la universidad. No tengo idea de que es lo que sucedió con Chase, pero, necesitaba aferrarse a sus libros para no caer en la locura.

—Casi toda mi vida estuve solo. En el bachillerato fue donde encontré a mis actuales amigos. De otra cosa que me han salvado esos libros, ha sido el hecho de no perder la cordura. Matar no es fácil. La primera vez que maté a alguien, el estrés postraumático me acompañó por un largo tiempo. Los libros me salvaron de caer en la completa locura.

Envuelvo mis brazos alrededor de él, en un cálido abrazo.

Si yo que solo observé como asesinaban a alguien no pude evitar vomitar, no quiero imaginar a Chase quien, sí tuvo que arrebatar una vida, que, en la actualidad, no deseo saber cuántas más.

—Creo que ambos hemos vivido cosas difíciles, sin embargo, eso es lo que nos ha hecho más fuertes. —acerco mis labios a su mejilla, dejando un sutil beso.

—¿Cómo fue tu vida antes de llegar a las manos de Mazón?

Estoy segura de que eso ya lo sabe, pero, aún así, estoy dispuesta a decirlo.

—Mi vida fue un infierno total. Vivía con los mismos demonios. —susurro aquellas palabras. Me aclaro la garganta para continuar. —Padres adictos a la heroína y alcohólicos. Una combinación excéntrica y peligrosa, ¿no crees? —río con amargura.

Revivo aquellos recuerdos con la ira latente activándose al saber que en ese entonces no podía defenderme.

—Resumiendo la historia. Mis padres nos enviaron a Kelly y a mi a trabajar en las calles, mi hermana con 6 años y yo con 8. Teníamos que recolectar cierta cantidad de dinero para saciar alguna de las dos adicciones de ese par. Cuando no lo lográbamos, me golpeaban sin piedad, y los golpes correspondientes para mi hermana, me los llevaba yo, con el único fin de protegerla. Nuestra casa era una asquerosidad. Botellas de whisky, vodka, tequila o cualquier otro tipo de licor; siempre tiradas en el suelo, agregando jeringas ya usadas. Noches en vela, a la expectativa de que mis padres no fuesen a entrar a nuestra habitación en sus constantes ataques de ira. Nuestro escondite era el armario. —revivo aquellos recuerdos como si hubiesen sucedido ayer. —Una noche de tormenta, un ruso tocó a nuestra puerta y ofreció medio millón de dólares por mí. Mis progenitores no lo pensaron nada, solo me entregaron y al instante recibieron su preciado cheque.

Un escalofrío me recorre toda la vertebra, haciéndome estremecer. El cuerpo de Chase está tenso, pero no dice nada, solo escucha con atención.

》Antes de que me llevarán a rastras, prometí a Kelly volver por ella. Y en el momento en que tuve oportunidad, huí. No puedo siquiera explicarte el terror que sentí cuando escuché sus pisadas detrás de mí, pero, no me detuve, ni siquiera para mirar atrás. Después de eso, pasé meses en la calle, intentando sobrevivir a la hambruna, el frío, la lluvia y la suciedad. Entonces, Mazón me encontró y heme aquí, contándote mi historia.

—Lamento que hayas tenido que pasar por tan horripilante situación. —dice, hundiendo mas su rostro en mi abdomen. —Kelly y tu eran tan solo unas niñas. Me repugna la gente como tus progenitores. —suelta con rabia. —Lo importante es que escapaste, y tu hermana también, por lo que puedo deducir. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro.

—¿Cómo se llama ese maldito ruso? —cuestiona. Clava sus dedos en mi cintura.

—Lasko... Lasko Donavich.

—Ese hombre es un cliente importante de Milena. Se sabe que compra chicas en situación de pobreza extrema y las revende a mayor precio para que sean esclavas sexuales. Aunque algunas chicas son resguardadas, para servirle exclusivamente en sus anhelos más oscuros.

Mi corazón se acelera a una velocidad extrema, que podría pensar que estoy por sufrir un infarto.

—¿Cómo sabes esas cosas? —cuestiono, con miedo a saber la respuesta.

—Mazón lleva años intentado rastrear a ese tipo; investigándolo, planificando una manera de hacer que vuelva a este país para atraparlo. No ha habido registro de él desde hace 10 años. Supongo que después de que huiste él no volvió a pisar Estados Unidos. —responde. Está vez alza la cabeza para mirarme. —Ahora entiendo su obsesión por atraparlo.

Mi padre nunca habló de eso conmigo. Para ser honesta, nunca hablábamos de ese hombre.

El teléfono de Chase comienza a resonar por toda la habitación. Lo toma con rapidez y responde.

—Comente, jefe.

Un largo silencio se instala y el cuerpo de Chase se pone rígido.

—En 1 hora estaré ahí.

Cuelga la llamada y se aparta, privándome del calor en el que me había envuelto.

—¿Pasa algo? —pregunto desconcertada.

—Tengo que estar en el despacho en 1 hora. Lavare tu vestido y prepararé el desayuno para que puedas volver a casa. —responde fríamente.

Mi corazón se estruja, haciéndome sentir una ligera opresión en el pecho. ¿Por qué me habla de esa manera? ¿Qué está pasando? Y lo más importante, ¿Qué dijo Mazón para que este hombre este tan tenso?


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POR FIN TIENEN UNA CHARLA DECENTE.

Espero les haya gustado este capítulo.

Aquí vamos conociendo un poco más de nuestro querido Chase.

Preguntas, preguntosas.

¿Qué creen que vaya a pasar en el siguiente capítulo? ¿Qué es lo que Mazón le dijo a Chase durante la llamada? ¿De qué hablarán a solas con tanta urgencia?

¡Las leo en comentarios!

Muchas gracias por seguir apoyando está historia, significa mucho para mí ♡.

Si la historia sigue siendo de su agrado, no olviden votar y comentar.

Nos leemos en el siguiente apartado.

Les quiere:

-Dari ♡.

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