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Capítulo 15: El tira y afloja del resentimiento y la pasión

Chase:

Estaba jodido.

Había tocado a Camila. Había sucumbido a mis deseos más profundos y no había marcha atrás.

Mazón me arrancaría la cabeza si se entera de lo que había hecho con ella. Me mataría de la manera más lenta y dolorosa que se lo podría ocurrir.

No me había percatado desde qué altura había caído, hasta que la escuché gemir. Había saltado al precipicio sin paracaídas y el golpe fue brutal, estaba perdido.

Entonces caí en la cuenta de que no la odiaba a ella, si no que, odiaba desearla sin poder tenerla.

Después de lo que había pasado, Camila no podía siquiera mirarme a la cara. Entendía que estaba avergonzada, ella no era como otras mujeres...Ella nunca había sido tocada y me complacía enormemente haber sido el primero que logrará llegar tan lejos.

—Ven aquí, bambi. —la llamo por su nuevo apodo. Tenía que prepararla para lo que se avecinaba una vez llegarán con el sujeto.

Ella por fin me mira, frunciendo el ceño y se acerca cautelosamente.

—Ya no me hablas de "usted". —comenta, extrañada.

—Hemos traspasado una gigante barrera, así que eso ya no es necesario; al menos que me hagas enojar, bambi.

—Deja de llamarme así. —replica, con desdén.

—Como sea, bambi. —remarco su apodo. —Una vez que lleguen, solo te limitara s a observar. Lo que presenciaras en este lugar será asqueroso para una novata como tú. Es normal que tengas ganas de vomitar después de ver tales atrocidades. Haz tus anotaciones mentales, lo que te sirva, tómalo y lo que no, simplemente deséchalo.

Ella asiente y percibo la duda en sus oscuros ojos. No podía dudar, no ahora.

Se escucha un auto a las afueras, y en cuestión de minutos se adentran Seth y Kryan con el sujeto, a rastras; Holly viene detrás de ellos. Liberan sus manos de las ataduras que tenía y también sus pies y retiran la cinta adhesiva de sus labios; proceden a encadenarlo de las muñecas.

—Camila, acércame la mesa de metal, por favor. —ordeno.

Ella hace lo que le pido sin protestar.

Tomo los guantes negros y me los coloco.

—Leandro Diezma. —menciono su nombre. —¿Sabes por qué estás aquí?

Él niega frenéticamente, mientras pasa su mirada entre cada miembro del equipo. El miedo en aquellos ojos de asesino me hace reír.

—Según el archivo que mi jefe me entregó...Secuestraste, violaste y mataste a más de 20 mujeres, entre ellas, niñas de entre 5 y 10 años. ¿Algo que decir al respecto? —cuestiono, enarcando una ceja.

Recordar su archivo me hace querer terminar con él de una vez por todas. Maldito enfermo, los niños no se tocan y las mujeres tampoco.

—Estaba poseído. Las voces en mi cabeza me decían que lo hiciera, o, si no, me iban a matar. —responde, intentando justificar sus acciones.

—No te preocupes, Leandro. Ahora mismo te vamos a exorcizar para que mueras en paz. —me burlo.

—¡No! ¡No quiero morir! —lloriquea.

Que marica.

—El día de hoy queremos terminar rápido, tenemos una fiesta que organizar. —tomo unas tijeras de jardinería. —Estás de suerte.

Me acerco a él, observando sus oscuros ojos. Coloco su dedo índice entre las gigantes tijeras y lo corto. El pedazo de carne cae al suelo y un grito desgarrador abandona lo mas profundo de su ser.

La sangre gotea en el concreto.

Procedo a cortar los dedos restantes de cada mano.

Los gritos de aquel hombre eran cada vez más intensos, pero no suplicaba clemencia. El dolor insoportable de perder partes de su cuerpo no lo estaba alentando lo suficiente.

Debía infringir más dolor, por lo que, acerco las tijeras a su oreja, y en un cerrar y abrir el pedazo de carne cae ante sus pies.

Leandro lloriqueaba como una puta nena, entre sollozos y gritos desalentados. La sangre empapaba gran parte de su lado derecho y las cadenas resonaban con brusquedad al intentar, en vano, liberarse.

Estaba consumido en mi propio mundo sangriento, que había olvidado que Camila estaba aquí. Y cuando mis ojos la encontraron, pude ver lo pálida que estaba.

Lo siento...Esto es lo que hacemos, te acostumbras o te largas.

—Me estoy divirtiendo contigo. —una sonrisa ladina se asoma en mis labios. —Así como te divertías tu cuando cometías tus actos banales.

Dejo de lado las grandes tijeras y tomo el cuchillo de carnicero.

—Camila me dio una muy buena idea, así que la usaré. Pero, primero lo vamos a bautizar.

Rasgo su camisa dejando su piel al descubierto.

Clavo con fuerza, de manera horizontal, el cuchillo en su abdomen y lo retiro al mismo instante. Un río de sangre fluye desde su vientre hasta el suelo.

—Holly, el vaso. —ella se acerca con el contenedor de cristal y me lo entrega.

Ejerzo presión en la herida para que salga más sangre y llenar el vaso a la mitad. Un grito agonizante se escapa de su interior y por fin lo escucho:

—¡Por favor, detente! ¡Ten piedad de mí, estoy enfermo! —súplica, entre un mar de lágrimas.

—Todos en este lugar estamos enfermos. —respondo a su súplica. —La diferencia es que tu haces el mal y nosotros erradicamos a la escoria como tú.

Giro para ver a Camila y ella observa expectante, mientras sujeta su estomago con fuerza.

Después de esto, me encantaría poder borrar todas estás imágenes de tu mente, para que no atormenten tus noches.

—Bien, Leandro. —tomo su rostro con fuerza. —Con la sangre de pecador y con la deshonra hacia el bien, te bautizo como un hijo del mal.

Lo obligo a abrir la boca y beber su propia sangre. El rojo carmesí se escurre por su barbilla y torso desnudo. Intenta escupirla, pero lo fuerzo a cerrar la boca y tragarla.

A mis espaldas, escucho arcadas.

Giro para ver a Camila, quién se encuentra vomitando, de rodillas en el suelo.

Bambi, ¿estás bien? —pregunto, preocupado.

La única respuesta que obtengo son las continuas arcadas.

—¿Bambi? —cuestiona Holly, curiosa. —¿Ya hasta tiene apodo?

—Eso no tiene que importarte a ti.

Estaba ante el dilema de continuar o llevarla a casa y que los chicos se encargarán del resto.

—Ella no está a la altura, Chase. —declara la rubia, observando la situación. —Nosotros ya somos veteranos. Nos llevó años de entrenamiento poder asesinar sin sentir remordimiento, ¿en serio crees que en poco tiempo ella estará lista para suplirme? —comenta, con arrogancia. —Solo mírala...En el suelo, vomitando por algo que no es ni la cuarta parte de lo que verá en este lugar.

—¡Si me van a matar, háganlo de una vez por todas! —el tipo grita, interrumpiendo nuestro pequeño roce.

—¡Cierra la boca, malparido! —tomo cinta adhesiva de la mesa y la coloco en sus labios.

No sé porque me enfurecía tanto que Holly hablará así de ella. En parte, tenía razón. Nos llevó mucho tiempo poder asesinar sin que nos temblara un musculo, pero no por eso íbamos a tirar la toalla con Camila. Mazón no se rindió con nosotros, él fue demasiado paciente. Sí después de esto, la pelinegra aún quiere formar parte del equipo, entonces, debemos tener la misma paciencia con la que nosotros fuimos entrenados.

—Tienes razón. Esto lleva años, pero, ella llegará al mismo nivel que nosotros en algún momento. Si esto es lo que Camila realmente desea, entonces vamos a tener la misma dedicación que tu padre tuvo con nosotros...Te guste o no.

La rubia intenta replicar, pero guarda silencio ante mi mirada de advertencia.

Me acerco a Camila, quien sigue de rodillas en el suelo; sus puños están apretados sobre el duro concreto.

—¿Quieres ir a casa? —pregunto. Extiendo mi mano para ayudarla a ponerse de pie.

Ella la toma y se levanta lentamente. Estoy casi seguro de que está avergonzada.

—Por favor. —susurra.

—Terminen con él. La llevaré a casa. —observo al sujeto y agrego: —Corten su asqueroso miembro y hagan que se lo tragué, en cuanto lo haga corten su lengua y lo demás, ya saben la rutina. —indico.

Asienten en respuesta.

Antes de salir de la bodega, me deshago de los guantes.

Salgo junto a ella y nos montamos a su auto, nuevamente me toca conducir.

El trayecto es silencioso y me vuelve loco. Tan solo pensar que unas horas atrás ella había gritado mi nombre ante su primer orgasmo, y ahora, ni siquiera me mira.

Observa el paisaje solitario, a través de la ventana.

Acerco mi mano a su pierna y ella la aparta de un golpe seco.

—No me toques. —susurra, entre dientes. —No vuelvas a tocarme de ninguna manera, nunca. —sentencia.

Y de nuevo, aquella barrera se volvió a alzar entre nosotros.

Esto se comenzaba a convertir en un tira y afloja de resentimiento y pasión. A veces, la pasión era mucho más fuerte que el odio, pero en este caso, solo fue un pequeño desbalance.

—¿Qué pasa, bambi? —pregunto, confundido ante su repentina actitud a la defensiva.

—¡Deja de llamarme con ese estúpido apodo! —vocifera.

Esa actitud suya comenzaba a cabrearme, por lo que solo me limité a guardar silencio.

¿Qué carajo pasaba con ella? Entendía el hecho de que había presenciado algo que podría traumatizar a cualquiera que no este acostumbrado. ¿Esta tipa cree que todos nosotros nacimos con la maldición de no sentir remordimiento al matar? Eso nos llevó años, muchísimos. Mazón debió inculcarle algo de empatía, que mucha falta le hace.

Llegamos a su casa, le entrego las llaves del auto y me marcho sin mirar atrás. No estaba dispuesto a quedarme a rogar por una puta explicación, porque sabía que yo no era el maldito problema.

Me adentro al departamento y me dirijo hacia el minibar. Tomo una botella de whisky y bebo un largo trago.

El alcohol me quema hasta las entrañas y disfruto de la sensación. Vuelvo a beber directo de la botella.

En otras circunstancias, no me hubiera importado su actitud tan infantil, pero, ahora, no sabía qué mierda me sucedía.

Está noche iba a beber hasta sacarla de mi cabeza, hasta no repetir aquella escena en la bodega una y otra vez, hasta que sus gemidos no nublen mi mente, hasta que no quede ningún rastro de esa maldita mujer.

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TARAAAAA, CAPÍTULO 15 A SU DISPOSICIÓN Y EL 16 VIENE EN CAMINO, SE ESTÁ HORNEANDO.

Espero les haya gustado este capítulo, muchas gracias por seguir aquí, besitos en donde gusten ♡.

A partir de aquí es donde se viene lo emocionante y se viene acción por igual.

Preguntas, preguntosas.

¿Por qué creen que Camila reaccionó de esa manera? ¿Qué creen que vaya a suceder a partir de aquí? ¿Qué creen que suceda si Mazón se entera del pequeño salseo que tuvieron Camila y Chase en la bodega?

Las leo en comentarios.

Si la historia sigue siendo de tu agrado, no olvides votar y comentar.

¡Nos leemos en el siguiente apartado!

Les quiere:

-Dari ♡.

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