Capítulo 14: El odio y la pasión hacen una mala combinación
Camila:
Por mas que intentaba evadir el pensamiento de lo que había sucedido momentos atrás, me era imposible. Seguía repitiéndose en mi mente como un mantra.
Había sido tan intenso y nuevo para mí, que, por un lado, no quería que se detuviera, pero por otro, no quería que fuera Chase el primero en tocarme de esa manera.
Nos encontrábamos ambos dentro de la bodega. La noche comenzaba a caer y el frio de invierno comenzaba a hacerse presente.
—Bien. —lo escucho hablar después de rato de silencio. —Empezaremos por la teoría. —camina hasta la mesa de metal al otro extremo del lugar. —Como verás, ser un asesino no es simplemente matar. Debes tener creatividad para hacerlo; una muerte rápida no es digna para las ratas de alcantarilla que llegan a este lugar. La tortura es el arte de matar, de hacer sentir a tu víctima lo que es pagar por sus pecados. Cada asesino maneja un "modus operandi" distinto. Tu, como una novata, tienes que encontrar el tuyo.
Escucho con atención cada palabra que dice. No podía creer que este fuese el mismo Chase que conozco. Hablaba de una manera tan formal y serio, como si de un profesor se tratase y eso me causaba hormigueo en zonas prohibidas.
Él acerca la mesa hacia mi dirección y observo las diferentes armas y objetos que se encuentran posicionadas en esta misma.
—Estás son las diferentes armas de tortura que usamos. —señala. —Algo que nunca debes olvidar: usar guantes. Siempre habrá un par en la mesa.
Asiento, observando un par de guantes negros.
—Es común que cuando llegan, lo primero que hacemos es encadenarlos. Ya sea de las muñecas...Tal como estabas tú, momentos atrás; a veces por el cuello.
Me sonrojo cuando menciona esas ultimas palabras.
Tengo que actuar como si eso nunca pasó.
—Siempre nos tomamos nuestro tiempo para analizar a nuestra víctima. Calcular como actuar es importante también y lo mejor de todo; hacer que sientan agonía, que sientan el peso de su miserable vida y que supliquen por piedad. Si no piden clemencia entonces no estás haciendo tu parte correctamente.
Me pregunto a mí misma, ¿Qué es hacerlo correctamente? ¿Qué pasa si por más dolor que tenga la persona no súplica por piedad?
—¿Tienes alguna duda hasta el momento? —cuestiona, clavando sus grisáceos ojos en los míos.
—¿Qué pasa si la persona a pesar de estar sometida a un dolor insoportable no pide clemencia? —externo mi duda.
—Buscas infringir más daño. —menciona como si fuese lo mas obvio. —Estás armas frente a ti; son solo lo básico de la tortura. Usa tu creatividad, piensa en la persona que más odias en este mundo. —cae en cuenta de sus palabras y después aclara: —Que no sea yo.
Río por lo bajo. Quisiera él ser tan importante para que sea el número 1 en mi lista de los más odiados. Está, en realidad, en la posición #4.
—Cierra tus ojos y visualiza a esa persona. Imagina que ya usaste todas estás armas y aún no logras escuchar su proclamación por piedad. ¿Qué harías para lograrlo?
Cierro mis ojos y visualizo al maldito ruso. Esa escoria, esa maldita rata de alcantarilla estaba en la posición número 1. ¿Qué le haría para que se arrepintiera de toda su asquerosa existencia?
—Si tuviera esa persona de frente cortaría su maldito pene. —menciono entre dientes, visualizándolo. —Después haría que se lo tragara. —una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios de manera inconsciente. —Pero, primero que nada, antes de cortarle ese asqueroso pedazo de carne...—todo en mi mente es tan claro. —Insertaría un tubo por su recto, que sufra los mismos malditos pecados que ha cometido. —bramo con furia.
Mi corazón se acelera y mi respiración se vuelve pesada. El solo pensar en ese intento de ser humano me enfurece, me repugna, me jode, activa sensaciones que no había experimentado a gran escala.
Abro los ojos y golpeo con fuerza la mesa de metal, haciendo que un estruendo invada todo el lugar.
—¡Maldito ruso hijo de puta! —vocifero con rabia.
Recordar a ese monstruo me alteraba, pero nunca como en esta ocasión. Porque por primera vez en toda mi vida, visualice su debido castigo.
—Camila. —la voz de Chase me irrita más. —Tranquilízate.
—¡Cállate! —grito sin pensar.
Él se acerca a paso apresurado y me envuelve en sus brazos, por la espalda, intentando inmovilizarme. Me sentía como un jodido animal salvaje, como un perro con rabia; nunca había experimentado esto, al menos no de manera tan intensa.
Me remuevo en sus brazos intentando liberarme con violencia.
En un movimiento rápido, logra someterme en el suelo. Posa mis manos a mis espaldas y una de sus rodillas se posa sobre la misma para mantenerme completamente inmóvil.
—¡Suéltame, suéltame, maldito bastardo! —grito.
—Lo siento, Camila, no me dejas otra opción.
En cuestión de segundos siento como una de sus manos impacta con fuerza en mi trasero, el cual por instinto se eleva, haciéndome soltar un gemido. No me esperaba esa acción, por lo que me quedo inmóvil, volviendo en mí.
El silencio reina, después de minutos de agresividad.
¿Realmente me había nalgueado?
Después de unos segundos más, vuelvo a sentir el impacto de otra bofetada en mi trasero, elevándolo nuevamente. Entierro mi rostro en el duro suelo y gruño.
—Chase... Ya estoy mas tranquila, suéltame. —ordeno.
—Me encanta como te miras desde este punto. —su mano acaricia mi trasero sutilmente.
Comienzo por sentir el escozor de sus recientes impactos y sus caricias me hacen temblar.
Maldito aprovechado.
—Chase...—advierto.
—Camila...No puedo fingir que nada ha pasado. —acerca su rostro al mío, sin soltar su agarre. Sigo sometida contra el suelo. —No puedo fingir que no te he tocado...—susurra en mi oído, haciendo que una corriente eléctrica se esparza por todo mi cuerpo. —No puedo fingir que no te pienso, incluso estando con otras. —muerde ligeramente el lóbulo de mi oreja.
Nuevamente esa sensación de placer me invade con tanta intensidad que creo perder la razón.
Cierro los ojos y suelto suspiros simultáneos intentando controlar todo aquello que podría romper la barrera entre nosotros.
—No puedo fingir que no deseo tocarte. —una de sus manos se posa entre mis piernas. —Fingir que no quiero que grites mi nombre, no puedo hacerlo. —frota sus dedos en mi intimidad.
Me retuerzo debajo de él y nuevamente mi rostro se cierne sobre el suelo, mi cuerpo reacciona a sus estímulos, traicionándome. Mi trasero se eleva ligeramente y mis piernas comienzan a temblar.
Un gemido se me escapa.
Chase acelera sus movimientos en mi zona más sensible, sobre la delgada tela de mis medias deportivas. Trazando círculos en el lugar indicado, haciéndome temblar debajo de él. Siento una ola de sensaciones que jamás había experimentado, invadirme.
No quería que Chase fuera el primer hombre en provocarme un orgasmo, pero ya era demasiado tarde. Él se había apoderado de mi cuerpo y mi placer, y aunque me rehusaba a aceptarlo, mi cuerpo lo recibía con gozo.
—Incluso sobre la tela de tus medias puedo sentir lo mojada que estas. —susurra en mi oído, sin detener sus movimientos.
No sé qué me excitaba más. La posición en la que me tenía, el movimiento frenético de sus dedos o que me hablará al oído. Creo que sería todas las anteriores.
Comienzo a sentir un calor intenso recorrer mi cuerpo entero, haciéndome estremecer con violencia; una intensa presión se instala en mi vientre, recorriendo gran parte de mi zona baja.
—Chase...—gimo contra el suelo.
—Eso... Córrete para mí. —su voz es mucho mas ronca y profunda de lo habitual.
Es todo lo que necesité para liberarme. Mi cuerpo explota en sensaciones que en mi vida había experimentado, haciéndome gritar con fuerza, con deseo, con ganas de más. Mis piernas y mi vientre se contraen con gran intensidad, liberando toda carga de tensión.
La barrera se había roto y no había marcha atrás.
—¡Chase!
El orgasmo me había alcanzado con la intensidad de un huracán categoría 5; tan destructivo y poderoso a su vez.
Chase se había robado ese primer orgasmo y esa primera vez que estaba reservando para la persona indicada, si es que había alguien digno. Él me estaba arrebatando eso que tanto resguarde como un tesoro y me lo estaba restregando en la cara.
Después del potente placer que había experimentado, mi respiración estaba hecha un desastre y cuando Chase retiró su mano de mi intimidad, quisé protestar.
Sin duda, había perdido la cabeza y a su vez, sentía que había perdido la dignidad.
Me libera de su agarre y me ayuda a ponerme de pie. Mis piernas siguen temblando.
—Tranquila, bambi. —se burla. —Camina un poco para que se calme el temblor.
—Te odio. —musito en voz baja.
—Te escuché. —dice juguetón. —No me odias, solo odias que tu cuerpo reaccione a mí, bambi.
Idiota.
No sabía que pasaría entre nosotros después de esto, pero si de algo estoy segura es que el odio y la pasión hacen una mala combinación.
♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤
SIN COMENTARIOS.
CAPÍTULO 14 EN DÍA DE NOCHE BUENA, QUE BUEN REGALO.
Espero les haya gustado este capítulo, la verdad me demore un poco en actualizar por las fechas, en éstas fechas mi agenda se vuelve ajetreada por las festividades, el trabajo y demás cosas.
Preguntas, preguntosas.
¿Qué creen que vaya a pasar a partir de aquí? ¿Chase y Camila se verán envueltos en un espiral de odio y pasión? ¿Tendrán problemas por las acciones que puedan cometer? ¿Qué creen que haya pasado con Camila cuando visualizó al ruso? ¿Su instinto asesino se activó o solo fue un arranque de ira?
Las leo en comentarios.
Muchas gracias por seguir apoyando está historia, no olviden seguir votando y comentando si la historia es de su agrado.
¡Feliz Navidad, mafiositas/os, que sus vidas esten llenas de bendiciones y armonía!
Les quiere:
-Dari ♡.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro