Amor brujo 🧙🏻♀️
Un suspiro escapa inconscientemente por cuarta vez de entre mis labios. Mi mente está completamente ocupada por la visión que tengo ante mí, como ya parece ser inevitable cuando él y yo compartimos espacio en una misma sala.
—¿Sabrina? —Una voz me llega desde una falsa lejanía, luchando por tener mi atención—. ¡Sabrina, ¿estás sorda o qué te pasa?!
Un golpe en mi brazo me saca de mi ensoñamiento tan súbitamente que pego un salto en mi silla. Mi corta melena bicolor cubre mis ojos durante un breve instante y aparto los mechones morados y negros rápidamente antes de dirigirle una mirada confusa a la responsable del susto.
—¿Qué pasa?
—¡Que te he llamado tres veces y no me haces ni caso! —responde Marla, mi mejor amiga, con un bufido de irritación—. Estabas mirando a Jason otra vez, ¿verdad? Soñando despierta en lugar de hablarle, para variar.
—No puedo hablar con él, esa es la peor elección que podría tomar. ¿Es que tengo que explicártelo por millonésima vez?
Marla pone los ojos en blanco, echando su melena azul eléctrico hacia atrás. Aunque ya hemos tenido esta conversación miles de veces, mi mejor amiga no parece entenderme, o mejor dicho, no quiere. En su opinión, el mundo es un lugar feliz e ideal en el que todos somos iguales y mejores amigos para siempre, pero la realidad es bien distinta.
Jason y yo no pertenecemos al mismo grupo social, ni de lejos. Mientras que él estudia un doble grado de administración y dirección de empresas con derecho, viste de Ralph Lauren y sale con sus amigos por los lugares más lujosos de la ciudad, yo soy una estudiante gótica de bellas artes cuya vestimenta se basa en prendas negras con cadenas y accesorios con pinchos.
Si alguien nos pusiera el uno junto al otro, seríamos el juego de encontrar las siete diferencias más fácil del mundo.
—¿Y yo tengo que decirte lo estúpido que es ese razonamiento?
—Mira, ya he hablado con él alguna vez y está claro que no le intereso. A él le van las chicas más pijas y a mí deberían gustarme las personas más... de nuestro rollo. Tengo que olvidarme de él, sencillamente.
—A ver, primero, a cada uno le puede gustar quién quiera, que ya somos mayorcitos como para seguir con el rollo de los "popus" y los pringados —dice levantando un dedo para empezar a enumerar—. Y segundo, ¿cómo pretendes dejar de pensar en él si no paras de mirarle cada vez que está a un mínimo de cinco kilómetros de distancia?
—Pues... no sé, dicen que un clavo saca a otro clavo, ¿no? Entonces tal vez tengo que aceptar salir con Mark, ya me lo ha pedido muchas veces y...
—No, no, ni hablar, ese no es el camino —sentencia Marla, dejando caer el tenedor sobre su bandeja de comida, señal de que ha terminado—. Tengo una idea y me da igual si te gusta o no, porque sé que va a funcionar y quiero que muevas ficha con Jason de una vez por todas.
Con los ojos llenos de confusión, sigo a mi amiga a través de la cafetería de la universidad, tratando de evitar a mirar a Jason por todos los medios. Me siento una adolescente tonta pensando que alguien va a estar prestándome atención, pero no puedo evitarlo. A diferencia de los institutos de película, en la universidad todo el mundo va a su rollo, lo cual explica por qué Marla y yo caminamos por los pasillos sin atraer la mirada de nadie a pesar de nuestra apariencia.
—¿A dónde demonios me estás llevando, Marla?
—Tú calla y déjame llevar a cabo mi plan. Ya verás como en menos de una semana, me estarás dando las gracias.
Al cabo de unos minutos, llegamos a la residencia donde están nuestros dormitorios y Marla abre el suyo antes de empujarme al interior. La familiar oscuridad de la habitación nos da la bienvenida y mi mejor amiga pronto empieza a buscar en una de sus muchas estanterías repletas de libros. Tras sacar varios y descartarlos, termina cogiendo un viejo tomo negro desgastado y sentándose en su cama. Yo la imito, echándole un vistazo a la cubierta y soltando una exhalación cuando identifico lo que es.
—¡Marla, ni se te ocurra! ¡¿Es que se te ha ido la cabeza?!
—¡Te he dicho que te calles y confíes en mí! Llevo meses estudiando los hechizos de este libro, estoy segura al noventa y nueve por ciento de que sé cómo funcionan cada uno.
—¡El noventa y nueve por ciento no me inspira nada de confianza!
—¡Si no te callas me voy a desconcentrar y será mucho peor!
La impotencia me hace soltar un quejido y tratar de arrebatarle el libro, sin éxito. Lo que Marla pretende hacer es una locura, aunque dudo que funcione.
La realidad es que nuestro estilo de vestir no es lo único que nos diferencia del resto de estudiantes. Tanto mi mejor amiga como yo creemos en la brujería y pertenecemos a un grupo altamente secreto que comparte y practica nuestras creencias. En él, verdaderas brujas más experimentadas nos han estado instruyendo en este histórico arte oscuro. Aunque llevamos algo más de un año en el aquelarre, aún no estamos capacitadas para realizar ningún hechizo, pero Marla no piensa lo mismo. Lleva meses buscando libros de brujería por su cuenta y tratando de hacer magia, sin éxito. He tratado de disuadirla millones de veces porque sé lo peligrosa que puede ser la magia negra mal practicada, pero ha dado completamente igual.
Con suerte, Marla recitará el hechizo, no sucederá nada como siempre, y hasta ahí su descabellada idea.
—Aquí está —dice con una sonrisa triunfal, mirándome de nuevo—. Saca una foto de Jason, aunque sea en el móvil, y mírala fijamente.
—Marla, esto no...
—¡Sabrina!
Obedezco con un suspiro y siento la mano de Marla tomando una de las mías antes de empezar a recitar con voz profunda y calmada:
«Dos almas separadas, un deseo de amor.
Una de ellas enamorada, la otra ajena a su dolor.
Para entrelazarlas solo hay un camino
trazado claramente por este conjuro.
Alma distante, vacía de amor,
ya puedo conocer cada detalle de tu interior».
Marla guarda silencio durante unos segundos que me parecen horas mientras sigo mirando la foto de Instagram de Jason como una idiota. No digo nada, queriendo evitar la reprimenda de mi amiga, hasta que ella habla:
—Bueno, ¿sientes algo? Según el libro, con este hechizo lograrás entrelazar tu alma con la de Jason y le conocerás mejor que nadie, hasta el punto de enamoraros.
—Pues... no, no siento nada distinto. Mi alma sigue en mi cuerpo, no sé nada adicional de él y me siento un poco idiota sujetando el móvil con su selfie mirándome fijamente.
—¡Mierda, joder, mierda de cuervo! ¡¿Por qué no funciona?! ¡¿Por qué nunca puedo...?!
La voz de mi mejor amiga se escucha cada vez más lejana, mi visión empieza a nublarse y antes de que pueda darme cuenta, he perdido la consciencia.
•
El irritante sonido de la alarma me despierta como cada mañana y me giro en la cama para apagarla con un gruñido, sintiéndome más pesada y cansada que de costumbre. No sé ni qué hora es y apenas recuerdo lo que ocurrió ayer. Fui a la habitación de Marla, ella sacó un libro y...
Empiezo a sentir pinchazos en la cabeza y cierro los ojos de nuevo, masajeando mis sienes mientras me levanto de la cama y camino hacia el baño como un zombie. En cuanto llego al lavabo, empiezo a lavarme la cara, deseando eliminar también esta extraña sensación de pesadez con el agua cayendo por mi rostro. Siento cómo algunos mechones de pelo se mojan... ¿pero qué pelo es este?
Lo que cubre mis ojos ya no es una melena bicolor, sino un tupé rubio despeinado.
Mi cabeza se alza a la velocidad de la luz y miro directamente al espejo que está frente a mí, temiéndome lo peor. Un familiar y atractivo chico rubio me devuelve la misma mirada de sorpresa y shock que se refleja en mi rostro, e inconscientemente me palpo el rostro con temor.
Jason imita mi movimiento en el espejo, como si estuviera burlándose de mí.
—Ay, Lucifer mío...
Almas entrelazadas. Conocer cada detalle el uno del otro. Un hechizo de amor sin efecto... o no, porque él y yo hemos sido entrelazados literalmente en todos los sentidos. Ahora mi alma está en el cuerpo de Jason y estoy segura de que la suya ahora ocupa el mío.
Maldito amor brujo, ¡¿cómo voy a salir de esta?!
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