Fiesta de lanzamiento
Al día siguiente, Lena se puso el vestido de noche que Andrea le había comprado. Era de color rojo vino, y con los hombros descubiertos. Frente al espejo, esta notó que se veía sensual y elegante, pero también un poco fría. Además, el vestido acentuaba su figura a la perfección.
Andrea se quedó boquiabierta cuando ella salió del probador.
El vestido era tan ajustado que resaltaba cada uno de los movimientos de Lena. Además, su cabello estaba recogido en un moño y tenía dos mechones sueltos que enmarcaban su rostro, dándole un aspecto ligeramente relajado. Se veía tan encantadora que Andrea no podía quitarle los ojos de encima.
Y como su amiga había nacido con un temperamento frío, la gente siempre la consideraba distante e inalcanzable.
"Ay, Dios mío... Lena, te ves hermosa" , murmuró Andrea, tan estupefacta que no podía hablar.
Si Lena asistía a la fiesta con ese vestido, todos los hombres babearían por ella y todas las mujeres estarían muertas de celos.
El lanzamiento del producto del Grupo Zor-El se llevaría a cabo en un crucero llamado El Océano. El crucero era tan gigante que podía transportar a miles de personas, y estaba anclado en la costa al este de Ciudad Nacional.
Además, tenía un valor de miles de millones de dólares, por lo que todas las grandes empresas lo tenían como primera opción para celebrar sus fiestas.
Tan pronto como Lena puso un pie en el crucero, los mujeriegos no pudieron quitarle los ojos de encima.
Sin embargo, ella era indiferente a sus miradas. El vestido color rojo vino la hacía verse distante, noble y, en última instancia, inalcanzable.
Por otro lado, Andrea estaba ansiosa por hablar con algunos chicos, así que dejó a su amiga apenas subieron al barco.
Muriéndose de aburrimiento, Lena se dirigió a un rincón para descansar.
Sin embargo, justo cuando pensó que podía tomar un respiro, alguien le ofreció una copa de vino. "¿Le importaría beber conmigo, señorita?".
Un hombre con traje azul oscuro se paró frente a ella, examinándola con una mirada errante.
Parecía ser rico, ya que todo lo que vestía era de marca de diseñador. No obstante, sus ojos estaban llenos de aquella arrogancia que siempre venía con el dinero.
Los demás hombres adquirieron una expresión derrotada cuando vieron que este último se había interesado en Lena.
"¡Maldición! Jonathan acaba de acercarse a ella. No tenemos ninguna posibilidad".
"Tienes razón. Jonathan tiene fama de mujeriego, pero su familia es asquerosamente rica. Dudo mucho que alguna mujer sea capaz de rechazarlo".
Lena escuchó esas palabras y arqueó las cejas con indiferencia. "Váyase".
Jonathan Kent casi se atragantó con su vino. No esperaba que Lena lo rechazara, así que su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido.
"¿Qué acabas de decirme? ¿Acaso no sabes quién soy?".
Ella resopló. "Yo solo sé que los perros que ladran no muerden".
Jonathan respiró hondo y se apresuró a forzar una sonrisa. Había pensado que conquistaría a esa mujer mientras hiciera alarde de su riqueza. "Espera. Todavía no me rechaces. Siempre soy generoso con mis mujeres, si sabes a lo que me refiero. No seas malagradecida", murmuró.
No obstante, había un tono ligeramente amenazante en esa última frase. Luego, él volvió a ofrecerle la copa a Lena.
Sonriendo levemente, ella entrecerró los ojos y aceptó la copa de vino.
Jonathan pensó que Lena había mordido el anzuelo. Pero justo cuando su sonrisa se volvió complaciente, ella levantó la mano e inclinó la copa sobre la cabeza de Jonathan, derramando el vino tinto sobre su cabello y su ropa.
Su perfecto peinado se arruinó instantáneamente, y su costoso traje se tiñó de rojo. Ya no se veía tan elegante.
Todos jadearon debido a la conmoción.
El Grupo Kent era una de las diez empresas más importantes de Ciudad Nacional. Jonathan poseía una riqueza tan increíble como su estatus. Y ahora una mujer desconocida acababa de rechazar sus avances, e incluso tuvo la osadía de derramar vino sobre su cabeza.
"¡¿Qué carajo?! ¡¿Cómo te atreves?!" , exclamó él con tanta furia que levantó una mano para abofetear a Lena.
Sin embargo, alguien agarró su muñeca con fuerza antes de que él pudiera moverla.
Lena agrandó ligeramente los ojos cuando vio a la persona que la estaba ayudando.
Jonathan se dio la vuelta para maldecir a quien acababa de detenerlo, pero entonces su rostro palideció inmediatamente.
"Señora... ¡Señora Zor-El!".
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