Los suegros cara a cara
Los tres días que separaban a Rosa de volver a ver a sus padres pasaron volando tanto para ella como para Cora, la pobre chica paso cada segundo que no estaba en la universidad con su papa, ayudándole a organizarlo todo, para que quedara "perfecto", cada detalle, hasta el mas mínimo se cuidaba Edgar de pulirlo como si se tratase de una joya.
Para la pareja, aquellos días fueron como debe sentirse una pareja antes de contraer matrimonio, ya sea que ultimen detalles de una u otra cosa; acomodando a sus numerosos invitados o en alguna otra cosa, el punto es que apenas pueden verse, con suerte, unos minutos al día de cada día.
Mientras tanto, a un océano de distancia los padres de Rosa disfrutaban sus ultimas horas en Francia, haciendo honor a la verdad, ambos esposos se alegraban muy dentro de cada uno por regresar de aquel viaje tan pronto, claro que fue un hermoso detalle de su hija obsequiarles aquel viaje en primer lugar, pero aquella idea de turistear a pie por todo aquel país, si bien en el momento lucia maravilloso, incluso romántico, conforme analizaban todo con frialdad mas se convencían que fue una mala idea, por suerte aun no habían adelantado ninguna compra y podían empacar sin remordimiento.
Los días transcurrían como el agua en un rio tanto para Rosa como para Cora, pero ambas chicas sin haberlo acodado verbal o tácitamente encontraron momentos de relajación en personas bastante cercanas, sus amigas y compañeras de carrera, durante los recesos cada una de ellas se reunía con las compañeras con las que habían trabado una amistad mas intima y, mientras estas amigas comían ambas mujeres, en pocas palabras vaciaban todo lo que sus corazones hubieran acumulado desde la ultima vez que hablaron.
Los tres días habían transcurrido ya, y ninguna de las dos mujeres se sentía emocional ni mentalmente preparada para aquello, se despertaron con el sonido de sus respectivas alarmas, en sus respectivas camas, como viene sucediendo desde hace unos días cada una desayuno diferente, Rosa se inclino por algo ligero pues iría al aeropuerto a traer a sus padres y de seguro se detendrían en algún restaurantico rustico para almorzar; Cora por otro lado opto por un desayuno mas completo, pues junto a su padre ultimaría detalles y daría los toques finales a la importantísima cena que acontecería aquella noche, en ningún momento alguna de las dos se preocupo por la escuela pues este acontecimiento casualmente ocurre durante un fin de semana, como por decreto divino desde el amanecer cada aspecto era simplemente perfecto, la temperatura ambiente, la presión atmosférica, la humedad del aire, en una palabra; todos los habitantes de aquel pequeño rincón del mundo atestiguaban un día perfecto de primavera mexicana.
Ambas mujeres vestían ropa lo mas cómoda posible, sabían que no estarían sobre una pasarela o ante el cegador reflejo de un millar de cámaras como las celebridades que aparecen en las revistas y programas de cotilleo. Esa mañana Rosa por primera vez en su vida se subió al auto de su padre y lo condujo, no tenia nada de malo pues él le enseño a conducir poco antes de su viaje, y en Europa tuvo la oportunidad de tomar lecciones en una pequeña escuela de manejo en un pintoresco pueblecito de España, obviamente paso el examen final, y de regreso en su país solo necesito recordar algunas importantes diferencias entre su país y el viejo continente; tan fácil y tan sencillo fue tramitar su licencia de conducir, y para mejorar su confianza, conducía el auto familiar una vez por semana guiada por su padre.
El trayecto al aeropuerto fue tan tranquilo, llevaba consigo solo un pequeño bolso con dinero, su teléfono celular y un libro de Isabel Allende, autora que, por cierto le recomendaron como lectura en su escuela, con la respectiva adulación a un "eminente" erudito de la carrera de letras, al que todos tenían por un tipo bastante pedante y orgulloso, Rosa y Cora incluidas.
Su madre se había comunicado con ella rápidamente hacia veinticuatro horas, la pareja tomaría el vuelo directo desde Paris hasta su ciudad natal Guanajuato, desde ahí, el plan es ser escoltados por su hija hasta su hogar, en el camino almorzarían cualquier cosa, verían rápidamente las fotos y recuerdos traídos de la ciudad luz, se alistarían para la velada, caminarían a la casa de Cora, cenarían y platicarían; con algo de suerte su padre no se pasaria con las copas, volviendo a su casa cerca de la medianoche, en teoría claro.
Llego Rosa al aeropuerto sin ningún problema; pago la cuota del estacionamiento, se estaciono lo mas cerca que pudo de la entrada, sin estorbar a los taxistas, demás pasajeros o el paso probable de paramédicos, ingreso en las instalaciones, pregunto a un empleado la hora aproximada de llegada del vuelo desde Paris, le resulto agradable saber que solo tendría que esperar media hora o dos a lo mucho, se sentó a leer en la agradable sala de espera, atenta al anuncio de arribo de cualquier vuelo. Ya había transcurrido media hora y de sus padres, ni sus luces, la chica se puso de pie y rápidamente pregunto al primer empleado que vio, la razón del retraso, por suerte le informo un chico muy amable que el vuelo se retraso diez minutos por algún tipo de dificultad técnica, igualmente le explicaron que las aerolíneas son quisquillosas al momento de permitir que un avión despegue, cualquier desperfecto por diminuto que sea podría derivar en catástrofe, por lo que prefieren arreglarlo a la brevedad.
Tras agradecer la información, la joven volvió a su lectura y el tiempo se paso volando, quince minutos después del primer retraso, se anuncio por los altavoces la llegada de un vuelo procedente de Paris, Francia, Rosa prefirió no apresurarse y espero sentada por noticias, cerca de diez minutos después el mencionado avión aterrizaba sin contratiempos, y a los cinco minutos su teléfono sonó, al revisarlo la joven noto que recibió un mensaje, era de su madre confirmando que ella y su padre venían en aquel avión. El reencuentro fue lo que se esperaba de una familia que no se ve por un largo tiempo, emotivos abrazos y constantes menciones a lo mucho que se extrañaron. Alessandra se veía ansiosa por llegar a su hogar; mientras que Victor estaba extrañamente calmado desde la ultima vez que tanto él como su esposa hablaron con su hija, hace tan solo tres días.
Con muchos ánimos la pequeña familia se dirigió a su vehículo para abordarlo para ir a almorzar a algún sitio, ambos padres subieron sus maletas en el compartimiento del automóvil destino a tal fin, se subieron en el asiento trasero y esperaron a que su pequeña encendiera el motor para emprender el tan ansiado trayecto de vuelta a casa; a Alessandra no dejaba de asombrarle lo bien que su hija conducía, puesto que ella era un autentico desastre detrás de un volante, el recuerdo de causar varias abolladuras al vehículo de su padre y al de su actual esposo siempre la acosaba incluso al pensar siquiera en un volante, no tenia problema alguno en admitir su poca destreza manejando, como tampoco lo tenia ninguna de sus amigas, y siempre criticaban a esas feministas que ladraban como perros rabiosos sobre eliminar ese estereotipo tan negativo, desde adolescente apostaba lo que fuera a que ninguna de esas mujeres sabia siquiera como encender un automóvil.
La mujer se sobresalto al sentir el brazo de su esposo dándole una sacudida, al volver en si se excuso diciendo que en ese momento tenia la cabeza en las nubes; tras disculparse bajo del auto y acompaño a su familia a almorzar en una pequeña pero cómoda fonda; una vez sentados en una mesa cada uno ordeno una enorme taza de espumoso chocolate de leche acompañado de una buena pieza de pan dulce, conchas para Rosa y su madre y un polvorón para su padre; ya como almuerzo Victor pidió unas entomatadas aderezadas con abundante cebolla y cilantro acompañado con un pedazo de cecina bien asado, todo aderezado con una salsa de chile de árbol que seria la envidia de cualquier restaurante gourmet, por su parte Alessandra pidió un par de quesadillas aderezadas con champiñones cortados en finas rodajas y abundante queso Oaxaca, así como otro par de quesadillas de flor de calabaza igualmente aderezadas con abundante queso Oaxaca, finalmente Rosa encargo unas memelas aderezadas con una buena capa de pasta de frijoles (aderezada con abundantes hojas de aguacate tostadas) y mucho queso fresco, y para tomar a los tres les fue traída una jarra de agua de limón, acida y refrescante; mientras esperaban su comida Victor y Alessandra no dejaron de elogiar lo bien que su pequeña conducía, la pobre chica estaba mas roja que un tomate por aquellas palabras, aunque muy en el fondo se sentía orgullosa de si misma.
La comida les fue servida, y los tres comieron con apetito, conversando y riendo en un ambiente muy agradable. Tras un muy agradable almuerzo la familia pago lo consumido, agradeció la comida y se despidió de los otros comensales como dicta la etiqueta mexicana. Regresaron al auto familiar y, tras retirar Rosa los seguros a la puerta con su llave los tres abordaron el auto y emprendieron el resto del trayecto hasta su casa. Aprovechando el hecho de que su mujer viajaba en los asientos traseros y de que esta se había dormido Victor converso con su hija
—Entonces, cariño...—Empezó él la platica con nerviosismo —. Finalmente tú tienes...
—¿ Pareja, papa? — Completo ella la oración —. Pues si, así es—
—¿ Como es? ¿Donde se enamoraron? ¿A que dedica el tiempo libre?.
—¿ A que pregunta respondo primero, papi?. El tono de Rosa parecía algo tenso, el de su padre, anormalmente sereno.
—No lo tomes tan mal, solo quiero conocerla mas, después de todo esa noche conoceremos a la chica y a su padre. Esas palabras calmaron a la chica casi tan rápido como las otras la alteraron, ya mas serena la joven procedió a relatar como sucedió todo, omitiendo únicamente el hecho de que ambas se entregaron su virginidad. El hombre por su parte, escucho cada palabra que salió de la boca de su hija, al mismo tiempo que se preguntaba si su suegro sintió lo mismo que él sentía en aquellos instantes, cuando Alessandra le comento que él salía con su preciosa hijita, quizás impulsado por el primitivo deseo de cada hombre de ser mejor que la generación que lo antecede Victor decidió actuar de una mejor manera que aquel hombre de rancho al que debía llamar suegro.
—Pues suena a que quieres mucho a esa chica— Comento él intentando sonar algo distraído —, y el sentimiento parece mutuo. Esas cinco palabras tomaron a la joven mujer totalmente por sorpresa, a tal punto que por un instante sintió la irrefrenable necesidad de voltear su cabeza en dirección a su padre, solo para asegurarse que era él y no algún impostor o reemplazo. Su cuerpo se movió por cuenta propia durante un instante pero ese momento fue suficiente para dibujar en su copiloto gestos de miedo, por fortuna su cuerpo se movió por su cuenta solo un momento, al finalizar este la mente de la joven volvió a conectarse al resto de su cuerpo, a ojos de alguien mas (de haberlo habido) aquel auto con tres personas adentro se desvió apenas lo suficiente para que alguien muy observador lo notase, para cualquier otro, la mujer detrás del volante de aquel auto conducía tan bien como todos ellos.
Finalmente llegaron al largamente deseado hogar. Lo primero que hizo el matrimonio después de guardar sus maletas; fue descansar largo y tendido. Su hija los dejo a sus anchas, mientras, ella elegía con sumo cuidado la ropa que llevaría puesta esa noche, sin mencionar joyas o accesorios, así como el uso de algún perfume, recordó que Cora le menciono casi por casualidad que a ella y a su padre les encantaba cualquier perfume con aroma floral, hurgando profundo en sus artículos de belleza encontró una pequeña botella de perfume del tipo que estaba buscando, un para nada empalagoso pero elegante perfume de rosas blancas, coloco la botella en donde sabia podría tomarlo fácil y rápidamente para después lanzarse hacia su guardarropa buscando la ropa adecuada para la ocasión; tras un par de horas de debate consigo misma, se decidió por un hermoso vestido negro ligeramente corto sin escote de mangas largas, con cintas a los laterales de estas, complementado con unas zapatillas del mismo color que el vestido, de tacón corto, no mas de cinco centímetros, y como toque extra unos pequeños y sencillos aretes además de un pequeño bolso de imitación de cuero. Una vez decidida su ropa fue a recordarle a sus padres el compromiso de aquella noche, para acto seguido correr a darse un baño.
Una vez aseada, Rosa peino cuidadosamente su hermoso cabello, después se aplico una delgada capa de humectante, nada que tomase demasiado tiempo, y empezó a vestirse, como siempre era su costumbre dejo para el final los accesorios y el perfume. Una vez lista su ropa quiso averiguar si sus padres estaban ya preparándose, nada la preparo para lo que sus ojos veían, su padre, fiel a su forma de ser, vestía sencillo pero a la vez elegante, un pantalón de vestir negro bien planchado combinado con una camisa de manga larga de color aguamarina, a juego con el pantalón llevaba en sus manos un saco de vestir del mismo color del pantalón. Su madre, Alessandra lucia despampanante, llevaba un sencillo vestido de cremallera rojo liso de corte francés, combinando con el vestido unas zapatillas de tacón corto del mismo color que el vestido, e igual que su hija, portaba un sencillo collar y aretes complementado con un bolso de mano.
—Ah, hija. No te escuchamos bajar, veo ya estas lista ¿Que te parece?—. Pregunto Victor a la chica —Compramos estas cositas como suvenir en Francia.
—Hija cierra tu boca te vas a tragar una mosca. Le dijo Alessandra a Rosa en tono de broma, al mismo tiempo que se le acercaba y con su mano le cerraba la mandíbula que literalmente, choco contra el piso
—Perdón mamá, papá— Se disculpo ella — Es que se ven tan ¡Wow!. El comentario hizo sonreír al hombre y despertó en la mujer la vanidad que hace mucho tiempo creía muerta.
—Bueno damas, ¿Nos vamos ya?. Pregunto el hombre a sus dos mujeres, ambas asintieron con la cabeza como respuesta.
Los tres se dirigieron a la cena caminando, Victor llevaba en su brazo tres abrigos, uno para cada miembro de su familia, por si el clima llegase a cambiar. En cuanto llegaron al umbral de la puerta de la casa, todos y cada uno de ellos sintió mariposas en el estomago, a punto estaban los tres de sugerir al unísono dar media vuelta y volver, pero Rosa se dio cuenta que Cora los vio llegar desde la ventana; estar parada ahí justo en ese momento solo podría describirse como una corazonada. Con un gesto de manos se saludaron y del mismo modo Cora indico que iría a abrirles, no lo menciono pero de paso aviso a su papá que las visitas habían llegado. Con cierto dramatismo algo ensayado abrió la puerta y al ver las visitas abrazo efusivamente a Rosa, para acto seguido hacer las presentaciones
—Amor, te presento a mis padres, Victor y Alessandra— Hablo la joven con indescriptible nerviosismo, pero hábilmente disfrazado ;— Mami, papi, les presento a mi amor... La presentación quedo inconclusa pues Cora prefirió presentarse a si misma.
—Coralys Fernandez Sakura, mucho gusto en conocerlos señores. Al mismo tiempo que dijo su nombre y se presento extendió su mano derecha, dispuesta a dar algunos apretones de mano, Los padres de Rosa quedaron callados por un instante, en el cual un solo pensamiento cruzo por la mente de ambos, al mismo tiempo "Es preciosa"; el primero en despertar fue Victor
—El gusto es nuestro, señorita. Contesto Victor muy cortésmente dándole un firme pero gentil apretón a la joven.
—Espero nos llevemos bien, y gracias por cuidar a nuestra niña. Hablo esta vez Alessandra, en cuanto su marido soltó su mano, tomo su mano con la suya y la atrajo hacia si misma para darle un beso en cada mejilla, para terminar dándole un delicado apretón de mano. Por su parte Rosa se relajo mucho al ver como actuaba su padre, para ruborizarse mortalmente al oír el mote con que su mamá le llamo. Los cuatro se sentaron en la sala a conversar, por invitación de Cora, sobre banalidades; empezaban a hablar sobre su viaje a Francia cuando unos pasos llamaron la atención de los cuatro presentes.
—Veo empezaron a divertirse sin mí— Hablo un hombre apenas unos años menor que Victor, para continuar ,—Es broma, ustedes deben ser los padres de Rosa. Al decir eso ultimo se acerco al matrimonio con la mano extendida, la pareja se levanto en respuesta, Victor se adelanto un par de pasos y con un firme y algo tosco apretón respondió al del otro hombre.
—Mucho gusto, yo soy Victor y la hermosa quinceañera a mi lado es mi esposa. Ante aquel piropo, Alessandra solo pudo sonreír y darle un juguetón golpe en el brazo a su marido, pues desde que eran novios siempre le hacia piropos en presencia de otros hombres, se convenció que era el único rasgo machista de su esposo y dado que no era tan frecuente lo tomo a juego de su parte.
—Querido, tú siempre mintiendo, Alessandra un placer ¿Es usted el hermano mayor de la hermosa joven que nos recibió al llegar?. Cora se sonrojo casi tanto como Rosa hace unos instantes.
—Lo parezco lo se, pero soy su padre Edgar Fernandez. Contesto Edgar y dio un delicado apretón de manos a la mujer, para un instante después empezar a platicar con ambos esposos, asombrándoles por su agilidad mental, pues un segundo estaba atento oyendo la opinion de Victor sobre algún deporte, y al siguiente instante esta concentrado en Alessandra dándole algún invaluable tip sobre algún asunto domestico. Aproximadamente cuarenta y cinco minutos después, estaban todos reunidos en el comedor familiar de la casa Fernandez. Edgar se dirigió al instante a la cocina y los cuatro restantes platicaban muy animadamente y de forma muy amena. Tras diez minutos Edgar salió de la cocina uniéndose a la platica, en un momento dado Victor le pregunto
—Oiga señor Fernán... No pudo completar la frase pues Edgar lo interrumpió.
—No seamos tan formales, si gusta solo por hoy tuteémonos ¿Les parece?
—Tú ganas Edgar — Respondió Alessandra ,—Creo mi marido y yo le queremos preguntar lo mismo.
—Adelante entonces. En ese momento ambos esposos se vieron a los ojos y con un movimiento de cabeza, parecía que se confirmaba que ambos tenían en la boca la misma pregunta
— De camino a tu bello comedor no pudimos evitar fijarnos que en el pasillo tienes una foto de una joven oriental muy hermosa ¿Se puede saber quien es?. Ante la pregunta Cora pareció estremecerse como quien recuerda algo muy doloroso para su persona
—No creo tener problema en decirles quien era ella, es mi difunta esposa y madre de Cora. Contesto Edgar estoicamente...
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