Me había enamorado de sus ojos, esos que brillan a la luz del sol ese café tan intenso que traía insomnio a mis noches, y me hacía levantarme con energía todas las mañanas. Ese café que a día de hoy ataca mis sueños voraz, sin dejarme descansar por las atroces pesadillas que me atormentan, donde escucho su vos - esa que me hacía sonreír como si la vida se me fuese en ello - y que ahora solo repite las mismas palabras frías con las que expresó que no me amaba.

Me había enamorado de sus sonrisas, de sus ganas de vivir, y su necesidad de destacar. Ahora sólo salen muecas serias, sonrisas tristes en las cuales se compadece de mi tristeza, culpándose de mis lágrimas.

Me había enamorado de cada parte de su cuerpo, con los defectos que él decía tener pero que, sin embargo yo me dedicaba a amar. De sus gruesos labios con lo que soñaba cada noche besándome y que ahora, solo existen como tormento.

Muy a mi pesar me había enamorado de él y ya no había vuelta atrás.

Gabriela.