Muerte
Pienso constantemente en él, es una obsesión enfermiza la que me contamina la mente. No puedo dormir, ni comer, no puedo hacer nada que no sea imaginarlo a mi lado, fantasear con un futuro que no existe, y llorar desconsoladamente intentando explicar el por qué.
Pues de un día para otro todo acabo, las ilusiones murieron, los planes acabaron, se terminaron los besos y las largas horas de amor que compartíamos bajo las sábanas. Finalizó todo con una decisión que ni siquiera compartí, ni tomé. Me pilló por sorpresa y lo dijo sin preámbulos.
Barrió con sus palabras mi corazón, convirtiéndolo en simples cenizas, como las hojas del otoño, que se marchitan, se caen y se convierten en polvo pasajero.
Unas simples palabras que viniendo de la persona correcta crearon dentro de mí un vació, un agujero que no sé como rellenar. Nada me apasiona más que ver como me miraba, como deslumbraba cuando sonreía con aquella mueca que para mí era digna de admirar, como su risa causaba estragos en el fondo de mi corazón pues lo hacía palpitar de una marena incontrolable.
Mi corazón había muerto, de eso no tengo dudas, la verdadera incógnita es como reanimarlo
Gabriela.
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