Por primera vez en dos años, besé a otro hombre. Probé otros labios, probé otra piel y solo sentí frío. El calor no recorría mi piel como las llamas en el infierno, solo sentí indiferencia de la persona que me besaba, a pesar de que le apreciaba, le quería como amigo.

Quise borrarte de mi sistema de la manera más rápida y cruel, utilizando a otro solo por capricho, solo por despecho, por odio, y también aunque irreal suene por amor.

Lamentablemente no lo conseguí, solo se afianzó en lo más profundo de mi corazón un sentimiento de dolor incapaz de describir, ni siquiera yo, arraigo en mi alma un vacío del que aún no sé cómo salir, es un laberinto con los ojos vendados.

Me tocaron otras manos y me besaron otros labios, y no calentó mi vientre, ni el ambiente, no había mariposas ni magia. Quizás eran tus labios los que marcaron en mí, tú me besabas con fervor, con tanta pasión y adoración que todo mal se esfumaba con un simple roce.

No pude llegar a más, te pensaba incluso en momentos tan íntimos como aquellos, era doloroso, e incómodo. Tenía que sonreir al hombre que se encontraba en frente de mí aunque mi alma se estuviera destruyendo.

Me agarró de la mano como tú lo hacías, como cuando paseabamos horas y horas sin motivo alguno, solo conversando por el placer de estar juntos. Sé que él no le daba importancia pero yo miraba nuestras manos con añoro deseando que fueran las tuyas las que me acaricaban el dorso de la mano.

Siento culpa al pensar que te estoy fallando, que estoy continuando mi vida dejandote en el pasado. A pesar de que me insististe que lo hiciera, que intentara ser feliz, como él lo era sin mí.

Cometí un error y es pensar que alguien podría reemplazarte.

Tú me llevabas a cielo con tus besos y con tus manos conseguía acariciar las llamas del infierno. No me importaba el precio que debía pagar si pecar era contigo, tampoco me importaba el mundo ni los problemas si conmigo estabas.

Pienso en el tiempo en el que tardará mi corazón en sanar, y el tiempo que tardarás tú en darte cuenta que nadie podrá amarte con la devoción que yo lo sentía.

Por favor, Dios, a ti que te venero, a ti que te rezo en mis momentos de zozobra, hazle volver a mí, y si no es así, haz que yo me olvidé de él.

Gabriela