Capítulo 31
Me dirigí al sofá blanco del despacho sin decir una sola palabra. Me acosté allí tranquilamente. Cheryl se mantuvo en silencio. Me acosté en el sofá de los pacientes y cerré los ojos. Estaba decidido a contarle algunas cosas sobre mí a la chica.
—¿Sabes por qué razón escogí nuestra casa? —pregunté yo, para iniciar la conversación. Mantenía los ojos cerrados.
—Claro que no —se limitó a responderme.
—Yo nací allí —solté para responder la pregunta que yo mismo había hecho segundos atrás—. Ese fue mi hogar hasta que mi madre murió cuando tenía cinco años.
La chica se quedó en silencio. Tal vez impactada. Quizás desconcertada. No lo sé.
—Yo... Lo siento mucho. No lo sabía —se disculpó ella sin ninguna razón.
—Tranquila, no es tu culpa —aseguré yo. Intenté no sonar débil, pero fue en vano.
—¿Por qué me estás contando todo esto? —cuestionó la psicóloga.
—Hoy es su aniversario de muerte —contesté.
—En la mañana estabas bien. No lo entiendo —comentó.
Me esfuerzo por ser fuerte.
Percibí que ella se levantó de su silla para tomar asiento a mi lado.
—Supongo que oculto lo que siento demasiado bien —mencioné yo. Y era muy cierto—. Unos años después de la muerte de mi madre, mi padre conoció a Susie Park, mi madrastra. Leo también estaba un poco afectado con todo pero fue fuerte por mí. Yo... Siento que le debo algo. Digamos que Susie no tuvo hijos porque no podía y lo pagaba con nosotros dos, unos niños. A ella le gusta jugar pesado. Nos encerraba en cuartos oscuros, nos golpeaba, nos dejaba sin comer o simplemente no nos daba los cuidados que necesitábamos.
—Liam Noah, eso es horrible. No tenía idea. Tu padre, ¿él no estaba al tanto del maltrato? —quiso saber.
—No, él sigue estando ciego. Hablamos con él sobre eso en su tiempo, pero optó por no creernos. Mi padre sigue confiando ciegamente en esa mujer —aclaré yo.
En realidad no quería hablar sobre esto. Ella respetó mi silencio. Ella lo entendió. Mi infancia fue realmente horrible gracias a Susie. Cheryl me abrazó. Necesitaba eso seriamente. Solo fui capaz de pronunciar un simple "gracias".
***
Un día después de la sesión, paseaba a Dag por el parque. De repente escuché mi celular sonar dentro de mi bolsillo. Dejé de caminar y atendí la llamada. Era Henry, mi entrenador.
—¿Aló? —emití yo.
—¡Hola, Liam Noah! —saludó el hombre. Si estaba feliz era por algo—. Dentro de aproximadamente más de un mes habrá un nuevo Campeonato Mundial de Boxeo y ya sabes, creo que otra victoria no vendría mal.
Y por eso estaba feliz. Deberías aceptar. A Cheryl le haría mucha ilusión ir a un combate en vivo.
Conciencia, verdaderamente no sé qué haría sin esa vocecita tuya tan molesta.
Me amas, lo sé.
No te creas mucho.
—¿Contra quién lucharé? —inquirí yo.
—¿Puños de hierro te suena de algo? —indagó Henry.
—El antiguo campeón antes de que yo llegara —murmuré yo.
—Quiere su revancha —anunció mi entrenador, esta vez sonó preocupado.
—Gracias por informarme.
Corté la llamada.
Regresé a casa para encontrarme con Sara y un rubio en mi casa. Dag empezó a ladrar a lo loco al desconocido. Impresionante. Mi perro, ladrando a una persona. Después de múltiples intentos tratando de callar al animal por fin se silenció.
En la noche avisé a Cheryl del campeonato. Ella aceptó ir con mucha emoción. Esto me alegró aunque sabía perfectamente que aceptaría.
***
A la mañana siguiente Cheryl y yo nos vimos obligados a desayunar en una de las casas que pertenecen a mi padre. Él mismo nos invitó y también a mi hermano mayor.
Nos encontrábamos los cinco reunidos en el jardín de la casa. En algún momento la madrastra recibió una llamada y entró a la residencia para contestar. Mi chica necesitó ir al baño y se fué después de recibir las indicaciones necesarias para saber dónde era.
Leo, nuestro padre y yo nos quedamos allí, conversando tranquilamente.
—¿Y bien, Noah, cuándo piensas pedirle matrimonio a la chica? —Empezó a curiosear mi padre con una sonrisa en el rostro.
—No tomaremos tantas prisas. Iremos despacio, ya lo dije antes —contesté con simpleza.
—Tienes mucha suerte, hermanito. —Suspiró mi hermano mayor.
—Supongo que sí —hablé yo.
—Leo, lo siento mucho —se lamentó el señor. No es necesario decir por qué lo hacía.
—¿Por qué sigues confiando ciegamente en ella? ¿Por qué haces todo lo que esa mujer dice? —Mi hermano está un poco alterado. Es entendible.
Nuestro padre agachó la cabeza. Avergonzado porque sabía que Leo tenía toda la razón. Siempre había sido lo mismo.
—Hermano, no hagas esto... —Empecé yo para intentar calmarlo.
—¡¿Que no haga qué, Liam Noah?! —Se alteró aún más.
—¡Ya basta! —gritó mi padre con voz ronca para intervenir—. ¡No voy a permitir que discutan por mi culpa! Esa mujer es mi esposa —Señaló a mi hermano mayor—, y tú no discutas con tu hermano. —Me señaló a mí.
Leo resopló.
Observé que Cheryl ya venía saliendo del interior de la mansión.
***
Pasó un mes. El Campeonato Mundial de Boxeo se acercaba. En estos días había estado mucho en el gimnasio. Debía estar preparado para todo. Debía entrenar mucho.
Mi novia por contrato hablaba por teléfono. Creo que era con su papá. Ella tenía puesto el altavoz, pero al parecer no se había dado cuenta. Por lo tanto yo podía escuchar todo lo que decían. Cheryl le dijo que vivía conmigo y que yo era su novio.
—Es imposible que seas la novia del campeón del boxeo —proclamó.
—De hecho, no es imposible —manifesté yo.
Le había arrebatado el teléfono a la chica de sus propias manos. Me encargué de desactivar el altavoz para que Cheryl no escuchara mi conversación.
—¡Oye! ¡Devuélvelo! —se quejó ella a mi lado.
—¿En serio eres Liam Noah LeBern? —cuestionó mi "suegro" algo confundido a través del móvil—. Espero no tener de qué preocuparme.
—Así es, señor. No tiene de qué preocuparse —confirmé.
—Por favor, soporte el carácter de mi hija. A veces es muy pesada y se pasa de los límites —pidió el hombre.
—Lo he soportado hasta ahora —recalqué.
—Me agradas. Te concedo el cuidado de mi hija, será un placer tenerte como yerno —planteó él.
—Me halaga, señor.
—Oh, mejor llámame: padre —indicó el hombre.
—No hay problema, padre —corté la llamada en ese instante.
Devolví el teléfono.
Cheryl se va a poner histérica.
Estoy deseando ver eso.
—¡¿Padre?! —bramó la chica un poco furiosa.
—Me ha dicho que podía llamarle "padre" —verbalicé yo.
—¡Ni siquiera eres mi novio real! —me gritó.
Fue ella quien le dijo a su padre que somos novios, ahora no se puede estar quejando.
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