Capítulo 15
El tan esperado día del Campeonato Mundial de Boxeo por fin había llegado. Sabía que El Destructor ganaría. Actualmente me encontraba sentada en las gradas —mi novio reservó un asiento en primera fila solo para mí—, esperando a que los boxeadores salieran y entraran al ring. Todos los espectadores, o al menos la mayoría, gritaron de emoción y se pusieron de pié cuando Liam Noah apareció. Se veía raro. Como distraído.
Seguro es sólo tu imaginación.
Sí. Seguro es eso.
No estaba muy convencida. El contrincante apareció. Unos pocos lo animaron.
"¡Puños de hierro!" gritaba la minoría. La mayoría apoyaba al extraño Noah, que ya tomaba posición en el lado izquierdo del ring de boxeo. Confío en él, pero todo esto me da mala espina.
El rival utilizó el típico gancho con ferocidad y rabia contenida para atacar a Don Musculitos cuando empezó la primera ronda. Liam Noah escupió sangre en el aire y cayó al suelo. Noqueado con un solo golpe. Hay algo mal. Algo está muy mal. No puede ser que después de tanto entrenamiento haya pasado esto.
Mi preocupación se esfumó cuando mi boxeador se levantó forzosamente después de unos segundos, por suerte la cuenta regresiva no terminó. El mundo entero está viendo esto.
El mundo entero está viendo al actual campeón siendo derrotado por el anterior. Liam Noah se puso a la defensiva. Devolvió el golpe, sin embargo no tuvo mucho efecto ya que no fue certero. Puños de hierro golpeó con la derecha.
Mi boxeador escupió sangre nuevamente y retrocedió unos cuantos pasos. Estaba nerviosa. Sentía mi respiración más pesada. El Destructor falló un ataque y su oponente aprovechó para noquearlo definitivamente.
Noah cayó al suelo otra vez.
Esta vez no se levantó.
Se acabó la cuenta regresiva.
Liam Noah perdió.
Me levanté de mi puesto, preocupada y corrí al ring. Con él. Me subí ahí aunque estaba prohibido y me dijeron que no lo hiciera.
—¡Liam Noah! ¡Liam Noah, despierta! —Mis lágrimas caían sobre él. ¿Por qué lloraba? No somos nada.
Pero lo amas y él a tí y de igual forma te niegas a aceptarlo.
—Señorita... —Un hombre intentaba hacerme entrar en razón, tocándome el hombro. Me quité su mano automáticamente.
El chico fue llevado a urgencias y yo decidí acompañarlo. Conocí la verdadera desesperación en esos momentos.
***
Me llevé ambas manos a la cara y apoyé los codos en mis piernas. Paré de llorar hace poco. Mis mejillas seguían húmedas. Leo, a mi lado, intentaba reconfortarme al igual que Alissa y Sara —no sé cómo pudo venir la camarera—. Todos esperábamos. Yo era la más nerviosa.
Un médico salió de la sala donde se hallaba el boxeador. Enseguida me puse de pié.
—El paciente Liam Noah LeBern se encuentra estable. Hemos encontrado droga en su organismo y esa droga le ha dejado más débil, por esto perdió la batalla —confirmó el doctor. Escuchar que estaba bien me alivió un poco, pero eso de la droga me dió la certeza de que sabían que contra él no pueden vencer—. Él quiere ver a su novia, Cheryl Smith.
—Esa soy yo —dije con una sonrisa de alivio.
Dejé que el médico me guiara hasta la camilla donde Liam Noah reposaba.
—Ahí está él. —Señaló la camilla número seis—. Solo cinco minutos, por favor.
Asentí y me dirigí hacia el chico. Me destrozó verlo allí tirado. Se veía mal. Tenía un ojo morado y el labio partido.
—Hola —saludé tímidamente—. ¿Cómo te sientes?
—Como si me hubiera atropellado un camión —contestó.
—Eso quiere decir que estás bien. —Le sonreí.
Él me dedicó una sonrisa coqueta. De esas que me hacen amarlo. ¿Cómo puede ser que aún en este estado pueda sonreír así?
De la nada comencé a llorar. Acepté que lo quiero tal vez un poco más de lo que debería.
—Hey, tranquila, Sherif —murmuró con dulzura.
Su mano apartó algunos mechones de cabello que estorban y los dejó detrás de mi oreja. Secó mis lágrimas con suavidad.
—Te amo, Liam Noah —confesé sin pensar en las consecuencias.
Él pareció quedarse procesando mis cortas palabras, como si no pudiera creerlo. Ni yo me lo creía. Nunca me había enamorado en realidad, no sabía cómo se sentía, pero creo que esto es lo más cerca que he estado.
¿Cómo lo sé? Es sencillo.
Ha llegado a gustarme su manera de ser. Su sonrisa, sus ojos... Lo que siento va más allá de una simple atracción.
—También te amo, Sherif. —Me miró a los ojos al decirlo.
Le sonreí, casi lloro de nuevo, aunque alejé las lágrimas.
—Te amo como nunca he amado a alguien. Eres mi primer y único amor. No quiero perderte y... ¿sabes algo? No soy muy buena en esto de ser cursi y aquí estoy diciendo todo esto sin ningún tipo de razón.
—Entonces soy el hombre más afortunado sobre la Tierra —mencionó él.
Lo besé. Uní mis labios a los suyos en un tierno beso que duró unos cuantos segundos. Hasta que fue interrumpido por la aclaración de garganta del médico. Los cinco minutos ya habían terminado.
Salí de la sala y fui con los demás. El padre de Noah y la madrastra aún no habían llegado al hospital. Decidí quedarme para acompañar a mi —lo que supongo que ya es real— novio.
***
Cuando se enteraron de que Liam Noah fue drogado por Puños de hierro —porque sí, el contrincante le dió al Destructor una bebida que contenía la droga y la bebida era supuestamente para celebrar la victoria de alguno de los dos—, lo descalificaron, siendo así El Destructor el legítimo ganador.
Mi asustador profesional se recuperó muy rápido, menos mal. Cuando llegamos a casa, Dag lo recibió alegremente. El tiempo pasó rápido.
Así es la vida, las horas se van volando.
Tres meses desde que me mudé a esta casa. ¿Quién iba a pensar que conocería a tanta gente buena aquí? Nadie lo hubiera hecho. Ni siquiera me di cuenta de que estaba siendo feliz.
Conocí a dos chicas. Ellas en poco tiempo se convirtieron en mis mejores amigas. Conocí a mi campeón favorito del boxeo. Al principio no fue lo que esperaba y terminé enamorándome de él. No me importa que me digan cazafortunas, después de todo, ellos no saben lo que se siente.
Luego de todo este tiempo, Susie aún sigue dándome dinero, decidí sacarle provecho. Admito que se siente mal que Liam Noah no sepa nada de este secreto. Seguramente me odiará si entera o descubre dónde guardo todo el dinero que recibo. Pero, lo hago por mi familia, ¿no?
Durante estos meses he estado llamando a mis padres más a menudo. Ahora que lo pienso se acerca Navidad y mi cumpleaños, además del de Alissa también. Mis padres me rogaron que fuera con Liam Noah y mis amigos en Navidad.
Después de pensarlo mucho acepté por fin y cómo no aceptar si tenía a Noah en frente pidiendo lo mismo.
Escuché el timbre sonar, me apresuré a abrir la puerta. Era Sara. Después de un mes exacto que no la veía. Era Sara, ahí, frente a mí, con cara de miedo. Tenía unos cuantos moretones por todo el cuerpo. Ella aseguró que había sido una caída nada grave, pero yo decidí no creerle. Sospeché de Chris. Quería creer en ella pero no podía. Su cara lo decía todo. Yo no puedo hacer nada contra el maldito rubio. Aunque conozco a alguien que sí.
Y ese alguien estaría más que dispuesto a patearle el trasero a Chris.
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